- Entonces – Clara se sienta a mi lado. – Viene en una hora a preparar las materias – afirmo comiendo.
- Esto está muy bueno – guiña su ojo y pasa el tenedor por la comida - ¿Cómo te va con los diseños? – suspira.
- Bien, aun sé que intentas cambiar de tema, déjame decirte que me va muy bien, he creado una línea de urbano que te mueres – sonrío.
- ¿Con todo lo que hablamos? – afirma entusiasmada.
- Creo que puedo impresionar a todos, ya sabes, que entiendan que es lo mío y me dejen tomar la presidencia.
Sonaba nerviosa, sé que lo estaba, para ella tener ese puesto lo era todo, Clara amaba la moda, quería vivir de ello, era algo que le salía tan bien, de manera tan natural, que no me extrañaba que sus nervios comenzaran desde ahora, sobre todo porque mamá se retiraba antes.
- Se honesta – rompe el silencio entre nosotras.
- Lo harás bien, eres la mejor en esto – hace una mueca.
- Gracias, pero no era a eso a lo que me refería – la miro - ¿Qué tal está él? – junto mis cejas - ¿Cómo se ve Jared?
- Como el puto infierno – tiro el tenedor – Está alto, lleno de músculos, sigue con esa maldita sonrisa pícara de siempre y tuvo el tupe de recordarme lo que paso cuando teníamos dieciséis años – hace una mueca.
- ¿Cómo reaccionaste?
- No lo sé, lo mejor que pude, encima llego al estacionamiento y una imbécil junto a su chico estaban en mi auto sacándose fotos, no sé cómo, pero Jared termino defendiéndome de ellos y joder yo no le pedí que lo hiciera – suspiro.
- ¿Nunca le preguntaste por qué lo hizo? – elevo una ceja y la miro.
- Crees que hay una razón para ser un cabrón – suspira.
- Mira te entiendo, Méndez era igual, pero quizás él tenía una razón, no digo que sea válida, solo que no le diste el tiempo de explicarse.
- ¿Tú se lo diste a Méndez? – afirma - ¿Valió la pena? – niega.
- Ahí está, cuando un hombre es un cabrón, lo es, simple – piensa un momento.
- Supongo que tienes razón – miro el reloj – Ve a bañarte, va a llegar y después tenemos que irnos rápido – afirmo y me levanto.
- ¿No cursas hoy? – grito y ella responde en el mismo tono.
- Sí, pero antes tengo que pasar por los anillos de Ben, quedaron increíbles y ya están grabados – me vuelvo en ropa interior.
- Si algún día me caso, tienes que hacerme el diseño del anillo de compromiso, algo que represente mi esencia – su mirada es seria.
- Un anillo con forma de diablo, es un diseño raro – mi boca se abre ofendida – Pero podemos hacer algo – carcajea.
- Eres una arpía – sube el móvil
- Sonríe, que se la envío a Jared – saque mi dedo medio y la ignore mientras volvía para el baño.
- Tu trasero sale increíble – grita divertida.
Mi humor estaba pendiendo de un hilo, me bañé a duras penas, tratando de sacarme de la cabeza sus palabras, ahuyentando los fantasmas de mi pasando, tratando de olvidarme de nuestras salidas y el poco tiempo que pasamos juntos, apenas podía procesar todo, no tenía tiempo, no había tiempo porque cuando menos lo pensé, el timbre de casa me avisaba que ahora él se encontraba acá y mis nervios se dispararon.
Me mire en el espejo una vez más, iba lo más sencilla posible, no me había maquillado, llevaba una cola alta y ropa deportiva, no le iba a dar el gusto de que pensara que me arreglaba para él, jamás.
- Que feo olor – la voz de Clara llama mi atención – Estaba segura de que había sacado la basura – una risa ronca inundo la sala.
- Hola Clara, también me da gusto verte – responde algo sarcástico – La verdad no esperaba menos de ti – escucho un chasqueo.
- Viste como es esto, algunos siempre esperamos lo mejor de algunos y luego, zas... – camino por el pasillo.
- Creo que tienes la versión errónea de las cosas – murmuro él y ambos se callaron cuando llegue.
