De pronto desperté, sin entender nada de lo que ha pasado, todo se hace raro y se vuelve muy extraño porque mi mente está prácticamente nublada, sin saber qué ha pasado en el día anterior. Entonces al comenzar a entrar en razón a mi mente llegaron las imágenes de ayer, esas dolorosas que hace un instante estaban borradas, recordé desde la llamada que me hicieron en casa, hasta el momento en que me caí en aquella calle, allí donde perdí el conocimiento, dónde mientras mi mundo entero se derrumbaba, se destruía, mi mente y mi cuerpo sin poder soportarlo también se apagaron para intentar esquivar el dolor. Mire a mi alrededor y veo que estoy en un hospital ¿Cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo es haberme desvanecido, estaba sola en aquella calle, sin nadie mi alrededor, de ninguna forma pude haber llegado hasta aquí caminando, no tenía fuerzas para hacerlo, sin mencionar que si hubiese caminado hasta aquí, lo recordaría, no podría borrar algo tan grande, además es probable que no escogiera acudir al hospital, habría vuelto directamente a casa.
Luego de unos minutos una enfermera ingresó en la habitación, y al verme despierta no dijo nada, solamente fue en busca de un doctor.
—Señorita Anderson ¿Cómo se siente?— preguntó el doctor entrando en la habitación.
—¿Cómo llegué aquí? ¿Qué ha pasado?— pregunté intentando buscar respuestas que no sé si encontraré.
—Una persona la ha traído, dijo que la encontró desmayada, pero no sabemos quién es, no quiso dejarnos datos, solamente se fue. Creemos que te has desmayado a causa de alguna impresión, porque todos tus análisis han salido bien, no hay nada malo contigo. En cuanto quieras puedes retirarte.
Entonces el doctor no dijo más nada, se dio la vuelta y se marchó, sin darme ninguna respuesta, manteniendo todas las dudas que me invaden. Me senté en la cama, tomé mi celular, y veo que tengo un nuevo mensaje.
“Tus padres se han ido para siempre, no volverán a acercarse a ti, no hagas preguntas, no los busques, vive tu vida como si nada de esto hubiese pasado jamás”
Al oír esas malditas y raras palabras volví a quedar en shock, sin poder moverme, sin poder hablar, ni siquiera puedo respirar, la quemazón dentro de mi pecho se intensificó aún más, vuelvo a sentir que todo da vueltas y en cualquier momento me podría desmayar nuevamente. Lo único que quiero despertar de esta pesadilla, que alguien venga y me diga que todo ha sido un mal sueño, una estupida mentira, que nada de esto es verdad porque ellos no pueden haberse ido de mi lado, ellos jamás me dejarían, no tiene lógica, los padres que conozco no tomarían una decisión de este tipo, jamás nos habíamos separado, por qué de repente harían algo así.
—No, no, no, no, eso no puede ser cierto, mis padres no pueden haberse marchado ¿Por qué lo harían? Alguien quiere decirme por qué me pasa esto a mí ¿Qué hice para merecerlo?— dije arrastrando las palabras junto al dolor, aunque no hay nadie que pueda darme una respuesta, porque estoy sola en esto, no existe persona que pueda apoyarme.
Cuando entendí que esto significa que no volveré a verlos que quizás se han ido para siempre de mi lado, las lágrimas comenzaron a fluir descontroladamente de mis ojos, una tras otra sin parar, sin querer detenerse, y sin dejar de pensar que todo esto tiene que ser una mentira, un engaño, solo quiero despertar de esta maldita pesadilla, ver a mi madre, a mi padre y abrazarlos como siempre lo hago, porque no puedo tener una vida sin ellos, son lo único que tengo en este mundo, si se fueron ya no me queda nada, ni siquiera una razón para vivir, no me queda un motivo para querer continuar, porque sola no podré hacerlo.
