Salgo de la casa y me subo en el auto, activo el teléfono y tengo demasiadas llamadas de Fernando, veo que ya se dio por enterado, pero como voy a borrar de mi mente todas las caricias de Emanuele si lo amo, él sí ha hecho todo lo imposible por cautivarme. El escolta que mantiene más confianza con Emanuele está sentado a mi lado, mi rostro de tragedia combinado con felicidad le está llamando la atención; creerá que soy la mujer más rara del mundo pues es verdad, él me habla con su voz tan gruesa y bastante temerosa, pero algo en mi me dice que es un hombre muy leal y puedo confiar, puesto que la verdad no existe nadie para liberar mis emociones. —¿Se encuentra bien? —él me pregunta, espero que no sea uno de los informantes de Emanuele, porque me lastimaría bastante. —¿Cómo sé que me