CAPÍTULO IISentada en el trepidante vagón del ferrocarril, Shikara pensó con satisfacción que había logrado evadir al tío Hardwin y era libre al fin. Al mismo tiempo, pensó que no se sentiría realmente segura hasta encontrarse en el barco que tomaría en Southampton, rumbo a Egipto. Hignet le había conseguido un compartimiento privado para ella sola, contiguo a aquél donde viajaba el Marqués. El Marqués le había proporcionado un calentador para los pies y una manta. Además, ella había probado ya la deliciosa sopa caliente y el té que venían en la cesta. Los vagones del tren eran nuevos y muy superiores a aquéllos en los que había viajado con su padre, en otras partes del mundo. A pesar de que llevaba puesta la capa forrada de piel de Lady Sarah, Shikara sentía mucho frío. Sin duda tení