19.    AFORTUNADO DE TENERLAS

1926 Words
Ismael Mi vida entera se desvaneció en mis manos cuando Bárbara se desmayó palideciendo de la peor forma, para colmo, su ausencia revivió las angustias y los golpes más significativos que he pasado hasta ahora: el maltrato de mi madre a manos de mi progenitor, la muerte de ella, el constante miedo que padecí cuando mi amada peligraba de muerte por el hombre que tenía amenazado a mi hermano Marcus, después el peligro en el que estuvo Linda con su acosador cuando recién salíamos, el nacimiento de cada una de mis hijas, el peligro en el que estuvieron las tres y más cuando me encerraron injustamente en prisión, y finalmente el día que perdí a mis dos bellas hijas. Toda esta avalancha de recuerdos me asfixió en cuanto ella cerró sus ojos frente a mí, pero no podía perderla, no iba a permitirlo y mi hermano tampoco, actuando de inmediato para controlar la hemorragia en lo que nos pedía a Viola y a mí atender a mi hija asegurándonos de que estuviese bien. Seguí cada instrucción, respondí cada pregunta según los monitores y en cuanto escuché que logró controlar de nuevo la hemorragia un atisbo de alivio me recorrió, mas este se desvaneció al notar la cantidad de sangre que había perdido Bárbara en el proceso. —Llamaré al hospital para que envíen dos unidades de sangre, quédense aquí y avísenme si hay cambios. —¡No! —gritó Viola— Yo tengo su tipo de sangre, puedo dárselo. —Olvídalo, en tu estado no es recomendable. —Pero se supone que las embarazadas tenemos más sangre, ¿por qué no dársela si la necesita? —cuestionó desesperada. —Eso es para cubrir el oxígeno y los nutrientes del bebé, si te quito sangre podrías tener complicaciones al igual que tu hija e incluso provocar un aborto. —Déjalo, Viola, cada segundo cuenta y alguien llegará pronto —persuadí temeroso de que algo les ocurriese. —No, Isma, mi mamá la necesita ya y sé que puedo dársela —contradijo decisiva—, igual pueden pedir la sangre y reponérmela, pero no la abandonemos ahora —Oz estaba tan frustrado como yo, sabíamos que ella era nuestra salvación, pero hacerlo a costa de la vida de su hija no sería justo y sé que Bárbara no quisiera eso—. Te lo suplico, acepta. —Maldición, siempre dije que los Clyde o mi hijo acabarían conmigo —gruñó Oz frustrado en lo que hacía una llamada solicitando las dos unidades. Al colgar, preparé otra camilla que había guardada, acomodé a Vio dejándola junto a Barb mientras él revisaba sus signos vitales, la conectó a los monitores asegurándose de que la bebé estuviese bien y la canalizó a una bolsa de suero. —Si sientes dolor, mareo, náuseas o lo que sea me dices de inmediato, y no te hagas la valiente o complicarás todo. —Está bien. Por un momento creí que depositaría la sangre en una bolsa como es usual, pero me sorprendió ver que en vez de eso, canalizó a ambas con una misma manguera pasando sangre directamente de Viola a Bárbara, no sabía cómo llevaría el conteo para no exceder la cantidad, pero debía confiar en él, necesitaba hacerlo para no pensar que cualquiera de esas tres vidas frente a nosotros terminaría por una decisión arriesgada. Demonios, no recuerdo haber tenido tanto estrés como esta noche, pero casi como un llamado divino, algo rozó mi dedo consiguiendo que bajase la mirada, era mi pequeñita quien movía su manito como diciendo que estaba conmigo, que no debía rendirme por difícil que fuese la situación, entonces la cargué cubriéndola bien con su manta esperando un segundo milagro esta noche junto a su llegada que me llenaba de esperanzas el alma. (…) Hacía una hora que Oz había desconectado a Vio tras finalizar la transfusión y a raíz de un ligero mareo que tuvo, él estuvo a punto de desconectarla antes de lo indicado, pero Vio se rehusó, por suerte la sangre llegó a tiempo logrando reponerle lo donado, en tanto Barb había recuperado su bella tonalidad sin más complicaciones. Gracias a los esfuerzos de mi hermano y su rápido actuar ,las tres están a salvo dándonos el respiro que necesitábamos para bañarnos, desinfectar el lugar y de paso limpiar a mi hija, quedando rendidos en unas sillas mientras veíamos dormir a Barb y Vio en las camillas, así como también lo hacía mi pequeño regalo de vida quien descansaba cómoda en mi pecho. —Es irónico que me dieras esa carta minutos antes del revuelo —comentó Oz agotado. —Es porque debía ser en ese momento, no antes, no después, todo en su momento… —Tal como decía Samuel… —completó por mí con nostalgia. —¿Sabes? Gracias a ti logré llegar a tiempo al nacimiento de Jade, gracias a ti Norah llegó a sana al nacer y hoy cuatro mujeres Clyde viven gracias a tus esfuerzos… —su azulado mirar se clavó en el mío—. No me alcanzará esta vida ni la otra para pagarte por sus vidas. —Oh vamos, eres mi hermano, sabes que te haré descuento —guiñó jocoso dejando una caricia en la mejilla de mi pequeñita—. Es preciosa, me recuerda mucho a Jade y Norah, además de que tiene la belleza de Becca. —Es una Friedman, ¿qué más esperabas? —presumí orgulloso de ella. —Sí que lo es y no solo una Friedman, sino también una Clyde, así que te dará el doble de problemas. —Bueno, tú fuiste quien la trajo al mundo, así que ya te