Capítulo 6: El secreto
El temor en Nicol subió otro escalón cuando Azael Walk cerró la puerta del apartamento tras ella.
No estaba segura si el ruido en su estómago era el miedo o la falta de comida. Recordó entonces lo que llevaba en brazos además del saco prestado.
—Señor, traje algo de comida también, me imagine que usted no…— Nicol se giró para hablarle de frente pero las palabras se le quedaron congeladas cuando se encontró con el rostro inexpresivo de Azael que le observaba de una manera extraña, con tal intensidad que Nicol olvidó como respirar por un momento.
Él caminó hacia ella con pasos largos y seguros y Nicol solo pudo quedarse anclada en su lugar. Cuando los toppers de comida fueron retirados de sus brazos logró reaccionar, Azael se alejó de ella en camino a la cocina y Nicol se quedó de pie sin saber que hacer consigo.
Azael volvió poco después con dos planos de comida en las manos y los puso uno frente al otro sobre la barra de madera negra al centro de la sala y junto a la colección de vinos.
—Siéntate Nicol—señaló mientras él se giraba para tomar uno de los vinos del estante.
Nicol se obligó a mover los pies hasta la barra y a tomar asiento en uno de los bancos que hizo aún más evidente su diferencia de altura cuando él podía sentarse perfectamente y ella se preguntaba cómo se bajaría de ahí sin hacer el ridículo si apenas alcanzaba el suelo.
Le sorprendió que él quisiera comer con ella, acomodadas por él su carne asada y su improvisada ensalada en el plato de cerámica blanco se veía casi como lo que pediría en un restaurante. Él no le prestó mucha atención mientras servía el vino hasta que lo dejó frente a ella.
— ¿No vas a comer? — preguntó él de pronto trayéndola de sus cavilaciones.
—Sí, lo siento, yo solo…
— ¿Qué le pasó a tu brazo? — preguntó interrumpiéndola y Nicol casi dejó caer la copa sobre la barra.
Se dio cuenta de que el suéter prestado de Sandra era muy grande para ella porque se resbalaba constantemente de sus hombros, en esos momentos odió lo escandalosa que era su piel para las heridas, la marca roja que había dejado Dante en su brazo ahora era menos perceptible que antes pero seguía siendo una mancha demasiado visible para pasar inadvertida. La cubrió rápidamente con dedos torpes.
—Debo haberme golpeado con algo, señor— contestó simplemente Nicol casi metiendo la cara en la comida rogando por que el señor Walk no preguntara nada más.
—Parece la marca de una mano, señorita Johnson— dijo él simplemente mientras volvía la atención hacia su propia comida.
—Debo haber chocado con alguien entonces— corrigió sin levantar la mirada del plato.
Los siguientes segundos pasaron en completo silencio, el silencio entre ellos era tal que incluso el sonido de los cubiertos era incómodo. ¿Por qué no simplemente le decía lo que quería hablar con ella y terminaba con su tortura ya?
—Estuviste aquí anoche— dijo de pronto.
—Bueno señor usted…
—No fue una pregunta— la interrumpió— mi portero me lo dijo, me dijo que me trajiste porque yo no me encontraba bien, eso lo entiendo, sin embargo mi pregunta es ¿Porqué te recuerdo entonces usando mi ropa, Nicol? Podría ser un falso recuerdo pero eso explicaría porque la parte superior de mi pijama… olía a ti.
Nicol se encontró a sí misma saliendo del escudo que se había hecho con la comida para mirar a su jefe, él parecía considerablemente confundido, pero aún peor: se veía molesto.
Nicol quiso volver al escudo que le ofrecía su plato pero esos ojos de acero no la dejaron, ese rostro elegante e indescifrable la mantuvo quieta sin siquiera hacer nada más que mirarla.
—También dijo que te fuiste cerca de las cuatro de la mañana, ¿tienes algo que decirme Nicol? — Nicol hubiese tragado saliva si no fuera porque su garganta estaba seca ya.
Al ver que ella no respondía él continuó.
—No sé qué habrás escuchado de mí en la empresa Nicol pero tengo una seria política de profesionalismo que si los que están alrededor de mí no pueden cumplir son inmediatamente desechados y si anoche ocurrió lo que estoy pensando Nicol tendré que…
— ¡No, espere!— lo interrumpió Nicol y por la expresión de él pudo ver que era una reacción que no esperaba— no es lo que cree— dijo modulando su voz de nuevo— no, nosotros no… bueno…
— ¿Nos acostamos? — terminó por ella.