- En fin, me voy – se acerca para dejar un beso en mi mejilla – Voy directamente a casa de la tía, por favor, por favor, llega a horario o se volverán locas – ruedo los ojos.
- Voy a estar ahí a tiempo – camina a la puerta.
- Mantén tus manos lejos de ella o te cortare las pelotas.
No movió las manos de sus bolsillos, solo la miro irse mientras Clara parecía querer matarlo, cortarlo en pequeños pedazos.
Jared volvió su vista a mi para luego mirar el lugar, mi casa no era la gran cosa, pero tenía esa parte de lujo que acarreaba ser parte de la familia, mi madre no permitiría menos y era ella quién me había regalado este departamento.
- Siéntate – señale la mesa y suspire.
Mis pies pasaron directo a la cocina, iba a poner agua para un café o un té, no sabía exactamente que esperar de toda esta locura, porque en realidad no lo esperaba, no quería tratar con él, al menos eso me había propuesto cuando me llego el video.
Y lo cumplí, no importaba cuantas veces me rogo hablar, cuanto tiempo trato de explicarme lo que sea que quisiera explicarme, no quería escucharlo, no iba a hacerlo.
- Pensé que todavía vivías con tus padres – su voz lleno el pequeño espacio.
- No quería seguir viviendo en casa – toco las cosas - ¿Té o café? – consulto sin mirarlo.
- Café está bien, gracias – suspira y la curiosidad me pica, pero no me muevo – ¿Va a ser siempre así? – junto mis cejas.
- No sé de qué hablas – comienzo a poner las capsulas en la cafetera.
- ¿Me vas a ignorar como si fuera paria todas las veces que nos veamos? – deje la taza y aprete el botón de la máquina para que se hiciera.
- No te trato como paria, si así fuera, créeme que ni el café te serviría – sonrío mientras me doy vuelta y él da un paso – Mantén las distancias Jared. – levanto mi mano.
- Tenemos que hablar – niego – Hil, sabes que tenemos que hablar – otra vez los recuerdos vuelven.
- No tenemos que hablar nada Jared, lo que pasó, ya paso, tú demostraste la clase de personas que eres y yo decidí que a esa persona no la quiero en mi vida.
Me doy la vuelta para agarrar el café, pero golpeo la taza tirándome todo el líquido caliente en mi otra mano, suelto una maldición y dos segundos después tengo otra mano en la mía, sus dedos son grandes y ásperos.
Su otra mano abrió la canilla del agua para después llevar mi mano quemada bajo de está, me queje de nuevo, me ardía como el infierno, era una idiota, necesitaba mis manos bien para esta noche, no podía caer quemada.
Trato de sacarla, pero no me deja, levanto mi rostro para decirle algo y él voltea el suyo esperando lo que tenga que decir, estamos cerca, no lo suficiente, pero si tanto como aquella primera vez en mi cocina.
- No te voy a soltar la mano – abro la boca – Insulta todo lo que quieras Hilary, pero si la sacas, se hará una ampolla – la cierro - ¿Dónde está el botiquín? – lo miro mal – Hil – advierte.
- En el baño, por el pasillo, primera puerta a la derecha – me observo la mano una vez más – Hay una pomada para las quemaduras ahí – afirma.
- No muevas la mano, ya vuelvo – sus dedos soltaron mi muñeca.
Me quede con la mano donde estaba porque la realidad es que me ardía y necesitaba que este bien para esta noche. Su presencia ya estaba jodiendome la cabeza y no me gustaba para nada, no lo quería así de cerca, no lo necesitaba tan cerca, bajo ningún concepto, solo necesitaba estar tranquila, en paz, no con alguien que alteraba mi sistema.
Sus pasos volvieron a sentirse y me tensé, Jared llego a mi lado y apago el agua, abrió el botiquín, leyó los potes que había y abrió el de tapa blanca, con una de sus manos tomo la mía y con la otra paso la crema por toda la zona roja, sus labios se fruncieron un poco mientras soplaba.
Lo observe y él a mí, nuestros ojos se contemplaron por un momentos, como aquella vez, esa misma noche donde robe el auto de mamá y fuimos por frituras a las afueras del barrio, la primera vez que nos besamos, que sus labios tocaron los míos.