Estuve un rato más en el hospital sin saber exactamente qué debería hacer, a dónde ir ¿Cómo actuar en un momento como este? No hay nada en la vida que te enseñe la forma en que debes comportarte cuando lo pierdes todo, cuando lo que más querías en el mundo, lo único que en verdad te importa se ha ido dejándote atrás, se ha esfumado fingiendo que nunca exististe y que de algún modo aunque no quieres que sea cierto, sabes bien que jamás volverá, y que si vuelve las cosas no serán como antes. No hay un manual que te enseñe cómo actuar en estos momentos tan dolorosos, cómo sobrevivir al dolor, porque en realidad no hay forma correcta de hacerlo y tampoco existe nadie que esté preparado de antemano para enfrentar esta cruda realidad, nadie quiere ni espera vivir cosas tan dolorosas, situaciones que te obligan a replantearte hasta el más mínimo punto de tu vida. Por eso es que decidimos no prepararnos para del dolor, porque sentimos que si lo hacemos atraeremos todo lo malo, todo lo que queriamos que jamás llegara, de un minuto al otro aparecerá porque estas son situaciones preferimos evitarlas a toda costa, evdirlas y por más que nos hubiéramos preparado por largos años para enfrentarlos, llegado el momento de hacerlo probablemente tendríamos una reacción completamente diferente a la que esperábamos, a la que queríamos, porque como ya dije, nadie está listo y el dolor es mucho más inmenso de lo que jamás habíamos esperado. Aunque seamos sinceros esto que me está pasando no es algo normal, eso es lo que hace más difícil o imposible de superar, porque las personas normales no pasan por estas cosas, a nadie lo abandonan de un día al otro después de haber compartido discisiete años de felicidad.
Permanecí sentada en la cama, sin hacer nada, con la vista fijada en la pared, con la mirada perdida en un agujero sin saluda, sintiéndome vacía, muerta en vida, sin razones para seguir, hasta que los doctores volvieron para decirme que me vaya a mi casa para descansar, que después de todo lo que me pasó es mejor que me mantenga tranquila para evitar otro desmayo, estoy bien de salud pero al mismo tiempo es imprescindible que me cuide si no quiero volver a pasar por lo mismo nuevamente, si no quiero acabar perdida en una calle o internada aquí una vez más. Igualmente, lo más probable es que me hayan dicho eso porque se cansaron de verme aquí, asustando a quien sea que pasa por mi lado, porque mi aspecto en este momento es enormemente desagradable. Aunque no quiero irme, una parte de mí, esa mitad que siempre ha sido una soñadora, una chica llena de esperanza, me dice que debo permanecer aquí sentada, esperando que como por arte de magia todo se arregle, que llegue una solución inesperada como en las películas, pero mi otra mitad, la que sí, desde siempre ha sido mucho más realista, que ha tenido los pies bien sobre la tierra, esa parte me dice claramente que estar aquí no va a cambiar las cosas, esa solución mágica, ese milagro no llegará solamente porque me quede aquí sentada, nadie aparecerá con buenas noticias a mejorar mi día, pero ya no sé qué es realidad y qué es ficción, ya no se en qué creer, ya no encuentro diferencia porque esta no es una situación normal, es algo muy extraño, algo que jamás imaginé vivir.
Finalmente después de debatirlo mucho en mi mente, sabiendo que es lo mejor que puedo hacer, decidí irme a casa, con mi aspecto desagradable, caminando lentamente, mirando el suelo sin fijarme por dónde voy porque no tengo fuerzas para hacerlo, ni siquiera soy capaz de mirar al cruzar la calle. No sé qué es lo que busco al actuar así, quizás intentando que un auto me atropelle, que acabe con mi dolor, pero se bien que eso no le gustaría a mis padres, aunque no sé por qué pienso en lo que me dirían si ya no están aquí para regañarme o decirme lo que debo hacer, se han marchado por su propia voluntad, así que ya no tienen derecho a nada, poruqe si actuar así seguramente ya no les interesa ni bienestar, ya nada les importa. Seguí caminando rumbo a mi casa de la misma forma en que lo he estado haciendo hasta ahora, las escasas personas que están presentes a estas horas me observan con desprecio, seguro se burlan de mí, la chica desagradable que camina sola en la noche, luzco peor que una vagabunda, pero estoy en un punto en que eso no me interesa en lo más mínimo, qué importa lo que pien de mi, no tengo nada que demostrarle a nadie. A estas horas de la madrugada el tránsito es muy bajo, apenas andan unos pocos carros, así que cada vez que tuve que cruzar la calle la suerte me acompañó y nada me pasó, ojalá la suerte me hubiese acompañado desde antes, pero no fue así, porque hoy temprano se desprendió completamente de mí.
