Una semana después – Mónaco, Francia
Bárbara
Desde la icónica pedida de mano llevaba viendo como una tonta el anillo imaginando el gran día, pero al estar tan emocionada esa noche me dejé llevar diciendo que quería casarme el primero de junio y todo porque ese día mis abuelos tenían su natalicio y también se casaron, siendo una fecha demasiado importante para mí, además de que siempre la había tenido presente desde la primera vez que mi abuela me contó cómo conoció a mi abuelo, el romance que vivieron y la boda que tuvieron tan especial siendo mi mayor inspiración. Ahora, ¿cuál es el problema de esto? Simple, ¡que me quedaban solo dos semanas para organizar mi boda y ni siquiera tenía mi vestido hecho!
—¡Agh! ¡No puedo con tanto! —grité frustrada al pincharme de nuevo con la aguja.
—Creo que jamás te vi tan estresada como hoy —comentó Mad ingresando con Vio dándome un fuerte abrazo entre las dos.
—Lo siento, mis niñas, sé que debía recogerlas en el aeropuerto, pero no he tenido cabeza para nada desde que volví de Nueva York.
—Lo sabemos, es noticia mundial tu matrimonio y más por cómo fue la pedida de mano.
—Vio tiene razón, esta vez Isma la sacó literal del estadio al pedirle a Steve Tyler que le ayudase.
La emoción de ambas me devolvió la tonta sonrisa al recordar el momento.
—En realidad fue Oz quien organizó esa parte, al parecer lo conoció en diciembre y, en fin… —suspiré agotada—. Si quieren vayan a casa a descansar, yo llegaré tarde, pero mañana desayunaremos juntas.
—Me parece, señora Clyde, que no entiende todavía esta visita a su oficina —Mad abrió una maleta con varias botellas de mi vino favorito, telas, accesorios y mucho más.
—¿Qué significa esto?
—Papá nos llamó pidiéndonos traerte un regalo porque sabía lo estresada que estarías y lo mucho que esto significaría para ti —Comentó Vio llevándome al sofá junto a la ventana donde nos sentamos las tres.
—Mis niñas…
—No, no, no, un momento —intervino Mad con mayor seriedad—, antes de que te pongas con tus abrazos maternales y que hagamos un desastre con ese vino, Vio y yo tenemos algo especial que mostrarte.
Ambas abrieron la otra maleta donde estaba el vestido de novia de mi abuela dejándome helada, pues no creí que estaría en excelentes condiciones después de tantos años.
—Papá dijo que siempre quisiste usarlo y fuimos a Princeton a buscarlo, imaginamos que si él lo dijo es porque creyó que podrías usarlo aparte, modificarlo o no sé, lo que quieras.
—Y no solo eso, sino que también te ayudaremos a confeccionar el vestido con una compañía extra —la puerta se abrió siendo Livi quien ingresaba con Becca en brazos incrementando mi felicidad.
—¿¡Qué hacen aquí!? ¿¡No se suponía que estarían en Nueva York con Isma!? —chillé emocionada al saludarlas.
—Ahora tú nos necesitas más y es un hermoso momento que podremos compartir las mujeres, así que disfrútalo y aprovéchanos tanto como puedas que de aquí no nos iremos hasta no terminar el vestido.
—Muchas gracias, no imaginan lo feliz que me hace tener a las cuatro conmigo —nos unimos en un fuerte abrazo grupal con mi muñequita en el centro dándome muchos besos.
Es increíble que ya tenga un año y todavía no hable, aunque sí es muy inteligente, juguetona y le encanta explorar con cualquiera que esté junto a ella.
—De seguir así no terminarán el vestido —la voz de Ragnar nos separó, aunque yo era la más sorprendida de todas pues no esperaba que viniese—. Barb, sé que no soy una Clyde de sangre, pero sabes cuánto te aprecio al igual que a Isma —dijo tras hincarse frente a mí.
—Si algo nos enseñó mi abuelo, es que no importa la sangre sino el sentimiento que une a las personas, eso hace a una familia unida y tú eres merecedora de ese apellido como cualquiera de nosotras.
—Gracias, pero si es el caso y ya que estamos las Clyde reunidas, deberíamos celebrar como corresponde.
Su maquiavélica sonrisa me desconcertó y más al sacar dos champañas que tenía escondidas en una bolsa, las agitó haciéndolas estallar en tanto mis hijas traía las copas que había en un mini bar repartiendo las bebidas a cada una.
—Por ti, Bárbara Clyde, porque al fin conseguiste tu felices para siempre junto al hombre que amas y muy pronto será legalmente tuyo.
—¡Salud! —brindamos todas, incluso mi pequeñita que tenía su tetero a la mano imitando feliz lo que hacíamos.
