La asistente

3455 Words
Capítulo 7: La asistente Azael lo recordaba todo. Bastó una visita al médico después de que su asistente se había ido para saber que había una gran probabilidad de que su bebida hubiese sido adulterada o modificada sin su consentimiento, afortunadamente y gracias a la pandemia tenía un registro exhaustivo de las personas que habían asistido y cámaras de video en absolutamente todos lados a excepción de su oficina, no sería difícil descubrir quien había decidido hacerse el gracioso o sacar alguna ventaja de él en tal estado. Sin embargo entender esto también le hizo recordar cuando había comenzado a sentirse mal, cuando había dejado a Alison con la palabra en la boca sin tener siquiera la energía para decir que ni siquiera podía mantenerse de pie, después vino su incapacidad para controlar lo que decía y hacía, imágenes de Nicol frente a él, junto a él, su rostro de preocupación y ese vestido… Recordó absolutamente todo y eso le hizo sentirse enfermo de nuevo porque había acusado a su asistente de algo de lo que él había sido responsable. Le había impedido irse. Y ella decidió quedarse y hacerse cargo de él. La recordó corriendo por su casa en su camisa de dormir, como era tan pequeña que solo su camisa era suficiente para cubrirla. ¡Dios! Odiaba la forma en que su cuerpo reaccionaba cada vez que la veía, como estaba empezando a acostumbrarse a su presencia a un grado demasiado preocupante. Él tenía que hacer algo con eso, algo con esa chiquilla asustada que podría arruinar todo su trabajo y esfuerzo. Pero al menos sabía algo con certeza. Él no le había hecho daño, la marca en su brazo no la había provocado él. Otra cosa de la que tendría que encargarse. … Si a Nicol le sorprendió que de la nada Sandra quisiera cambiar su celular no lo dijo simplemente se limitó a acompañarla a donde ella había pedido. — ¿Y qué haremos para navidad?— preguntó mientras su largo cabello naranja se balanceaba cuando ella corría de estante a estante viendo nuevos modelos de celular. —Creo que trabajare ese día— casi pudo escuchar el crujir de los zapatos de plataforma de Sandra cuando se giró hacia ella. — ¿Es broma no? Debido a que su jefe no había podido asistir ese día a la empresa tampoco, él cambió su día libre, sin embargo eso no le impidió a Dante localizarla e informarle que le había conseguido un trabajo de medio tiempo extra para ella en navidad, sin explicaciones, simplemente se limitó a decirle que la recogería el veinticuatro en la noche antes de colgar la llamada. Sin embargo ella ahora tenía un teléfono del que Dante no era consciente y al que de momento no podía molestarla. Azael le había regalado un iPhone, él había añadido después en un mensaje que él le envió a ese número que era solo por motivos de trabajo, sin embargo ella no estaba obligada a devolverlo. Añadió después lo de su día libre. Sandra había enloquecido y después había dicho que estaba celosa y que irían juntas a escoger un celular para ella, pero Nicol había notado a Sandra muy extraña desde que había vuelto, cuando hablaban se detenía en medio de su frase como si un recuerdo la atormentara antes de volver al hilo de la conversación y parecía realmente apurada por el cambio de teléfono, como si fuese algo que iba a hacer tuviese o no Nicol un celular nuevo. —Ese jefe tuyo a veces es un sol y a veces es la estufa con la que te quemas, de verdad que ¡hacerte trabajar en navidad! Nicol no sabía cómo explicarle que de hecho no era su jefe el que estaba obligándola a hacerlo. Cada cosa que hacía Dante la confundía más cada vez, lo peor es que la tenía agarrada de la garganta y no había nada que ella pudiera hacer al respecto además de obedecer, pero era consciente de que tenía que pensar en una salida por si esto se le salía de las manos. Más de lo que ya lo había hecho. Después de todo Dante ya la había obligado a drogar a alguien, y no solo a alguien si no que a su propio jefe, ¿Qué iba a hacer si Dante le terminaba haciendo una petición imposible o que ella no estaba dispuesta a cumplir? — ¡Nicol! — gritó Sandra y esta fue consciente de que llevaba rato llamándola— ¿Qué opinas de la funda naranja? — ¿La de zanahorias? — preguntó Nicol divertida. … Azael se quedó mirando un tiempo más la grabación de las cámaras de seguridad, había repasado varios minutos de la grabación uno a uno, sin embargo las únicas personas que habían estado cerca de su vaso habían sido Alison y el inversionista Ston, y ninguno de ellos parecía haber echado algo dentro, sin embargo al mirar más detenidamente se encontró con que Nicol y un invitado de Dante de Estambul también lo habían estado, fue cuando este último había intentado acosar a su