Me aleje instintivamente y relamió sus labios, luego fue a la cafetera para preparar el café en dos tazas y tomarlo en sus manos, no dijo nada, solo señalo la salida con la cabeza, cuando vio que no me moví, abrió su boca.
- Vamos, tenemos unas horas nomás.
Nos sentamos en el comedor, para mi asombro saco sus apuntes y libros, sus ojos no se despejaban de la hoja mientras le marcaba las cosas importantes que habíamos visto y los tips que tenía que tener en cuenta con cada profesor.
Mire su mano descansando con la lapicera en el mentón, como analizaba la información que le daba y hacía preguntas precisas para luego anotarlas en un block de hojas que tenía al lado, era bastante organizado, marcando cada detalle que podía, teniendo en cuenta los pormenores de cada tema y marcándolos con señaladores de colores en las hojas.
No perdió el tiempo.
No me lo hizo perder a mí.
- Creo que es todo por hoy – desbloquee mi móvil y mire la hora – Voy a buscar unos resúmenes que tengo, léelos, puedes sacarles copias y me lo devuelves el martes – me levante sin esperar respuesta.
Cuando volví con los papeles seguía con la vista en las hojas anotando algunas cosas, carraspee y me observo, estire las hojas y las tomó, todo era silencioso, como si hubiera entendido que no quería saber de él y lo hubiera aceptado, eso era bueno, muy bueno.
- Bueno, gracias – guardo las cosas – Nos vemos después – titubeó un poco para luego estirar su mano – Chau Hilary.
- Chau – se la recibí dejando el saludo en eso.
De qué fueron mis siguientes clases, no tengo idea, mi cabeza iba en todo lo que pasó en el día, la jugada maquiavélica que me dio la vida y como aquello parecía joderme la psiquis, me salí de la clase antes, directo al ropero para ponerme un jean, mi musculosa y chaqueta de cuero negra, dejé mi cabello suelto, maquillé un poco mi rostro y fui a casa, mi antigua casa.
El camino fue algo relajado, aunque la radio se encargaba de poner todas las canciones para burlarse de mí, todas, ustedes imaginen un recital dedicado a el amor pasado, porque joder, me guste o no admitirlo me estaba enamorando de él.
Desde Rihanna con Eminem, hasta Adele, todas las canciones marcaron el camino a casa, me encontré gritando IDGAF a todo pulmón mientras Dua Lipa la entonaba conmigo, o yo con ella, no importaba.
Mamá se sorprendió al verme y luego miro mi Lamborghini, junto sus cejas y cruzo sus brazos, mostré mis dientes en una sonrisa tierna, ella negó y rodo los ojos molesta.
- Vamos todos esta noche – abro la boca.
- ¿Todos? ¿Tú también? – afirmo y salte en sus brazos. – Eres hermosa, hermosa – bese sus mejillas repetidas veces.
- Lo sé – comenzó a reir y me dio un beso – Tú estás hermosa, pero quedamos que nos repartiríamos en lo vehículos y vienes en eso que solo entran dos – muerdo mi labio.
- No te enojes, pero...
- Lo olvidaste, claro que lo olvidaste – la voz de papá suena. – No regañes a mi princesa – abre sus brazos y voy a ellos – Hola hermosa.
- Papi – sonrió y luego un puchero – Mami se está comportando como una perra – bromeo ganándome un coscacho en la cabeza.
- Hilary Pride – dice mi mamá.
- En el buen sentido mami, mira ese cuerpo, las piernas marcadas, una perra ardiente – suelta una carcajada y mi papá junta sus cejas.
- No me gusto eso – ambas lo miramos - ¿Qué?
- Tienes una mujer ardiente, con buenos pechos – la miro – Que por cierto no me heredaste – vuelvo a papá – Que mantiene el trasero intacto, arriba, ¿Sabes cómo puede afectarte la gravedad?
- No – responde divertido.
- Mira a Hil entonces – Ben dice aquello y abro mi boca.
- Oh, llego el idiota de la casa – cruzo mis brazos – ¿Dejaste de irrigar tu pene para usar la cabeza? – Luna comienza a reírse mientras Theo corre hacia mí.
- ¡Hilary! – gritan mis padres.
