Capítulo 3: Jared Thompson

3116 Words
- Princesa – la voz de mi padre inunda el vehículo. - Papi, ¿Cómo estás? – sonrió y frenó en el semáforo. - Bien cariño y tú – calló un segundo - ¿Andas por la calles? - Todo bien, sí, camino a la facultad – se escucha su risa. - Eres demasiado responsable Hil, yo que pensaba que me darías dolores de cabeza como tu hermano y madre – ambos reímos – Siempre estas estudiando ¿Cuándo te distraes? - ¿Me estas incitando a salir? – consulto asombrada. - No sé si a salir en sí, pasar tiempo con amigas – claro que lo chicos no entraban – No sé hija, algo. Tu hermano y prima a esta edad ya habían estado presos dos veces – suelto una carcajada. - ¿Quieres que me lleven presa? – negó rápidamente. - Ni se te ocurra cariño, era un chiste – negué aun con la sonrisa. - Bueno, si te preocupa tanto mi diversión, el fin de semana, o sea a partir de mañana, me voy a Miami con las chicas y los chicos – la línea duro dos segundos en silencio. - ¡Qué! – ahí quedo el padre compresivo. - Me hubiera ido hoy, pero esta lo del evento de esta noche, ya sabes y bueno nos vamos mañana, tengo muchas ganas de ir, creo que llevare a booba – sonrió satisfecha. - No iras manejando, son como tres días – ya lo sabía, pero en mi mente funcionaba – Les pago el pasaje a todos, no manejaras, ¿Cuántos son? – negué – Dios, yo estaba poniéndome contento porque no estabas haciendo lo mismo que Clara y ahora esto, los chicos – comienzo a reir. - ¿Lo mismo que Clara? – consultó. - La publicidad de la empresa, Oliver ha envejecido diez años y… - lo interrumpo. - ¿Todavía no sale la nueva campaña entonces? – calla. - ¿Qué hay en la nueva campaña? – me quedo en silencio – Hil… - escucho que tecle - ¡Joder! ¿En serio? ¡En serio! – observo el cartel en la calle. Clara había decidido remplazar a Molly, ahora ella estaba dividiendo su tiempo en la empresa, el modelaje y los estudios, pero esta semana se estrenaba la última colección de Emily, a mitad de este año la empresa y la nueva colección sería completamente de mi prima, eso la mantenía feliz y super enfocada. El tema ahora recae en que la última campaña de Emily, salimos Clara y yo, ambas con poca ropa, vestidos cortos y lencería. - ¿Está bien señor Pride? – la voz de Lily su secretaria nos recibe. - Sí Lily, solo es mi hija intentándome provocar un infarto – ruedo los ojos. - No seas exagerado – suspira. - Vamos despacio, iras a la playa con tus amigas y ese futbolista – responde. - Mike, sí, es mi amigo papá, no me interesa – le recuerdo – Irán otros chicos, pero las mujeres dormiremos por un lado y ellos por otro – suspira. - ¿Ninguno te interesa? – ruedo los ojos. - No, ninguno – suspira. - ¿Es la última campaña que haces desnuda? – estaciono en el campus. - No estoy desnuda – recalco. - Se te ves más del cincuenta por ciento de tu piel, perdón, pero para mí estas desnuda – mis amigas se paran frente al coche y comienzan a bailar. - Es como una bikini papá, tranquilo, esta noche hablamos, tenemos la cena y luego es la gran noche – sonrió emocionada. - ¿Estas feliz? – más que feliz, esto era la gloria para mí. - Claro que sí, además todos van, eso es nuevo – aplaudo – Gracias. - Lo que sea por ti y como yo hago cosas por ti, tú puedes hacer algo por mí – espere que hablara – No salir más en campañas, por ejemplo – carcajeo – Ya me dio jaqueca. - Ok, nada de campañas, llegue a la universidad, besos, te amo – colgué. Baje aun con mis ojos puestos en esas dos locas, Micaela y Aldana, ambas bailan frente al coche, suelto una carcajada y me acerco a ellas para abrazarlas con fuerza y dejar un beso en sus mejillas. Aldana era una chica bajita de ojos verdes y cabello castaño, llevaba un piercing en su nariz y uno en su lengua, algunos tatuajes adornan su cuerpo por sectores. Tenía un carácter fuerte, por momentos era una loca desenfrenada y por otros un ogro malhumorado, sobre todo en la mañana, apenas se levantaba. Micaela era casi igual, una persona que tenía una cara de odio constante, solo hasta que la conocías, cuando eso pasaba era otra persona, no paraba de hablar tonteras, siempre salía con alguna locura o te hacía pasar algún momento incomodo de