asistente, el hombre estaba demasiado ebrio y no le costó a Azael alejar la atención del hombre de Nicol, sin embargo el ángulo de la cámara no dejaba ver si alguno de ellos había tenido contacto con su vaso. Dudaba que Nicol quisiera hacer algo así, solo quedaba el hombre de Estambul, pero parecía demasiado ebrio para lograr introducir una droga a su vaso sin que él se diera cuenta. Siguió dándole vueltas a la grabación una y otra vez pero no logró encontrar nada incriminatorio. Tendría que hablar con los presentes en la fiesta entonces. Y el hecho de que la gran mayoría llevaba cubre bocas tampoco ayudaba. Regresó un poco la grabación en el momento que él había alejado a Nicol del hombre de Estambul, ella había quedado muy cerca de él, desde esa ángulo ella podría… No. Esa chica era incapaz de dañar una mosca, además ¿Por qué haría algo como eso? No tenía sentido. Siguió buscando. … Si había algo que Azael odiaba más que la navidad eran los días previos a la navidad, no solo todos en su empresa aprovechaban para pedir asensos que no merecían si no que se veía obligado a mantener esta maldita tradición familiar con tal de tener contentos a los periodistas, así que aquí estaba, en la puerta de la costosa e innecesariamente enorme mansión de su padre, listo para organizar una de los noches más largas de su año. La fiesta de noche buena de los Walk. Si bien la casa de su padre el resto del año era un solitario desierto a excepción de su padre y unos cuantos sirvientes el veinticuatro diciembre cada maldita persona que tuviese en alguna parte de su árbol genealógico el apellido Walk vendría y encontraría la forma de sacarle provecho a la familia. Incluyendo a sus cuatro hermanos. El único al que toleraba y que había demostrado que no estaba interesado en desfalcar el dinero de su padre se encontraba a su lado en el auto. Al final incluso Azael lo había hecho su socio cuando demostró que tenía la intención de crecer en la empresa por si mismo. —Vamos Azael quita esa cara—dijo fingiendo una expresión de seriedad aun que claramente se veía divertido con su predicamento— son vísperas de navidad. Azael se limitó a bufar antes de avanzar el auto en cuanto abrieron los portones para ellos. —Cállate Dante. Este río en respuesta acomodándose mejor en el asiento del pasajero. Como era de esperarse en cuanto bajaron del auto tres hombres con guantes y cubrebocas los bañaron en alcohol al grado que no los dejaron en paz hasta que Azael les miró mal. Combinar una pandemia con la fobia a los gérmenes de su padre no ayudaba mucho a su paranoia y mucho menos a su mala relación. Azael sabía que la única razón por la que su padre había decidido darle la empresa era porque él era el único de sus hijos que no la desfalcaría o terminaría por acabar con ella, a excepción claro de su hermana Ada, sin embargo su padre ya había dejado claro su completo rechazo a que una mujer manejara su empresa. O a que cualquier mujer hiciera algo que a él no le pareciera. Y lo dejó claro con su madre en su momento, razón por la cual su hermana probablemente había sido rechazada en toda empresa con la que había decidió asociarse. Sabía que su padre veía un potencial en ella que no permitiría que se desarrollara sin que él pudiera sacar algún provecho de ello. Azael había intentado mantener algún tipo de contacto con Ada pero ella se negó a hablar con él desde la muerte de su madre, Ada era la única de sus hermanos con la que compartía padre y madre, y era la única que se negaba a dirigirle la palabra. No es que la culpara, Azael mismo era consciente de que no era la mejor persona para mantener una conversación amistosa. Odiaba la “cháchara” innecesaria y la falsa cortesía. Y aquí estaba a punto de organizar una fiesta que se regiría básicamente de eso. Odiaba como los techos altos de la mansión hacia que cada movimiento fuese tan evidente, que pese al costo las paredes fuesen tan delgadas, que no pudiese contar siguiera con el sirviente más fiel porque siempre le era fiel a alguien más en la habitación además de ti. Odiaba que su padre llenara cada pared con murales extravagantes y mal pintados pero se negara a poner las pinturas de su madre. Y odiaba aún más a las tres personas sentadas en la extravagante sala de este frente a él. —Hola hermanito— exclamó con falsa alegría el menor de sus hermanos. —Aron— dijo como saludo sin siquiera mirarlo sentándose en el único sofá individual además del de su padre. Aron a diferencia del resto de sus hermanos no se molestó en llevar el mejor traje que tenía, su ropa deportiva aunque costosa parecía una protesta al su completo desinterés por la imagen familiar, discusión que su padre había tenido