Capítulo 7

3205 Words
Yankiray. Hace varias lunas que Mawunko se fue junto con Caupolicán a mi pueblo, donde esta mi familia y que no veo y no sé nada de ellos desde ese día en donde mi hermano me trajo para casarme, me hubiera encantado ir para ver a mi madre y mis hermanos, pero no me dio permiso de ir porque dice que van a ir a hacer negocios, fueron con otros hombres también porque dice que las cosas se salen de control y eso lo sé de sobra, cuando iban otros hombres a la aldea de mi padre, por ahí se armaban revuelos donde no soportaban las negativas; quedé a cargo de la aldea y se me hace muy difícil, muchos no me respetan para nada y tengo que llegar a los gritos para cualquier cosa que les pida, ya no sé que hacer respecto a esta situación tan abrumadora para mi. —Vamos Aneley. —Huele panza. —esta acostada y gime con sus manitos en su pancita. —Debes tomarlo y se te va a ir el dolor... Vamos nena debes tomarlo. —toma a la fuerza el preparado que le hice y sigue acostadita—. Ya se te va a pasar. —Yan. —me giro hacia Yerimen. —¿Qué pasa?. —Muchas de las mujeres no fueron a la huerta. —me paro furiosa donde no sé que mas hacer—. Regamos y sacamos a los animales pero nadie quiere trabajar, solo algunas están ahí y algunos hombres llevaron los animales a pastar. —Mierda. —Auca duerme y Lauti juega al lado de la estufa con unas maderas con formas de animales que Mawunko en las noches de descanso se pone a tallar mientras le cuenta historias a los nenes—. Ahora vengo... Yerimen y Ayen vengan conmigo, Antelef quédate con los nenes. —Si. Salgo y tienen razón, nadie esta haciendo nada de nada, las mujeres están sentadas afuera de sus tiendas riendo y sus críos todos sucios, mi rabia sube a más no poder al ver todo lo que desaprovechan, todo lo que Mawunko ha estado haciendo para mejorar, lo tiran a la basura porque no me quieren como principal, es una locura, las muchachas jóvenes dan un mejor ejemplo que sus madres, es una vergüenza. —Es hora de trabajar. —me miran con burla y siguen como si no me escucharan—. DI UNA ORDEN... YA, VAN A TRABAJAR. —No hacemos caso a forasteras. —¿No?. —Eres una maldita puta. —me voy endiablada hacia mujer que hace tiempo que me viene ya molestando y la agarro de los pelos dándole un golpe en la cara, cae y la miro a los ojos. —Esta maldita puta te va a dar la paliza que necesitas. —me paro dejándola en el suelo y están todas paradas mirando—. ¿QUIÉN QUIERE DESAFIAR MI AUTORIDAD? ¿QUIÉN QUIERE DESAFIAR MI PUESTO COMO LA MUJER DEL JEFE?. —Yo. —dice Aria de inmediato. —Bien. —No Yan. —miro a Yerimen que niega con cara de asustado—. Aria pelea como hombre. —Tranquilo... Si alguna se mete mientras peleamos la corres. —Yan no lo hagas. —Te di una orden. —Esta bien. Maldita perra desgraciada, desde que llegué hace ya casi tres estaciones de primavera me odia, busca cualquier oportunidad para rebajarme y no lo voy a permitir por nada, me voy a hacer respetar a como de lugar y ahora le voy a demostrar que no me va a molestar más, que acá mando yo y soy la que manda entre las mujeres, la voy a dejar en un lugar en donde no va a querer contradecirme ni siquiera en sus pensamientos. Estoy arriba de ella golpeándola con todas mis ganas, me dio un par de golpes pero no se esperaba que sepa pelear, mis hermanos me enseñaron y no tengo piedad, cómo dije, me criaron y educaron para ser la principal de un jefe, y como tal eso quiere decir que debo defender mi puesto de las usurpadoras cómo Aria. —Ahora. —me paro y ella queda en el suelo gimiendo—. ¿Alguien más?. —se van para atrás todas negando—. No tienen vergüenza... Tanto que su jefe pelea para que lleven una vida digna pagan de esta forma. —No sabes nada. —dice uno de los hombres que no quiso ir a trabajar. —¿Que no sé nada? MI Esposo.. Es el que se fue hace varias lunas para hacer tratados para su gente... MI esposo es el que casi no duerme por estar atento a cualquier