Mawunko.
Aria me esta pidiendo hace tiempo que cumpla con la promesa que le hice antes de que me acueste por primera vez con Yankiray, en ese tiempo estaba enfurecido porque mi propio pueblo no me dejó elegir a mi propia esposa, me trajeron una mujer impuesta y dije muchas cosas estúpidas como esa promesa pero de la pura rabia que tenia la hice. Me voy a dormir a la cocina las noches que no paso en la tienda, si me quedo no soportaría no ponerle la mano encima a Yankiray y quiero que ella decida cuando volver a estar juntos, y tampoco soporto su rechazo.
—Llegué. —nadie me responde, Yankiray siempre me espera con la comida de la mañana lista y no esta ni la comida—. ¿Yankiray?.
—Se fue. —me giro hacia Caupolicán que prepara la leche de los chicos.
—¿A dónde? ¿Fue a la cocina? Que raro, ¿Auca lloró en la noche? Siempre me espera con la comida lista.
—Juntó sus cosas con las de Auca y se fue.
—¿A lavar la ropa?.
—¿Eres idiota o qué? Se fue del pueblo. —sacude el brazo apuntando a la nada—. Anoche se fue con Bella.
—Carajo. —voy donde guarda nuestras cosas y nada de ella ni de Auca esta—. ¿DÓNDE MIERDA ESTA?.
—Vino llorando y se fue. —alza los hombros mientras sirve en los vasos y les da—. Juntó todo y voló sin decir nada.
—¿No la detuviste?.
—¿Acaso es mi mujer?.
Me subo a mi caballo y salgo a buscar las huellas de Bella, le hice un casco especial a Bella para poder identificarla más fácil, porque dentro mío sabia que una situación así iba a ocurrir tarde o temprano y al fin llegó ese día, aunque no me gusta nada esta humillación me esperaba que no haga una locura aunque sabia que lo iba a hacer, sonrío cuando al fin veo las huellas, corro siguiéndolas como un demente por llegar a ellos antes que alguien más.
Veo que las huellas van para el pueblo donde nació Yankiray pero de la nada se desvía de camino, ¿es qué de verdad se quería ir sola cargando con un crío? ¿En ningún momento pensó en animales salvajes? ¿En blanco pervertidos?.
—Mawunko. —estoy inspeccionando la tierra para cerciorarme de que no hallan otras huellas—. ¿Qué pasó?.
—Venia bien pero acá se desvió y estoy viendo si hay otras huellas.
—No hay nada. —me paro respirando hondo y cierro los ojos escuchando el susurro, cuando siento un zumbido sonrío satisfecho de oírlo.
—Hacia allá se fue. —me subo y hago que mi caballo corra a todo lo que da, mis hombres vienen atrás sin siquiera preguntar a donde me dirijo y el porque, solo van donde voy—. ¿Dónde estas?.
—MAWUNKO ESPERANOS. —corro sin parar, estoy desesperado por encontrar a mi mujer y a mi hijo.
—ALLÁ. —veo la yegua a lo lejos, apuro más a mi semental, tiene la fuerza para soportar esto.
—Mierda. —salto del caballo y la yegua esta sin atar, pero no se mueve del lado de su ama, entrenada hasta en los más mínimos detalles—. Bella... ¿Dónde esta Yankiray?. —escarba y camina moviendo la cabeza, la sigo viéndola atrás de un árbol, esta sentada mientras duerme, me agacho y toco a mi hijo que también duerme, luego guio mi mano a su cara despertándola.
—¿Que...
—Te encontré. —se encoge apretando a Auca a su pecho.
—No te lo lleves. —le estiro los brazos en silencio.
—Sabes que es mío.
—Noooo.
—Sabes las reglas mujer... Es mío.
—Noooo. —llorar con fuerza negando sin parar, agarro a mi hijo y lo aprieta más a ella—. NOOOO MAWUNKO... NO ME LO SAQUES.
—Dámelo mujer. —la agarro de los brazos para que afloje, cae arrodillada por la fuerza que hacemos que casi la levanto y llora apretándolo.
—No lo voy a dejar. —la miro respirando con fuerza en como aún cuando no tiene salida me desafía—. Mátame si así quieres, pero mientras viva no voy a soltar a mi hijo, eso jamás. —sus lágrimas no dejan de salir mirándome con firmeza—. Mátame Mawunko. —se para y yo me voy para atrás por lo que dice—. Mátame... Hazlo de una vez, es de la única manera que vas a tener a mi hijo.
