Narrador Omnisciente:
…— Como quedó acordado ya fueron tomadas las muestras pertinentes para que Marcus y yo nos hagamos la prueba de paternidad…
Magnus hablaba un poco más calmado, pues estaba seguro que esa niña era su hija y que había sido concebida antes del divorcio, en el momento en el que su matrimonio se estaba rompiendo.
— Vendrá alguien que se encargará de dar el resultado de la prueba de paternidad para que quede constancia de ello y, si esa prueba arroja que yo soy el padre de la niña, entonces la reconoceré ante la ley y seré su padre con todos los derechos que la ley me otorga— Leaht tragó grueso y abrazó a su niña, pues, en todo su embarazo, Magnus había estado diciéndole la misma amenaza— También lucharé por todos los medios para tener la custodia total de mi hija…
—No voy a permitir que me alejes de ella— la mujer rubia tembló temiendo que él cumpliese esa amenaza, pues, aunque su corazón decía que esa niña era hija de Marcus, no podía asegurar quien era el verdadero padre— Magnus, está bebé es mi hija, no la puedes alejar de mí, no pienso permitir tal disparate.
Magnus entrecerró sus ojos cuando vio a la que alguna vez fue su esposa temblar de miedo debido a su amenaza. Habían pasado mucho tiempo casados, eso hizo que él sintiese mucho cariño por ella y eso cariño se convirtió en amor, pero el amor de Magnus era egoísta, pues sólo veía a través de sus intereses y de lo que él quería sin importarle los sentimientos de las demás personas.
Eso es lo que había condenado su matrimonio al fracaso.
—Aunque no lo creas, no quiero hacerte daño, Leaht— habló con suavidad, pero con firmeza el hombre ganándose una mirada desconfiada de la mujer— Sólo quiero que las cosas vuelvan a su sitio, de ese sitio del cual jamás debieron moverse. Como debe ser— él volvió a caminar para acercarse a la mujer quien parecía reacia a aceptar algún trato que tuviese que ver con ese hombre— Tú estás destinada a ser para mí y así ha sido desde nuestra niñez…
—Basta— exigió ella sintiendo como su pecho le dolía por la herida que él le había hecho— Déjame en paz, suficiente ha sido el daño que me haz hecho ya. No quiero seguir así, Magnus— sollozó ella, perdida en recuerdos dolorosos— Tú y yo nos divorciamos, ya entre nosotros no hay nada, déjame ser feliz al lado de Marcus.
—Si no quieres que te quite la custodia de nuestra hija, tendrás que hacer lo que te digo, Leaht—habló en un tono penumbroso el hombre, pues él se negaba a dejar que “su mujer” y “su hija” fuesen de otro hombre— Quiero que te divorcies de Marcus y vuelvas a casarte conmigo. Sé que lo hiciste porque estabas dolida por lo que pasó con Amanda y por eso actuaste tan impulsivamente— los cristalizados ojos de Leaht se abrieron gigantes al oír la locura que decía aquel hombre— Quiero que nuestra hija crezca dentro de una feliz familia estable y eso lo lograremos solo con tu cooperación, cariño.
—Eres un ser despreciable, Magnus Kleys— siseó la hermosa rubia, mirando con rabia al hombre que decía toda aquella sarta de locuras de una manera muy tranquila— No puedo creer que yo me haya enamorado de ti y le haya dedicado tantos años a ese matrimonio podrido ¿Qué ganas con todo esto?
—Quiero recuperar a mi esposa— remarcó él con gran seriedad y, con cada palabra que soltaba, Leaht solo se sentía más y más alterada— Sé que todo esto lo hiciste sólo porque convertí a Amanda en mi amante, pero ya te dije…— trató de acercarse más, pero, al ver a la mujer retroceder, decidió detenerse— Sólo quería usar a Amanda para que tuviese a nuestro hijo.
Cuántas veces la mujer no había escuchado esa absurda excusa que ella sentía como una herida más en su corazón. Era una locura que ese hombre había sacado de la nada debido al desespero por no poder embarazar a su esposa.
Ella respiró profundo antes de responder.
—Te lo dije hace tiempo y vuelvo a repetírtelo, hacer a mi hermana tu amante no era la solución— expresó la mujer rubia sonando cansada y herida— ¿Esperabas que tomase entre mis brazos al hijo de mi esposo y su amante como si hubiese nacido de mis entrañas? ¡Estás loco! Mi hermana no iba a permitirlo y yo tampoco— habló con firmeza— Ese plan tan ruin y nauseabundo sólo condujo a nuestro matrimonio al desastre ¿Qué más quieres para dejarme en paz?
Leaht Kleys Wilson había estado comprometida con Magnus desde la niñez, debido a un antiguo pacto entre las dos familias. A pesar de ser un compromiso arreglado ella sinceramente se enamoró de su marido e hizo todo lo posible por complacerlo, pero ese amor solo la destrozó y las marchitó por dentro.
—Ahora me ves así sólo porque estás molesta, cariño, pero estoy seguro que, después de que la prueba arroje que yo soy el padre de la bebé, volveremos a ser felices— sonrió de una manera que le resultó desagradable a Leaht— Quiero que respondas, Leaht— la voz de Magnus adquirió un tono siniestro— ¿Volverás a ser mía?
La mujer frunció profundamente su ceño y abrió su boca dispuesta a hablar para negarse de manera rotunda ante aquella clara amenaza, pues no se dejaría amedrentar de nuevo por Magnus, pero, antes de que cualquier palabra saliese de sus labios, alguien la interrumpió…
—Vaya, eso no está nada bien...— se oyó una tercera voz en un frío tono calmado y de inmediato el corazón de Leaht dio un vuelco— ¿Planeas robarte a mi esposa…Hermano?
