Por mala suerte, una multitud de estudiantes apareció de algún lugar frente al aula. Toda una corriente, nada menos. Rugieron como una bandada de cormoranes, le obstaculizaron el paso. Mientras atravesaba esta manada, la chica logró bajar al primer piso. - ¡Gleb! - Escuchó la voz de Estela desde atrás. - Ni siquiera puedes imaginar lo bien que enmarqué a nuestra Pica. Le preparé la trampa del siglo. - ¿Qué? - se volvió. Una conversación con ella era lo que menos necesitaba en ese momento, pero era importante averiguar sobre que hizo esta tonta. - Bueno, ¿vamos a la cafetería? Debemos celebrarlo, - sonrió misteriosamente, y esto solo lo molestó aún más. - ¿Qué has hecho? - preguntó despacio, casi por sílabas. - Hice tal aventura hace cuatro días. Te va a gustar, mi querido Gleb. Imagi