—Estas loca. -—no puedo creer lo que me dice—. Es mejor que lo hagas por las buenas.
—¿Y qué seria hacerlo por las buenas? ¿Darte a mi hijo como si no me importara? Eso jamás va a pasar, así que mátame si es lo que quieres.
—Hacer las cosas por las buenas es volver conmigo y jamás volver a irte de esta forma.
—No voy a volver.
—¿ME ESTAS DESAFIANDO?. —se lo grito en la cara y no corre la mirada.
—¿Crees que voy a volver a la aldea y ver como te casas con otra?. —no sé que cara poner donde me sorprendió , ¿cómo lo sabe?—. ¿Crees que me voy a quedar de brazos cruzados mientras otra mujer carga a tus hijos? ¿Verte con ella comer en mi mesa? ¿VER QUE TE ACUESTAS CON ELLA? ¿CREES QUE SOY ESTÚPIDA?. —me pega con una mano y mi hijo llora donde se asustó cuando comenzó a gritar de golpe—. JAMÁS VOY A VOLVER SI VAN A VER OTRAS MUJERES... JAMÁS.
—Soy el jefe Yankiray... Estoy con mi derecho de tener más mujeres.
—¿No soy suficiente?. —quedo en silencio por el dolor con el que lo dijo—. Las noches que hemos pasado juntos... ¿No sentiste nada? ¿Fui nada?.
—Yankiray.
—Responde. —me agarra de la camisa haciendo puño con la tela—. ¿No soy nada en tu vida?.
—No es así Yankiray.
—¿Entonces?.
—¿Vas a volver?.
—¿Te vas a casar?. —niego y ella da un respiro hondo sacando barbilla como desafiándome—. Júrame que no van a ver otras mujeres... Júramelo y yo voy a ser tu mujer con todas las letras. —mi pecho duele al verla así—. Te voy a cumplir y dar más hijos pero nada de otras mujeres.
—Yankiray no...
—Vi toda mi vida como sufría mi madre cada vez que una esposa nueva llegaba... Vi como le dolía en el alma verlas preñadas... No quiero eso. —asiento ya que yo vi lo mismo con mi madre—. No quiero ser un trapo que usas y lo dejas para usar otro más nuevo. —pone su mano en mi hombro llorando a no dar mas—. Mawunko dame ese regalo... Déjame demostrarte que yo puedo suplir tus necesidades, que no hacen falta más mujeres.
—Nunca más algo como esto Yankiray... Nunca más.
—No... Nunca. —lo pone en su pecho y su barbilla tiembla, le alzo la cara y chupo los labios con todas mis ganas.
—Estoy cansado de que no calientes mi cama. —nos miramos a los ojos cuando le hablo—. Cansado de que me ignores cuando estamos solos... Quiero una mujer no una planta... Cumplime y yo te cumplo.
—No te preocupes que voy a cumplir.
—Vámonos. —cuando salimos de atrás de la maleza veo a mis hombres, en silencio giran las riendas y se apartan, solo quedan dos y Caupolicán.
—Yan. —su caballo gira como loco por la exaltación—. ¿Estas bien?.
—Si.
—¿A dónde ibas?.
—A mi pueblo. —aprieto los dientes por eso.
—Pues estas lejísimo del camino.
—¿Dónde estoy?. —mira hacia todos lados viendo nada, no hay nada, un árbol a cada tanto.
—Te dirigías hacia las fronteras. —apunta y ella mira—. Eso de allá es tierra Wichi.
—No me di cuenta que me desvié... Creí que iba bien. —va hacia Bella y la paro agarrándola del brazo.
—Vas conmigo... Se termino Bella por un buen tiempo.
—¿La vas a cuidar al menos?.
—Los mejores cuidados posibles.
*****
Yankiray.
Cuando llegamos a los toldos, todos quedan mirando, no bajo mi mirada, les demuestro a todos que el jefe va detrás de su hembra, les demuestro que soy importante para él o no habría ido por nosotros, si no le hubiéramos importado hubiera dejado que me vaya y a mi suerte sabiendo que en ningún pueblo me hubieran aceptado menos con un hijo a cuestas, les demuestro que no hay nadie por sobre mi y Aria lo sabe, sabe que no me supera por eso me mira con odio, veo unas lágrimas pero no emite bocado alguno en ningún momento porque sabe que nadie le daría importancia.
—Yaaaaannnnn. —los nenes vienen corriendo y me abrazan con fuerza.