La frustración desapareció por completo entre el pasar de los minutos y las copas de vino al acabarse la champaña, mil temas se nos atravesaban con las experiencias de vida que nos hacían reír hasta las lágrimas y al tiempo, cada una hacía su parte al ayudarme a confeccionar el vestido usando el de mi abuela como base, lo diseñamos con un profundo escote en la espalda en forma de “V”, también le dejamos unas mangas sueltas con tela semi transparente dándole un toque más romántico y lo mejor era que podían ir hacia atrás dándole otro semblante que quedaría perfecto en las fotografías, por supuesto colocamos una cola larga y ligera para mayor movimiento y una elegante pedrería escogida por Becca.
Me sentí tan acompañada con ellas, lo más bello fue recordar con mi hermana las veces que hablábamos con nuestra madre y abuela sobre cómo serían nuestras bodas, los colores, la decoración… hasta parecía que ellas también nos acompañaban en espíritu en medio de la locura que se estaba formando con tanto alcohol en la sangre, una locura que cada vez se salía más de control en cuanto paralizamos la confección por estar viendo otras cosas en internet, después espiando a los chicos que se encontraban en Nueva York bebiendo, fumando y jugando cartas mientras algunas mujeres los atendían.
—¡No es justo! ¿Por qué ellos tienen meseras sexys y nosotras no? —se quejó Vio quien ya estaba con la cabeza elevada.
—¡Cierto! ¡Nosotras merecemos más e iremos por unos buenos baguetes franceses! —se le unió Livi quien estaba tan alcoholizada como Vio.
Nosotras cuatro estábamos en un mar de risas por el poco aguante de ambas y las tonterías que apenas salían de su boca, pues a veces hablaban enredado y se tambaleaban sin control, aunque no era para menos considerando que llevábamos casi siete o nueve botellas entre cinco mujeres; sin embargo, y algo que agradezco en demasía, es que al menos Ragnar es la de mayor luciendo como si apenas llevara dos copas en la mano, tanto así, que fue la única que terminó cuidando de mi hija, cambiándola y ayudándole a comer, porque ninguna de nosotras podíamos con tanto.
—Tranquila, mamá, no tendrán que esperar más —comentó Rag con tal perversión que llamó la atención de todas, incluida mi pequeñita.
—¡¿Ya llegaron?!
—Sí, señora.
No sabía de qué estaban hablando, pero en lo que Vio y Mad intentaban sacarles información, recibí una llamada de los encargados de seguridad solicitando que nos quedásemos en la oficina ya que habían encontrado algo extraño en el primer piso, quizás algún intruso, entonces le pregunté a Rag si les había informado de la llegada de quien fuese y ella dijo que sí, así que no me preocupé por el asunto y menos porque ellos me dijeron que la policía se encontraba revisando el edificio en su compañía.
La situación se me hizo un poco extraña, pero conociendo a mi sobrina, lo más seguro es que le pagase a alguno de los vigilantes para hacer la situación más interesante, así que le dije a las chicas que no salieran porque había unos ladrones peligrosos en el edificio, todas gritaron emocionadas abriendo otra botella y en menos de cinco minutos ingresaron dos agentes de la policía.
—¡Sí, mi amor, así me lo recomendó el doctor! —gritó Mad emocionada.
Cubrí mi rostro en una vergonzosa risa al gritar eso y más porque los hombres empuñaron las manos con tal fuerza que resaltaron sus músculos dejando los trabajados pectorales al descubierto aun con la ropa puesta, mis hijas y Livi gritaron al unísono, pero lo más irónico fue que Becca las acompañó con otro grito y fuertes aplausos.
—¡Ella definitivamente es una Clyde! —Livi señaló a Becca quien estiraba sus manitas para que ellos la cargaran.
Y pensar que hace años cuando conocí a Ragnar yo dije esas mismas palabras pese a ser tan fría en carácter, pero mi hermana tenía razón cuando dijo que ella solo necesitaba sentir el cariño de una buena familia para que hoy pudiese estar con nosotros compartiendo importantes momentos.
—Ahora sí, ¡vamos a divertirnos! —Vio, sin pena ni gloria, fue con el moreno fortachón dándole una fuerte nalgada—. ¡Y son reales!
—¡Señorita, le pido orden o tendré que arrestarla! —riñó el hombre provocando que las demás hiciéramos una bulla al unísono.
—Barb…
—¡Rag, están increíbles, esta vez te luciste! —chillé emocionada repasando de pies a cabeza al rubio con actitud ruda militar, misma que me recordaba a Isma cuando se vistió de oficial viéndose alucinante—. Tienes que hacerte cargo de la despedida de soltera de mi hermana y la de mis hijas.
