Ver la cara de Elias todo enojado y rojo de ira me dio risa. No me reprimí y reí fuertemente haciéndolo incomodar. Alexander estaba nervioso y agitaba sus manos sin parar.
—¿Cómo puedes llamarla ‘sabandija’? — Alexander salió en mi defensa, un poco tarde pero lo dijo.
—Quiero que se vaya. — dijo Elias coléricamente — No quiero ninguna Galsworthy aquí.
—Es una pena, pero te tendrás que acostumbrar. — me crucé de brazos — Porque voy a venir de vez en cuando a ayudar a Alex con Pociones Avanzadas.
—No te atreverías — dijo Elias entrecerrando los ojos amenazadoramente
—Ponme a prueba.
Pasé por su lado y lo golpeé en el hombro. Sinceramente yo diría que este encuentro fue todo un éxito para mí. Alex dijo que debía quedarse a limpiar apaciguar a su compañero de habitación, así que regresé sola a la Torre de Galsworthy. Cuando llegué vi a todos amontonados leyendo un anuncio en la pared de la sala común.
Roxan Jhonson, capitana del equipo de soccer mágico, salía resplandeciente de la multitud. Orgullosa diría yo.
—¿Qué es todo esto? — le pregunté
—¿Acaso no lo sabes? Son los horarios para escoger al nuevo buscador de Galsworthy. — dijo emocionada.
—Hacen mucho alboroto solo por eso. —murmuré restándole importancia.
—El soccer mágico no es solo un juego. — me dijo — También es pasión. Deberías inscribirte para que puedas participar de la selección.
—¿Qué te hace pensar que lo haré?
—Eres muy buena en lo que haces. Dudo que el soccer mágico sea la excepción.
Después de eso subí a mi habitación donde Miluska estaba sacando cosas de su baúl así que fui a darle una mano. Le conté sobre lo que Roxan me había dicho y que tal vez debería inscribirme para la selección.
—¿Ya lo decidiste? — me preguntó emocionada mientras se sentaba sobre su cama
—Aún no… Primero debería comprarme una escoba… — respondí en todo burlón.
—¡Entonces te compraremos una escoba! — ella gritó llena de alegría.
—¿Qué? ¡No! Solo bromeaba…
—No. Ahora mismo le pido a mi padre que te mande una escoba.
—No hables tonterías. — le dije — Yo misma puedo comprarme una si es necesario.
—Tengo una idea. — me dijo.
Ella tomó mi mano y nos sacó de la habitación. Bajamos las escaleras y terminamos escabulléndonos en el dormitorio de los chicos. Mala idea.
—¡Cooper! — gritó
Por un momento me desconcerté y pensé que Alexander andaba por ahí, pero no. Un chico de último curso abrió la puerta. Era pelinegro y tenía ojos marrones muy pícaros, pero si semblante me recordaba a Alex.
—Miluska Lakebottom — dijo él —¿Qué te trae por aquí?
—Necesitamos salir de Dartford
¿SALIR DE DARTFORD? Estaba claramente preocupada.
—Ah. Has venido con la persona indicada. Pasen.
El dormitorio de Cooper también era compartido. Todo estaba desordenado y había diversos artefactos regados por todos lados.
—Tú debes ser la nueva de sexto año. — me dijo analizándome — Todo el mundo habla de que eres amiga de mi hermano.
—¿Alex?
—Ese mismo. — él sonrió.
—Pues, sí, supongo. — respondí
—Genial, entonces si me gustará ayudarlas.
Él se agacho y comenzó a buscar algo en su baúl. Tiró algunas cosas como dulces, artefactos de bromas y hasta ingredientes de pociones al suelo.
—Ajá. — dijo sacando un pergamino en blanco — Esto las sacará del castillo.
—¿Y cómo se abre, James? — dijo Miluska mientras ponía boca abajo el pergamino y agitándolo.
—Solo debes decir: ‘Revelatio encantato’.
Ese no era el hechizo de revelación común. Tal vez esa era la forma de ocultar lo que estaba dentro y mantenerlo a salvo de otros. Con ese hechizo, el pergamino se abrió y dejó al descubierto un mapa móvil de Dartford. Había pasadizos ocultos y cámaras secretas.
—Es un mapa que me ha permitido tener muchas aventuras. — dijo James sonriendo, al parecer a diferencia de Alex él parecía ser un niño problema —Hay varios pasadizos que llevan fuera de Dartford. Por ejemplo este — señaló uno detrás de una estatua — Lleva a Tomintoul y la villa. ‘Ocultato revelatio’. — le dijo al mapa y este se cerró nuevamente.
—Es todo. Gracias, James. — dijo Miluska y cogió el pergamino.
—Un momento. — James le arrebató el pergamino de sus pequeñas manos. — Yo no ofrezco mis servicios gratis.
—Bien. Pagaremos. ¿Cuánto es? — pregunté
—¿Quién habló de dinero? — dijo sonriendo pícaramente — El precio es un besito.
Él extendió los labios y Miluska le dio la espalda asqueada.
—Vamos, Raquel, no te cuesta nada. — dijo él riendo.
—Prefiero tirarme de la torre de Runas Mágicas que darte un “besito”.
—¿Y en la mejilla? Estoy bajando el precio.
Miré a Miluska y ella estaba a punto de vomitar.
—Necesitamos el mapa. — dijo mirándome con ojos de cachorro.