Llegue a casa a las dos de la madrugada, ingresar en el que siempre has sido mi hogar me puso aún más triste de lo que ya estaba antes, es que al entrar me inundaron un millón de recuerdos de cada cosa que he vivido aquí, recuerdos que a causa de lo que ha pasado se vuelven un poco borrosos, cada rincón se siente tan vacío sin mis padres, el silencio ensordecedor recorre las paredes, los muebles, los pasillos, sube por las escaleras y llega a las habitaciones, inundando hasta el último recobeco de la casa, llenando este lugar con un gran vacío, que gran paradoja, la felicidad que siempre fue características de esta casa, ya nunca volverá a estar presente, o quizás esa felicidad nunca fue real, porque si lo fuese no se hubiesen marchado así, es como si de pronto todo se hubiese apagado, esfumado con un solo clic. No se si podré seguir viviendo sola en este lugar, no me imagino estando aquí sin ellos porque se que ya nada volverá a ser lo mismo, el amor que le tengo a esta casa siempre seguirá intacto, ya que aquí ha transcurrido toda mi vida, pero ya nunca podré sentirme como antes porque sólo podré recordar lo que he perdido, ese pedazo de mi misma que ha elegido marcharse. Mis padres lo eran todo para mi, eran mi mundo entero, no quise a nadie de la forma en que los quise a ellos, nunca me había separado de su lado ni por un solo día, siempre fui una niña de mamá y papá, hija única, muy mimada, la consentida, para quien siempre tenían tiempo, sin importar que tan ocupados se encontrarán siempre llegaban a verme, a preguntar cómo estuvo mi día, cuando recuerdo todo eso es cuando más me cuesta entender lo que ha pasado. Y de pronto, todo eso se esfuma, desaparece tan veloz como una gota de agua que corre por el cristal de una ventana, que con cada movimiento se va desgastando más y más, hasta el punto de que ya no le quedará nada porque todo lo que era lo ha perdido en ese vidrio, se ha esfumado al chocar con la superficie más baja de esa ventana y ya no podrá recuperarse, no volverá a ser lo que era antes, ya no existirá. Así me sentí cuando los vi fugarse en ese auto, porque algo dentro de mí que quizás pueda llamar intuición, me dice que ya no podré volver a verlos jamás o L menos ya no veré a las personas que conocí, me siento en un punto de no retorno del cual nunca me podré recuperar, porque cuando se llega a esta punto ya no existe una marcha atrás, no se puede poner reversa. No creí que sentirme así de mal fuera posible, no creí que existiera tristeza tan grande como la que ha cubierto todo mi cuerpo cuando vi aquellas imágenes, pero con el paso de los segundos, los minutos, e incluso las horas, se intensifica con gran velocidad, porque deja de existir la vida que tenía antes y se vuelve más real todo lo que acaba de pasar, se convierte en mi triste existencia actual.
Decidí subir hasta mi habitación para intentar dejar de pensar, pero antes de llegar tuve que pasar por enfrente a la de mis padres, y cuando lo hice sentí una gran necesidad de ingresar en ella, pero al comenzar a abrir la puerta no pude terminar de hacerlo, casi por un acto reflejo la volví a cerrar, sin siquiera mirar en el interior, no tuve el valor suficiente como para ver esa habitación vacía, sabiendo que probablemente ya no queda nada dentro de ella, aún no estoy lista para enfrentar esa realidad, así que decidí solo retroceder y seguir el camino hasta mi habitación, quizás debería entrar a buscar respuestas, pero se que además de llevar la ropa, probablemente se hayan llevado las pistas. Al llegar revolví entre mis cosas para buscar mi pijama y enseguida entre en el baño, en este momento necesito muchas cosas, pero como sé que no son posibles, que en realidad nunca lo serán, debo conformarme con una buena ducha para despejarme un poco, aclarar mi mente y pensar en qué debería hacer ahora mismo. Cuando termine con la ducha, decidí acurrucarme en mi cama y tratar de dormir, ya que con la ducha no pude aclarar mis ideas, no fue suficiente, cada vez que intento pensar en algo se viene una imagen de mis padres a mi mente, y me encantaría que me dijeran qué es lo que debo hacer ahora mismo, porque yo sola, no sé qué hacer, ni siqueira puedo pensar con claridad, pero la verdad es que si hubiesen querido decirme qué hacer me habrían dado una explicación, o al menos se habrían despedido de mí.
Sin importar lo que haga no logro conciliar el sueño, cada vez que cierro los ojos la misma historia de todo lo que ha sucedido vuelve a repetirse una y otra vez, mi mente solo puede pensar en que ellos ya no están junto a mi y que estoy tan sola, sola en el mundo, acurrucada en mi cama sin nadie con quien hablar, sin saber que hacer, necesitando ayuda pero sin tener a quien recurrir.