haces una idea de lo que me espera. En eso escuchamos unos quejidos provenientes de mis dos chicas, así que dejé a Becca en la cuna y fui junto a Oz asegurándonos de que ambas estuviesen bien. —¿I-Isma…? —Aquí estoy, preciosa, ¿cómo te encuentras? —Barb abrió débil sus ojos al igual que Vio dándome la tranquilidad que me faltaba. —Cansada, no vuelvo a tener más hijos, esto es demasiado duro a los cuarenta —no sé cómo consigue mi familia hacerme reír en momentos como este, pero me encanta. —No sé cómo sea a los veinte, pero estoy seguro de que lucías tan hermosa como hoy. —Mentiroso, sé que estoy hecha un desastre. —Quizás, pero eres mi desastre más hermoso y sigues conmigo que es lo importante —me llené de vida al sentir de nuevo el calor de sus labios. Al final le contamos lo ocurrido a lo que ella regañó a Vio sin sonar dura, pues aunque fuese un acto de amor enorme hacia su madre, también fue un riesgo demasiado alto contra su hija, igual esto no le impidió agradecerle el gesto, total, lo importante era que la bebita seguía respondiendo bien, pero por un mes debía estar con una dieta especial, suplementos vitamínicos adicionales siendo el hierro uno de los más importantes y también debía guardar reposo, un pequeño sacrificio que aceptó Vio con gusto. —Soy demasiado afortunado de tenerlas conmigo y más porque soy padre otra vez —dije feliz apreciando a cada una. —Me alegra que al fin estén con mi hermana, ustedes se merecen toda la felicidad del mundo. —Gracias, aunque no lo decía solo por ella —acuné su mejilla con un cosquilleo en el estómago—. Tú y Madge también son unas hijas para mí, Vio, y siempre contarán conmigo. —Y tú sabes que eres un padre para mí, y la verdad, no quisiera otro en mi vida que no seas tú, Ismael, pero no solo por lo que te dije en la mañana, sino también porque me recuerdas a mi abuelo. —¿Samuel? —asintió feliz. —Recuerdo las veces que él iba a Francia y cuando veníamos aquí a visitarlo, sus palabras, las enseñanzas que me dio y lo que me contaba de ti, lástima que Bonetti supo manipularme trucando todo, pero esos bonitos recuerdos todavía los llevo con cariño. —Vio… me halaga que me lo digas, pero yo nunca seré tan bueno como él. —Claro que sí, estás aquí con nosotras, nos amas de forma incondicional y nos aceptaste a mí y a mi hermana como tus hijas, además de darle tu apellido a mi bebé. ¿Me dirás que esos actos no los aprendiste de mi abuelo? Samuel, ¿tan profunda fue tu huella en mí que ni cuenta me di? —Gracias, hija, gracias por todo. —Gracias a ti por estar conmigo… papá… —la abracé con cuidado mientras veía entre ríos de felicidad el emotivo semblante de la mujer que me enamoró con su existencia. —Muy bellos y muy cursis, pero también muy desconsiderados al dejar a mi adorada sobrina por fuera —comentó Oz trayendo a mi pequeñita quien estaba muy cómoda en sus brazos, así como también lo estuvieron mis otras dos hijas al nacer. Él la entregó a su madre para que la conociera dándose el encuentro más celestial entre ellas al ser reunidas de nuevo, pronto despertó Becca en su pecho buscando comida y Barb se descubrió permitiéndole alimentarse, no sabía si sería buena idea considerando lo ocurrido, pero al darme Oz una afirmativa, quedé más tranquilo admirando el bello cuadro entre ellas tomando una importante decisión sobre la vida de mi hija. —Viola, Oz, aunque Barb y yo teníamos otros planes, me gustaría que nos hicieran el honor de ser sus padrinos. —Isma… —Disculpa, preciosa, sé que debería consultarte esto y si quieres será la última decisión que tome sin ti, pero no creo que nadie lo merezca más que las dos personas que nos ayudaron a traer a Becca al mundo. —¿B-Becca…? —la quebrada voz de mi hermano me hizo ir hasta él sin borrar la enorme sonrisa de mi rostro. —Sí, Oz, te dije que gracias a ti Jade y Norah habían llegado a mis brazos haciéndome muy feliz y hoy volviste a darme la misma felicidad al traer al mundo a mi amada hija Becca, la niña que tanto deseé tener con la mujer que he amado desde hace más de veinte años, y lo que falta. —Becca Friedman Clyde… —pronunció con un profundo amor su nombre acariciando el brazo de mi pequeña—. Por fin te tenemos con nosotros, Becca, tal y como debió ser, y en el momento exacto. Así como me pasaba a mí, el obsequio de esta nueva vida significó demasiado para él, pues mi madre, aunque no estuvo tanto tiempo en su vida, le enseñó lo que era tener el amor de una verdadera madre, el calor de hogar y la importancia de protegerlo con tu propia vida. Siempre supe que quería tener dos hijas y una de ellas quería llamarla igual que mi madre, por vicisitudes no pude nombrar a mis otras hijas con este, pero en el fondo no me arrepentía porque sabía que esa hija la quería solo con una mujer y ahora será mucho más amada al recibir el cariño en nombre de las hermanas que no están, así como también recibirá el afecto del resto de la enorme familia que anhela conocerla, pero más será el amor que reciba de su tío y padrino, Oz, el hombre que la trajo a mis brazos y hoy, treinta años después, el nombre de Becca Friedman vuelve a cobrar vida para nosotros dos.
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