Ismael
En quince minutos debí hacer lo que pensaba descargar en más tiempo, pero al tener a las hijas de Barb esperando afuera después de que su madre les pidiera salir y yo la convenciera a mi manera de terminar lo que empezamos, terminamos desayunando los cuatro en el restaurante que dijo Barb.
—Debo admitir que la comida está deliciosa. ¿Ustedes no tienen hambre?
—No, gracias —canturrearon las tres con la mayor vergüenza del mundo siendo una escena lo más de cómica para mí.
—Ya deja de reírte —riñó Barb por lo bajo.
—¿Por qué no se relajan las tres y disfrutan este desayuno tan delicioso?, es un desperdicio que lo boten y a tu abuelo no le gustaría —sabía cuánto lo apreciaba y la sola mención fue suficiente para conseguir que comiese, acto que repitieron sus hijas.
—¿Hace cuánto llegaste? —tomó Viola la iniciativa.
—Ayer, de hecho, te vi salir del edificio, subiste a una camioneta roja.
—¿Camioneta roja? —cuestionaron extrañadas madre y hermana.
—S-Sí, era de una amiga —la observé perspicaz al saber (igual que ella) que no era de una amiga, sino que era un hombre quien conducía y a quien saludo muy pasional.
—¿Y te divertiste con tu amiga?
—Sí, señor Friedman, gracias por preguntar —ella podría estar nerviosa, pero yo disfrutaba esto.
Ojalá Oz estuviese con nosotros, de seguro la atacaría mucho más, pero no quiero ponerla en problemas.
—¿Qué amiga era? No conozco a nadie que tenga una camioneta roja.
—Es una amiga, mamá, y no vas a empezar que… —en eso se vio salvada por la campana al sonar el móvil de Barb—. Mejor atiende, de seguro es una reunión que olvidaste.
Barb se alejó ofuscada atendiendo la llamada y aunque Vio suspiró aliviada, volvió a tensionarse en cuanto se percató que estaba atento a ella con un semblante inquisidor.
—Señor Friedman, ¿está libre en la tarde?
—Estoy libre ahora mismo, si quieren pueden esperar hasta que vuelva su madre y dependiendo de lo que diga podemos hablar a solas, porque no son las únicas que tienen algo por decir y sinceramente ansío escucharlas.
—Lo siento —dijo Barb al volver bastante nerviosa—, olvidé que tenía una reunión y estaré ocupada hasta después de las cuatro.
—Es una lástima, pero atiende tu trabajo y paso a recogerte después.
—Lo lamento, sé que quedamos en otra cosa.
—No te preocupes, preciosa —besé su mano brindándole confort—, mejor buscaré un hotel para descansar y nos veremos allá cuando termines.
—No, ve a mi casa y descansa en mi habitación, las chicas pueden llevarte.
—¿¡Qué!? —cuestionaron al unísono.
—Lo harán, ¿no es así? —bramó Barb por lo bajo incomodándolas.
—Preciosa, déjame buscar un hotel cerca de aquí, así no tendrás que trasladarte tanto y será lo mejor para todos.
—Dije que no, te quedarás en mi casa y es mi última palabra. En cuanto a ustedes dos —señaló a sus hijas—, lo llevarán sin rechistar y cuando yo llegue hablaremos los cuatro.
Ninguno dijo nada, tan solo recibimos un beso de ella y la vimos partir, así que insistí en que finalizaran el desayuno, después partimos a casa en un silencio desolador y al llegar me dirigieron a la recámara de Barb donde pude darme una ducha y ya mientras me arreglaba detallé el lugar imaginándola ir de un lado a otro igual a cuando vivíamos con Samuel. Gratos recuerdos que me alegran el alma.
—¿Señor Friedman? —terminé de vestir mi camiseta y abrí la puerta encontrando a las hermanas—. ¿Le importa si hablamos de una vez? —preguntó Madge.
—Sabemos que debe estar agotado por su viaje, pero es importante aclarar esta situación cuanto antes.
—Las sigo —hice una seña y emprendí el camino con ambas delante de mí.
Era impresionante el parecido que tenían las hermanas con su madre, ambas poseían su belleza, elegancia y finura, incluso el aura de poder tan característico en las mujeres Clyde lo habían heredado, aunque esto no quiere decir que sean iguales. Madge, por un lado, es una joven de ojos oscuros muy rasgados igual a su padre, labios gruesos, cabello largo que lleva en un enorme afro donde cada riso se define a la perfección y con la piel oscura heredada de su madre, eso, sumado a un porte de modelo que combina a la perfección con su caminar.
Viola, por otra parte, es más parecida a Bárbara, también con labios gruesos, su cabello laceo y ojos menos rasgados, aunque los suyos son claros como los de Barb; sin embargo, y es la característica que más resalta diferenciando a las hermanas, es que Viola conserva un atisbo melancólico que intenta ocultar de la misma forma en que ha hecho Barb desde que la conocí, en cambio Madge no, ella sí ansía devorarse el mundo sin pena.
—¿Y bien? —pregunté al acomodarnos en un salón y más porque seguían sin decir nada, tan solo permanecían tensas detallándome.
—¡¿Por qué tardaste tanto en volver?! —exclamó Madge con la voz cortada sorprendiéndome.
—¡No imaginas lo mucho que esperábamos reunirnos aquella navidad! —Vio habló en el mismo tono que su hermana sujetando su mano, aunque era yo quien necesitaría una al recordar ese año…—. Sabemos lo ocurrido con tus hijas. Escuchamos a mamá y la tía Livi hablar del tema hace unos años y lamentamos muchísimo lo que pasó, pero pudiste venir o dejarnos visitarte.