El reloj se mueve muy lentamente, el tiempo no pasa, en esta fría soledad todo se vuelve el doble de lento, casi como si las agujas se hubieran detenido, son las seis de la mañana pero el paso de cada minuto lo he sentido tan largo como si fueran horas, quizás todo se enlentece más porque no pude pegar un ojo en toda la noche, quería conciliar el sueño para apagar el dolor aunque fuera por un momento, con media hora me hubiera bastado, me habría conformado, pero ni siquiera pude dormir por un lapso de tiempo tan corto. Estoy hecha un desastre, en toda mi vida jamás había lucido tan mal, en estos diecisiete años anteriores había tenido una vida perfecta, sin dolor, sin preocupaciones, sin nada que me quitase el sueño, solo felicidad ha habido en mis días, pero ahora todo eso se ha acabado, ha cambiado para siempre, tengo los ojos rojos por tanto llorar, un llanto que de verdad duele, nunca antes había llorado tanto, mucho menos sintiendo verdaderamente el dolor de las lágrimas, porque cuando te raspas una rodilla salen algunas lágrimas, pero esa herida se cura y sabes que volverás a estar bien, te duele, pero es temporal, no preocupa tanto porque no afecta de forma emocional, en cambio, a este dolor se que nada en el mundo podrá calmarlo, porque es un dolor inmenso, arrasador, además por tanto llanto y por no haber dormido un solo segundo, traigo unas ojeras enormes que cubren toda la parte inferior de mis ojos, ojeras que se que por un buen tiempo tampoco se irán a ningún lugar, serán mis nuevas compañeras.
De pronto sentí el sonido del timbre, lo cual me sorprendió porque en realidad no espero a nadie, no le he avisado a ninguna persona lo que ha pasado, ni siquiera a mis amigos. No lo he hecho porque aún ni siquiera yo sé con exactitud qué es lo que ha pasado, cómo podría explicarle a alguien más lo que no puedo entender, sería como explicar un problema matemático sin saber cómo se resuelve la ecuación, aunque también es cierto que tampoco quiero estar sola, pero por el momento sé que es lo mejor. Aún así decidí bajar para ver quien es la persona que se encuentra tocando mi puerta, con la esperanza de que quizás se hubiesen arrepentido de venir y se hayan marchado. Peor al abrirla me lleve una gran sorpresa, porque quien se encuentra ahí del otro lado esperando, es mi tío John junto a su familia, pensé que ellos en este momento estarían en Estados Unidos, no creí que podrías verlos en mi puerta. Entonces al verlo recordé que el doctor me dijo que les había llamado para avisarles la situación, para que yo no estuviera sola en todo este lío, para que pudiera apoyarme en alguna persona que fuera de mi familia y ellos son los únicos a quien se podría recurrir porque no tengo a nadie más. En ese momento no le presté mucha atención al doctor, no tenía cabeza para pensar en nada de lo que me dijera, pero ahora en este preciso instante agradezco que lo haya hecho, porque ellos son justamente las personas que necesitaba ver, la única familia que tengo a parte de mis padres, los únicos que cruzarían todo el Atlántico para saber si estoy bien.
—Tío— dije y sin pensarlo por un solo instante me abalance a abrazarlo, inmediatamente mientras me rodeó con sus brazos comencé a llorar con mi mejilla apoyada en su hombro, me hacía tanta falta un abrazo, sentir el apoyo de otra persona y por un mínimo instante no sentirme tan sola, pensar que quizás aún quede algo para mí.
Por suerte él está aquí, por suerte aquel doctor tuvo la magnífica idea de llamarlo porque me hacía falta tener a alguien con quien llorar. Alguien que también comparte mi dolor, porque mientras lo abrazo siento como mi tío al igual que yo está llorando. Él ama mucho a su hermano, siempre ha sido así, desde niños tuvieron una increíble relación, prácticamente no se separaban jamás, una infancia adorable que los llevo a ser buenas personas, amorosos, que les enseño a estar ahí el uno para el otro. Pero cuando crecieron lamentablemente esa unión tuvo que cambiar, pero aún así a pesar de los miles de kilómetros que tenían en el medio siguieron siendo muy unidos y hablaban de forma periódica, prácticamente todos los días, así que entiendo que mi tío está tan triste como yo, porque seguramente él tampoco entiende qué es lo que ha pasado con su querido hermano, probablemente su actitud a él también lo ha defraudado.
