OCHO AÑOS ANTES.
Palermo - Italia.
El Nonno se ha ido.
El patriarca de la familia Massini ha partido. Eso ha dejado mi corazón dolorido y triste.
Extrañaré la forma en que compartía conmigo. Nuestras caminatas por el jardín, sus clases de negocios que me aburrían hasta morir. Pero, que eran parte de sus consejos.
Echaré de menos cuando me defendía de mis padres cuando hacía alguna travesura.
Era el mejor.
Estoy sentada en el jardín de su casa, mientras miro al interior donde la familia está reunida.
Mi padre está triste, y aunque mi madre ha estado con él, sé lo que papá amaba a su abuelo.
Demetrious Jonhson. Es un hombre duro e implacable en los negocios. Sin embargo, para mis hermanos mayores y yo, es nuestro papá. El hombre que nos dio las herramientas para ser mejores seres humanos, también es el que me consiente hasta más no poder.
Sí. Lo admito, soy la niña de papá
Pero, por otro lado. Mi madre, Brianna, es la que mantiene la situación estable. Ella es amorosa, y una mujer que mantiene todo en orden.
Una sonrisa tira de mis labios cuando la veo de pie en una de las puertas, mientras tiene rodeado a mi padre y él juega con su cabello rojo.
Niego cuando la brisa mueve el mío y lo aparto de la cara con un resoplido.
—Hola, Cherry.
Miro a un lado, y encuentro a Jared Baker, el mejor amigo de Dylan, mi hermano mayor.
Y la persona de la cual estoy enamorada desde que recuerdo.
Pero, uno. Yo tengo diecisiete y él me lleva diez años. Dos, me trata como a una hermana pequeña.
Pero, estoy casi segura de que él sospecha de mis sentimientos.
Patético.
—Cherry, ¿Estás bien? —susurra tomando mi mano y dándole un apretón reconfortante.
Casi nunca me llama por mi nombre. Me ha llamado Cherry desde que lo conozco.
Miro sus ojos marrones claros.
—¿Si? Lo siento, Jared —niego —¿Cuándo llegaron?
—Esta mañana —mira a la casa y después a mí. —Le dije a Dylan que te buscaría.
Asiento.
Dylan no estaba en Sicilia. Él, estaba al frente de la agencia de publicidad para que mis padres pudieran estar aquí.
Luca. Mi segundo hermano, está comenzando su último año en la universidad. Pero, aprovecho las vacaciones de verano y venir con nosotros.
—¿Necesitas algo? —inquiere —sabes que puedes decirme lo que sea
Sonrío.
—Lo sé. Creo que iré a saludar a Dylan.
Me pongo de pie, y aliso mi vestido n***o. Jared alarga una mano y mete uno de mis mechones rojos detrás de la oreja.
Ambos hacemos el camino hasta el interior.
—¿Qué tal, tú?— Inquiero mirándolo de lado.
—Trabajando todo el tiempo —dice de manera escueta.
Jared, proviene de una familia inglesa dedicada a la elaboración de joyas. Toda una dinastía respetable.
Pero. Jared, tiene una relación muy hostil con su padre. El hombre quería dominar a todos y eso dejaba como resultado una relación de padre e hijo muy tensa.
Llegamos al salón dónde toda la familia está reunida. A un lado, están mis abuelos y primos, al otro lado veo a Luca junto a nuestro hermano mayor, Dylan.
Este último, al verme, me estudia antes de abrir sus brazos.
Me acerco en dos zancadas y hundo mi rostro en su pecho al tiempo que se me reconforta.
—Lo siento —susurra con voz ronca —Llegué lo más rápido que pude.
Asiento.
Dylan es alto, su cabello oscuro y ojos verdes lo hacen llamativo ante las mujeres. Además de tener un cuerpo atlético debido sus años como jugador de fútbol americano. Sé que, de no haber sido por la lesión en su último año en la universidad, habría seguido una carrera exitosa dentro del deporte.
De hecho, él y Jared fueron compañeros de equipo. Mientras Dylan lo dejo por la lesión. Jared renunció por exigencias de su familia, a la cual le parecía ridículo que él hiciera un deporte que ellos consideran de muy baja categoría.
Malditos snobs.
—No has dormido nada, ¿Cierto? —me amonesta.
