Capítulo 14: La nueva asistente segunda parte.
Caín no había asistido a la universidad el día en que Azael visitó la escuela, y Enya se negó a decirle nada acerca de lo que habían hablado hasta que él materialmente amenazó con enviarla a extraordinarios si no le decía que es de lo que habían hablado.
Decir que se enfureció sería decir poco, Caín sentía la bilis en la garganta cuando Enya le dijo que Azael había amenazado con la seguridad del niño que ella llevaba dentro y que aún no era perceptible debido a su pequeño tamaño.
Enya no era alguien acostumbrada a pedir ayuda, Caín lo había aprendido con el tiempo, si él no hubiese presionado ella habría encontrado la manera de enfrentarlo a su manera.
Ella había aprendido por las malas que el mundo no la ayudaría cuando estuviera abajo y se lo había creído.
—No quiero que te metas más—dijo Enya recargándose en el escritorio frente a él , las clases habían acabado hacía horas pero él seguía en la escuela debido a que tenía que calificar los últimos exámenes, Caín estaba aún trabajando en el salón cuando Enya lo abordó.
— ¿De qué hablas?— él sonrió con falsa inocencia.
—El bebé que espero es solo mío, enfrentare las consecuencias como su madre SOLA— recalcó— no tienes que hacer esto por mí.
—No lo hago por ti— dijo con tranquilidad cerrado la carpeta frente a él para darle su atención a ella— no me importa lo que digas, ese niño que llevas en el vientre es mío te guste o no y defenderé a ese niño y a su madre de quien se atreva a amenazar su seguridad
Incluso si era de su propia familia.
La imagen de Azael y su padre de quien era la viva imagen vino a la mente de Caín, la furia regresando a él.
¿Cómo se habían atrevido a tratar de amenazar a su familia?, por que para él esa chiquilla feroz frente a él y el niño que esperaba en su vientre eran su familia, su verdadera familia y pelearía con uñas y dientes por ellos.
Por qué los amaba.
La amaba.
Y no permitiría que ese niño pasara por lo que él pasó
No permitiría jamás que nadie lo llamara bastardo.
Dante vio con curiosidad la expresión que cubrió el rostro de Nicol mientras miraba a la chica frente a ella.
Una chica morena de gran estatura y un increíble cuerpo curvilíneo que no dudaba en mostrar y lucir con una larga cabellera rizada y una expresión muy similar a la de Nicol solo que combinada con algo parecido al asco.
—Debes ser la nueva asistente— dijo Dante utilizando el protocolo que después de todas las asistentes que Azael había tenido se había convertido en un discurso repetitivo y aburrido.
—Sí, soy Helga Miller— dijo la chica extendiendo la mano hacia él a modo de saludo y reemplazando su expresión a una tímida y amable como si esa expresión de asco que le dirigió a la señorita Johansen nunca hubiese estado ahí, a Dante le parecía muy interesante la maestría con la que la chica fingía sus emociones, sin duda era algo con lo que tenía mucha práctica. No le pasó desapercibido la forma en qué pasó por alto a Nicol dirigiéndose directamente hacia él.
Los posibles escenarios comenzaron a formarse en la cabeza de Dante.
—Mucho gusto Helga soy socio del licenciado Azael, espero que puedas instalarte pronto y acoplarte a tus tareas, la señorita Nicol Johnson es la anterior asistente del CEO y te orientará en lo que necesites— dijo Dante señalando a Nicol que seguía congelada en su lugar.
La chica fingió con sorprendente naturalidad que veía por primera vez a la señorita Johnson mientras le sonreía con una sonrisa que para ojos no expertos en el arte del engaño podría parecer una expresión de cordialidad inocente.
Pero Dante vio la malicia tras ellos.
—Mucho gusto señorita Johnson, será un gusto aprender de usted— dijo extendiendo la mano a Nicol sin dejar que su falsa sonrisa bajara ni un poco.
Nicol sin duda era mucho menos capaz para ocultar sus emociones por qué tardó unos segundos en reaccionar y tomar la mano que le ofrecía la chica, Nicol a diferencia de ella no se veía asqueada, solo incomoda y quizá un poco asustada.
—El gusto es mío— dijo Nicol simplemente antes de retirar la mano rápidamente.
