—Espero que beberá un poco de clarete, señorita Bartlett— le dijo a Shikara—, le quitará el frío y le dará fuerzas para el viaje. —En realidad, tengo mucha hambre— confesó Shikara—. Tuve una terrible discusión con el tío Hardwin antes de cenar y me negué a sentarme a la mesa con él. Desde luego, él no iba a permitir que nadie me enviara algo de comer a mi cuarto. —Ahora puede comer lo que desee— sugirió el Marqués, notando con satisfacción que, a pesar de las disculpas del cocinero había un número considerable de platillos en la mesita lateral que instalaron los lacayos. Eran tantos los manjares, en realidad, que mucho antes de llegar al último platillo, Shikara declaró que no podía comer más. Hignet se encargará de que lleve consigo una cesta de comida en el viaje a Southampton— dijo