—Solo un par de horas —confieso —No quería dejar a papá.
—Estoy bien, cariño.
La voz de mi papá llega hasta nosotros, y saluda a Jared antes de mirarme.
—Deberías ir a la habitación.
—No. Aquí me quedo hasta que todo termine.
Sus ojos grises, iguales a los míos, me miran en silencio antes de negar.
—Eran tan terca como tu madre —susurra.
—Yo opino que es igual a ti, hasta la médula, Jonhson —sonrió ante las palabras de mi madre.
Me acerco a mi padre y dejo un beso en su mejilla.
—Somos un equipo, y aquí nos quedamos —asiente antes de inclinarse y dejar besos en mi cabeza.
Miro a Jared que, me mira con una expresión indescifrable.
Sonrío y miro a otro lado cuando me sonrojo bajo su mirada.
⭐⭐⭐⭐⭐
Dos meses después.
—¡Marcella! —el grito me hace poner los ojos en blanco, y sigo mi camino como si nada.
—Marcella, aguanta el paso —gruñe Alondra. Mi mejor amiga y compañera de clases.
—Apura el paso —replico sin voltearme. —Tengo que llegar a mi clase de ballet—. Miro la hora y hago una mueca al darme cuenta de que la señorita Muriel va a echarme bronca.
—¡Joder! Parece que llevas un motor en el culo.
Me rio ante el desparpajo de esta.
—Quieres que te acerque a tu casa o puedes ir en el autobús.
Resopla.
—Lo siento.
—Debiste haberme hecho caso, y no escaparte a la fiesta. Tendrías tu auto.
—Sí. Bueno, no me arrepiento— suspira —Fue la mejor noche de mi vida.
—Yo lo miro como perdida total —digo cuando llegamos a mi Mercedes— Perdiste tu coche y tu virginidad —ladeó la cabeza —¿Qué te quedó?
Frunce el ceño.
—Los buenos momentos.
Dice con chulería echando su cabello n***o, rizado hacia atrás.
—Eres incorregible —murmuro subiendo al auto.
Ella lo rodea y sube.
—Deberías dejar de pensar en Jared y hacerle caso a Clark.
Bufo.
—Clark solo quiere explotar mi cereza, y adiós cariño —la miro de lado —Tengo dos hermanos mayores, sé cómo opera la mente masculina.
Se ríe.
—En cuanto a Jared. Lo veo como a un amigo— miro al frente, enciendo el motor y salimos de la preparatoria.
—Al que te quieres comer.
—¡Alondra!
—Marce. Estás hablando conmigo—. Chasquea los labios —Si yo fuera tú. Ya le habría dicho que me gusta.
—Es el mejor amigo de Dylan y es mayor que yo.
Me repito las mismas excusas para no sentirme decepcionada.
—Además, no lo veo desde el funeral del Nonno— me detengo en un alto y miro a mi amiga. —Su trabajo está en Londres.
—Es una lástima. Yo creo que deberías confesarle lo que sientes—. Insiste por enésima vez.
—¿Tú crees?
Avanzo en el camino.
—Sí. Que pasará cuando vayas a la universidad.
—No me lo recuerdes. Papá no quiere que vaya a Nueva York.
—Eso es una mierda. —Cuchichea— Pensé que sería nuestra oportunidad de salir de farra, sin que el señor Jhonson tenga un ojo sobre ti.
Hago una mueca.
Estaciono a unas calles de su casa.
—Te veo mañana.
—Claro que sí, vida —me guiña mi loca amiga.
—Te quiero.
—Yo, más —me lanza besos mientras baja del coche y yo continúo mi camino.
Quizás, Alondra tiene razón.
Diez minutos después, estoy entrando a la academia de ballet.
Me encanta el arte, pero no como para hacerlo a nivel profesional.
No.
Mi trasero italiano no me ayuda, y tampoco lo mucho que amo su comida.
Así que, lo hago por la disciplina.
—Señorita, Jonhson— ladra la señorita Muriel al verme.
—Lo siento.
—Tiene cinco minutos para ponerse al tono con sus compañeras.
Asiento y corro con mi bolso donde llevo mi leotardo y zapatillas.
Alejo mis pensamientos de Jared, y lo que debería hacer para concentrarme en mi clase.
**PRÓXIMAMENTE**