Durante la noche a Adrien le fue imposible conciliar el sueño, había pasado mas de una hora hablando con su padre de sus planes de hablar con Arturo Evans, de decirle que estaba enamorado de su hija, pero antes tenía que convencer a Serena de que lo perdonara y sabía que eso no sería algo fácil.
Adrien se levantó el sábado por la mañana, pasó ambas manos por su rostro y llevó su mano a su labio inferior, la mordida que Serena le había propinado había dejado una marca.
«Pequeña caníbal» pensó Adrien ladeando una sonrisa.
En sus 32 años de vida había salido con muchas mujeres, mujeres de su edad, entre ellas, modelos, profesionales en el mismo ramo y algunas otras de las cuales ya no recordaba ni su nombre; sin embargo, él estaba loco por la pequeña hermanita de su amiga, alguien que era