Para cualquiera que viese ese encuentro Nicol sería la descortés y cortante, pero Dante podía ver lo contrario mientras la otra chica disimuladamente se limpiaba la mano contra su costoso saco blanco.
Interesante.
—Bueno entonces las dejo para que la señorita Johnson pueda ponerte al día con los deberes— exclamó Dante dirigiéndose a la nueva chica antes de dejar la oficina.
Sí definitivamente aquello iba a ser interesante.
…
Nicol no sabía dónde poner la mirada mientras la chica frente a ella lanzaba con desgano su bolso de piel sobre el escritorio frente al de Nicol que ahora le correspondía a ella.
Nicol llevaba teniendo un sentimiento de incomodidad respecto a la nueva asistente desde que Azael le dijo que contrataría a una nueva chica debido a su remoción, quizá era imaginación de ella pero casi parecía que él le había pedido su consentimiento antes de hacerlo, Nicol le había dicho que no tenía problema y que entendía por completo que era su trabajo, pero en el fondo le invadió un sentimiento que no le gustó.
Ahora que veía quien había sido contratada el sentimiento solo empeoró.
— ¿Qué pequeño es el mundo no crees, Nicol?—sin duda había rechazo cuando pronunció su nombre entre dientes.
Nicol tomó una bocada de aire antes de hablar.
— ¿Cómo has estado Helga?— preguntó realmente deseando que todo lo que habían pasado en la universidad no fuese algo que Helga tuviese la intención de repetir ahí.
—Estaba bien... hasta ahora— dijo sin rodeos.
Parecía que sí tenía la intención de repetirlo.
Nicol maldijo interiormente, cosa que muy rara vez hacía.
El que Helga volviera a su vida era lo último que le faltaba, el haberse librado de ella era lo único bueno que había obtenido de dejar la universidad. A veces Nicol se preguntaba si en su otra vida había sido un cruel rey o un cruel dictador y en esta vida estaba pagando el mal que había hecho.
— ¿Y tú Nicol, dime, sigues tomando cosas que no te pertenecen?
Nicol sabía que tarde o temprano lo traería a colación.
—Yo no tomé nada que no me perteneciera— dijo con cansancio más que con enojo— yo no te quité nada Helga.
La morena la barrio con la mirada antes de voltearse al escritorio, lo estudió un momento y luego estudió el escritorio de Nicol y en un movimiento inesperado empujó todos los papeles que Nicol había dejado sobre el escritorio haciendo que estos cayeran al piso desordenadamente y puso sus propias cosas en su lugar.
Nicol apenas pudo responder por la sorpresa.
—Me gusta mas este escritorio, usare este— dijo rodeándolo y sentándose en él.
—Ese es mi escritorio—intentó decir Nicol pero ya veía venir la respuesta.
—Bueno ya somos dos tomando lo de los demás sin su permiso ¿no es así?
Nicol suspiró y se dispuso a recoger los papeles, sin embargo cuando apenas se agachó escuchó el ya familiar sonido de los pasos de Azael acercándose por el pasillo. El pánico la invadió mientras se apresuraba a tratar de ordenar el desastre que Helga había hecho pero no fue lo suficientemente rápida y los nervios solo le hacían volver a tirar las cosas, las puertas de la oficina se abrieron frente a ella y solo pudo ver los perfectamente boleados zapatos de su jefe pararse frente a ella.
De alguna manera pudo percibir la satisfacción que emanaba Helga de ponerla en tan incómoda situación incluso teniéndola a sus espaldas. Esperó el regaño de Azael.
Pero nunca llegó.
Lo que sucedió definitivamente no era la reacción que esperaba. Azael se agachó frente a ella y recogió los papeles faltantes con mayor facilidad que ella y después la tomó del antebrazo y la ayudó a ponerse de pie.
—Esperó que no haya arruinado esos papeles, señorita Johnson— dijo con el tono autoritario que siempre lo caracterizaba pero Nicol no percibió enojo real en sus palabras.
Él no le devolvió los papeles si no que caminó hacia su escritorio para depositarlos ahí pero su expresión siempre impenetrable reflejó cierta sorpresa cuando vio a la chica sentada en él.