ataque... MI esposo es el caza SU comida. —todos me miran en silencio mientras giro para mirarlos a todos—. NO ME VENGAS A DECIR QUE NO SÉ NADA... PONGANSE YA A TRABAJAR O NADIE COME HASTA QUE LLEGUE MAWUNKO Y HAGO QUE ARREGLE ESTE ASUNTO ÉL. —el hombre baja la mirada y yo me acerco—. ¿También quieres desafiar mi puesto perro?. —No te permito... —¿Qué?. —respira con fuerza y yo lo miro—. ¿Qué no me permites? Ve a trabajar de una vez... TODOS SE VAN A TRABAJAR YA. —los veo moverse y voy con las ancianas—. Ustedes brujas carroñeras. —me miran en silencio—. No tienen más autoridad en esta aldea. —No puedes decir eso... Eres la principal pero el que manda es Mawunko. —¿Y crees que no puedo decirle que no las quiero más al mando?. —se ponen serias y yo sonrío—. Una más y las voy azotar a todas juntas... Cierren sus bocas venenosas o ya saben lo que les espera. —voy al huerto con los nenes y veo a algunos trabajando, los mas jóvenes de la aldea para ser más especifica. —Yankiray. —esta Ailin con sus dos hermanas trabajando y guiando a las otras—. Las demás no quisieron venir. —Vienen en camino. —me agacho a su lado refunfuñando—. Debemos hacer esto si o si o perdemos la cosecha. Cuando terminamos vuelvo a la aldea, Auca esta llorando atacado y Aneley esta intentando de calmarlo moviéndole las manitos y hablándole pero no lo logra para nada, pero me da mucha ternura que haga el intento calmarlo, lo agarro y lo pongo en mi pecho calmándolo, inspecciono a Aneley y esta mejor, Lautaro esta comiendo pan con mermelada que hice hace unos días y Antilef esta poniéndole mas leña a la estufa donde ya se hace de noche y los días están cada vez mas fríos. —¿Dónde esta Yerimen?. —me doy cuenta que en el huerto de golpe ya no lo vi mas. —Dijo que iba por carne. —Ayen se pone al lado de la estufa temblando. —¿Eh?. —salgo con Auca en brazos y siento que estas cosas no van a pasar más, que esta gente no quiere mejorar—. ¿YERIMEN?. —Acá estoy. —deja una liebre en el suelo y me mira asustado. —¿Dónde te habías metido? Debes avisarme casi me agarra un ataque. —Quería carne y había puesto una trampa, solo las fui a controlar. —asiento y veo como saca un cuchillo y lo corta en pedazos como un hombre adulto lo haría. —Voy adentro. —Si ve, ya voy. —una vez que Auca ya queda llenito lo dejo en una manta. —Quedate ahí ¿si?. —termino de acomodar la tienda y miro que debemos cambiar los cueros, no creo que resistan este invierno. —Acá esta Yan. —Ya lo hago. —lo ensarto en una varillas y lo pongo en la estufa para que se haga asada como a ellos les gusta—. Vamos acomodar todo ¿si? Esta hecho un asco esto. Comemos todos juntos bien cerca de la estufa, esta muy helado y acerqué los cueros de los nenes mas cerca para que estén calentitos, he estado curando unos cueros para que tengan mas cosas con que calentarse, también tejí muchas frazadas bien abrigadas y como duermen todos juntos van a estar bien, Auca, Aneley y Lautaro duermen conmigo ya que Mawunko no está, entonces de esa forma también ahorramos mantas y temperatura. —Aaagggg. —siento algo muy frio en mi espalda, me giro asustada y es Mawunko que me esta abrazando. —Déjame más lugar. —Si. —me aprieto mas a Auca y le tiro más frazadas a él—. Estas helado. —Estoy congelado. —¿Caupolican?. —sonríe y no entiendo nada—. ¿Dónde esta?. —Viene en unos dias... Se nos casa. —¿Qué?. —me giro y apoya su cara en mis brazos buscando calor desesperado—. ¿Con quién?. —Con una chica de la aldea de tu padre... Vienen en unos días. —Woouu... ¡Que bueno!. —Si. ***** Mawunko. A la mañana me levanto con desgano y aunque no quiera ni tenga las fuerzas necesarias me debo levantar, debo ver el estado de mi pueblo, me tuve que ir casi una luna grande ya que debía realizar unos negocios con el padre de Yankiray, pero al final tuve que arreglar todo con su hermano mayor ya que el viejo sucio no puede estar más que sentado bebiendo y no tiene