Nicol intentó tomar aire ante lo incómodo de la conversación. Se llevó el vino de la barra a los labios tratando de aclarar su voz sin embargo su poca experiencia con el alcohol se hizo presente con el horrible ardor que le provocó en la garganta.
—No señor, no ocurrió nada de eso— dijo ella sintiendo el calor llegar a sus mejillas— usted se encontraba mal después de la fiesta así que su socio me— “obligo” pensó ella—pidió que lo trajera hasta aquí.
Sintió como Azael Walk la escaneaba en busca de la mentira.
— ¿Y cómo explicas lo de la pijama, Nicol?
Nicol se sintió como en una especie de interrogatorio como los que veía Sandra en sus series policiacas pero sin el policía bueno, solo uno cuya voz era profunda y filosa como un cuchillo recién afilado.
—Bueno— alcanzó el vino de nuevo y se lo terminó de un solo trago antes de hablar, Azael solo observó todos su movimientos en silencio— mi vestido no tenía las mejores costuras señor, se… rompió mientras yo estaba aquí y usted me ofreció usar su ropa.
“Te queda bien” Nicol recordó la forma en la que él la había mirado cuando bajó vestida con su camisa de pijama, no sabía si era debido a lo que Dante le había hecho darle pero había una expresión vidriosa en sus ojos esa noche mientras la observaba, Nicol levantó la cabeza de nuevo hacia él esperando encontrar esa expresión de incredulidad en su rostro pero para sus opresa se encontró otra vez con esa mirada vidriosa con la que él la miraba la noche anterior.
Ella se llevó desesperadamente la copa a los labios para descubrir que estaba vacía, rápidamente una gota cayó sobre ella seguida de una cascada cuando Azael extendió la botella para rellenarla.
— ¿Y todo eso es verdad, señorita Johnson? — dijo él después de un largo y agobiante silencio.
—Lo es señor— respondió ella rápidamente. — Lo juro, no pasó nada más. — Nicol se abstuvo de responder que si ella se había quedado era porque él se lo había exigido y no al revés, lo más probable es que eso empeorara la situación o en el peor de los casos ni siquiera le creyera.
El silenció que siguió a eso se extendió tanto que Nicol no pudo soportarlo más.
—Señor por favor no me despida, jamás trataría de traspasar los límites como su asistente, por favor, necesito este empleo— lo último lo dijo en voz más baja y más para ella que para él pero su jefe pareció oírlo igual.
—No voy a despedirla— dijo y Nicol dudo si realmente vio el fantasma de una sonrisa en su rostro. — Por ahora— añadió. — Siempre que haga bien su trabajo, recuerde que aún está en periodo de prueba.
—Sí señor.
El resto de la cena transcurrió en silencio y Nicol se encontró (ahora que la posibilidad de perder su empleo se había ido) disfrutando de la bebida y el silencio, Azael llenó su copa dos veces más sin que ella tuviera que pedirlo, se encontró a sí misma también mirando de reojo a Azael rogando porque él no la notara, pero él parecía perdido en sus propios pensamientos, Nicol descubrió que cuando Azael Walk parecía preocupado por algo fruncía levemente las cejas y se tocaba el cuello a momentos y tensaba la mandíbula mientras sus ojos se quedaban fijos en algún punto ciego.
— ¿Ocurre algo Nicol? — dijo de pronto aun sin mirarla y Nicol casi cayó de su asiento. Le sorprendió que él pudiera notarla aun cuando ella pensó que él no le estaba prestando atención en absoluto. — ¿O por qué me miras así?
—No es que yo…— buscó desesperadamente una salida hasta que notó los platos vacíos de ambos. — Le ayudaré a lavar esto—dijo y salió huyendo a la cocina sin dejarlo contestar.
Trató de controlar sus nervios no sin antes asegurarse de que Azael no la viera desde ahí. La cocina no era una excepción del resto de la casa, apenas lo necesario y tan vacía como si nadie la hubiese usado antes, sin embargo seguía siendo una cocina mucho más completa y visiblemente más costosa que el pequeño horno que compartía con Sandra.
