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Después del Divorcio

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intro-logo
Blurb

Leaht Kleys es una hermosa mujer amable, dulce e inteligente que está entregada por completo a su matrimonio con su esposo Magnus Kleys, un hombre ambicioso, arrogante e impaciente que se casó con Leaht por un acuerdo entre sus familias, pero que llegó a amarla...A su manera.

Ella quiere complacer a su marido y es por ello que trata por todos los medios quedar embarazada, pero...Ella no puede quedar embarazada.

Cansado y desesperado con la idea de tener un hijo, Magnus toma una decisión precipitada que pondrá en riesgo su vida matrimonial.

Él decide tener una amante y un día la lleva a casa para así llevar a cabo su plan, pero eso hace que todo su matrimonio caiga a pedazos de manera muy rápida.

Con el corazón herido y los sentimientos hechos trizas, ella busca refugio en otros brazos y encontró un amante que revivirá la chispa que Magnus apagó y la ayudará a sanar las heridas de su matrimonio fallido, ese amante es nada más y nada menos que Marcus Kleys, el hermano gemelo de Magnus.

Leaht no quiere seguir casada con su infiel esposo, así que le pide el divorcio y con mucho esfuerzo lo consigue, pero hay algo que sorprende a todos y hace que la vida de la mujer cambie de manera radical...Leaht está embarazada.

Pero ella no sabe de quién es el bebé, si de su actual amante o de su ex-marido. Las cosas se complican.

¿Acaso ese bebé fue concebido antes o... Después del Divorcio?

