01 de junio – Princeton, E.E.U.U.
Bárbara
Después de tres semanas cargadas de estrés, risas, aventuras, sexo y mil cosas más en compañía de mi familia, hoy por fin llegaría al altar donde Ismael Friedman esperaría por mí para unirnos en matrimonio, pero ni aun viéndome al espejo con el hermoso vestido de novia que hicimos las Clyde (y que guarda un secreto que espero JAMÁS salga a la luz) puedo creer que esto esté pasando.
—¡No vas a llorar o arruinarás el maquillaje! —riñó Livi entregándome un pañuelo.
—No puedo evitarlo, llevo años soñando este día y sigo sin creer que sea real.
—Mejor acéptalo de una buena vez porque en unos minutos estarás con el amor de tu vida y te convertirás en Bárbara Clyde de Friedman.
—Lo sé… hasta suena sexy —reímos calmando un poco mis nervios.
De pronto mis hijas y nieta ingresaron ya listas, aunque mis bebés parecían unas princesitas con sus vestidos melocotón claro, siendo un tono mucho más suave al de Livi y mis hijas quienes eran las damas de honor, también quise que Ragnar participara, pero ella se rehusó con la excusa de que era mejor dejarlo entre nosotras, no quedé conforme con la respuesta, pero ella tampoco dijo más, así que no la presioné y menos al saber que nos acompañaría en la ceremonia.
—Se ven increíbles, mis niñas.
—Claro, estamos vistiendo diseños exclusivos de Clyde B. —presumió Mad dando una vuelta con Becca en brazos.
—Aunque hoy la que más resalta por su vestido, belleza y sobre todo su felicidad, eres tú —dijo Vio conmoviéndome, se veía tan hermosa con su hija en brazos—. Mamá, tenemos algo para ti.
Mad retiró una bolsa de terciopelo atada en la muñeca de Becca y Vio sacó dos pulseras idénticas a una muy especial que me había dado mi abuelo en mi graduación, siendo una herencia familiar que llevaba conmigo en este día tan especial.
—Con la aprobación de la tía Livi y la ayuda de papá quien se encargó de hacerlas con sus propias manos, se fundió un collar de la abuela para crear estas pulseras, al ser más en la familia, creímos que sería un bonito detalle que nuestras hijas siguieran la tradición pasándola entre generaciones y el que se haga con una prenda de la abuela lo hace más significativo —comentó Vio con mucho cariño en tanto yo seguía atónita por la exactitud del diseño en cada una.
—¿En verdad las hizo Ismael?
—¿Dudas que tu futuro esposo no pudiera con la tarea? —cuestionó Livi con una complicidad única—. Sabes que esos hombres son muy buenos para fijarse en los detalles y él sabe lo que significaba esto para ti.
—Por eso es el mejor.
—Para ti, porque yo sigo quedándome con Marcus —presumió la muy tonta haciéndome reír.
—¿Y Oz? Porque ahora no se encuentra tan solo como antes ni tiene a una mala mujer a su lado como la pelirroja —ella suspiró de una forma particular sin responder nada, aunque ese acto expresó mucho más al saber quién era la dueña de su corazón.
—Otra cosa —intervino Mad rompiendo el incómodo silencio—, después de pensarlo bien, queremos que le entregues la tuya a Becca al ser la hija que tanto deseabas con Isma y si no te importa —dejó las prendas en mi mano—, nos gustaría que nos pasaras esto cuando mejor lo consideres.
—Entonces este es el momento perfecto —le coloqué a cada una la suya uniéndonos después en un fuerte abrazo que me hizo ver lo afortunada que era a pesar de los golpes de la vida—. Gracias, mis niñas, ustedes son lo más bello que tengo en mi vida y no podría estar más orgullosa de tenerlas como hijas.
—Te dije muchas veces que algún día conseguirías la felicidad que tanto merecías —comentó Livi recordándome esas dolorosas charlas de antaño.
—Sí y tenías toda la razón —nos abrazamos fuerte con un mismo sentimiento que solo nosotras podíamos comprender—. Gracias por ser mi hermana, no sé qué habría sido de mí sin ti desde que llegué a Francia.
—Yo tampoco, pero sé que serás una mujer sin esposo si no se apresuran —comentó Rag quien veía la escena desde quién sabe hace cuanto bajo el umbral de la puerta.
Enseguida nos dimos prisa en tomar lo que hacía falta, darnos una última revisada y salimos casi corriendo a la limosina que nos llevó hasta la iglesia donde se encontraba nuestra familia y algunas personas más siendo los más cercanos a Isma y a mí pues no queríamos una boda pública, por el contrario, todo sería privado y con aquellos que habían dejado una profunda huella en nosotros.
—Si Samuel Clyde estuviese aquí hoy, no tendría palabras para describir tanta belleza reunida —las palabras de Oz, quien nos esperaba afuera de la iglesia en compañía de Marc y Travis, hicieron que de nuevo quisiera llorar—. Te ves radiante.
—Gracias, y también te agradezco por tomar su lugar, no habría nadie mejor que tú para ese puesto.