- Esa es mi nena – Oliver levanta la mano y se la golpeo – Pero Hil, ¿tú también debías adornar media ciudad con tus fotos? – me encojó un poco. – Sigue corrompiendo a las niñas Emily – mi mamá abre los ojos.
- Yo – toca su pecho – Tú mujer salía primero desnuda por toda la ciudad – tía Molly jade.
- Traicionera, tú me invitaste a modelar y para ese entonces tú ya estabas metida en eso primero – la señala.
- Por favor que ocurre – Hannah entra.
- Hilary y Clara están mostrando su culo por toda la ciudad – Aaron responde eso tranquilo.
- ¡Culo! – gritan los más chiquitos.
- Es lencería – Clara se defiende – Son simplemente fotos – Oliver la mira.
- Tienen tapado solo el quince por ciento de su cuerpo, están desnudas – ambas nos miramos.
- Si sirve de consuelo, en la calle no nos miran, creo que al saber que hay debajo ya no les llama la atención – digo eso, luego aguanto la risa y Clara también.
- Creo que salen bonitas – dice Luna y ambas negamos con la cabeza para que no hable.
- Sí, deberías salir tú también – Emily dice aquello.
- Mamá – Ben le advierte.
- Bueno – Sam aplaude – Vamos al comedor, acaban de llegar Bruno y Mimi, no queremos extender más está conversación con él acá.
- Además, hay que llegar a la pista – Mateo me guiña un ojo.
- Está noche tenemos a una Pride pateando traseros de hombres – papá pasa su brazo por mi hombro.
- No puedo creer que todos estén a favor de esto, es peligroso que corra – mamá suspira – Sobre todo tú, chico seguridad – le dice a Oliver – A ti no te digo nada, prácticamente dejas que te partan la cara por diversión – le dice a Nathan.
- Por eso mismo la apoyamos, es genial lo que hace – Nathan se sienta en la mesa – No creo que haya alguien mejor en esta familia para hace algo así.
- Además, sabe conducir desde antes de los dieciséis – mi tío Oliver hablo tranquilo – Es muy buena en lo que hace y es mejor que lo haga en un lugar controlado con nosotros cerca, a que lo haga sola – me miro.
- Ni me lo recuerdes – dice mi madre entre suspiros.
- No empecemos, ya aprendí – todos se quedan en silencio.
- No la molesten, son experiencias, todos ustedes la han tenido las suyas y miren que no han sido livianas – papá toma mi mano y me guiña un ojo.
- Gracias – susurro.
- ¿Cómo están los Hamilton – Pride – Wells? – Bruno entro gritando – Ha llegado la diversión. – todos ruedan los ojos. – No pongan esa cara, somos algo así como medios hermanos – Oliver se atraganta con el agua. – Mira George, siguen tus pasos.
- ¿Por qué dices eso? – dice entre la tos mi tío.
- Emma era mi madrina, si mamá no estaba pasaba a ser su hijo – dice lo obvio – Eso quiere decir que somos cuñados George – palmea su hombro.
- Por dios, eso esto era peor de lo que pensé – papá habla divertido.
- Viste, la vida puede ser cabrona – se sienta en la mesa.
- ¡Cabrona! – gritan todos los niños.
- ¡Bruno! – decimos todos a la misma vez.
- Acabo de llegar y ya me están regañando, no me parece justo – tomo su lugar y miramos a Mimi.
- Es grande, no soy su madre, solucionen – saluda a todos – Dime Hil, ¿Estás prepara para esta noche?
Sonreí, estaba más que preparada, hoy después de tanta práctica, de tanto trabajar en aquel auto, me presentaba como conductora en las picadas oficiales, un lugar a las afueras de la ciudad que mi familia había abierto para que aquellos que hacían esto lo hicieran de manera legal.
Lo habían construido con todas las medidas de seguridad, tenían todos los permisos de seguridad y las habilitaciones del municipio. Se había instalado un área para hacer apuesta como en las carreras de caballos o perros, Luna fue la encargada a la distancia en explicarles todo lo que tenían que hacer, ahora no solo podías hacer lo que te gustaba, sino que podrías ganar plata por ello si eras lo suficientemente buena y yo lo era.