innumerables veces con él antes de finalmente rendirse. Ada estaba alejada de todos cerca del ventanal, era la única con una copa de vino y no parecía en nada interesada en mantener una conversación con ellos. Finalmente Caín, quien compartía un apodo común a voces en la familia. Caín era el bastardo. Y el último en compartir madre con Ada y Azael, pero no padre. Mientras Azael y Arón era una viva imagen de su padre en su juventud Ada y Caín eran la imagen de su madre, especialmente Caín cosa que le revolvía el estómago a Azael, ambos tenían el lacio cabello rubio y la piel dorada, lo único que Azael había obtenido de ella eran sus ojos. Pero a diferencia de las estrellas brillantes que eran los ojos grises de su madre, los ojos de Azael eran yeso impenetrable. Su padre bajó los escalones ayudado de su extravagante basto de hierro con un lobo con la boca abierta tallado en la cabeza de este, llevaba su clásico traje café oscuro hecho a la medida y pese a la cojera y a la mala postura su imagen seguía silenciando a todos en la habitación. —Bien, ya que estamos todos reunidos comencemos. — dijo su padre sin interesarse por fingir interés en ver a sus hijos después de un año. Azael lo agradeció. Después de todo ya había quedado claro que odiaba la falsa cortesía. La cereza del pastel para Azael fue ver a su madrastra, a quien solo aguantaba por ser la madre de Dante aunque por lo menos en apariencia no parecía interesada en los negocios de su padre ni ofendida cuando su padre anunció al casarse con ella que se casaría pero que el hijo que ella ya tenía, o sea Dante no recibiría ni herencia ni apellido cosa que sorprendentemente tanto la mujer como Dante habían tomado sorprendentemente bien. Al final Azael por ser el mayor después de Ada se encargaría de la dirección de la fiesta, los brindis y las invitaciones. —Contrate un poco de personal extra para la fiesta, espero que no les importe— dijo Dante que poco antes se había retirado a hacer una llamada a una esquina del salón, llamada que parecía tenerlo sorprendentemente satisfecho. —No era necesario—cortó su padre pero su esposa intervino. —Vamos Derek—dijo la mujer acomodando el busto de su ajustado y elegante vestido blanco que se encontraba sentada en el brazo del enorme sofá individual de su padre— déjate descansar esta vez, deja que ellos se hagan cargo. Y cuando dijo ellos en realidad lo decía literalmente refiriéndose solo a los varones porque su hermana se encontraba relegada mirando por el mismo ventanal por el que había mirado las últimas dos horas infernales en las que su padre había hablado de invitado tras invitado y sopesado la conveniencia de invitarlo o no. A Azael le sorprendía como ella pudo permanecer todo ese tiempo de pie frente a la ventana en tacones sin mostrar ni un signo de cansancio. Azael recordó entonces a otra chica que seguramente ya se habría hecho daño con esos zapatos, se encontró a sí mismo sopesando a ratos considerar comprar un nuevo par de zapatos para ella, después de todo no podía usar los mismos zapatos todos los días y Nicol no parecía dispuesta a usar otros zapatos además de los que él le había dado. Como si no tuviese nada más, cosa que era imposible y ridícula, ¿Quién no tiene otro par de zapatos? —Azael— este se dio cuenta de que su padre lo había tomado con la guardia baja cosa que odiaba. —Perdón padre ¿decías? — ¿Traerás acompañante a la fiesta? —No lo haré. —Bien tus antiguas noviecitas solo han hecho un desastre. —dijo y volvió su atención a Dante. — ¿Traerás a tu prometida? —Ella estaría encantada de venir— respondió este apagando el celular que llevaba usando activamente toda la noche, lo que de hecho era raro en él— pero lamentablemente no podría acompañarnos. —Una lástima— dijo y por un momento pareció que realmente lo sentía. —Caín recuerda que debes irte temprano, nuestros asociados de Turquía llegarán antes de las doce, tienes que irte antes de que ellos lleguen. Caín tenía una sonrisa de suficiencia plantada en el rostro cada vez que Azael lo veía, no importaba cuanto su padre lo menospreciara y demostrara abiertamente lo mucho que se avergonzaba de su existencia, él mantendría esa expresión intacta como si nada en el mundo pudiera perturbarlo. —Claro padre, prometo que me iré antes de que alguna de las esposas trofeo de esos turcos quiera dejar a uno de esos viejos ricos y huir conmigo. — dijo mientras robaba una uva del adorno de mesa y la lanzara a su boca con excelente precisión. Azael vio a su padre desde su sillón frente a él tratando de controlar el claro rechazo que tenía por el único hijo que además de ser la mancha de su “excelente” historia familiar también era el único que no parecía