Capítulo 6: Lecciones de esposa. Lección 4

1400 Words
Lección 4: Se una mujer dulce y paciente… hasta que te sea infiel. Entonces desmiémbralo lentamente. (Consejos de Annie para el mundo) —¿Están enojados, mamá?— me pregunta Annie en la comida. Tristan esta frente a mi y puedo sentir su mirada penetrante. Él realmente espera que yo diga algo. Eso no va a suceder. No por ahora al menos, necesito pensar. Se que debería darle la oportunidad de explicarse pero necesito enfriarme primero. —No Lu. Termina de desayunar— la cortó— tengo que ponerte tu insulina antes de irte. Lu asiente pero claramente parece triste. Realmente ella es una de las principales razones por las que no les estoy arrancando la cabeza a Tristan. En cuanto Lu se va con Leo llegó el momento. Tristan sigue en el mismo lugar, no ha probado nada de la comida que preparé y solo juguetea con el pollo y la ensalada. Casi me siento mal por él, parece tan vulnerable e inocente que por un momento me siento mal. Ese sentimiento se va rápidamente al recordar el labial rojo en su cuello la noche anterior. Por supuesto que no voy a aceptar esto. —Si tienes algo que decir este es el momento— le digo de pie tras él. Para mis sorpresa él no se mueve. Ni siquiera hace un gesto de reconocerme. Me cruzo de brazos. —¿Tristan? Él se levanta con tal lentitud que parece pesar miles de kilos. Parece adolorido hasta los huesos pero no veo heridas en él. Y luce tan culpable que siento a mi bebe saltar dentro de mi tan angustiado como yo. Tristan me mira y sus ojos rojos como si no hubiera dormido en toda la noche me atraviesan. —Tristan ¿Qué esta sucediendo? —Lo siento mucho, Annie. ¿Qué… Entonces él se va. Simplemente se va. Estoy demasiado conmocionada para decir algo. Me toma dos segundos recomponerme. Y salir tras él. . —¿Señor?— me pregunta Franco al verme salir del departamento sin saco ni corbata. Se lo terrible que me veo. Esto me esta matando y saber el daño que le estoy haciendo a Annie es lo peor de todo. Ella va a odiarme. Yo ya me odio a mi mismo. —¿Señor, se encuentra bien? Bufó con rabia. ¿Qué clase de pregunta es esa? —Por supuesto que no estoy bien, Franco. No preguntes tonterías. Él, perfectamente acostumbrado a mi mal carácter simplemente se mantiene firme y ni siquiera se inmuta. Por algo es mi mano derecha. —¡Tristan!— me grita una voz femenina. Maldición. Sabía que Annie no iba a aceptar simplemente mi silencio sin reprochar. Por supuesto que no, no sería mi esposa si así lo hiciera. La siento tirar de mi brazo y yo me giró por mi mismo para que ella no vaya a lastimarse por el esfuerzo. —Annie, no deberías estar afuera.— le digo. Ella luce tan hermosa, con ese vientre de embarazo de ocho meses y medio y esa expresión furiosa solo quisiera tomarla contra mi auto sin descanso. Tomó aire. Este es el peor momento para tener este tipo de pensamientos. —¿Y esperas que me quede encerrada en mi torre mientras te acuestas con una cagna de mierda? Luchó por no sonreír. Se ve tan hermosa insultado en italiano. Miró al rededor y de inmediato noto las camionetas blindadas. ¡Hijos di puttana! Tomó a Annie en brazos que pese a su embarazo sigue siendo sorprendentemente ligera. Espero que esté comiendo bien. —¡¿Qué haces?! ¡Bájame Tristan! Sigo derecho hasta el elevador y entró a nuestro departamento sin bajarla en ningún momento. Solo la suelto cuando esta a salvo adentro. —¿Tristan?