esos que dices, “señor, yo no la conozco”. Sus ojos eran marrones, su cabello también. - Mañana nos vamos – seguían saltando. - Que lindo que es Miami – se frenaron. - No vamos a Miami, Mike hablo en el grupo ¿no leíste? – hago una mueca, era pésima con el móvil – Siempre lo mismo Pride. - Ya, bueno, ¿Por qué no vamos? - Vamos a ir a Alki Beach – sonrío. - Me gusta esa playa y podemos ir en Booba – chocamos los puños. - Un fin de semana de amigos antes de que llegue el frío es lo mejor – entramos en las instalaciones. - ¿Por qué parecen tan alterados? - Han traído un nuevo mariscal, creo que es un corredor – responde Aldana, - Parece que es guapo – dice mica – Ardiente – habla en español. Mis dos amigos son latinas, ambas mantienen sus raíces y llegaron a este país con sus familias en busca de un mejor futuro. - Pero nadie se compara con Mike – suspira Aldi. - Oh Mike, por favor bésame – Mica comienza – Mua, mua – acerca su boca a su mejilla. - ¡Micaela! – se queja entre carcajadas. - Vamos Aldi, soy Mike, bésame, un besito – sigue molestándola mientras toca su brazo. - Sos insoportable – la corre un poco. - Me siento excluida – sonríe mientras vuelve hacia mí. - Acá hay cariño para todas – las tres reímos y seguimos nuestros caminos. La Universidad de Washington es una de las universidades públicas más grandes de los Estados Unidos. Está ubicada en Seattle. Según la clasificación académica publicada por el U.S. News & World Report, ​la Universidad de Washington ocupa el puesto número diez entre las universidades a nivel mundial, y destaca en medicina, enfermería, ingeniería, derecho y oceanografía. La Universidad tiene ciento cuarenta departamentos, con programas de pregrado y de posgrado. Conocida como UW, alberga má de cincuenta y cuatro mil estudiantes, sus colores son el purpura y oro, la mascota un Husky siberiano. Washington Huskies es el nombre de los equipos deportivos de la Universidad de Washington en Seattle. Los equipos de los Huskies participan en las competiciones universitarias organizadas por la NCAA, y forman parte de la Pacific-12 Conference. Nuestro lema “sea la luz”. Es ahí, en el equipo de futbol americano donde juega mi mejor amigo, el capitán del equipo y mi gran confidente desde hace un año. Adoro a Mike en muchos aspectos, ha sido un gran aliado a la hora de sacarme imbéciles por el simple hecho que en algunas ocasiones parecía mi hermano mayor, aunque no nos pareciéramos en nada, él actuaba como tal y nunca había mostrado otras intensiones conmigo, algo que agradecía, pero no tanto como para ir a verlo a uno de sus partidos. No iba por varias razones, no entendía y no me llamaba la atención, para ir a uno de esos partidos tenía que pedirle a Clara que me acompañase porque que creen, ella sabe sobre futbol americano, sobre muchas cosas más también. - Hola hermosa – la voz de Mike me hace sonreír y darme vuelta - ¿Cómo está la chica más linda del lugar? - Estoy bien gracias – responde Mica divertida – Oh perdón te referías a Hilary esta vez – los cuatro reímos. - Las tres son hermosas – sonreímos - ¿Listas para mañana? – sigo caminando. - Claro ¿Dónde nos vamos a quedar? – lo miro. - Alquile una cabaña, tiene tres habitaciones, estamos bien – muevo el rostro de un lado al otro – Vamos a ir con el mariscal nuevo, esté – se giró para presentarlo y todas miramos. - ¿Quién? – consulto mientras lo busco con la mirada. - Estaba conmigo – junta sus cejas – Le estaba mostrando donde quedaba su clase – suspira – Voy a tener que buscarlo – sus ojos vuelven a mí. - En fin, vamos con el chico nuevo y Jason – afirma – Las demás chicas no querían – miro a mis amigas – Pero no importa, ¿volvemos el domingo en la noche? - Sí, podríamos irnos esta noche, pero alguien no puede cancelar la actividad de esta noche – toca mi nariz. - No y no lo haría, es importante – mi amigas me miran. - ¿Vas a follar? – ruedo los ojos cuando las palabras salen de la boca de Aldi. - No, no tiene pinta de eso – Mica cruza los brazos – ¿Vas a matar a alguien? - ¿Qué? - ¿Necesitas ayuda? – consulta de nuevo. - No voy a matar a nadie, es algo familiar, ya saben con todos mi familiares, es importante – chasquean