Junio
Ismael
Han pasado algunas semanas desde que fuimos bendecidos con la llegada de nuestra hija, tanto Bárbara como Viola han recuperado energías y ahora están más que listas para recibir a la familia. Oz, por su parte, decidió quedarse con nosotros teniendo unos cortos viajes en el intermedio para traer más suplementos que han ayudado a mis bellas mujeres, pero cuando está en casa con nosotros, la felicidad volvía a su vida compartiendo al máximo el tiempo con mi pequeñita, y claro, ella encantada de estar en sus brazos disfrutando sus locuras.
También, en la última semana, entre él y yo nos encargamos de arreglar la casa para acomodar a la familia que vendría de visita en celebración al nacimiento de Becca y su bautizo, así que hicimos unas modificaciones en el tercer piso para más espacio, también adquirimos sillas extras para el comedor y organizamos el jardín donde se haría la reunión de la bebita más hermosa de todas cuyas mejillas regordetas, acompañadas de su risueño semblante, enamoraba hasta el hombre más frío del mundo. No obstante, antes de que llegasen los invitados, decidimos ir temprano al cementerio a llevarle flores a nuestros padres y abuelos, así como también celebraríamos el cumpleaños de Samuel aun cuando no estuviese con vida, pues era demasiado lo que le debíamos por este prometedor futuro.
—Ellos estarían muy felices de conocerte —comenté a mi bebita quien estaba feliz en brazos de su tío.
—¿Y quién no lo estaría con semejante belleza?
—Cierto, sacó lo mejor de las mujeres de ambas familias.
—Además de tener enamorado a su tío Oz, y eso no es fácil de conseguir. ¿No es así, mi pequeña? —ella balbuceó feliz moviendo enérgica sus brazos.
—Si así se ponen de melosos con Becca, no imagino cómo harán para repartirse el tiempo cuando llegue mi hija —comentó Vio en burla, pero con mucha ilusión.
—Se nota que no los conoces —intervino Barb divertida—. Ellos no necesitan repartirse el tiempo cuando pueden tener a ambas entre sus piernas.
—¡Y hasta más! —canturreamos él y yo sacándole una risa a mi hija, una que solo se difuminaba al dormir.
—¿Qué diablos…? —el desconcertante murmullo de Oz nos extrañó, así que miramos hacia donde él lo hacía encontrando a Madge, Livi, Marc, Robert y Liam acercándose.
—¿No se suponía que llegarían más tarde? —pregunté emocionado abrazando a Madge y Livi.
—Sí, pero Marcus viajó con Mad desde Francia a Nueva York y de ahí viajamos hasta acá. No imaginas lo ansiosos que estábamos por venir —comentó Livi quien no tardó en saludar a los demás mientras yo saludaba a mi hermano y sobrinos.
Es irónico que un lugar que podría ser lúgubre y desolado, hoy esté lleno de risas, afecto y la más inmensa felicidad al estar reunidos con nosotros. Sin embargo, y por muy alegres que estuvieran las conversaciones frente a las tumbas de nuestros allegados, muy en lo profundo deseé abrazar a mis hijas, quería escuchar sus voces y risas junto a las nuestras, pero solo en mi memoria podía revivirlas al imaginarlas de la mano de mi madre.
De pronto alcé la vista y a lo lejos noté otras dos siluetas caminar en nuestra dirección, solo que estas provenían de un lugar diferente al que habían tomado los demás.
—No puede ser…
Un susurró que creí sería inaudible, fue suficiente para llamar la atención de mi hija quien comenzó a señalar hacia donde estaban ellos, siendo Oz el primero en darse cuenta de su presencia. Nos miramos como preguntándonos si veíamos lo mismo y el silencio fue llegando de a poco al tener la atención de los demás una vez quedaron a escasos metros de nosotros.
Si bien les había enviado la invitación el mes pasado, por lo que me dijo Oz, no creí que Ragnar vendría de la mano de Travis quien estaba con una camiseta de cuello alta que cubría la cicatriz en su cuello, él, al igual que su padre, había bajado de peso, por su actitud parecía querer huir y más porque tenía la culpa y la tristeza marcada en sus ojos, ojos que no se atrevían a mirar a nadie aun cuando su mano se aferraba nerviosa de Ragnar.
Oz, sin soltar palabra alguna, caminó hasta ellos con las manos empuñadas, Rag soltó a Travis acercándose a mí y después de unos segundos donde padre e hijo se miraron fijo, mi hermano lo abrazó siendo el gesto correspondido con la misma necesidad derramada en silenciosas lágrimas que nos conmovieron a todos. Observé a Rag quien me dio una afirmativa confirmándome que todo estaba bien y más ahora con este reencuentro entre ellos tras llevar tantos meses sin verse.
Decidimos darles su espacio mientras caminaban y hablaban a solas y al cabo de media hora se reunieron con nosotros, así que al estar juntos, pudimos presentar nuestros respetos a los difuntos agradeciéndoles por este sueño hecho realidad para mis hermanos y para mí.
(…)
Después de esa memorable visita, nos dirigimos a la iglesia a celebrar el bautizo de Becca sacándole cientos de fotografías y videos que grabaron cada segundo de la ceremonia. Una vez finalizada nos dirigimos a un restaurante a almorzar y volvimos a casa acomodándolos en sus respectivas habitaciones, aunque Trav, Rag y Oz se quedaron en la habitación de él a puerta cerrada y dadas las circunstancias evitamos molestarlos.