Cuando solté a mi tío, me hice a un lado y les indiqué a todos que pueden pasar, no me había dado cuenta de cuanto tiempo los mantuve afuera.
—Que bueno que estén aquí, me hacían mucha falta.
—En cuanto nos enteramos de lo que pasó tomamos el primer vuelo—dijo mi tío secándose las lágrimas y dándome otro cálido abrazo— antes de subir al avión te estuvimos llamando Britt, pero nunca respondiste.
—Desde lo sucedido ni siquiera me acordé del celular, no podía pensar en nada más.
—Estábamos muy preocupados por tí.
Tome mi celular que había dejado encima de la mesa y vi como habían muchísimas llamadas perdidas, mi intención no era alarmar a nadie pero no me di cuenta de que podrían querer llamarme, como ya dije, no tenía cabeza para nada, mucho menos para pensar en el celular, aunque debí saber que ellos me hablarían, después de todo, aunque estén lejos siempre han estado al pendiente de nosotros, preocupándose por nuestro bienestar.
—Lamento lo que pasó prima— dijo Jake dándome un abrazo, al cual también correspondi con muchas ganas, no sabía lo mucho que los necesitaba hasta que por fin los tuve a mi lado, creo que no existen abrazos suficientes para hacerme sentir mejor, pero al menos si ayudan muchísimo, son la compañía perfecta
Mi primo y yo siempre hemos sido muy unidos, él es apenas un año mayor que yo, así que la diferencia de edad no es tanta. Lamentablemente nunca tuvimos la oportunidad de vivir en la misma Ciudad, ni siquiera nacimos en el mismo país, si lo hubiésemos hecho habríamos crecido juntos, pero debido a las circunstancias lo que compartimos juntos no son más que algunas semanas al año, aún así es casi como un hermano para mi, el hermano que nunca tuve, siempre nos mantenemos en contacto, y cuando uno necesita del otro, no importa ni la distancia, ni la diferencia de horario, siempre hemos estado a una llamada o a un texto para apoyarnos mutuamente, para brindarnos ese apoyo tan necesario. Así que me alegra tenerlo aquí porque también es una de las personas que más amo en el mundo.
—Oh pequeña, sabes que cuentas con todo nuestro apoyo— mencionó mi tía Melissa, ella también es una mujer muy buena, la quiero mucho. También siempre nos hemos llevado muy bien, no solo conmigo, sino que también con mi padre y mi madre, de hecho con ella eran muy amigas, las mejores podría decir, cuando estaban juntas eran muy divertidas, dos mujeres que solo se dedicaban a reír y poner felices a cada uno de los que estaban a su alrededor.
—Gracias por venir, de verdad me sentía tan sola.
Sin poder agregar una sola palabra más me largue a llorar desconsoladamente, casi perdiendo el equilibrio, así que decidí sentarme en el sofá para no caer a suelo, no quiero desmayarme nuevamente. Entonces Jake se sentó a mi lado para poder calmarme, pasó un brazo por detrás de mi espalda e hizo que apoye mi cabeza en su hombro.
—De a partir de ahora siempre vamos a estar para ti Britt y te vamos a cuidar— dijo John parándose delante de nosotros.
Además de que claramente puedo ver la tristeza en sus ojos, también al mirarlo y escucharlo se hace evidente que está muy preocupado por mi — Se nota que no has dormido nada sobrina.
—Es que no pude hacerlo, no tengo nada de sueño, no he podido parar de llorar en toda la noche, no puedo acostumbrarme a la idea de que se hayan ido de esa forma, es tan irreal—. Al terminar de hablar pase mis manos por mis mejillas para secarme las lágrimas que brotan de mis ojos, pero es inútil porque por más que intente frenarlas no dejan de salir constantemente.
—¿Has comido algo?— preguntó Melissa.
—No tengo hambre— contesté, ni siquiera puedo pensar en comida, mi estómago está cerrado, no tengo nada de apetito y mucho menos ánimos para comer, siento como si tuviera un agujero en el estómago y ni siquiera un mínimo bocado podría pasar por él porque no lo toleraría.
—Lo entiendo Britt, pero necesitas comer para poder estar fuerte y enfrentar este día tan difícil.
Al decir esto Melissa se levantó para ir a la cocina a prepararme algo, por más que diga que no quiero nada, la conozco bien, se que ella insistirá hasta que logre hacerme comer aunque sea un poco, tiene ese instinto tan maternal.