—Lo sé, nena, lo sé, ahora vamos que mi hermano está a punto de hacerle un agujero al piso de la iglesia de tanto esperarte.
La marcha nupcial comenzó con mis hijas siendo acompañadas por Liam y Robby, le siguieron Livi y Marcus, después Travis quien acompañaba a Becca y Christy para ayudarles con los pétalos y finalmente ingresamos Oz y yo, siendo él el representante de mis padres y mis abuelos, y a metros de mí, se encontraba el hombre más increíble del mundo con un traje blanco y su dulce mirada seductora, la cual no aguantó más y lloró frente a todos a medida que me acercaba.
—Dicen que si un hombre llora así ante la novia es porque su vida junto a ella estará llena de felicidad —murmuró Oz con una profunda voz cómplice que me recordó a mi padre y mi abuelo.
—Ojalá ellos estuvieran aquí.
—Lo están, hermosa, todos están aquí —acarició mi pulsera incrementando mi confianza entregándome al mejor hombre del mundo—. En nombre de la familia Clyde, te entrego a una de sus preciadas joyas, así que cuídala bien, Ismael Friedman.
—Lo haré con mi vida hasta el último aliento —recitó Isma besando mi mejilla—. Soy el más afortunado por tenerte a mi lado, preciosa.
—No tanto como yo al tener a un hombre tan maravilloso como tú en mi vida.
Los minutos transcurrieron en lo que yo imaginaba a mis padres y abuelos casándose en esta misma iglesia años atrás, y verme aquí junto a Isma dando el sí frente a las personas más importantes como testigo, era de no creer; sin embargo, la primera sorpresa me la llevé cuando Travis se acercó con Becca quien cargaba las argollas, pero no unas cualquiera, sino las que usaron mis abuelos dejándome sin palabras.
—Samuel me las dejó por si queríamos usarlas tal cual o hacerles otro diseño, pero creo que es mejor dejarlas así al tener las marcas de muchos años de amor, luchas e historias que me encantará anexar contigo como mi compañera, amiga, amante y esposa —recitó colocándome la argolla de mi abuela.
—Creo que no debí maquillarme hoy —Isma sacó un pañuelo limpiándome con cuidado y tomé la argolla de mi abuelo.
—Muchos años detallé la mano del hombre que una vez la tuvo —deslicé el anillo admirando la imagen— y ahora que la veo en la tuya, no tengo duda de que es el lugar donde pertenece.
El sacerdote dijo las últimas palabras, nos unimos en nuestro primer beso como esposos siendo aplaudidos por todos y después quedamos frente a ellos grabando la felicidad de cada uno de sus rostros, siendo la imagen de Christy y Becca arrojando besos con sus manitas la más tierna de todas, entonces nos dispusimos a bajar del altar emprendiendo la salida.
—¡Pa! ¡Ma! —nos detuvimos en seco sin creer esos gritos—. ¡¡Papá!! ¡¡Mamá!!
Esta vez nos viramos hacia nuestra princesita quien siguió gritando por nosotros mientras estiraba sus brazos queriendo que la cargásemos y Trav la dejó correr siendo recibida por Isma que tenía la misma enorme sonrisa que yo.
—¡Hablaste! ¡Por fin dijiste tus primeras palabras, mi pequeña hadita! —él nos abrazó dejándola entre ambos—. ¿Creíste que te dejaríamos sola? —asintió con un tierno mohín que conmovió a todos—. No, mi pequeñita, no te dejaremos nunca.
Tras darle un beso entre los dos, Isma la acomodó en su brazo permitiendo que ella se aferrara de su cuello como creyendo que sería la única forma de que no la abandonaríamos, entonces yo me aferré de la otra mano de él y salimos juntos dándole el cierre perfecto a la primera parte de nuestra boda.
(…)
Ismael
Sabía lo importante que era este día, pero detallar la figura de Bárbara en tan hermoso vestido cuando ingresó a la iglesia, su expresión al reconocer las argollas y que nuestra hija al fin haya dicho sus primeras palabras, lo hizo memorable. A pesar de mis nervios todo salió a la perfección y ahora que compartíamos con los demás nuestra unión en la recepción, podíamos disfrutar por completo de su compañía siendo mucho más activos en las charlas, las interminables risas entre copas, las miradas cómplices que nos dábamos mi esposa y yo de vez en cuando calmando mi impetuoso corazón con sus besos… rayos, hasta me parecía que el lugar brillaba con tanta felicidad.
—Su atención por favor —la voz de Oz resonó a través del micrófono silenciando el lugar—, quisiera agradecerles su presencia esta noche y también me gustaría que los novios vinieran conmigo para una sorpresa muy especial que les tengo.
—¿Con qué saldrá esta vez? —comentó Barb emocionada levantándose al igual que yo y nos dirigimos hacia él.