idea de nada, ese viejo si que no sabe ni como se llama, en cambio el hermano de Yankiray es un hombre sabio y prudente, muy bueno para los arreglos y los negocios nuevos, por eso me vine mas que conforme de poder hablar con un hombre que tiene visiones de prosperar, que quiere avanzar no seguir estancado, y tenemos casi los mismo pensamientos. Salgo a ver como va todo en mi pueblo, van todos a sus trabajos y me quedo mirando sin darme a notar que estoy acá para ver que es lo que hacen sin mi inspección constante, sé que cuando salgo de esta forma no trabajan como corresponde, si lo hacen cuando estoy en el pueblo pero no a la vista menos que menos van a trabajar cuando no estoy, pienso en eso pero eso dura hasta que aparece Aria, la veo de reojo aunque no le presto mucha atención, estoy seguro que un reclamo me viene a hacer. —Por fin llegas. —ahí si la miro por la forma en la que habló, tiene su cara marcada con golpes. —¿Qué te pasó?. —Yankiray. —no digo nada, no le creo casi nada de lo que dice, nunca le creí nada—. Me golpeó frente a todo el pueblo sin pudor alguno. —¿Y por qué te golpeo?. —Porque se enteró que nos vamos a casar, entonces no lo soportó y me golpeó sin siquiera decirme porque lo hacia, solo lo hizo. —la miro con duda cruzándome de brazos. —¿Y quién le dijo que nos íbamos a casar?. —Simplemente vino y me golpeó, cuando terminó de humillarme frente a todos me lo dijo... ¿Acaso no me crees?. —me quiere tocar y no la dejo donde siento que va a borrar las caricias de Yankiray—. Siempre humillándome por ser la principal... ¿Acaso no le dijiste que en unos amaneceres nos vamos a unir?. —Eso no va a pasar Aria. —abre grande los ojos—. No nos vamos a unir. —¿Qué? ¿Estas faltando a tu promesa?. —No voy a unirme a ti Aria, ya lo dije y punto. —me doy vuelta para ir a hacer mis cosas y me agarra del brazo—. Basta mujer. —No... Me prometiste unirte a mi. —la agarro del brazo con fuerza así me suelta porque me esta enterrando las uñas. —Ya dije que no lo voy a hacer. —comienza a llorar de inmediato. —Pero... Te amo Mawunko. —No lo haces Aria, amas que sea el jefe pero si no lo fuera jamás me hubieras mirado, y no me voy a unir a ti, lo pensé bien y necesito mujeres de buena clase a mi lado no que me arruinen. —¿No lo vas a hacer?. —la miro fijo a los ojos sin sentir nada, no me afecta nada sus lágrimas ni enojo. —No... ¿Y qué si no lo hago?. —Me las vas a pagar Mawunko. —alzo las cejas divertido donde se atreve a amenazarme y llora en cantidad, pero de rabia porque las cosas no salen como ella tenia planeado, pensaba que a Yan la iba a sacar de principal por ella—. Te vas a arrepentir de haberme rechazado. —me doy la vuelta y voy a mi tienda—. YA VAS A VERLO. —Mawunko. —viene una de las ancianas consultora del pueblo—. ¿Puedo hablar con usted?. —¿Qué sucede?. —Yankiray en tu ausencia se tomó atribuciones que no corresponden. —¿Como qué?. —Nos amenazó con azotarnos. —abro grande los ojos por eso—. Dijo que usted nos iba a hacer pagar peor y no hicimos nada fuera de lugar como para tal amenaza. —Voy hablar con ella para saber que sucedió. —asiente y antes de irme me para. —Golpeó a Aria delante de todo el pueblo. —entonces era verdad lo de los golpes pero no me dicen la razón—. La humilló a más no poder, hable con ella Mawunko. —entro a la tienda viéndola acomodar a mis hermanos. —Yankiray. —ahora si le veo la mejilla lastimada—. ¿Qué te pasó ahí?. —se toca mirándome—. Ya me dijeron lo que hiciste mientras no estaba. —me acerco despacio y todo es silencio—. Sobrepasaste los limites mujer y yo te confié a mi gente. —Gente que no respeta nada de lo que haces. —paro analizándola porque esto quería, que se sienta que la ataco así me dice todo—. Todos dejaron de trabajar a penas dejaste esta tierra... Tuve que ponerme firme para que vuelvan al trabajo... Ninguna hacia nada, esto era un asco. —sacude el brazo apuntando hacia cualquier