Era Marcus…El esposo de Leaht.
Marcus y Magnus Kleys eran hermanos gemelos, sus físicos eran asombrosamente similares, como si fuesen dos gotas de agua, por eso habían confundido a Magnus con Marcus y lo habían dejado pasar pensando que era el esposo de Leaht.
Ambos eran altos, con su cabello espeso y n***o como la misma noche, mientras sus ojos eran de un vibrante azul similar al cielo que dominaba la tierra, sus miradas eran penetrantes e intensas y poseían un gran atractivo y rasgos masculinos bastante llamativos; pero, a pesar de ser tan parecidos físicamente, sus personalidades eran tan contrarias como el agua y el aceite. Magnus tenía una personalidad más arrogante, ambiciosa, explosiva e impulsiva, mientras que Marcus era más amable, paciente, gentil y dulce.
Magnus se sintió molesto de inmediato y se volteó para ver a su hermano que se encontraba en el umbral de la puerta de la habitación. Para Magnus, aquel hombre que tenía su mismo rostro, era solo su rival y el hombre que quería arrebatarle a su esposa y a su hija.
—No te metas en esto, Marcus...— gruñó furioso el hombre, mirando a su gemelo— Esto es un asunto entre Leaht y yo…
—Leaht es mi esposa— remarcó de manera tranquila, pero firme haciendo enfurecer aún más a Magnus— Todos sus asuntos me conciernen y más cuando son tan desagradables como este, Magnus.
—Desagradable es lo que me hiciste a mí— expresó de manera feroz el hombre— Te volviste amante de mi esposa y la motivaste a que se divorciase de mí para después casarse contigo, todo esto mientras ella llevaba a mi hijo en sus entrañas ¿Quién es más desagradable aquí?
—No tienes derecho a hablar de cosas que no sabes, Magnus— habló Marcus, sintiéndose indignado por la manera en la que su hermano veía las cosas— Sabes perfectamente que todo esto se produjo porque tuviste la brillante idea de serle infiel a Leaht y, no con cualquier persona, sino con su propia hermana…
Leaht miraba preocupada aquella escena, pues no quería que ambos hermanos empezasen a pelear ahí frente a la bebé. La mujer estaba todavía dolorida y cansada por la ardua labor del parto, quería descansar, pero en aquella situación no podría descansar tan fácilmente.
Marcus desvió la mirada de su hermano y se centró en su esposa y fue cuando sus ojos conectaron. El hombre quiso transmitirle calma con la mirada, para que su esposa no se preocupase, pues no quería que su mujer se preocupase de más. No pudo evitar quedar conmovido con la imagen de Leaht sosteniendo a su hija entre sus brazos y tampoco pudo evitar pensar que se veía preciosa con su cabello rubio atado y con sus ojos más brillantes que nunca, pero para poder disfrutar de aquella imagen y poder conocer correctamente a su hija, debía primero encargarse de aquel tema tan importante.
—Magnus, creo que no estamos en el lugar, ni en el momento adecuado para hablar de esto ¿Te importaría seguirme para arreglar esto?— él hablaba con voz amable, pero se notaba que estaba molesto por todo el acoso que Magnus tenía en contra de Leaht desde que se enteró que estaba embarazada— No creo que quieras armar una escena aquí ¿O sí?
Marcus señaló la puerta, como invitándole a salir y así poder arreglar las cosas. Magnus observó aquel gesto en silencio, mientras apretaba aún más fuerte sus puños. Él era consciente que se estaba aferrando a una esperanza vacía para poder recuperar a Leaht, pues ya se habían divorciado y ella ya se había casado con otro hombre, pero aún así se negaba a dejar ir así de fácil a la mujer que había sido destinada para él desde que eran unos niños.
Para él su única esperanza radicaba en el resultado de la prueba de paternidad, pues él tenía una posibilidad de ser el padre de la niña, por las fechas, pero también podía ser un error. Magnus no quería ir con Marcus, pues quería quedarse y poder estar más tiempo con la bebé, pero, al voltear y ver a Leaht con esa mirada tan cansada, no quiso agobiarla más y, a regañadientes, le hizo caso a su hermano gemelo.
Al pasar a su lado golpeó su hombro adrede en un acto de provocación y salió de la habitación, dejando a Leaht con Marcus. Los ojos de Leaht se clavaron en su esposo. Ella seguía preocupada, pues no quería que Marcus saliese herido por culpa de Magnus, sabía que su exesposo era muy impulsivo y temperamental, por eso se preocupaba por el bien de Marcus.
Por otro lado, el hombre sólo le sonrió a Leaht y quiso acercarse a ella para colmarla de besos y para poder sostener a hija, pero sabía lo impaciente que era Magnus así que no podía hacerlo esperar y él quería solucionar aquel problema de una vez por todas.
Antes de salir del lugar, él gesticuló con los labios “Ya vuelvo” antes de girarse por completo y caminar hasta la salida dejando a Leaht sola en la habitación con la bebé entre sus brazos.
La mujer rubia suspiró con profundidad rogando que todo saliese bien, pues estaba cansada de toda aquella situación. Desde que Magnus se enteró que Leaht estaba embarazada no hizo otra cosa que atormentarla, ella se enteró que estaba embarazada después del divorcio, pero no tenía la certeza de quién podría ser el padre de su bebé.
—No te preocupes, cielo…— le habló con suavidad a la bebé que empezaba a inquietarse entre sus brazos— Papá pronto vendrá a saludarte correctamente— dejo un suave beso en su mejilla, mientras la arrullaba con dulzura— Tranquila, todo estará bien; nunca permitiré que te aparten de mi lado. Mamá siempre estará para ti…Mi pequeña Luna.
Porque Leaht lo arriesgaría todo por la felicidad de su bebé.