interesado en obedecerlo. … Finalmente la reunión terminó y cada uno se dirigió a su auto a excepción de Dante que dijo que se quedaría en la mansión con su madre. La reunión fue tan infernal como él esperaba que fuera, Aron se limitó a ser inútil como lo era siempre dejando todo el trabajo de la planificación a Azael, Dante y Caín, su padre lo excusaba diciendo que era más joven y no tenía interés aun en esos negocios, Azael se dio cuenta entonces de que de hecho Aron tenía la misma edad que Nicol pero a diferencia de Aron que había nacido en medio del auge económico de la familia sin la responsabilidad de heredar una empresa a quien su papá se limitaba a extender la tarjeta de crédito para que no lo molestara, no se aprecia en nada a su tímida asistente quien no tenía que decir nada para hacer evidente que la vida no la había tratado con delicadeza precisamente. Lo notaba en la forma en que le parecía imposible sostenerle la mirada y como se disculpaba constantemente incluso por las cosas que ella sabía no eran su culpa. Azael logró ver el auto de Ada saliéndose del camino frente a él lo que lo hizo frenarse también, él juraba que ella había salido antes, ella ni siquiera había dicho una palabra ni su padre a ella, se había limitado a asistir como su padre seguramente le había exigido que hiciera y se había ido tan pronto como pudo irse por lo que le sorprendió encontrarla. Ella se bajó del auto. No tardó en darse cuenta que una de sus llantas se había pinchado. — ¿Necesitas ayuda? — preguntó Azael bajando del auto también. Ella no respondió mientras peleaba por revisar la llanta mientras empujaba fuera de su vista el olan del largo vestido negro —Ada— recriminó Azael cuando ella no contestó. —No necesito tu ayuda, Azael— respondió simplemente aun arrodillada frente a la llanta ponchada. Azael suspiró rogando por paciencia. —Cambiaré la llanta— dijo cortante antes de volver a su auto por las herramientas. Ada finalmente se había hecho a un lado y se mantenía en silencio recargada en la puerta de copiloto mientras Azael cambiaba la llanta por ella. — ¿Vendrás a la fiesta de navidad? — le preguntó Azael —Fue muy oportuno para mi padre hacer una reunión en medio de la pandemia. — fue su única respuesta. —No respondiste a la pregunta. —Mi padre ya me vendió con el mejor postor que encontró, no me necesita más, ya me puso cadenas y no soy más una amenaza. — dijo ella comenzando a encender un cigarrillo. — ¿Tienes problemas con tu esposo? — preguntó Azael mientras sacaba la llanta de su sitio. —El desgraciado me ha sido infiel más veces de las que puedo contar— dijo dando una calada al cigarrillo— no es que yo sea muy fiel tampoco. — ¿Tienes un amante?— dijo Azael honestamente sorprendido. —No es de tu incumbencia Azael— lo cortó ella dando otra calada al cigarrillo antes de lanzarlo al suelo y pisarlo con sus altos tacones de aguja. —Es de mi incumbencia lo que yo decida que lo es— respondió comenzando a irritarse. — eres mi hermana, Ada. —Si lo soy y más vale que lo recuerdes cuando llegue tu turno—dijo ella burlonamente. — ¿Mi turno? —Cuando papá decida que eres el siguiente en la lista de sus planes. — dijo Ada acercándose al lugar donde Azael cambiaba la llanta. —Habla claro, Ada. — ¿Quieres que hable claro? Con gusto, estas por cumplir 31 años Azael y sin embargo lo único que han dejado tus relaciones son escándalos y dramas cuando se dan cuenta que no tienes intención en darles un anillo, has logrado burlar a papá con esa tal Alison pero él no seguirá aceptando ese juego, ¿en serio crees que siendo la imagen de la compañía papá aceptara que sigas viviendo de esa manera? —Mi vida amorosa no es algo que le incumba a mi padre— dijo atornillando una tuerca con más fuerza de la necesaria. —Díselo, estoy segura de que le importa. — ella suspiró antes de continuar usando un tono menos indiferente esta vez— Él me obligó a entregar lo más valioso que tenía por su ambición, me lo hizo a mí, se lo hizo a nuestra madre y te va a pasar a ti. No somos unos hijos para Dereck Walk, somos una inversión y es mejor que no olvides. —Ya está la llanta— dijo él bruscamente luchando por ignorar sus últimas palabras, tratando de demostrar que aquello no había tocado un punto que creía muerto dentro de él. Lo que su padre había hecho con su madre. —Suerte Azael—dijo ella simplemente antes de subir a su auto. … Nicol sintió los calambres estomacales regresando en cuanto terminó la llamada con Dante. Frente a ella estaba el bolso que el chofer de este le había dado, dentro había un traje de mesera y una invitación. Una invitación para la fiesta de navidad de los Walk.
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