Comenzó a darse cuenta que el temblor en sus rodillas y manos se estaba convirtiendo en una constante cada vez que estaba cerca de Azael Walk. Tenerlo frente a ella era como mirar constantemente por el vidrio-espejo de la oficina, él podía ver perfectamente a través de ella, pero ella solo podía ver su propio reflejo a través de los ojos de Azael y nada más
Un plato fue retirado de sus manos y Nicol dió un paso hacia atrás deseando tener un vaso de vino lleno en sus manos en ese momento al notar a Azael junto a ella.
—No eres mi asistente ahora, no tienes que hacer estas cosas. — dijo Azael Walk frente a Nicol mientras se arremangaba la camisa y terminaba de lavar por ella. — ¿me dirás que te sucedió en el brazo?
A Nicol le costaba entender cuando él estaba preguntando algo y cuando estaba exigiéndolo ya que parecía que cualquier cosa que salía de la boca de él era una orden.
Ella lo observó mientras se secaba las manos tratando de entender su insistencia.
—No recuerdo bien, yo…
Él soltó los platos bruscamente antes de girarse hacia ella, el tamaño de la cocina era tan estrecho en comparación al resto de la casa que cuando Nicol quiso dar otro paso hacia atrás se encontró con la encimera bloqueándole cualquier escapatoria.
—No me mientas Nicol— sentenció.
Nicol se encontró recordando la noche anterior, como se sentía el cuerpo de él sosteniendo el de ella incluso si ahora no se tocaban. Ella no se atrevió a mirarlo a los ojos, su atención se mantuvo en el pecho de él con una camisa perfectamente planchada y arreglada a diferencia del día anterior cuando él apenas podía ponerse de pie.
Antes de que pudiera registrarlo él había tomado el borde de su suéter tejido n***o y había tirado de él hacia abajo llevándose también el tirante de su blusa blanca y dejando a la vista su hombro y parte de su brazo.
—Señor— exclamó ella intentando volver el suéter a su lugar pero él no la dejó.
La marca roja a la vista de ambos ahora.
Un escalofrío se descargó en su cuerpo cuando Azael cubrió con su propia mano el lugar y al ser una mano tan grande como la de Dante los dedos encajaron.
— ¿Yo te hice esto Nicol? — preguntó con esa voz lineal e inexpresiva pero con algo más en el fondo.
— ¡No! ¡Usted no fue señor! — se apresuró a corregir y entonces se percató de su error.
—Eso quiere decir que sí lo hizo alguien, ¿no es así?
Nicol deseó por milésima vez ese día que se la tragase la tierra.
Entonces pensó que quizás podría decirlo, él había confiado en ella antes, quizá podría confiar en ella ahora, quizá él podría ayudarle, pero…
Pero quizá no, quizá solo la desechará como había hecho con sus otras asistentes pensando que estaba tratando de sacar ventaja de la poca confianza que él le había concedido, entonces Dante se enteraría y ella… no, su padre estaría en peligro. Dante le había jurado que lo mataría si ella metía la pata.
Y ya la había metido hasta el fondo.
Él retiró lentamente la mano de su herida pero no se alejó un paso.
—Estás en algún tipo de relación violenta o…
—No señor, no es nada de eso, solo— ella pasó su atención de su pecho a su cuello de la camisa esta vez bien planchada, hasta su barbilla marcada y recién afeitada y a sus labios, finalmente se encontró con esos ojos atemorizantes que no la habían dejado ni un segundo. — Señor no me haga hablar sobre eso— dijo finalmente sin encontrarse capaz de mentir más— por favor— suplicó apenas en un suspiro.
Esperó a que la expresión de él cambiara a una de ira, o que le gritara como lo había hecho Dante pero solo siguió estudiando y ella se sentía más y más pequeña frente a él.
Aunque Nicol estaba casi segura de que Azael ya no sufría temperatura el calor que desprendía del cuerpo de él al de ella era abrumador y la envolvía completamente, se dio cuenta de que aún mantenía el borde su suéter aferrado a su mano aún tirando de él hacia abajo sin dejarla cubrirse.
El sonido de alguien llamando a la puerta llegó hacia ella como una brisa de agua fría que no hizo mucho para apagar el fuego que la cercanía de Azael estaba encendiendo en sus entrañas.
