Capítulo 2: Recuerdos

2697 Words
Actualidad El sonido de la alarma me anuncia de un nuevo día, me queje un poco y me removí, otra vez había estado soñando con el pasado, otra vez mi mente volvía a mi adolescencia, cuando no quería estar aquí, no, yo estaba en una nueva etapa, una donde no me interesaba las personas que habían pasado por mi vida, además no tenía tiempo, no tenía tiempo para dramas, tengo una carrera por delante, estoy por entrar al segundo año de ingeniería y además estudio diseño, dos carreras, una locura, pero esta última la hago on line. Entro debajo de la ducha, estoy agotada, anoche estuve estudiando hasta las dos de la mañana, hoy tengo un ensaño y mañana viajamos a Miami por el fin de semana, al menos hasta el lunes. No tengo idea de quienes van, solo sé que uno de nuestros amigos ahora tiene trato con unos chicos nuevos que soy re buena onda y juegan con él en el equipo de futbol americano, un deporte que ahora odiaba, pero Mike era la excepción. Mi amigo era un hermoso morenos de brazos grandes y sonrisa encantadoras, su cuerpo esta trabajado, tiene brazos grandes y fuertes, un poco de barba en su mandíbula y su rostro termina en un mentón prominente, sus dientes son bien blancos y tiene un gran sentido del humor no creo que exista una persona en la universidad de la que no sea amigo, sus ojos eran raros como los míos marrones con toques este verde y miel, pero los míos a diferencias de los de él, tenían unas pintas en tonos verdes y toques de gris. Suspiro y me apoyo en la pared, recuerdo la primera persona que detallo tantos mis ojos. Mis padres se fueron a ver las telas y nosotros entramos directo a la cocina, Jared me seguía de cerca mientras observaba el lugar, dentro de tanto glamour la casa era sencilla, mi madre tenía gustos bastantes minimalistas y sencillos, pero en su sencilles todo parecía salido de una revista de decoración. Nos sentamos en el desayunador, Teresa apareció un momento con los mellizos siguiéndola, me baje para saludarlos y besar sus mejillas con sonoros besos, Jared sonrió y los saludos al mismo tiempo que saludaba a su nana, por mi parte me acerque a ella para abrazarla y besar su mejillas. - Mi niña ¿Cómo te fue hoy? – sonreí. - Muy bien, la golpeé a Magi con la pelota en la cara – rodo los ojos y yo sonreí más grande. - Pobre chica, no es gracioso – ahora yo rodé mis ojos. - Se lo merece por perra – me golpeo juguetonamente y salió de la cocina. - ¿Perra? – Jared me miro – Eres como una caja de pandora, dices palabros malas, puedes bromear y conduces… - me acerque rápido y tape su boca con mi mano. No calcule las distancia, no imagine que quedaría tan cerca de él, a centímetros, mi mano seguía en su boca, sus ojos marrones observaron los míos y luego mi boca, nos separaba nada, pero no dejaría que hablara, no acá. - No vuelvas a mencionar eso en esta casa, ¿me escuchaste? – mi voz sonó dura y enojada. Jared señalo mi mano con la suya, seguía ahí, inmóvil, sentado, sin hacer nada y sin poder hablar porque mi mano estaba contra sus labios. - ¿Qué? – la saque y me alejé un paso. - Gracias – movió su rostro hacia la derecha – No lo volveré a decir, no es necesario que te enojes tanto – siguió mirándome. - ¿Qué tanto vez? – espeto. - Tus ojos – susurro – Son raros – junto mis cejas – Perdón, no me mal entiendas, son raros, pero hermosos, es que tienes tres colores, no me había dado dé cuenta de eso antes – trague nerviosa y me aleje. - No hablamos, es obvio que nunca me has visto a la cara – me siento en mi lugar. - Siempre te veo la cara y no hablamos porque tú no quieres relacionarte con nosotros – sonrío falsamente. - Es que no me relaciono con idiotas – suelta una risa ronca, que me resulta encantadora. - Ya, pero a mí me encantaría que nos relacionáramos más, me resultas algo bastante interesante, eres todo lo contrario a lo que creí – ok, qué quiere decir con eso. - Primero – levanto el dedo - ¿Contrario a lo que creíste? – junto mis cejas - ¿Qué se supone que significa eso? – abre la boca para responder, pero continúo – Segundo, ¿estás coqueteando conmigo? – sonríe de lado. Ahora entiendo a las chicas del salón, su sonrisa es algo jodidamente sexy, pero sigue siendo un idiota con todas las letras, Jared apoya su brazo en la mesada y fija su mirada en mí. - No lo sé, creí que eras una chica mimada como la mayoría de las chicas en la clase, con complejos de viva y poco cerebro – abrí la boca – Y sí, estoy coqueteando contigo. – la cerré. - Bueno déjame decirte, que para mí tú estás en la misma categoría, ególatra, de poco cerebro, un ricachón que disfruta molestando a los demás, esa parte desagradable de la sociedad que se cree que, por ser bien parecido, puede molestar a alguien – cruzo