—¿Por qué te fuiste?. —le niego a Ayen que llora miedoso—. ¿Fuimos malos?.
—No Lau... Yo los amo a todos... Son mis bebés. —se ríen tapando sus caritas donde les da vergüenza cuando les digo que son mis bebés—. ¿Comieron algo?.
—Tía nos dio.
—Vamos dentro que esta medio fresco.
—Llévala al corral. —veo que se llevan a Bella lejos de mi y no creo que me la devuelva, entramos a la tienda y lo miro.
—¿Por qué se la llevan? Hice una promesa, voy a cumplir mi palabra así que no era necesario que te la lleves, podía cuidarla mejor acá.
—No voy a correr riesgos otra vez, y ya te había dicho que no la ibas a tener.
—Crei que me iba a permitir cuidarla.
—No va a pasar.
Mientras la comida se hace en la gran olla que tenemos, me pongo a guardar todo lo que había sacado, dentro mío iba rogando que él me vaya a buscar y así mostrarle a todas que soy importante para Mawunko, que no soy solo la prostituta extranjera que ellos creen que soy, sino que soy su mujer, que corre detrás de mi buscándome cada vez que no estoy a su lado porque me considera como la principal no descartable.
Llega la noche y acuesto a los nenes que no paran de decirme que no los vuelva a dejar, eso me hace doler pero si me los llevaba ahí si que Mawunko me asesinaba, una vez todos durmiendo me acuesto desnuda a esperarlo.
—¿Qué haces así?.
—Te cumplo. —se acuesta en su lugar dándome la espalda—. Mawunko.
—Así no Yankiray. —saca mi mano que había puesto en su cintura.
—¿Cómo así?. —se gira poniendo su mano en mi mejilla.
—No quiero que lo hagas a la fuerza.
—Nunca me sentí presionada. —con precaución guío mi mano hacia él pasando los dedos suavemente sobre su pecho—. Me gusta... Me gusta que me toques, que me acaricies por todo mi cuerpo. —sonríe y yo estoy en las nubes por eso ya que casi nunca me sonríe y si que se vuelve un joven con brillo en los ojos cuando lo hace—. Me gusta que me digas cosas al oído mientras me tomas rudo pero a la vez suave. —nos gira poniéndome debajo de él acomodándose en medio de mis piernas.
—¿Qué más?. —susurra en mis labios provocándome—. Dime que mas te gusta que te haga.
—Cuando jadeas en mi oído me vuelves loca. —besa mi cuello dando besos como una pluma y su mano va a mi intimidad—. Oogggg.
—¿Qué más?.
—Que aprietes mis manos mientras nos venimos... Que me mires a los ojos mientras somos uno solo. —alzo mis caderas cuando sus dedos entran en mi—. Aaaa... Aaaaaaa.
—Sshhh no grites. —saca sus dedos para poder hacer paso a su pene enorme y duro, quedo como una estatua recibiéndolo en mi interior—. ooojjjjj... Oojjjj.
—Mmgggg. —agarra mis manos apretándolas y mirándonos a los ojos llego a la felicidad máxima que me hace llegar a llorar de lo bien que se siente, y eso que solo entró en mi, no se movió para nada.
—Aaajjjjj. —apoya su frente en la mía—. ¿Qué más?.
—Que me abraces con fuerza mientras dormimos... Beses mi hombro y acaricies mi piel. —pasa sus dedos por mi mejilla silencioso.
—Pensé que me esquivabas Yankiray. —sonrío pasando mis manos por sus hombros, no salió de mi interior, estamos unidos aún—. Temblabas cuando te abrazaba.
—Porque me gusta mucho, me haces temblar. —besa suavemente mis labios, hasta con cariño.
—¿Puedo tomarte otra vez?.
—Toda la noche puedes tomarme. —sonríe con los ojos brillosos.
—Toda la noche.
Me levanto súper cansada, siento unos brazos que me rodean pegándome a un cuerpo durísimo pero que me encanta como nada en este mundo, sonrío al recordar toda la noche que pasamos súper excitante y placentera, Auca se despertó dos veces a tomar pecho y listo, después dejo que sus papás sigan disfrutando de su intimidad tan necesitada.
Me pongo boca arriba sonriendo cuando apoya la cabeza en mis pechos mirando, como esta boca abajo pasa los brazos por debajo de mi haciéndome sentir muy querida y amada.
—Yankiray. —me aprieta más cuando le beso la frente y lo acaricio pasando las uñas por su espalda.