—Tus hijas nos ayudaron mucho y nos dieron una lección invaluable, pero no tenías que alejarte de mamá. No imaginas el infierno que ha vivido sin ti y lo triste que es su vida.
Una avalancha comenzó a opacarme al recordar ese año, pues si bien es cierto, fue la primera y última vez que estuvimos reunidos los seis, tuvimos un altercado donde mis hijas y yo colocamos en su lugar a las de Bárbara al ser en aquel entonces bastante engreídas y altaneras con su madre, un tiempo después estas escucharon de boca de su padre las peores cosas bajándolo por completo del pedestal que lo tenían y de paso quitándose la venda de los ojos al descubrir al verdadero hombre que les había dado la vida siendo de lo peor. Asimismo, recuerdo que recibí una llamada de ellas días después de esa pelea con sus padres pidiéndome una disculpa, también agradecieron a mis hijas y me invitaron a pasar esa navidad aquí en Francia junto a mis hijas, pero la desgracia nos alcanzó antes de tiempo llevándose a mis pequeñas.
—Chicas…
—Está bien si no quieres saber nada de nosotras por la forma tan cruel e injusta que tratamos a mamá en su momento, pero ahora las tres somos muy unidas y te pedimos que si tomas la decisión de estar con ella, entonces que sea en serio y no un juego, porque mamá no se merece un amante más, ella debe estar con alguien que la ame, la valore, la respete y la ayude a seguir creciendo —vaya discurso el de Viola, digno de la familia.
—Esperen, creo que me perdí. Creí que me exigirían alejarme de ella —no sabía cuál de los tres tenía el mayor desconcierto marcado en su faz.
—Jamás —respondió Madge—, por el contrario, anhelábamos que mamá dejara a sus amantes y tú regresaras a su vida.
—¿Por qué?
—Mamá nunca sonrió con ese brillo único que tiene cuando está contigo, es como si el mundo desapareciera para ella cambiando por completo —Viola estrechó mi mano con un ruego en sus ojos miel—. Tú eres su felicidad, Ismael, por eso te suplicamos que te quedes, pero si es demasiado para ti o un juego más, entonces sé franco con ella y no vayas a ilusionarla, porque de todos los hombres en el mundo, el golpe más fuerte se lo darías tú si haces eso.
Cuando aparecieron y hasta el momento en que entramos a este salón, creí haber visto a dos Bonetti dispuestas a despedazarme obligándome a apartarme de Bárbara, pero lo que en verdad tenía frente a mí era a dos Clyde dándolo todo por la mujer que les dio la vida y que al día de hoy sigue luchando por ellas.
—¿En verdad me aceptan tan fácil en su vida?
—¡SÍ! —gritaron risueñas alegrándome, pues fue inevitable no recordar a mis hijas a través de ellas.
—No te vayas nunca más de su lado, hazla la mujer más feliz del mundo y si llora por tu culpa, que sea por reír tanto, porque la sorpresa que le des sea la más maravillosa o porque la felicidad en su vida sea tanta que le duelan los labios de tanto ensancharlos.
Sí, Viola era la viva copia de su madre, pero con el corazón maternal de su tía Livi.
—Chicas, no imaginan lo feliz que me hacen al saber que están de acuerdo con nuestra unión.
—Al contrario, Ismael, somos nosotras las que te estaremos agradecidas toda la vida si te quedas con ella ya que en mejores manos no podría quedar —comentó Madge tomando mi otra mano.
—Muchas gracias, aunque… ¿por qué parecía que no querían que viniese?
—No queríamos hacerle creer a mamá que te aceptábamos de buenas a primeras —respondió Madge con ese tono burlesco tan propio de Barb.
—Confunde y reinarás —levantaron pretenciosas una ceja sacándome una sutil risa.
—Aunque eso no quiere decir que al verte no quedásemos sorprendidas —intervino Viola—, y omitiendo la escena que nos encontramos en la oficina, teníamos muchas ganas de abrazarte —su vergüenza no opacó el cariño reflejado en cada palabra.
De verdad que cada una sacó algo diferente de Bárbara, pero dicen Clyde por todas partes.
—Entendido, entonces, ¿qué les parece si hacemos algo especial para la cena de navidad y de paso Viola nos cuenta sobre su amiga de la camioneta roja?
—A-Ahh y-yo… No tengo nada que contarles y no molesten —sonó igualita a Bárbara en la adolescencia.
—Él tiene razón, tú no tienes ninguna amiga con camioneta roja —alegó su hermana comenzando una discusión entre ellas que me hizo reír consiguiendo que silenciaran de a poco, aunque con un semblante particular—. Señor Friedman, ¿le importa si lo abrazamos?
Debo estar loco para estar aquí y más por lo que haré, aunque no podría arrepentirme de nada.
—Solo si me llaman Ismael, dejemos la formalidad y más si estaré con su madre de ahora en adelante, total, somos familia —ambas se lanzaron a mis brazos recordándome lo que se sentía el calor de dos hijas resguardadas en mi pecho.
Menos mal ya conozco bien a la madre para saber cómo lidiar con las hijas y me alegra más que nuestro mayor temor haya sido solo una suposición y no una realidad obteniendo la bendición de ellas, pues esto lo hará más fácil para todos, aunque todavía me quedan algunas cosas más por hacer antes de dar el paso más importante en nuestras vidas, pero antes disfrutaré estas vacaciones en Francia con tres hermosas mujeres que de ahora en más serán mi familia más cercana.