Luego de dejar el lugar. Jared y yo seguimos a todos en su coche. Cuando llegamos a casa, me deshago del vestido de novia, lo dejo en una bolsa para basura que espero no ver más. —Puedo ver que estás desesperada por irte, puticienta —susurra Alondra sentada junto a la piscina mientras los demás se divierten. —Cállate— la miro con una sonrisa— Si estuvieras en mi lugar, también estarías así. —Amo cuando tu adorado y sexi hermano me voltea como media y me hace lo que quiera. —¡No lo digas! — exclamo y ella se ríe con ganas— No necesito saber que tú y mi hermano copulan. —¿Copulan? — repite antes de reír —Venga, reverenda. No diga mamadas. Le hago un gesto con mi dedo. —Solo diré que tu hermano no hace nada a medias. —Eres insufrible—. Niego, pero La risa me gana y terminamos riendo