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Capítulo 1
Actualidad... Narrador Omnisciente: “Tan brillante...” Pensó de manera distraída aquella hermosa y delicada mujer que admiraba absorta el cielo desde la gran y cristalina ventana de su habitación de hospital. Tan azul y extenso aquel cielo, como un manto lleno de calidez. Su mente divagaba en un sinfín de pensamientos y conflictos internos que no le daban ningún descanso a su mente. Su cuerpo se sentía extraño y adolorido, pero ella se sentía satisfecha, muy feliz y también muy ansiosa. ¿La razón? —Señora Kleys... Había llegado una invitada, pero la mujer que admiraba el cielo ni siquiera la había notado, aún cuando ésta la llamó. —Señora Kleys... Volvió a llamarla, pero aquella mujer parecía atrapada en otro mundo sin ser capaz de responder a quien la llamaba con suavidad. —¡Señora Kleys! La mujer al fin reaccionó sobresaltándose ante esa inesperada exclamación que la llamaba y se giró con los ojos muy abiertos a mirar a la mujer que la había llamado recientemente encontrándose con un rostro familiar. —L-Lo siento, Rita—se disculpó sonrojada al no haberle prestado atención a la enfermera que había cuidando de ella desde que había entrado al hospital hace algunas horas atrás— No oí cuando llegaste... La señora de mediana edad y de cabello castaño con mechones blancos solo sonrío con dulzura hacia esa hermosa rubia que parecía una muñequita de porcelana. —No debe preocuparse, señora—le restó importancia al asunto con una sonrisa en los labios la amable enfermera. Aquella hermosa mujer era Leaht Kleys, una mujer de larga cabellera rubia como hilos de oro y ojos atrapantes color similar al trigo, tan claros que dejaban perplejo a quienes los mirasen. Una mujer que se veía tan delicada y hermosa, cómo si hubiese sigo tallada minuciosamente por algún artista talentoso. Su cabello dorado se encontraba atado en una trenza desordenada y su rostro se veía algo desaliñado, pero no había duda de que aquella caótica apariencia era encantadora con todo aquel brillo que reinaba en su hermoso rostro. Los ojos de la mujer rubia se centraron en un pequeño bulto en envuelto en telas que traía la enfermera cuidadosamente entre sus brazos. Leaht sintió que se quedó sin aliento al ver aquello y de inmediato su corazón dio un vuelco. —¿Esa es…?— pregunto en a penas un hilo de voz y apretó con fuerza la suave sábana que cubría si cuerpo adolorido. Sus ojos se fueron cristalizando poco a poco y más cuando la mujer de mediana edad extendió con mucho cuidado aquel pequeño bulto hacia Leaht con una sonrisa adornando rostro. —Así es, mi señora—la enfermera de mediana edad descubrió un poco la manta para que la rubia de ojos dorados mirase mejor el interior—Es su bebé, una hermosa y saludable niña. Las lágrimas empezaron a adornar los inusuales y hermosos ojos de la mujer rubia que se esforzaba por contener el llanto, pero es que aquel suceso era tan irreal para ella, todavía no podía asimilar que esa pequeña bebé que parecía tan frágil fuese su hija y que hace a penas algunas horas había estado dentro de ella. —Es...Tan linda...—expresó con la voz rota y sintió como su corazón se encontraba acelerado y todo su cuerpo estaba temblando más que una gelatina. —Sí, es una bebé preciosa—concordó la enfermera con una sonrisa— Y quiere recibir el primer abrazo de su mamá ¿No es así, bebita? Leaht quería sostener a su hija, pero tenía miedo de hacerla caer o lastimarla, pues se veía tan delicada y pequeña, además, Leaht nunca había cargado a un bebé recién nacido antes. —Tranquila, mi señora— la tranquilizó la mujer de mediana edad al notar el creciente miedo en la madre primeriza- Su instinto maternal la guiará... La mujer rubia respiró profundo y extendió sus brazos temblorosos, para poder cargar a su bebé por primera vez. Cuando Leaht tomó a su hija entre sus brazos sintió como aquel tsunami de emociones se desató en su interior. —Tan pequeña y delicada...—murmuró la rubia de ojos trigueños con sus ojos colmados en lágrimas— ¿En serio es mi hija? La mujer de mediana edad miró con ternura aquella escena. Por su trabajo estaba acostumbrada a ver escenas similares todos los días, pero esta se sentía un poco más especial que el resto y le resultaba tierna la manera en la que aquella hermosa rubia hablaba con incredulidad. —Así es, señora—expresó la amable mujer, mirando la hermosa escena—Será una niña de gran belleza cuando sea mayor, lo digo porque usted y su esposo son personas muy atractivas. Todo el cuerpo de Leaht se congeló al oír el halago de la amable mujer. La enfermera desconocía todo lo que había tenido que pasar la hermosa rubia para lograr quedar embarazada, todo el sufrimiento y lágrimas que tuvo que derramar para llegar hasta ese momento el cual ahora estaba viviendo. Habían sido muchos años los cuales Leaht había tratado de quedar embarazada, tantos intentos fallidos, tantas decepciones y humillaciones que, aunque habían valido la pena por ese único momento en el cual podía sostener a su hija entre sus brazos, había sido muy difícil para la hermosa rubia. La mujer le sonrió a la enfermera para disimular todo el temblor que recorría su cuerpo en menos de instante por lo que le decía de manera inocente sin saber toda la situación de la mujer. —Muchas gracias, Rita— le agradeció la mujer rubia mirando con fijeza a la bebé que sostenía entre sus brazos, mientras tocaba con delicadeza su pequeño rostro. “Se parece a Marcus…” Pensó conmovida y alegre la mujer rubia al ver el gran parecido que tenía la bebé con su esposo, el padre de la criatura, y pensó que también heredaría su carácter tranquilo, pues entre sus brazos la pequeña solo dormía con tranquilidad. —Señora, su esposo está muy ansioso por conocer a su hija…—comentó de pronto la enfermera haciendo que Leaht detuviese todo movimiento de su cuerpo y alzase su mirada para clavarla en la enfermera de mediana edad— Ha estado muy nervioso y preocupado, mientras pide entrar a verla ¿Desea recibirlo? —¿Mi esposo?— cuestionó la mujer rubia con el ceño fruncido, pues Marcus (su esposo) había estos ahí con ella en todo momento y estuvo ansiando conocer a la bebé, pero tuvo que salir de urgencia a responder una llamada importante, pero le aseguró a Leaht que pronto volvería, todo eso ocurrió hace pocos minutos atrás, así que lo que dijo la enfermera la extrañó muchísimo. Rita asintió en dirección a Leaht y, aunque le pareció un poco raro, decidió no hacerle caso a esa parte de su cerebro que le gritaba que estuviese alerta. —Bien, Rita— accedió con una sonrisa en los labios la bella mujer— Él también tiene derecho de conocer a nuestra hija, así que déjalo entrar—Leaht volvió a ver a la bebé, mientras tocaba con su dedo la suave piel de la mejilla de la bebé— Tú también quieres conocer a papá ¿No es así, cariño? La mujer de mediana edad sonrió con dulzura ante la interacción madre e hija y asintió en dirección a la hermosa rubia que parecía distraída con su bebé, mientras la enfermera daba una vuelta sobre sus talones para ir en busca del hombre que quería con ansias conocer a su bebé. —Mi bebé…—susurro con suavidad y dulzura Leaht hablando con su bebé cuando ya se encontraba sola en la habitación— Eres más hermosa de lo que me imaginé…—hablaba con voz rota, pues la invadían grandes sentimientos y no podía evitar tocarle el pequeño rostro a su hija para comprobar que era real y no una fantasía— Al fin te tengo entre mis brazos, pensé que moriría esperándote y ahora aquí estás…—una lagrimita se escapó de sus ojo derecho seguida de muchas más, pues en ese momento recordó todo lo que tuvo que vivir para lograr quedar embarazada y fue casi un milagro que lo haya logrado— No sabes lo que tuve que pasar, cariño; pero es mejor así, a partir de ahora solo me dedicaré a hacerte feliz y a vivir por ti…—abrazó a la pequeña bebé que dormía tranquilamente sin saber que lo que su madre decía era un juramento, un gran juramento de amor— Todo mi sufrimiento será solo mío y no permitiré que nadie te lastime. Ese será mi juramento. Leaht sabía que las cosas a penas estaban comenzando, pues ella tenía muchos problemas por enfrentar, pero ahora tenía algo a que aferrarse y ese “algo” era la pequeña bebé entre sus brazos. Para la mujer rubia era aún algo increíble que pudiese sostener una bebé nacida de sus entrañas después de los resultados tan desalentadores que había tenido esos últimos años en los cuales había intentando quedar embarazada. Fueron muchos los años los cuales ella intentó quedar embarazada y solo lo logró después de… —Cariño… De pronto la hermosa rubia escuchó una voz familiar y sonrió enormemente emocionada, pues quería que su esposo conociera a su hija para ver lo emocionado que estaría de conocer a la bebé, así que alzó su mirada para verlo, pero, tan pronto cuando sus ojos cayeron en la persona recién llegada, su sonrisa se borró, pues sabía de quién se trataba y no era una sonrisa muy grata. —¿Qué haces aquí…Magnus?—preguntó de manera seria y tajante la hermosa rubia con el ceño fruncido demostrando todo el disgusto que sentía ante la reciente visita. Era...Su ex-esposo quién había ido a visitarla...

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