—Me imagino que eres la nueva asistente— dijo Azael recuperando la máscara de formalidad impecable.
A Helga se le iluminó el rostro de una forma que le revolvió el estómago a Nicol cuando vio a Azael dirigirse a ella.
Ella se levantó inmediatamente y le extendió la mano a forma de saludo.
—Un gusto licenciado soy la nueva asistente, mi nombre es...
—Ese no es tu lugar— dijo Azael cortando su discurso.
— ¿Cómo...?— preguntó ella confundida aun con la mano extendida.
—Ese escritorio es para la última asistente, mientras el cargo no te sea asignado ya que aun estas en periodo de prueba deberás sentarse en el otro escritorio— dijo señalando el escritorio tras él que era claramente más pequeño.
Nicol conoció a Helga los dos años que estuvieron desafortunadamente juntas en la universidad y nunca la había visto mostrar tal expresión de temor.
No había persona a la que Azael no intimidara con un par de palabras. Nicol misma era testigo de lo imponente que él podía llegar a ser.
Especialmente si estaba enojado.
Sin embargo vio algo más en Helga, si bien la chica se veía tan intimidada como cualquiera podría estarlo frente a alguien como Azael, Nicol también pudo percibir que tras su temor había algo parecido a la atracción.
Nicol sin duda tendría que ir por una de esas pastillas para la gastritis nerviosa que le recomendó la doctora.
—Sí señor, una disculpa, es que la señorita Johnson me dijo que estaba bien si tomaba este escritorio para que fuese acostumbrándome a él.— dijo Helga mintiendo con sorprendente facilidad.
Nicol sintió deseos desesperados de corregirla pero ella ya había aprendido hace mucho tiempo que nunca ganaría una discusión contra Helga.
Era su palabra contra la de ella y Nicol era patética discutiendo.
—La señorita Johnson no es la dueña de esta oficina, usted trabajará del otro lado hasta que sea contratada definitivamente, ahora cámbiese.
Helga se cambió de escritorio sin mayor reclamo y Azael dejó los papeles de Nicol en el lugar en el que estaban en un inicio antes de que Helga los hubiese mandado al suelo.
Azael no le dedicó una segunda mirada mientras se dirigía a su oficina.
La calidez en el corazón de Nicol se expandió cada vez más al grado que ni siquiera la mirada de odio que Helga le dirigió pudo afectarla.
…
Afortunadamente Nicol no tuvo que convivir mucho tiempo más en la oficina con Helga porque ese día también habían programado su entrevista con el encargado del departamento de finanzas.
Sin duda fue extraño estar en un piso diferente al que siempre compartía con su jefe, el bullicio era notable mientras la gente iba y venía e incluso se sentía más cálido con toda la actividad que había en él.
A diferencia del piso del CEO aquí había más de una oficina, eso hacía que fuese todo un trabajo navegar entre ellas hasta encontrar la correcta.
Entró entonces en la oficina que era considerablemente más pequeña y modesta que la de su jefe y que la de Dante, consistía básicamente en un escritorio y las paredes cubiertas de libros cubriendo incluso las ventanas y haciendo que el lugar fuese considerablemente oscuro.
Le sorprendió ver a una mujer mayor sentada en el escritorio y Nicol supo que era ella con quien tendría su entrevista.
—Un gusto señorita Johnson, por favor siéntese— dijo señalando una de las dos sillas frente al escritorio.— soy la encargada del departamento de finanzas.
Nicol obedeció rápidamente.
—Háblame de ti Nicol, dime por que debería contratarte para el puesto.
Nicol sabía que tener una universidad trunca y poca experiencia laboral no eran competencia para el puesto en el que estaba apelando entrar y la expresión de la mujer lo demostró sin embargo conforme la entrevista fue avanzando y la mujer le exponía diferente escenarios y le preguntaba la manera en que ella los resolvería terminó haciendo que la expresión de la mujer mayor cambiara por completo al final de la entrevista.
—Debo decir Nicol que me ha sorprendido esta entrevista, si estas dispuesta me gustaría que comenzaras a trabajar con nosotros mañana mismo si es que tu otro puesto te lo permite, comprendo que debes capacitar a tu remplazo antes de dejarlo por completo.
