Narrador Omnisciente:
…Era…Su exesposo…
El guapo hombre de ojos azules y cabello n***o ladeó su cabeza confundido por las palabras de la mujer y solo sonrió en gran manera al verla, pues se veía tan preciosa como siempre y más sosteniendo a “su” hija entre brazos, para Magnus era una vista verdaderamente magnífica.
—¿Qué pasa, cariño?— cuestionó el hombre con los brazos colmados de regalos para “su” hija recién nacida, desde peluches hasta globos de todas las formas, colores y tamaños. Eran regalos para la pequeña bebé— ¿No reconoces el rostro de tu esposo?
—Claro que conozco muy bien la apariencia de mi marido— replicó la mujer rubia atrayendo a su hija a su pecho en un intento inconsciente por tratar de protegerla del recién llegado— Aunque le mundo entero los confunda yo siempre sabré diferenciar a mi esposo de mi cuñado…Por eso pregunto ¿Qué haces aquí?
La sonrisa y alegría en el rostro del atractivo hombre se esfumó al oír el tono ácido en el cual le hablaba la mujer rubia.
—Vine a ver a mi esposa y a conocer a mi hija recién nacida…
—¡No soy tu esposa!— exclamó la mujer rubia sintiéndose más indignada ante el descaro del hombre frente a ella— ¿Cuándo vas a entender que tú y yo nos divorciamos? Yo hice mi vida al lado de otro hombre…
—¡Te casaste con mi hermano!— exclamó el hombre de ojos azules sintiéndose alterado por todo lo que oía— Me pediste el divorcio por pequeñeces en un intento de llamar mi atención y decidiste casarte con alguien que llevaba mi sangre ¿Cómo quieres que entienda tal descaro?
—¿Pequeñeces? ¿Dices que fueron “pequeñeces?— expresó sin aliento la mujer, mientras su pecho se sentía presionado— No puedo creer que digas que fueron pequeñeces todo el sufrimiento que tuve a tu lado. Más descaro fue el tuyo al…
—¡No pienso discutir contigo!— volvió a exclamar el hombre de ojos azules— Traté de explicarte una y otra vez mis intenciones, pero no quisiste entender ¡Estaba desesperado!— gruñe el hombre dejando todo lo que traía entre sus brazos en uno de los muebles de la habitación para después mirar a la mujer en la camilla— No pienso dejar las cosas así, Leaht— la mujer tembló al oír la manera en la que el hombre decía su nombre— Sé que la niña es mi hija y vengo a reconocerla como tal y a que tú…—La señala— Vuelvas a ser mi esposa…
La mujer rubia no podía creer lo que estaba oyendo de la boca del que, alguna vez, fue su marido. Tantos años de matrimonio los llevaron a ambos al fracaso, hubo tanto dolor y lágrimas por parte de la hermosa rubia de dorada mirada y todo había sido porque, en todos los años que estuvieron juntos, ella no logró quedar embarazada.
"Tu vientre está muerto ¿Cómo puede servirme una mujer así?"
"Incapaz de dar vida, eres un desperdicio"
"Todo esto es tu culpa por no darme lo que deseo"
Esas son algunas de las cosas que Magnus le decía cuando ya no aguantaba el enojo al ver que cada uno de los intentos por embarazar a Leaht fracasaba. Para Leaht era un completo descaro todas las palabras que oía por parte de su exmarido, pues ella trató todos esos años de hacerlo feliz y ella también sufría al no quedar embarazada, pues ella deseaba con fervor ser madre, pero en lugar de hallar consuelo en su marido, solo encontró palabras hirientes, rechazos, humillaciones y amargura.
Por eso ella...Pidió el divorcio.
—Me pediste el divorcio en un intento desesperado por llamar mi atención...—continuó hablando el hombre de pelinegra cabellera—Si reconoces tu error, planeo perdonarte el desliz que tuviste con mi hermano y volveremos a ser una feliz pareja ahora con el fruto de nuestro amor...
—Ella no es tu hija...—siseó Leaht sintiéndose como un animal acorralado— ¡Es hija de Marcus!
El hombre detuvo su andar en seco al oír esa desagradable declaración provenir de la mujer con la que él había se había casado.
