Alexander

1493 Words
—¿Qué te parece si vamos por ahí? — ella me miraba expectante con sus ojos verdes el bosque implorando para que la acompañara en su pequeña travesura. —No veo por qué no. Se decía que en ese bosque hay muchas cosas raras y con vida. Desde arañas asesinas hasta criaturas mitológicas. Como no iba a dejarla ir sola, acepto ir. Pase de ser su amiga a ser guardaespaldas y niñera. Ella sonríe y me jala del brazo. La niña, emocionada, empieza a dar saltitos mientras camina. Yo tengo las manos dentro del bolsillos y voy silbando una canción. Nos adentramos en el bosque aunque sentí que no debíamos estar ahí. Los árboles espesos no nos dejaban pasar con facilidad, pero nos las arreglamos. Miluska se separó de mí y yo encontré un árbol en el cual recostarme mientras la veía jugar con su varita. Me doy la vuelta y tomé interés en un árbol viejo y hueco. ¿Qué hacia un árbol viejo y casi seco en medio de tantos árboles grandes y sanos? —Encended — mi varita desprendió una esfera de luz que levitó entre mis manos y luego se adentró en el interior del árbol. El interior era húmedo, como cualquier otro árbol, pero a la vez se sentía raro, como si se hubiese secado a la vez. Meto mi mano hasta el fondo y extraigo un pequeño espejo de mano. Era un espejo muy extraño, en su revés tenía grabado una runa. En mis años de vida había estudiado runas antiguas y esta en particular podías relacionarla a los muertos y su pasaje al otro mundo. —¡Suelta eso! — me gritan desde atrás. Volteé con mi varita en mano y me encuentro cara a cara con un chico de ojos esmeralda armado con una varita. El chico llevaba el uniforme de la escuela por supuesto, pero con una bufanda verde de color verde y plateado. —Suéltalo — me repitió un poco más bajo ¿intentaba ser amable ahora? —¿Es tuyo? — le pregunté extendiéndole el pequeño espejo circular. —Es de mi padre, pero yo lo cuido. —Que buen trabajo que haces... — murmuré para que no me oiga. —Dame el espejo. — exigió todavía con el tono amable. —Está bien, te la daré. ¿Pero por qué tienes un objeto tan valioso en un árbol? Cualquiera podría encontrarlo ahí, debes buscar otro escondite. El chico de cabello n***o palideció, pero bajó su varita. Se acercó a mí y tendió su mano para que le diera el espejo. Se lo di. —¿Sabes lo que es? — me preguntó sacudiendo un poco la tierra del espejo. —Según la leyenda había un espejo que te permitía comunicarte con los muertos y si eras lo suficientemente poderoso podías hasta traerlos a la vida momentáneamente. —Estás muy bien informada al parecer. — él sonrió un poco intrigado por la clara descripción que di — Es un espejo muy famoso al parecer. —¿Cómo puedes estar seguro de que no es una falsificación? A decir verdad había muchas personas a lo largo de los siglos que decían haber conseguido el Espejo del Alma, pero todas habían sido falsificaciones. Fácilmente aquel podría ser falso. —¿Realmente crees eso? Mira esto. Él apretó el espejo en su mano y este emitió un destello azul. Al otro lado del espejo yacía la figura de un joven pelirrojo que miraba a todos lados como si se preguntara donde estaba. —Tío Fred. — el chico lo llamó y el susodicho muró directamente a través del espejo y sonrió. — Lamento molestarte. —Sobrino — dijo con voz nostálgica, como si recordase lo que era estar vivo — De eso nada. No hay muchas cosas que hacer en el Más Allá después de todo. ¿Podrías traerme a Maurice la próxima? Ha de sentirse solo. —Le diré que te visite cuando lo vea. El chico guardó el espejo en su bolsillo y me volvió a mirar como diciendo “te lo dije, es real”. Yo me limité a reír, era muy divertido. No le había pedido que lo demostrara, pero él lo hizo por su cuenta. Era obvio que era la verdadera, yo ya lo sabía, ningún espejo emitía un aura tan poderosa como esa. —Soy Alex, Alexander Cooper — me tiende la mano y yo deje de reír poco a poco. —Raquel — estrechamos las manos. —Tú