—¿Qué pasa?.
—No me provoques mujer... Debemos levantarnos, no podemos seguir en la cama como tanto deseamos. —cuando se alza un poco voy con él y le muerdo la barbilla riendo—. Aaajjjj.
—Levantémonos. —me giro para levantarme y me aprieta de la cintura hablándome al oigo.
—¿A la tarde nos encontramos en el lago? ¿Qué dices?.
—¿Encontrarnos para qué?. —me rio cuando nos tira de costado y me hace cosquilla—. AAAAAGGGG... NOOOOO.
—¿Te haces lo tonta?. —Auca se queja y ahí me deja de hacer cosquillas, desde la cama lo miro que se levanta y lo alza—. Ahora te da de comer mamá.
—Ya me visto. —me pongo un vestido limpio rapidito así agarro a mi hijo que se desespera—. Listo hijo... Parece que hacen días no comes.
—Mira esas piernotas. —mientras lo alimento él le besa las piernas regordetas—. ¿Estas bien?.
—Si, ¿por?. —besa mis labios gimiendo.
—Mmmgggg... Mejor me voy o no salgo de esta cama nunca más. —cuando se va me levanto y dejo a Auca en unas mantas en el suelo.
—¿Yan te ayudo?.
—Si por favor. —miro a Yerimen y Antelef que están tristes, me acerco y les beso sus cabezas.
—¿Te vas a volver a ir?. —dice Yerimen asustado.
—¿Nos vas a dejar?. —Antelef me abraza y yo sonrío.
—Nunca los voy a dejar. —me agacho un poquito y les hablo a la cara a los dos—. Son mis bebitos... Yo los amo mucho, no los voy a dejar.
—¿Y por qué te fuiste?.
—Iba a volver... No puedo dejar a Mawunko aunque así desee irme... Iba a volver, jamás pensé en abandonarlos.
—Esta bien. —sonríen felices de saber que iba a volver aunque no tengo idea en realidad de que iba a ser de mi ni a donde iba—. ¿Qué hacemos?.
—Vamos por leche y agua.
Envuelvo a Auca en una manta a mi pecho y salimos, Aneley viene agarrada de mi mano y Lauti de la mano de Yerimen, se despertaron justo antes de salir del toldo, cuando vamos llegando a la cocina veo a Mawunko venir muy rápido hacia nosotros, quedamos de pie al verlo.
—¿Qué pasa?.
—Nos vamos a ir con Caupolican y los hombres... Blancos se acercan a estas tierras. —abro gigante los ojos por eso, me da terror por lo que les hicieron hace unas estaciones atrás—. Junta a las mujeres y llévalas a las montañas de inmediato.
—Si. —salen todos de los toldos y mis manos tiemblan—. VAMOS A IR TODAS CON NUESTROS HIJOS A LAS MONTAÑAS. —algunas vienen y otras no, Aria se acerca y con burla me dice.
—¿Quién eres para que te hagamos caso?. —me acerco furiosa.
—Si quieres quedarte y ser violada por los blancos problema tuyo... LAS QUE QUIERAN VENIR Y PONER A SALVO A SUS HIJOS SIGANME. —mas calmada le hablo solo a Aria—. Soy la única esposa del jefe y todas incluyéndote me deben obediencia. —frunce las cejas por eso, no sé si por lo de esposa o por lo de obediencia pero ninguna de las dos le gusta nada—. Ahora hace lo que quieras pero esto lo vamos arreglar cuando todo pase.
En la montaña estoy a la espera de que vengan los hombres a decirnos que todo pasó, que los blancos se fueron de estas tierras dejándonos en paz, no entiendo esa manía de venir a querer destruirnos, no le hacemos nada, hacemos casi todos nuestros propios productos y por las charlas que he escuchado entre Mawunko y Caupolicán, las tierras de él están todas con sus limites cerrados.
Bajo un poco del lugar en donde las llevé cuando los veo venir, corro hacia su caballo y él baja de un salto no sabiendo bien que hacer donde están sus hombres y se supone que es un guerrero, el mejor de la tribu que debe demostrar fortaleza no debilidad, y la esposa es una debilidad.
—¿Y?.
—Se fueron... Podemos volver.
—¿Caupolicán?.
—En los toldos con los hombres vigilando.
—¿Pero es seguro volver?.
—Si... Ya no hay peligro pero debo viajar a la aldea de tu padre a hablar con tu hermano. —abro grande los ojos—. No puedes ir Yankiray.
—Esta bien.
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