— ella aún esta enojada pero ahora también parece preocupada. Me detesto tanto por el dolor que se que le estoy causando. Tomó su rostro y beso su frente antes de que pueda alejarse o golpearme. —No salgas, Franco se quedará contigo hoy. Me aseguraré de que Lu regrese bien. No le doy tiempo a discutir por que en ese momento salgo del departamento y cierro por fuera. . ¿Realmente me encerró? Giro la perilla con mas rabia esta vez pero sigue sin funcionar. Esto debe ser una broma. Quiero llorar pero logro controlarlo. ¿Qué demonios esta sucediendo? ¿Por qué Tristan me esta haciendo esto? Poco después se abre la puerta y es Franco quien entra. Y vuelve a cerrar tras de si. —Franco que esta sucediendo… y no te atrevas a decir que no sabes, por que lo sabes perfectamente. Franco me mira en silencio, hay tanta culpa en su mirada como en la de Tristan. ¿Qué caraj… No puedo, no puedo más, esto es demasiado, no se si es el embarazo o mi propio carácter saliendo a la luz, tal vez un poco de ambos, se que es un movimiento estúpido pero estoy desesperada. Sacó la pequeña pistola que Tristan me dió y le apunto a Franco a la cabeza. Soy una pequeña mujer muy embarazada con una pistola de bolsillo, se lo poco intimidante que soy para alguien como Franco pero aún así digo: —Dime la verdad Franco, estoy perdiendo la cabeza aquí. Ahora soy la esposa de Tristan Thorsen y tengo tanto derecho a saber lo qué pasa como él. Y si ese idiota me esta siendo infiel con una puttana ¡carajo! Solo dímelo. Se que lo sabes. No se en que momento empecé a llorar. Mis hormonas deben estar haciendo un festín dentro de mi. Pese a que Franco no suele mostrar muchas emociones puedo ver angustia y empatía dentro de él al ver mi estado desesperado. Pero puedo notar rápidamente que no va a decirme nada y qué él sabe que no voy a dispararle. Bajo el arma y me dejo caer en el brazo del sillón más cercano. —Lo siento mucho. —Si, lo se. Son las mismas palabras que me dijo Tristan. . Leo y Lu volvieron poco después. Luché, juro que luché por que no se notara la devastación en mi rostro pero Lu parecía aún más triste ahora mientras comíamos en silencio. Al final la dejo jugar videojuegos mientras yo vuelvo a guardar mi ración en el refri. Simplemente no tengo apetito. Cuando salgo de la cocina después de limpiar un poco encuentro a Leo solo en la sala. —Lu esta en su habitación haciendo tarea.— me dice leyendo mi mente. Sonrío. Me acerco con un poco de trabajo por el peso extra agregado en mi vientre y me siento lentamente a su lado. Leo siempre ha sido un chico muy confiable, se que estoy abusando de su buen corazón pero me estoy quedando sin ideas. —Leo…— comienzo sintiéndome ya mal por lo que voy a hacer. —¿Qué ocurre signora?— me pregunta dándome toda su atención. Es tan dulce. —Necesito que me hagas un favor. Lo he tomado por sorpresa pero no veo rechazo de su parte. Esta más que dispuesto a ayudarme. —Lo que sea, signora. Sonrío aliviada. . —Signora no creo que esto sea buena idea. Suspiro. Leo se escucha asustado a través del teléfono. No lo culpo realmente se que lo que estoy haciendo es por demás imprudente pero estoy desesperada. —Lo se solo… dime qué es lo que hace, no tienes que acercarte mucho, lo que logres ver esta bien. —De acuerdo. Leo aprendió a apagar el sistema gps de los autos de Tristan ademas del audio grabado. Aprendió por que él mismo los instaló. De ese modo Tristan no sabrá donde esta Leo realmente. De verdad espero no meter a este dulce chico en problemas. —Esta entrando en una mansión realmente grande. Es… es un lugar un poco feo, todos los diseños son grotescos, hasta los árboles tienen formas muy extrañas… esto da miedo. —Lo siento Leo.— me disculpó por milésima vez por meterlo en esto— ¿Ves algo inusual ademas de el diseño? —No puedo acercarme más pero el señor Thorsen esta hablando con alguien en la entrada, es… es una mujer extraña, sin duda es dueña de esta casa, ella… coglione —¿Qué ocurre Leo?— preguntó al escucharlo insultar en italiano. —La esta besando.
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