Resignada me acerqué a James. Lo tomé de la corbata y lo jalé hacia mí. Me incliné y le di un beso en la mejilla.
—¿Ya ves que no fue tan difícil? — dijo y me entregó el pergamino — Cuídalo con tu vida.
Salimos rápidamente del dormitorio de chicos y fuimos a explorar aquel pasadizo secreto que aparecía en el mapa. Estuvimos buscando por unos minutos y luego encontramos la estatua de una bruja que sostenía un caldero y una escoba.
—Moved — le dije apuntando con la varita.
La estatua se mueve y nos da pase al pasadizo secreto.
—¿Qué sucede aquí? — dijo una voz a nuestras espaldas.
Miluska y yo volteamos y nos encontramos con una molesta directora Aberdeen.
—Ocultato revelatio. — conjuré inaudible para los demás, puede que nos hayan atrapado pero no podía dejar que se mostrara todo lo que dice el mapa.
—¿Qué traen en la mano? — la directora le arrebató de las manos el mapa a Miluska — ¿Un pergamino en blanco? — preguntó arqueando una ceja
—Es solo un juego. — respondió apresuradamente Lakebottom
—¿Y ese pasadizo también es un juego?
—Casualidad — respondí
—Lo dudo. — respondió la directora Aberdeen — Vayan a la sala común y si las encuentro buscando problemas nuevamente serán castigadas. Espero no haberme equivocado contigo, Raquel.
—Por supuesto que no, directora. — dije tristemente
Nos devolvió el mapa y al regresar se lo devolvimos a James. Miluska salió de la sala común y me dejó sola en el dormitorio. Empecé a hacer mi tarea de Pociones Avanzadas y al cabo de un par de horas la niña de trece años regresó con un paquete rectangular largo en las manos. Sonreía radiante y me contagió su felicidad.
—¿Qué traes ahí? — pregunté curiosa
—Ábrelo, es para ti. — dijo dejando el paquete en mi litera.
Saqué la tapa con ligero nerviosismo y frente a mis ojos se encontró una de las mejores escobas de vuelo que existen en el mercado: la Saeta de Trueno. Era una escoba con la velocidad de un rayo, claro, no es muy segura, pero era muy veloz.
—Le conté a mi padre y estuvo de acuerdo en comprarte una Saeta de Trueno. Al parecer quiere que seas la nueva buscadora de Galsworthy.
—Dile a tu padre que muchas gracias, pero no puedo aceptarlo. ¡Esta escoba fácilmente vale cincuenta monedas de oro! — volví a tapar el paquete con la escoba.
—¡Pero necesitas una escoba! — me reclamó
—Es verdad que necesito una escoba, pero no una tan cara. Yo pensaba comprarme una en oferta o remate.
—La escoba ya está aquí y no pienso devolverla.
—Al menos déjame pegarla. — le dije buscando mi billetera.
— No necesitas pagar. Es un regalo. La familia Lakebottom es adinerada, no deberías sentirte mal por tomar el regalo.
—No me siento cómoda… — murmuré
Miluska sacó la escoba de la caja y me la dio.
—Vamos. Hay que probar este bebé.
Con escoba en mano salimos a los exteriores del castillo donde tropecé con Elias Moresse por andar distraída. Caí al suelo y me golpeé la cabeza fuertemente. Estuve tendida en el suelo unos segundos y con la vista un poco nublada noté que alguien me extendió la mano para ayudarme a levantar.
—¿Todo en orden? — mi vista se aclaró y vi a Elias frente a mí con cara de preocupación.
¿Me había golpeado tan fuerte que ahora alucinaba y veía a un Elias amable? Por Merlín, estaba perdiendo la cabeza.
—Eso creo.— murmuré
—¿Eso no es…? — dijo señalando la escoba
—¿Una Saeta de Trueno? Sí, lo es. — contesté
—Ah. Bueno… — su expresión se tornó seria nuevamente y se fue hacia los interiores del castillo.
Como si nada hubiese ocurrido corrí hacia los campos de soccer mágico y me dispuse a probar la escoba. Miluska muy emocionada pidió probarla primero. Se subió y se mantuvo en el aire hasta los tres metros de altura. Entonces la escoba aceleró y ella casi se cae. Cogí la escoba en el aire y la obligué a aterrizar.
—Tiene... una velocidad... ¡Increíble! — dice ella jadeando
—Déjame intentar.
Subí a la escoba, doy una patada al aire y me elevé. Miluska tenía razón, la escoba tiene una velocidad fenomenal. Me agarré fuertemente de la escoba y doy vueltas en el aire. Se veía todo borroso, las imágenes pasaban rápidamente por mi lado pero vi claramente como Miluska lanzaba algo al aire. Era una recordadora.
Dirigí mi rumbo hacia la recordadora. Extendí mi mano y logré alcanzar la esfera en pleno vuelo. Di unas cuantas vueltas más en el aire y una sensación increíble creció en mí, adrenalina. Me sentí libre, sin ataduras a ningún lado, pero como dicen: Todo lo que sube, tiene que bajar.
Aterricé lo más suavemente que pude a esa velocidad y caminé con una sonrisa triunfal hacia Miluska.
—¡Eso fue estupendo! —exclamó ella y yo solo sonrío un poco incómoda por la atención y los halagos.
—¡Qué gran atrapada! — dijo la voz de alguien más a mis espaldas.