Cerca del atardecer la casa volvió a cobrar vida tras descansar algunas horas por el ajetreo que tuvimos, siendo la cocina y el jardín el foco de reunión donde algunos alistaban la cena y otros preparaban la mesa en el jardín, en tanto Barb y yo nos ocupábamos de Mad, Viola y Becca quienes hacían un revuelo en la cocina cual niñas inquietas.
—Isma —me dirigí al estudio junto a Oz tras su señal y este sirvió unos tragos para ambos.
—¿Cómo está Travis? ¿Pudieron solucionar algo?
—Todavía quedan muchos pendientes, pero preferí hacerlo de a poco, no quiero bombardearlo con tanta información.
—¿Y de salud?
—Está bien, como pudiste escuchar recuperó la voz y la cicatriz no es notoria, en especial si tiene la barba crecida.
—Al menos pudieron avanzar para bien.
—Sí, supongo que sí es un gran avance en este amplio camino, pero no te traje aquí por eso, sino por esto —sacó de su bolsillo un sobre con mi nombre muy parecido al que le di cuando llegó.
—¿Samuel?
—Me lo entregó antes de morir ordenándome dártela cuando Bárbara y tú estuviesen juntos, supongo que él sabía que tarde o temprano ocurriría y así fue.
—¿La leíste?
—No, pero me hago una idea del contenido considerando cómo era el viejo.
—¿Y estás seguro de que este es el momento?
—Bastante seguro, pero puedes comprobarlo con tus propios ojos antes de entregarte algo más que te dejó —abrí la carta con el corazón en la mano al leer mi nombre con su letra.
Isma, hijo,
Confío en que Oz habrá cumplido mi petición entregándote esta carta que escribo en mis últimos días de vida, por desgracia no podré estar ahí para verlos a ti y a mi querida Bonny tomados de la mano igual a cuando eran unos adolescentes tontos e incrédulos de la vida, pero estoy seguro de que seguirán mirándose con el mismo amor que tanto recuerdo, o quizás más.
También, espero de todo corazón que nada ni nadie los vuelva a separar, que esta vez luchen codo a codo para mantenerse unidos junto a sus hijas y más importante aún, que agranden esta familia y mi felicidad con otra niña, una que veo en mis sueños convertida en una bella jovencita llena del amor de ambos y con un futuro tan próspero como el de sus hermanos.
Si bien me encantaría decirte cientos de cosas más entre estas líneas que un día envejecerán como yo, la verdad me resulta imposible porque sé que no me alcanzaría el papel para tanto, pero quiero que tengas presente que los estaré cuidando hasta el día en que la vida y Dios nos permita reunirnos de nuevo en nuestro propio paraíso.
No olvides tampoco ser muy paciente y más porque tendrás a muchas Clyde bajo tu protección, pero confío en que sabrás cuidar de cada una brindándoles el amor y el tiempo que requieren, sanarás las heridas del alma, las guiarás igual a como yo hice contigo y tus hermanos y alzarás sus estándares para que encuentren a una persona que las sepa valorar y amar como tú lo haces, aunque tú y yo sabemos que el amor de un verdadero padre jamás superará el de una pareja.
Por último, pero no menos importante, te pido que sin importar las dificultades que se atraviesen en tu vida, nunca olvides que la familia es primero, se le protege, se le ama y respeta, así que por favor, recuérdale también esto a la maravillosa familia que formes con Bonny para que las siguientes generaciones lleven arraigados los valores que yo les inculqué, pues no importa si no saben de este viejo que tantos dolores de cabeza les dio alguna vez, lo importante es que nunca olviden el legado que les dejo con tanto amor.
Hijo, solo me queda decirte que me siento orgulloso de que seas eso para mí, así como también me hiciste muy feliz al permitirme ser tu padre abriéndome tu corazón, jamás te olvidaré y el día que parta de este mundo, ten la certeza de que tendré el placer de conocer a esa maravillosa mujer que te dio la vida y nos permitió unirnos, pues a ella le debo muchas conversaciones sobre las tonterías que hicieron en mi presencia y a mis espaldas.
Un abrazo fuerte de este viejo.
Samuel Clyde.
P.D. Espero que el detalle sea de su agrado, ya que para mí fue un poco difícil desprenderme de tantos años del sueño que este abuelo dejará en tus manos.
El nudo en mi garganta no me permitió decir nada, sino que me solté a llorar anhelando su abrazo como en los viejos tiempo, mas fue mi hermano quien me lo dio por él.
—Tranquilo, bebe un poco —pronunció suave entregándome el whisky que no tardé en beber—. ¿Mejor? —asentí—. Excelente, ahora sí puedo entregarte esto y liberarme por fin de la tarea que él me dejó.
En una pequeña caja pude ver reflejado el amor de sus palabras comprendiendo por qué le fue difícil desprenderse de esto, pero saber que nos había dejado a Bárbara y a mí los anillos de bodas de él y su esposa, eran el obsequio más preciado que pude recibir hoy y sin duda serán una gran sorpresa para ella.
—Gracias, Oz.
—Para eso están los hermanos, solo te advierto que esa pedida de mano debe ser a lo grande considerando con quién te casarás.
—¿Alguna idea?
—Esperemos a estar a solas con Marcus y debatiremos los tres con Jack y El Pirata. ¿Qué dices?
—No podría ser de otra forma.