la lengua. - Ya llegaron todos – afirmo. - Sí, se han repartido en las casas, va – vuelvo a caminar y me siguen – Sam tiene su casa, Ben está quedándose con mis padres hasta que les entregue su casa, Bruno está en su departamento, Mateo le ofreció el departamento suyo a Ben, pero hay muchas cosas para romper y Theo es terrible – mis dientes asoman – Está hermoso y enorme - Pareces una mamá orgullosa – dice Mike mientras me envuelve con su brazo. Se que lo parecía, me sentía así cuando se trataba de él, de todos mis sobrinos, los amaba y que hayan vuelto a Seattle solo podía ponerme feliz, porque eso significaba muchos momentos en familia, almuerzos llenos de risas, juegos y apuestas en su máxima expresión. Estaba motivada, nos habíamos preparado todo este tiempo para entrar en las competencias, porque no nos dejaban apostar hasta después de los dieciocho a ninguno, además de que estábamos próximos a la competencia por la copa Hamilton, un evento único que solo pasaba cada cuatro años, o sea, este año nos tocaba. Estaba emociona, todos lo estábamos, este año la encargada de los juegos era Sam y nos podíamos esperar cualquier cosa, porque los más grandes ya no participaban, así que eso nos dejaba a Mateo, Sam, Bruno, Mimi, Ben, Luna, Clara y yo en competencia, porque participaban todos los que formaran parte de nuestra vida, la idea es que la copa se quedara en la casa, los Hamilton siempre ganan, pero esta vez queríamos llevarnos la copa los Pride, Barbie también estaba incluida, pero no sabíamos si iba a participar o no. - Llegaremos tarde a clases. – Mica interrumpe mis pensamiento. - Mierda – susurro. - Siempre insultando – le saco la lengua. - Vamos no quiero problemas. La universidad de ingeniería, se dividida de acuerdo a sus especializaciones, cada una de ellas tenían sus propios espacios dentro de un campus. Algunas materias se impartían para varias carreras dentro de la misma universidad, pero estas se dividían en varias categorías. Encontrabas en computación, electrónica, ingeniería en aspecto general, centrada en humanos, industrial, de los materiales y la mía en mecánica. Sí, era una de las pocas mujeres que estudiaba en esa facultad, el cupo de mujeres se reducía a tres en toda la clase, mucha hormona masculina aplastada por esta chica, porque sí, era la mejor en la clase y no por cerebrito, iba más adelantada en lo que al estudio se refiere, sobre todo porque cursaba diseño on-line y había tenido que hablar con el decano para permitirme faltar algunas veces cuando rendía en la otra universidad. Para que eso pasara me tuve que convertir en la mejor de la clase, ser la cerebrito que pateaba traseros a varios hombres y así me ganaba mis días libres, aunque nada en esta vida es gratis, claro que no. La condición del decano fue clara, darás tutorías para aquellos alumnos que la necesiten, acepté, que mal que hice, muchos eran hombres, unos idiotas molestos que no prestaban atención y trataban de coquetear. Imbéciles. Entre a procesos de fabricación, sonreí a una de mis compañeras y me senté a su lado, la clase todavía no comenzaba, no era una de esas que son difícil, para nada solo mostraba como se realizaban y fabricaban los componentes de alguna máquina. Me sentía observada, mi espalda ardía y estaba a punto de darme vuelta para ver porque tenía esa sensación, pero uno de los profesores encontró y todo quedó en nada. La clase paso, todo fue rápido y sencillo, tome apuntes, respondí algunas de sus preguntas y cuando todo termino me levante de mi asiento y fui directo a la próxima. La mayoría de las aulas tenían dos entradas, una por la parte delantera y otra por atrás, por lo general yo iba por la delantera, no me interesaba mucho fraternizar con los hombres, todos eran unos idiotas y yo no tenía ganas de perder mi tiempo con ellos. ¿Por qué todos eran unos idiotas? Simple, se pensaban que por ser mujeres no podíamos estar aquí, para ellos esto era mucha para mujeres. Me adentre en introducción a la biomecánica, el profesor Peterson daba esta clase, era un genio con sus explicaciones, el mejor a la hora de dar apuntes claros, pero estudiar su materia era un completo dolor de cabeza. Peterson