mis brazos y baja su vista. - Primero, no hagas eso – me señala con el dedo – Soy hombre y tú estás muy desarrollada – mueve las manos marcando mi cuerpo – Segundo, creo que los dos hicimos falsos conceptos del otro – se acerca – Me gustaría empezar de nuevo – estira su mano – Hola, soy Jared Thompson – mire su mano. - Hilary Pride – la recibí y tire un poco para dejarlo más cerca – No me interesas, no me coquetees y ponte a trabajar – no calcule la distancia y ahora volvíamos a estar muy cerca. - Creo que te gusta tenerme cerca – sus ojos bajaron a mis labios. - Ni lo sueñes – lo empuje y comenzó a reír. - Lo estoy haciendo y es increíble. – bufó. Mi mano se estrella contra la pared y me quejo, siempre terminaba en lo mismo, siempre volviendo al idiota que arruino mi concepto de amor, ahora eso ya no formaba parte de mi vocabulario, sin contar que gracias a él había caído en lo más bajo que una puede caer, hacer cosas por despecho, me había enredada con el amigo de mi hermano y todo por él, porque no lo bloquee, porque decidí subir una foto mía toda arreglada y lista para salir. No me sorprendió que apareciera en la lista de los que vieron, lo hacía a diario miraba mis cosas, era como si estuviera atento a cada uno de mis movimientos, lo que yo no esperaba eran sus llamadas, sus mensajes suplicándome hablar, pidiéndome que lo escuchara, que las cosas no eran tan así, negué, eran así, me había usado, él se había encargado de bajar mis barreras para hacer sus juego con el único fin, dejarme después de que lograra que dijera que estaba enamorada de él, todavía recuerdo el video. - Jared, Jared – el moreno giro para verlos – Te toco con Hilary, ¿es bueno o malo? – subió sus hombros. - Es como cualquiera del curso – su torso estaba desnudo mientras los demás lo grababan. - Tenemos la fiel convicción de que le gustan las mujeres – uno de nuestros compañeros se pone frente a él - Eso, o esta jodidamente loca y ningún hombre quiere con ella – ladeo su rostro. - Las lindas por lo general están locas – hablo otro. - ¿Qué tiene que ver eso conmigo? – se colocó su uniforme. - Tu nos ayudaras a descubrir cuál de las dos – junto sus cejas – La enamoraras, lograras que lo diga y luego la dejaras, para que vea que hacerse la difícil no sirve – aprete mis dientes. - ¿Qué gano yo? – los demás se miraron. - Te pagamos la comida todos los días a partir de ahora y te llevamos y traemos – los miro un momento. - Hecho – sonrió – Verán cómo se enamora de mí. – se levantó. - Ahora lo haremos oficial. – y comienza el segundo video. - Jared, Jared – lo vuelven a llamar - Hoy haremos una apuesta – mostraron el reloj – Son las diez y media de la mañana del día veinticinco de Febrero – los observa – Hoy, te retamos a que conquiste a la chica inalcanzable del curso, queremos que te pongas de novio con Hilary Pride y que cuando se enamore, la dejes – sus dientes asomaron. - Pensé que sería algo más difícil – aprete mis dientes molesta. – Hecho, les aviso cuando pasé. No solo se habían tomado el trabajo de grabar dos videos, sino que también me tomo el pelo por unos putos desayunos, uso a alguien para tener acceso gratis cuando era un puto ricachón como la mayoría de los que estábamos acá, tan bajo podía caer alguien o es que simplemente le pareció divertido jugar conmigo. Recuerdo cada parte de lo que paso después, mi momento con Mike, sus llamadas, los mensajes, volver a casa después, llegar a clases el lunes siguiente, sus ojos buscando los míos como los últimos días, todavía teníamos que entregar el proyecto y él había perdido su apuesta de mierda, porque jamás le dije que me enamore, tampoco un maldito te quiero, nada, simplemente pasamos más tiempo del normal juntos. - Hilary – se paró frente a mi escritorio. - Jared, ¿en qué puedo ayudarte? – lo mire como si nada. - ¿Podemos hablar? – observe de reojo como sus amigos no observaban. - Hoy estoy algo complicada, pero mira – saque el informe – Falta la parte final, por favor termínalo, hablare de la mitad inicial, tú de la final, creo que eso sería todo – suspiro. - No me interesa el proyecto – dejo los papeles – Solo quiero hablar contigo. – eleve una ceja – A solas – miro a todos lados. - Bien – me levanto y salimos al pasillo. - ¿Qué necesitas? - Hil – aprete mis dientes – Lo que pasó… - lo interrumpí. - ¿Qué paso? – me miro sorprendido – Te refieres al video – movió su rostro – No es nada Jared, todo bien, lo tome como de quién viene, no tienes que preocuparte por eso, no es como si lo que paso entre nosotros fuera algo, quizás podríamos haber sido amigos, quizás, antes, ahora definitivamente terminamos de conocernos – sonrió – No eres alguien que quiera a mi lado, tranquilo, compañeros, todo bien, tú a lo tuyo