Una emoción indescriptible llenó a Nicol, era una sensación que hacía mucho no tenía, la sensación de esperanza, de creer que las cosas realmente le podían salir bien.
— ¿De verdad? Yo...— Nicol fue consciente de que estaba actuando como niña con juguete nuevo así que se tomó un respiro para controlarse— consultare a mi jefe para ver si puedo comenzar en el puesto mañana mismo, le agradezco mucho la oportunidad— Nicol era consciente de que apenas podía controlar su sonrisa.
La elegante mujer mayor de cabeza completamente blanca pero perfectamente peinada con un elaborado chongo le sonrió con calidez sellando el trato con ella con un apretón de manos.
—Confió en que tu desempeño no me decepcionara — dijo la mujer y parecía honesta.
Nicol sentía que flotaba mientras salía de la oficina.
Lo había logrado.
Se encontró de pronto mirando su teléfono y sintiendo un impulso por llamar a Azael y contarle como le había ido en la entrevista, se detuvo sin embargo al darse cuenta lo infantil que sonaba, sin duda él tendría cosas más importantes que hacer que escucharla presumir de su logros.
Cuando estaba por guardar el teléfono en su bolsillo este comenzó a vibrar contra su mano y el número de su jefe se mostró en la pantalla.
Nicol tragó duro.
—B...bueno— dijo una vez que encontró su voz para hablar.
— ¿Puedes venir al estacionamiento?— preguntó la profunda voz de su jefe al otro lado del teléfono.
—C..claro. — dijo ella sintiéndose estúpida por su repentina timidez.
Pero el hecho de que su jefe actuara como estaba actuando con ella no ayudaba.
—Te espero— dijo antes de colgar sin esperar otra respuesta.
Nicol sintió los nervios creciendo en ella pero se obligó a controlarlos mientras se dirigía a donde él le había pedido.
…
El estacionamiento a diferencia del resto del edificio era oscuro y algo solitario pero sin duda estaba a reventar de costosos y no tan costosos autos ejecutivos.
Recargado sobre su propio auto estaba el CEO de Tecnologías Zyro, Azael Walk. Era sorprendente lo imponente y atractivo que podía lucir aun cuando hacía algo tan simple como usar el teléfono.
Nicol detuvo sus pasos un momento para tratar de detener sus pensamientos pero después de todo lo que hacía estado sucediendo entre ellos era difícil no mirar sus rostro y recordar la sensación de sus labios sobre su piel o mirarlo usar sus manos y olvidar la sensación de sus largos dedos sobre su barbilla y en su cintura.
Él la vio antes de que ella terminara de llegar a él.
— ¿Y bien?— dijo él y Nicol tardó en entender la pregunta. — ¿Cómo fue la entrevista?— añadió notando su confusión.
El recuerdo de la entrevista regresó la emoción a su cuerpo haciéndola sonreír.
—Parece que muy bien si esa sonrisa no miente— dijo él al ver que ella no parecía encontrar las palabras para responderle.
—Me dieron el puesto— dijo mientras su sonrisa se ampliaba— de momento soy pasante pero parece prometedor.— dijo y se sintió de nuevo como una niña mientras él la miraba con sorprendente orgullo.
—Sabía que lo lograrías.
Nicol saltó sobre sí misma cuando unos dedos fuerte y cálidos le retiraron el cabello del rostro que ella no había notado que la había cubierto, después hizo un gesto que ya estaba comenzando a ser familiar para ella, con sorprendente cuidado modeló su mandíbula con sus dedos y luego la hizo levantar la cabeza hacia él, un instante después sintió la calidez y la sorprendente habilidad de sus labios contra los suyos a diferencia de las otras veces él fue mucho más lento pero con mayor intensidad, como si se estuviera tomando su tiempo para saborearla.
En realidad cada vez que Azael la besaba era como si la degustara un poco antes de devorarla.
El pensamiento le envió una corriente de electricidad que se alojó justo entre sus piernas.
Nicol se imaginó que no había ningún riesgo de que fuesen descubiertos si es que Azael se estaba mostrando tan despreocupado.
De un movimiento tiró de ella depositándola en el capote del auto, Nicol temió que pudiese dañar algo tan costoso pero a él no pareció importarle.