daba las clases más largas, su hora y media era capaz de dormir a cualquiera y me incluyo, pero no era algo viable si querías aprobar después sus exámenes. El sujeto te hacia la cruz y tú no la aprobabas nunca más. No exageraba. No mentía. Muchos debían su materia todavía, ya sea por faltar, por no participar o por tontear con el móvil, si él se daba cuenta, sus exámenes pasaban de nivel diez a super experto y estabas frente al infierno. Contesté algunas cosas, anoté otras y el timbre volvió a sonar. Solo que está vez, no me pude ir. - Señorita Pride, puede quedarse un momento – afirme despacio. Mi cuerpo se tensó, otra vez sentía que me observaban, lo más seguro es que fuera todo el salón, este profesor no te llamaba al menos que estes en problema o con malas notas y según yo, no tenía ninguna de esas dos cosas. - Señor Thompson, por favor usted también – junte mis cejas. El apellido me sonaba, pero en esta ciudad había al menos miles de personas con ese apellido, sería mucha mala suerte que justo sea esa persona la que este en este curso, en el mismo año, en las mismas clases, mucha mala suerte que Jared Thompson llegue a mi vida nuevamente. Me acerque al escritorio del profesor sin siquiera mirar a mis espaldas, no quería saber nada con esto, solo quería irme lo más rápido posible a mi casa, porque solo tenía estas dos clases el día de hoy, dos clases tranquilas. - Profesor Peterson ¿Paso algo? – hablo lo más dulce que puedo. - No señorita Pride – miro al otro lado de mi cuerpo – Señor Thompson, ella es la señorita Pride, será la encargada de sus tutorías para ponerse al día. Sonreí y giré para saludar. Mantuve el gesto, mi sonrisa intacta, aunque quería gritar, quejarme e irme, no podía hacer eso adelante el profesor, porque la vida era una jodida traicionera y me había traído el pasado a mi presente. - Mucho gusto – estire la mano – Hilary Pride – Actué como si no lo conociera, aunque tenía los mismos rasgos y se parecía mucho a aquel niño de la primaria, solo que ahora este chico tenía músculos, más altura y estaba mucho más bueno. Joder. - Jared Thompson – elevo una de sus cejas esperando alguna reacción mientras sostenía mi mano. - Un gusto – me di la vuelta para mirar al profesor. - Se que se aproxima otros de sus exámenes, la idea es que lo oriente hasta los exámenes, será la encargada de la mayoría de sus materias, el tiempo como siempre lo maneja como usted prefiera – continua. - Muchas gracias – carraspeé – Profesor, con respecto a las reglas... – le recordé. Después de que varios de mis compañeros intentaron coquetear conmigo y no hacían nada, o que simplemente me trataban como una inútil que no sabía nada, el rector me dio la posibilidad de terminarla si el alumno no mostraba aprovecharlas después de seis clases, él los llamaría, les haría preguntas y listo. - Sí, claro – miro a Jared – La señorita Pride es la mejor alumna de la carrera, se encarga de las tutorías, pero sí usted al cabo de seis clases no responde, se le asignara otro o se lo dejara sin las misma, la tiene que tratar como a cualquier docente, esto quiere decir que le debe respeto – aclaro. - No hay problema. Su voz ahora era más gruesa y rasposa, sus manos se mantenían en sus pantalones, pero podía sentir sus ojos en mí, observándome de reojo. - Bueno ahora arreglen ustedes – tomo sus cosas para salir. Por mi parte empecé a caminar a la salida, sus pasos se escuchaban a mi lado, tenía que hablar con él, sabía que sí, sino me quitarían mis privilegios. Frené poco después de salir por la puerta y sonreí cuando paso Peterson. - Las tutorías son los martes y jueves de cuatro a seis, son las únicas dos horas que tengo disponibles, podemos hacer de tres y media a seis, pero no puedo pasarme después de esa hora – lo mire. Sus ojos marrones estaban analizando mi rostro, no decía nada solo me observaba en silencio, manteniendo una distancia prudente. - Tú has cambiado un poco, pero yo me veo casi igual solo que más viejo – hablo despacio. - ¿Ya no me recuerdas Hil? Aquel apodo salió de sus labios como tantas otras veces, pero ya no provocaba lo mismo, o eso creía.
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