Con la advertencia de Adrien el cuerpo de Serena tembló, en ese momento sentía que cada una de sus extremidades era de goma, el sudor en su frente corría hasta desaparecer en medio de su rubia melena y una sonrisa de satisfacción se formaba coquetamente en sus labios. Serena disfrutó toda la noche de Adrien, sin interrupciones, como si fuese un pequeño mundo donde solo existían ellos y más nadie. Y cuando ya eran pasadas las tres de la madrugada, ambos cayeron rendidos en la cama y al fin conciliaron el sueño… La mañana del sábado Serena fue la primera en despertar, después de lograr abrir sus ojos y perder por completo el Sueño, observó detenidamente el techo de la habitación y después dirigió su mirada hasta el cristal que por la noche era iluminado por la luna y ahora mostraba unos re