Como ya había demostrado antes él, no se conformaría con tener sus labios mientras sus besos iban bajando succionando lentamente la piel de su cuello pero esta vez no se detuvo mientras bajaba por su pecho, Nicol sintió un extraño choque de sentimientos entre el miedo y el deseo de que el continuara cuando él empujó apenas un poco su camisa de su hombro. Saltó de sorpresa cuando la cálida mano de él se posó en su fría rodilla y fue subiendo empujando lentamente su falda de tubo hacia arriba, por puro instinto Nicol usó una de sus manos para detener el camino que estaba siguiendo su mano, el movimiento hizo que él levantara el rostro del lugar en su cuello para mirarla.
Nicol esperaba que él se mostrara molesto pero en su lugar vio un brillo diferente. Era como si hubiese tomado ese gesto como un desafío porque al siguiente instante su otra mano se conectó con su otra pierna haciendo exactamente el mismo gesto, Nicol uso la mano que le quedaba libre para detenerlo. Ella realmente no sabía por qué lo hacía, una parte de ella deseaba tanto averiguar hasta donde estaba él dispuesto a llegar pero por otra parte le aterraba descubrirlo.
El doloroso placer entre sus piernas no hizo más que aumentar.
Se tuvo que morder el labio para detener el sonido que quiso salir de su boca cuando él apretó sus muslos con sus manos enviando un escalofrío por ellas.
Sintió de pronto los labios de Azael contra los suyos que no soltó el agarre en sus muslos en ningún momento. Pese a que ella estaba sentada en el capote de su auto él seguía alzándose en altura sobre ella por lo que se vio obligada a echar la cabeza hacia atrás mientras él le comía la boca y le mordía los labios con suavidad.
El gesto hizo que Nicol perdiera fuerza en el agarre que tenía contra las manos de él y estas subieron un par de centímetros más tomándola desprevenida.
Cuando creyó que no podría detenerlo mucho más antes de rendirse a sus propios deseos escuchó un sonido suave que fue haciéndose más fuerte poco a poco.
Reconoció el sonido de llamada entrante del teléfono de él pero Azael no parecía en lo más mínimo dispuesto a contestar.
—Tu teléfono— intentó decir entre sus labios pero él no prestó la menor atención. — ¡Azael tu teléfono!— gritó ella en un sonido que sonó más a gemido que a regaño cuando él mordió ese punto sensible en el arco entre su cuello y su clavícula.
Él la miró con una expresión de diversión mientras finalmente se alejaba y tomaba la llamada.
—Si— dijo usando su típica forma cortante de contestar, esperó la respuesta al otro lado un momento, en un instante de la llamada la miró de reojo como si le hubiesen dicho algo que tenía que ver con ella.
El muro de yeso impenetrable volvió a él como una puerta cerrándose de golpe.
Nicol tuvo un mal presentimiento.
—Tengo que irme— dijo y parecía más preocupado que molesto.
Él la bajó de la capota del auto al suelo y Nicol se encargó de acomodarse el uniforme.
—Entrégale los horarios a la nueva asistente y después puedes irte—dijo volviendo a esa presencia profesional de siempre y caminando hacia la puerta del conductor pero se detuvo un momento como si recordara algo de pronto— pasa al hospital por tus medicamentos— dijo y tras ese muro de yeso pareció abrirse una rendija mientras lo decía.
Poco después él subió al auto y salió del estacionamiento dejando a Nicol aun aturdida por lo que había pasado entre ellos, ella decidió esperar un poco ahí para poder controlarse, sin embargo más tarde se arrepentiría de ello, especialmente cuando alguien la llamó desde atrás.
—Bueno linda, nos volvemos a ver—dijo un hombre tras ella y Nicol se giró con demasiada velocidad perdiendo un poco el equilibrio al escucharlo.
El hermano de Azael quien la había acorralado en esa habitación la mañana de navidad estaba de pie frente a ella. Nicol recordó que Azael lo había llamado Caín.
—Me temo que tendrás que acompañarme— dijo y Nicol vio dos pares de enormes sombras reflejarse de dos hombre parados tras ella.— confío en que será por la buenas.— dijo y su sonrisa le heló la sangre.