CEO
Pasillos con iluminación blanca y muros oscuros eran los que le daban a H y M un aspecto elegante, una empresa que por más de sesenta años se había dedicado a la industria de la moda; los pisos de mármol eran testigos del tintinar de los tacones de aguja de las asistentes que con sus atuendos formales día con día comenzaban a situarse en sus cubículos perfectamente alineados con escritorios hechos de caoba.
Un lugar digno de ser la casa de una de las mejores marcas de ropa para dama daba la bienvenida a los ejecutivos de aquella empresa millonaria.
Los murmullos de las secretarias se desvanecían cuando la recepcionista avisaba la llegada del CEO de la empresa. Todos tomaban asiento y encendían de inmediato sus computadoras fingiendo que ya estaban trabajando cuando escuchaban el caminar de aquel hombre que, con porte elegante y pasos seguros, desfilaba por los pasillos para llegar a su oficina.
Aquellas miradas iban desde los suspiros hasta el nerviosismo de que ese hombre hubiese llegado furioso y con ganas de gritarle a medio mundo.
Había pasado un mes desde Adrien Harris había tomado el mando de dicha compañía y ya se había ganado infinidad de apodos por su pésimo humor y mal carácter.
No obstante, pese a ese semblante de hombre gruñón, Adrien siempre deleitaba la mirada de cualquiera, un hombre de 32 años imponente, que gozaba de la dicha de levantar el interés de cuánta mujer lo mirase.
Adrien caminó sosteniendo su portafolios y con la vista al frente pasó por los cubículos de las secretarias que mostraban sonrisas sutiles y sus mejillas sonrojadas.
—¿Ya tiene las listas de los becarios que se integrarán al nuevo programa? — Cuestionó con su mirada gélida a su asistente Julia. Como cada año las empresas más reconocidas daban la oportunidad a novatos para sus prácticas profesionales y si alguno tenía la fortuna, se le daba un plaza fija dentro de las instalaciones.
El lugar asignado a la asistente era un escritorio blanco con acabado monocromático, aunque era un tanto más grande que el del resto, aun así, se encontraba junto al de las otras asistentes.
Julia observó a Adrien con una mirada coqueta, sus grandes pechos cubierto por esa blusa celeste que parecía reventar en cualquier momento se elevaban en su dirección disimuladamente.
—Aquí tiene señor Harris— espetó con un tono meloso que solo utilizaba con él y le entregó los papeles solicitados.
—¿Ya llegó Adela? — Preguntó a Julia sin cambiar su gesto serio tomando los documentos de sus mano y ella asintió.
Sin descomponer su gesto Adrien le indicó que le pidiera a Adela que fuera a su oficina y siguió su camino.
Los muros de presidencia eran completamente de cristal, le permitían al hombre tener una vista completa al resto de la planta dónde se encontraban, pero a su vez eran cubiertos por una capa templada que impedía que el resto observara el interior en ella.
Adrien depositó su portafolios en un sillón situado al ingresar a la oficina y rodeó el escritorio n***o para tomar asiento en su silla, encendió su computadora para iniciar con sus labores del día, la puerta de cristal se abrió unos momentos después.
—Este es el catálogo de las revistas que han solicitado una colaboración con H y M— Exclamó una voz femenina a Adrien.
Él separó la vista de los documentos que mantenía al frente y la elevó a la rubia de ojos marrones que había irrumpido en su oficina sin llamar a la puerta. La mujer que portaba una falda tubo negra con un pequeño saco a juego y blusa blanca le extendió la carpeta con la información necesaria para que este eligiera con quién quería colaborar.
Adela Evans llevaba poco más de 5 años laborando en la empresa y no solo era encargada de la publicidad, ella al igual que su hermano Mauro, era socia minoritaria de H y M, así mismo, la mejor amiga de Adrien Harris.
—Que esperen hasta el siguiente mes, la colección aún no está lista— Espetó con una voz grave y firme.
—Necesitamos nuevas modelos, la campaña ya ha sido retrasada y esa colección debe ser presentada antes de que llegue el verano— Siseó con el mismo tono autoritario, Adela no se inmutó ante sus palabras.
—No comprendo su incompetencia ¿Qué tan difícil es seleccionar veinte modelos y enviarlas con Dereck para que comience con las pruebas? — Preguntó aflojando un poco el nudo de su corbata, se echó para atrás en el respaldo de su asiento y soltó un gran suspiro.
—Cómo tu publicista te voy a sugerir que elijas la que tenga las mejores colaboraciones — comentó Adela refiriéndose al catálogo con los nombres de las revistas que le había entregado.
—Como tu amiga, te diré que no hay un día que no me ocasiones dolor de cabeza, al igual que a cualquiera en esta empresa— dijo rodando los ojos. Adrien tenía un carácter explosivo y solía molestarse con gran facilidad.
—La diferencia es que yo puedo decirlo en voz alta mientras los demás lo murmuran por los pasillos— siguió ganándose una mirada fulminante por parte de su amigo.
—Como sea, llamaré a mi padre para saber a qué hora es esa reunión a la que quiere que acuda con tanta insistencia y después llamaré a recursos humanos para que me expliquen el porqué de su incompetencia— Espetó retomando la postura erguida sobre la silla de cuero.
—¿Hablas de la cena de bienvenida para Amy y Serena? — preguntó Adela.
Amy era la hermana menor de Adrien una joven de veinticuatro años que se encontraba estudiando modelaje en el extranjero, había anunciado a sus padres su llegada a California, aunque su estadía no sería larga, cada seis meses sus padres la visitaban en París y cada que tenía oportunidad de hacerlo, se reunía con sus hermanos.
La segunda era Serena, la menor de los Evans y pequeña hermana de Adela, esta se marchó al extranjero junto con la hermana de Adrien cuando tenía dieciséis años, desde hacía casi seis años no la había visto y Adrien no tenía idea de que ella también regresaba.
—No sabía que la pequeña Serena también estaba de regreso— Espetó sin ápice de emoción, a Adrien no le entusiasmaban las reuniones familiares, aunque amaba a sus padres, este prefería visitarlos sin la presencia de gente extraña a su alrededor y sabía que esa “reunión” seguramente se trataba de una gran fiesta planeada por su madre y la madre de Adela.
—Así es, al parecer, ella sí regresa para quedarse— Mencionó mientras daba un vistazo a los documentos que Adrien mantenía sobre su escritorio.
—Supongo que tú y Liam estarán presentes— Inquirió Adren y Adela se quedó en silencio, Liam era un abogado exitoso y también el marido de Adela, llevaban tres años de matrimonio, pero en las últimas semanas había una extraña tensión entre ellos. Adela fijó su mirada en el ventanal detrás de Adrien y después de un largo suspiro exclamó:
—Desde hace unas semanas, nos estamos divorciando.
—¿Porque no me lo habías dicho? — cuestionó Adrien frunciendo su entrecejo.
Adela hizo su boca en una fina línea.
—Has estado ocupado desde tu nombramiento— Respondió encogiéndose de hombros.
—¿Estás bien? ¿Quieres hablarlo? — Le preguntó Adrien tratando de abordar más a fondo el tema de su separación, pero Adela negó.
—No es el momento de hablar de temas personales, ya habrá tiempo de ponernos al día— Culminó dándole a su amigo una sutil sonrisa y abandonó su oficina.
Adrien se quedó en silencio por un momento, para después fijar la vista en su computadora y comenzar con el trabajo pendiente.