lado—. Tuve que hacer valer mi lugar, no mandé a nadie a hacer nada que no hiciera mientras tú estas acá. —Me llegaron otras palabras. —Es tu decisión a quién crees. —Tuvimos que ir a ayudar con Ayen y Antelef a arriar el ganado. —miro a Yerimen sin creer—. Yankiray con Ailin tenían que cuidar de toda la huerta con las mujeres jóvenes porque ninguna quería ir... Las ancianas alentaban esa falta de respeto, yo estuve ahí. —me turno para mirarlos. —¿Aria se quiso pasar?. —Así es. —me mira enojada—. Dijo que ella no iba a hacer nada ya que era tu próxima esposa. —No lo es y lo sabes. —Me desafió por mi puesto de principal. —la maldita se atrevió a desafiarla—. ¿Qué iba a hacer?. —Hiciste lo correcto... Van a ver castigos por eso. —Esta bien. —miro a Yerimen que es el mayor de mis hermanos que se encuentra. —Vienes conmigo. —Si. Cuando ven a Yerimen no dicen nada, él me dice quienes fueron los que seguían trabajando y los que respetaron a Yankiray en toda mi ausencia y son los jóvenes, solo los más jóvenes de la aldea, los adultos muy pocos ya que aún tienen presente el mandato de mi padre en donde si se perdía todo les importaba una mierda, con tal de rascarse el ombligo les bastaba pero no soy mi padre y si me importa, mi mano es dura y me van a respetar. Miro todo desde lejos, no puedo creer que esta gente no quiera avanzar, me duele ver esto y día a día lucho contra viejas tradiciones y lo hago por mis hermanos, por Yankiray y por mi hijo, deseo una vida mejor, cuesta mucho pero lo voy a lograr. .......................... Miro a los blancos con asco, voy en mi caballo y al lado mío Caupolicán, llegó ayer en la noche y hoy al atardecer se hace la ceremonia de unión, como el idiota blanco que iba a vendernos cosas no ha ido desde que dijo que Yankiray era hermosa, debo venir por las cosas que él nos proporcionaba. Entro a la tienda asiendo que todos me miren, estoy consiente de mis diferencias con los blancos que eso es lo que más les aterra, soy un hombre grande, y eso que aún estoy en desarrollo, soy corpulento, piel oscura, y mi cara no es nada amigable. —Luis. —Mawunko. —me tiende la mano con amistosidad, es un hombre adulto y repugnante a mi parecer, obeso y con bigote—. ¿Cuántos trajiste?. —Seis. —Bien. —salimos de la tienda y mi hermano trae el carro con las vacas carneadas. —Ya te p**o. —Bien. —los demás blancos pensaban que no tenía noción de precios, pero aprendí gracias al idiota blanco que me enseñó varias cosas para poder comerciar. —Acá esta. —El otro mes va a subir. —¿Cuánto?. —200 más cada cabeza. —Me vas a matar Mawunko. —le doy la plata a Caupolican para que cuente. —Subió todo... El maíz esta el doble, no soy idiota hombre... Esta vez te lo dejo al precio anterior pero debo subirlo. —Esta bien tranquilo, de igual manera voy a seguir comprándote y hasta puede que te pida más carne. —miro a mi hermano y él asiente. —Esta todo. —Bien. —entramos al local y buscamos lo que precisamos—. Marta va a ir por lana en dos días ¿Cuánto quieres?. —50 bovinos. —asiente anotando en un papel en donde me consigue lo que le pido y me mira—. Hilo grueso y tres rollos de tela... De esa del año pasado. —Bien. —Descuentamelo de la próxima entrega... No te quieras pasar de listo hombre. —Nooo ¿Cómo crees?. —Mmjjjj. —Caupolicán sigue eligiendo y yo agarro un perfume—. Ese es muy delicado... No conozco a tú esposa pero puedo estar seguro que a ella le va a gustar. —lo vuelvo a oler y asiento. —Lo llevo ¿Las cosas que te encargué?. —Afuera ¿Trajiste suficientes caballos?. —Traigo una carreta también. —Bien, vamos los ayudo a cargar. El blanco no es de mi confianza como para llevarlo a mi aldea, pero me sirve para poder comprar suministros para mi gente, le pedí tela abrigada para la ropa, chucherías para la cocina y materiales como hierro, chapas y esas cosas, de a poco vamos saliendo adelante. . .
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