y yo a lo mío – palmee su hombro y entre con mi rostro impasible. Dos semanas después no volvió más a clases, los chicos dijeron que se cambió de institución, nadie sabía bien las causas, a mí no me interesaban, al final de cuentas, él fue el encargado de destruir la poca confianza que tenía en los hombres. Salgo de la ducha y observo mi cuerpo en el espejo, en todos años no he tenido una sola relación, solo amigos, no he experimentado más allá de unos besos con chicos y sigo siendo virgen, nadie me atrae lo suficiente como llegar a ese punto, por más que quisiera librarme de aquello de una vez por todas, no era una carga, para nada, pero preferiría estar en esa parte de la experiencia, conocer mi cuerpo de otras maneras no solo por mis cachondeos por películas. No me veo mal, de hecho tengo varias invitaciones de chicos, mi cuerpo está bien formado porque sigo haciendo algo de deporte, va, deporte, voy al gimnasio dos o tres veces por semana, es algo que me impongo para no estresarme con todas mis actividades, algo que me despeja del diario y me ayuda a llegar a mi centro en muchos aspecto, además me mantiene como quiero, mis piernas están tonificadas, mi cintura es pequeña, mi glúteos grandes y firmes, tengo unos buenos pechos, algo que con escote resalta increíblemente. Busco la ropa del día, una remera básica, vaqueros azules, zapatillas deportivas, mi cabello cae suelto en cascada y mis ojos resalta de buena manera con el maquillaje natural que he implementado. En estos momentos vivo en departamento en Seattle, he salido de la casa de mis padres a pesar de que los veo mínimo tres veces por semana, vivo con Clara, no vamos a la misma universidad, pero tenemos el mismo piso, en ese seguimos siendo igual, inseparables, ella es mi ancla, mi otra mitad, mi persona. Somos dos polos opuestos que se complementan y nos ayudamos, siempre estamos para la otra cuando lo necesitamos. El golpe en mi puerta me hace levantar la mirada mientras grito un pase, estoy terminando de tomar mis cosas para salir a mi destino, la universidad. - ¿Cómo amaneciste? – entra con dos tazas de café – Te traje uno – lo extiende. - Muchas gracias mi vida – beso su mejilla – Me he quedo dormida, anoche no dormí bien – hace una mueca. - Otra vez esos sueños – afirmo – Ha pasado mucho Hil – suspiro. - Lo sé, mierda, lo sé – niego – Es solo que no lo entiendo, a veces trato, pero no lo entiendo – miro la mesa – Supongo que es por la fecha – tuerce la boca. - Nunca me dijiste si te enamoraste de él – maldigo, no quiero hablar de eso. - Nunca me dijiste como fue que te enteraste realmente – sabía que mentía, porque si Méndez le hubiera dicho, ella no habría terminado con él, lo hubieran arreglado. - No importa eso ya – chasqueo la lengua. - Exacto, no importa – tomo un trago de la bebida humeante y suspiro – Lo mío tampoco importa ya. – suspira derrotada. - ¿Vamos a ir a cenar esta noche a casa con todos? – afirmo – Bien, me toca el almuerzo, ¿Qué quieres? – repaso mi itinerario. - ¿Por qué siempre haces lo mismo? – sonríe de lado. – Uno no se levanta a las ocho y dice ¿Qué vamos a comer hoy? Es jodidamente desesperante, no es como si pudiera pensar en ello, todavía tengo la almohada en la cara Cla – carcajea. - Pollo con vegetales – resuelve. - Perfecto, eres grandiosa – beso su mejilla – Ahora te lo diré yo, piensa que quieres comer mañana – salgo por el pasillo. - Es jodidamente enfermo que me hagas pensar eso un día antes – grita. - Ahí lo tienes – abro la puerta y tomo el ascensor. Abajo me espera mi pequeño, mi regalo de dieciocho años, ese que me hizo Mateo y Sam, el mejor de todos, mi Lamborghini azabache del año pasado, era mi pequeño bebé, tenía otro, un descapotable para cinco persona que me había regalado Hannah, la competencia era la causa principal, en lo que a mí respecta no era para nada molesto, tenía un auto para andar sola o a lo sumo con un acompañante y otro para ir con mis amigas, este último lo usaríamos para ir a Miami el fin de semana. Desbloqueo el mando, me coloco el cinto y enciendo el motor, sonrió como boca cuando ese pequeño rugido suena enviándome descarga de adrenalina a tomo mi sistema, esto era lo mío, cada cosa de esto lo era. Salgo del estacionamiento perdiéndome en la ciudad, la facultad me esperaba, mis amigas me esperaban, ya no era la Hilary de antes, ahora sabía analizar mejor a las personas, sabía calcular el interés en ellas y ver a través de los ojos, había dejado esa coraza de no dejar entrar a nadie, me permití rodearme de personas y elegí con quien pasar mis momentos más privados, había empezado una nueva estaba, mi etapa y nada ni nadie me iba arruinar esto, no lo permitiría.
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