Él se quedó quieto un momento más antes de alejarse de ella y dejarla sola en la cocina. Nicol quiso correr hacia el lavamanos y cubrirse la cara de agua para controlarse pero se limitó a respirar profundo antes de salir también.
—Señor aún no ha recogido el paquete que le llegó de la empresa así que yo... — el viejo portero detuvo su perorata al notar a Nicol de pie tras Azael, ella se cubría el pecho con las manos mientras se abrazaba a sí misma con ayuda de su enorme suéter. — oh una disculpa debo estar interrumpiendo algo. — dijo y debió notar la cara de pánico de Nicol porque casi parecía que estaba por echarse a reír.
Desde su lugar Nicol no podía ver el rostro de Azael pero debía de tener una expresión igual de divertida para el viejo por que el portero parecía igual de entusiasmado cuando su atención se volvió hacia su jefe para entregar el paquete.
—Llame un auto para la señorita Johnson y pida que la lleven a su casa. —dijo Azael sin contestar al comentario.
—No es necesario señor, yo puedo…
—Y cárgalo a mi tarjeta ¿de acuerdo? — dijo ignorándola, él de nuevo lucia molesto.
—Claro señor— dijo el portero recibiendo la pluma de Azael después de que el firmara el paquete.
Nicol se apresuró a pasar al lado de Azael pero la imagen del paquete frente ella la detuvo.
—Es tuyo— dijo él soltándolo en cuanto ella lo tomó.
Nicol intentó pensar en que decir pero la puerta se cerró frente a ella y Azael desapareció en el interior dejándola sola con el señor Sergio que los miraba como si estuviese viendo su telenovela favorita.
—Vamos niña, te llevaré al auto. — dijo el viejo riendo.
…
Sandra llegó pasadas las doce al departamento, finalmente tuvo el valor de encender su teléfono y se encontró con miles de llamadas de Nicol tal como esperaba, y con ellas los mensajes comenzaron a llegar uno tras otro. Se sentía una basura, pero no se sentía con la mentalidad para hablar con ella ahora aunque probablemente la había preocupado.
Una llama entró poco después cubriendo la pantalla de los mensajes.
Pero no era Nicol.
En un momento tenía el teléfono vibrando en su mano, al siguiente ya lo había lanzado contra la pared, por suerte su teléfono pareció sobrevivir a peores caídas porque rebotó de la pared al colchón sin estrellar la pantalla.
Y la llamada siguió llegando.
Se cubrió la cara para controlarse, para obligarse a pensar.
El sonido del seguro de la puerta desbloqueándose llamó su atención, afortunadamente Nicol apareció frente a ella.
—Ya llegó la desaparecida— dijo en cuanto Nicol encendió las luces que ella mantuvo apagadas.
— ¡Sandra! — dijo ella olvidando cerrar la puerta para correr hacia ella. — ¿Estás bien?, no me contestabas las llamadas y yo pensé…
Sandra rió mientras la cruzaba para cerrar la puerta ella misma.
— ¿No debería yo hacerte esas preguntas? — vió a Nicol mirar al piso avergonzada ante su reclamo—Oh no te agobies por eso, mejor cuéntame porque pasaste la noche en el departamento de tu jefe.
Si bien lo decía para que Nicol no hiciera preguntas en realidad su curiosidad se despertó al verla sonrojarse hasta el cabello mientras abrazaba más fuerte la caja que llevaba con ella.
— ¿Qué tienes ahí por cierto?
Nicol miró la caja entre sus manos antes de responder.
—No lo sé me lo dio mi jefe, dijo que era mío, pero no lo he abierto.
— ¡Bueno pues ¿qué esperas?, vas a matarme de curiosidad! ¡Si son otro par de zapatos me muero!— dijo felizmente arrebatándole la caja y corriendo por un cuchillo a la cocina mientras Nicol peleaba por quitarle la caja.
El tema de su desaparición olvidado por el momento para ambas.
…
—Dices que acaba de llegar— preguntó Dante al otro lado de la llamada.
—Sí señor, llegó a esta hora con una caja de la empresa en las manos.
El otro lado de la línea se quedó en silencio un momento.
—Debe venir del edificio de Azael, no la dejes sola de nuevo de acuerdo, vigílala bien, y ya que estás en eso también cuida los pasos de la chica con la que vive.
— ¿Su compañera de piso señor?
—Hazlo.
—De acuerdo señor Lyod lo mantendré informado.