debes ser la nueva de Galsworthy, la que entra a sexto. —Si, soy yo. — respondo claramente incómoda —Yo también entro a sexto este año. — balbuceó — No pareces una bruja malvada y atemorizante como asegura Elias. —Gracias — dije sonriendo —¡Raquel! — grita Miluska — Me atoré. Ella colgaba boca abajo cerca del siguiente árbol. Al parecer había una trampa para cazar y ella había caído en ella. Dejé a Alexander y trepé por el árbol. Desaté las cuerdas y ella cayó directo en los brazos de Alexander. Él la dejó en el césped suavemente y yo salté para caer al lado de Miluska. —¿Todo bien? — le pregunta Alexander a Miluska —Si, gracias — responde ella sacudiendo algunas hojas de su cabello moreno. Miluska salió corriendo hacia el castillo, y como yo estaba un poco cansada por trepar el árbol, así que no la seguí. —¿Quieres ir a caminar? — me preguntó Alex — No es muy agradable el bosque. La bufanda verde y plateada de Alexander relucía a la luz del Sol, al igual que mi bufanda roja y dorada. Caminamos hacia el río. Ciertamente era un lugar más agradable que el bosque. —Sabes, muchos en Scarbrough no creen que debamos llevarnos bien con los Galsworthy. Ya sabes, la competitividad siempre por delante. —¿Tú también crees eso? — pregunté, Alexander parecía buena persona. —Por supuesto que no. — me sonríe — Creo que ambas divisiones son excelentes. No me gusta mucho la rivalidad entre divisiones, no tiene sentido. —Adivino — dije — El principal que está en contra es Moresse. Él sonrió. —Así es. Últimamente no es muy amable con los de tu división. Después de todo su exnovia lo engañó con otro de Galsworthy. —Espera. — dije haciendo una seña con la mano para que dejara de hablar — ¿Su ex era de Galsworthy? —Si. — admitió Alexander —Al menos la chica tiene cerebro y lo dejó. — murmuré. —Elias no es tan malo como parece. — me dice — Es un buen chico cuando lo llegas a conocer. —Ya he tenido dos encuentros con él y en ninguno me ha parecido una buena persona. —Él intenta parecer un chico malo para que Rose "vea lo que se perdió" — hizo comillas con los dedos. Él tiempo pasó volando. En unos minutos ya era tarde y el sol ya se ocultaba. Me despedí de Alexander y caminé de vuelta a la torre. Tuve que pasar por el comedor que estaba vacío, a excepción de Moresse y uno de sus amigos con el cual practicaba el encantamiento de tortura. —¡¡Sucumbid!! — le dio de lleno al chico Me paré a un lado y los observé a ambos. El pobre grandullón se retorcía peor que Charles en el suelo. Se notaba que Moresse había estado practicando todo el día. Elias me vio, frunció el ceño y aumentó la intensidad del encantamiento. Sabía que lo hacía para demostrarme que él estaba perfeccionando su técnica. A los locos es mejor dejarlos con su locura. Rodé los ojos y seguí caminando hacia la Torre Galsworthy. —Elefantes Azules — dije al caballero guardián. — La contraseña ha cambiado. — me advirtió el caballero —¿Enserio? Salgo medio día y la contraseña cambia. Genial. Me recosté en la pared posterior a esperar que alguien llegase. —Hola — Aqua por fin llegó — ¿Qué haces aquí afuera? — me preguntó —La contraseña la cambiaron y yo ni enterada. — reclamé agitando las manos —Cierto, la nueva contraseña es: ¡Pastelitos de crema! — le dijo al guardián y nos dejó pasar. —Mi salvadora. — le acaricié la cabeza como su fuese una niñita chiquita, bueno, comparando nuestras edades, ella sí era una niña pequeña. Miluska me esperaba frente a la chimenea. Traía consigo una sonrisa traviesa y pícara como si planeara algo sumamente malvado pero divertido. Podía sentir escalofríos. —¿Qué tal te fue en tu cita con Cooper? — pregunta —¿Qué cita? — digo desviando la mirada hacia la ventana. —Oh, por favor, ¿me lo vas a negar? Los vi juntitos en el lago. —Solo estuvimos hablando — digo — La próxima, deberías aprender a diferenciar una conversación de una cita.
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