—Quisiste divorciarte de mí sabiendo que tenías a mi hijo en tu vientre— la acusó sintiendo como todo su cuerpo hervía en coraje por las afirmaciones de la hermosa rubia— Y, no conforme con ello, llevaste nuestro caso hasta las últimas consecuencias para humillarme en público diciendo que te querías casar con tu amante y que ese amante era mi hermano ¡Mi hermano!
Leaht respiró profundo para tranquilizarse y responder ante semejante acusación. Debía mantenerse tranquila para enfrentar al hombre que tanto amó y que ahora aborrecía con la misma fuerza con la que lo amó. Cualquiera que escuchase a Magnus Kleys pensaría que la mujer cruel era Leaht, pero lo cierto era que él no reconocía todos el dolor y sufrimiento que pasó Leaht a su lado.
—Primero que nada, no grites, asustarás a mi bebé— mencionó en todo serio la mujer abrazando aún más a ese pequeño ser que parecía un poco inquieta— Segundo, te pedí el divorcio porque nuestra relación era insostenible y todo estaba irremediablemente roto desde que decidiste meter a vivir a nuestra casa a esa zorra que tienes por amante para que ella tomase mi lugar— aclaró Leaht hirviendo en rabia e indignación— Tercero, tu fuiste el culpable de todo, pues en todos los años que duramos casados siempre me reprochaste y me humillaste al no poder quedar embarazada ¿Y ahora dices que está bebé es tuya? Es usted un inconsciente, señor Kleys y por último...—gruñó molesta recordando todas las humillaciones que recibió en todo ese tiempo— Quedé embarazada cuando nuestro divorcio ya era un hecho, justo cuando nuestra relación estaba completamente rota y tu te negabas a tocarme, lo que quiere decir que la niña es de Marcus, mi legítimo esposo.
—¿Cómo pudiste hacer a mi hermano tu amante? ¡Todavía eras mi esposa cuando te revolcabas con él a mis espaldas!— se molestó el hombre al recordar la humillación que sintió al recordar como se enteró de ello— ¿Me dices a mí descarado cuando la descarada eres tú?
—Ojo por ojo, diente por diente, querido— expresó la mujer rubia mirando fijamente al hombre con sus ojos centelleando en furia— Metiste a tu amante en nuestra casa, la hiciste dormir en nuestra cama manchando con su asquerosidad mi hogar y no te importó todo lo que te supliqué que no lo hicieras, jamás me escuchaste y, no conforme con eso....— Leaht sentía como su pecho dolía, aún la herida era reciente por eso dolía, pero no quería volver a verse miserable ante Magnus nunca más— No pudiste encontrar otra mujer para que fuese tu amante sino que preferiste tomar a mi hermana ¿No es así?
Así es, el matrimonio de Leaht y Magnus había sido muy delicado desde que se supo que sería difícil para Leaht quedar embarazada. Los esposos vivieron tratando de mantener su inestable relación. Leaht trataba por todos los medios complacer a Magnus para que fuese feliz y Magnus se sentía cada vez más desesperado ante el fracaso, fue ese mismo desespero lo que lo había orillado a cometer errores irreversibles.
La mujer rubia sufrió cuando se enteró de la traición de su esposo y su sufrimiento fue todavía peor al saber que esa amante era su propia hermana, Amanda Wilson.
Magnus retrocedió al oír lo que su exesposa le reclamaba en tono colérico y sintió una desagradable punzada en su pecho.
—Sabías que tu estúpido plan no daría resultado y aún así, ignorando mis súplicas, seguiste adelante queriendo embarazarla con la absurda excusa de que yo jamás tendría un bebé— continuó Leaht su acusación— Pues ahora obsérvame, un bebé nació de mi vientre y fue producto del amor de otro hombre…
—Esa niña es mi hija— aseguró Magnus apretando sus manos en puños —Estabas embarazada antes del divorcio y por ende yo soy el padre de esa criatura— Leaht tembló al oír lo que decía el hombre— Como quedó acordado ya fueron tomadas las muestras pertinentes para que Marcus y yo nos hagamos la prueba de paternidad…