—Sé lo importante y significativa que es esta canción para ustedes, por eso cuando la vida me dio una doble oportunidad en diciembre supe que no podía desperdiciarla y hoy me gustaría que tuvieran su primer baile con su canción: Always, cantada por el mismísimo Bon Jovi, para que siempre recuerden que la vida tiene que ser intensa y no extensa, pues cada minuto que han estado juntos desde que se conocieron, ha sido así, intensa, y así la han disfrutado —el público cotilleaba tan sorprendido como nosotros al ver a Bon Jovi en nuestra boda acercándosenos.
—¿Cómo diablos conseguiste a Steve para la pedida y a Bon Jovi para la boda? —cuestioné anonadado a mi hermano.
—Mejor no preguntes —dijo el invitado de honor al quedar entre nosotros—. Aunque con esto quedamos a mano, ¿no es así, doctor Oz?
—Así es, “señor Smith II”, con esto quedamos a mano —¿Smith II? Maldición, creo que ya no quiero saber qué hizo mi hermano para convencerlos—. Disfrútenlo, es solo para ustedes —nos guiñó pícaro volviendo a su mesa.
Barb presionó mi mano señalando un punto en particular, le sonreí comprendiendo el mensaje y entonces tomé el micrófono.
—Perdón, pero antes de que cantes, y, por cierto, gracias por estar aquí —el hombre asintió entre la timidez y la incomodidad. Yo me volví al público evitándolo—. Mi esposa y yo coincidimos en que aun cuando este sea el primer baile como marido y mujer, no sería lo mismo sin nuestros hermanos, ellos fueron testigos directos de todo lo que debimos pasar y sin su ayuda este baile no sería igual, por eso sería un honor que nos acompañen en tan importante pieza.
Livi y Marcus fueron los primeros en levantarse quedando conmovidos por la invitación; sin embargo, Oz fue hasta otra mesa con total elegancia extendiéndole su mano a Ragnar quien parecía no querer venir con él, no sé qué le dijo mi hermano, pero esto y el que Travis la animase, la hizo aceptar acercándose a nosotros quedando en una burbuja muy especial que removió viejos recuerdos cargados de nostalgia, pues más de una vez le escuché decir que nunca estaría con alguien que lo amase de verdad, pero hoy al verlos juntos, compruebo una vez más que esa persona sí existe y está con él de alguna u otra forma.
La melodía comenzó a sonar en un tono acústico dándole un aire romántico al momento, siendo esa mirada felina lo único en lo que estaban posados mis ojos mientras parecía deslizarme con ella entre notas hasta abrazarla a mi cuerpo sintiendo su calor.
—Esta siempre fue y será nuestra canción, Barb, porque dice nuestra historia, nuestro sentimiento y lo importante que somos para el otro —recité muy privado en su oído aferrándome de su cintura—. No tienes idea de cuántas veces la escuché desde que te separaste de mi lado hace más de veinte años, mínimo una vez a la semana la escuchaba y cuando Jade y Norah adivinaron lo importante que era para mí, pues según ellas mi rostro cambiaba por completo al pensar en ti, se convirtieron en mis cómplices colocándola a todo volumen para que yo te recordara.
—No vuelvas a irte de mi vida, Isma, no vuelvas a dejarme sola —suplicó entre lágrimas estrujándome desde la carne hasta el alma sin dejar de bailar.
—Nunca más, preciosa, ahora seremos los dos para siempre —aspiré profundo el perfume en su cuello dejando un beso en este—. No tienes idea lo rápido que latía mi corazón cuando lloré en el altar al verte llegar. No hay cámara que pudiese grabar el milagro que tenía frente a mí y ahora resguardo entre mis brazos —sollocé muy bajo dejando que ella fuese la única que lo supiera.
—Si quieres seguir teniendo este milagro, entonces prométeme que bailarás conmigo cada año en nuestro aniversario esta canción.
—No, preciosa, no es “esta” canción, es NUESTRA canción y dalo por hecho que cada año la bailaré contigo.
En un profundo beso sellamos tan bella promesa siendo ahora una lluvia de estrellas la que se estrellaba en sus luminiscentes ojos, seguimos bailando y observé a mis hermanos sumergidos en su propia burbuja al estar con las mujeres que tanto amaban, mientras yo deseaba en lo más profundo de mi ser que su felicidad con ellas también fuese eterna después de tantas desgracias que debieron vivir los cuatro en su propia historia de vida al igual que lo hicimos Barb y yo.
Hoy no hubo un minuto para pensar en congojas ni tristezas, fue la más absoluta felicidad la que quedó plasmada siendo un retrato en particular donde estábamos con nuestra enorme familia, retrato que de ahora en más acompañaba la foto de los abuelos y padres de Barb el día de sus respectivas bodas, así como también había una de mi madre conmigo cuando era niño, otra de la abuela de Marcus con él al ser la persona más importante en su vida y quien lo crio como el increíble hombre que es, y una más donde están Oz y Travis al ser los primeros Oz de esa familia, y digo los primeros, porque sé que vendrán muchos más a hacer historia, una que empezó con Oz, Marcus y yo y que gracias a Samuel Clyde, hoy podíamos saber lo que era la verdadera felicidad y el amor.