—Lo haré, pero, Barb…
—Pero nada, tú tranquila que tienes mi bendición —besé su mejilla, la de mi bebé que seguía en sus brazos y acompañé a las demás que estaban disfrutando los cuerpos de ese par.
Me parecía un poco extraño lo rígidos que eran los hombres que habían contratado, pero ninguna de las cuatro perdió tiempo en aprovecharlos. Livi y yo los desarmamos, mis hijas se encargaron de desvestirlos arrancándoles las camisas y los cinturones y cuando estábamos a punto de quitarles los pantalones, ellos se pusieron más agresivos contra Mad y Livi, pero lo que no sabían era que ebrias son mucho más escurridizas al usar sus tácticas de defensa personal logrando liberarse de la llave que habían hecho al dejarlas contra la pared, siendo ahora ellos los sometidos en el suelo.
—Es hora de impartir justicia, señor agente —siseó Mad con el éxtasis saliéndosele por los poros.
Vio, en tanto ellas les colocaban las esposas, trajo unas cintas cubriéndoles los ojos y con los cinturones los sujetaron de tal forma que mantuviesen los brazos hacia arriba para al fin terminar de desnudarlos dándoles a su vez un erótico masaje entre las piernas.
—¿No te divertirás con nosotras? —preguntó Livi a Rag.
—Descuida, me divierto más al verlas y alguien debe asegurarse de que Becca no vea más de la cuenta.
—¡Cierto! ¡Tan inteligente como siempre!
—¡Vamos, Livi, demostrémosles cómo lo hacen las profesionales!
Me la llevé a rastras metiéndonos entre los brazos de los policías que seguían exigiendo que los liberáramos y detuviésemos la fiesta, pero mis hijas sirvieron más vino en lo que nosotras manteníamos sus bocas abiertas al taparles la nariz para que ellos bebieran, después lo hicimos nosotras y aprovechando que Livi y yo teníamos vestidos sueltos, nos quitamos las bragas y subimos las piernas en los hombros de ellos cubriendo sus cabezas con las vestimentas, mis hijas se enfocaron en hacerles un oral a cada uno consiguiendo que sus lenguas comenzaran a trabajar dándonos el máximo placer posible.
Justo antes de llegar al ansiado orgasmo, Rag se acercó con Becca quien tenía los ojos vendados y unos audífonos con orejas de gato que no sé de dónde sacó, pero se veía preciosa mi bebé.
—Abran grande y beban todo lo que les dé si quieren el premio mayor.
Uno a uno fue dándonos otra bebida de una licorera (que tampoco sé de dónde sacó) cuyo contenido era exquisito, jamás probé un coctel tan delicioso y balanceado, pero al cabo de unos minutos perdí la razón por completo dejándome llevar con los demás.
(…)
Doce horas después
Estación de policía
Abrí los ojos de a poco con una resaca de los mil demonios, tenía el cuerpo maltrecho, hasta el cabello me dolía, para colmo tenía unas horribles ganas de vomitar y todo me daba vueltas, pero algo no encajaba con el techo, entonces me fijé a mi alrededor dándome cuenta de que Livi, Vio y Mad estaban conmigo en la cárcel y me levanté rápidamente siendo el peor error al irme de bruces contra la pared.
—¡Despierten, estamos en la cárcel! —grité lo más fuerte que pude antes de que viniese una arcada que pude controlar.
—No puede ser… ¿¡Cómo llegamos aquí!? ¡¿Qué pasó?! —Livi estaba tan preocupada como yo.
—¡Las Clyde sí que saben divertirse por lo alto! —exclamó Ragnar quien estaba al otro lado de la reja con mi hija dormida en brazos—, hasta Becca cayó profunda de lo bien que se la pasó anoche aprendiendo las cochinadas que hicieron —estiró su móvil enseñándonos un video de lo ocurrido con esos sujetos.
—P-Pero que… ¡No puede ser…! —Vio estaba horrorizada al verse en semejante escena porno—. ¿¡Cómo terminamos aquí!?
—Intenté decirles que esos dos no eran los strippers que contraté, estos vendrían de ladrones, no de policías, pero ustedes los confundieron sin darle tregua de hablar y para colmo los otros idiotas no hicieron bien su trabajo, así que se llevaron una golpiza al confundirlos con verdaderos ladrones y ustedes hicieron muchas cochinadas con dos policías de verdad que las trajeron arrestadas, claro, después de divertirse con las cuatro.
—¡Tienes mucho que explicarnos, Ragnar! —reñí furiosa con el vómito en la garganta—, pero más te vale no decirle a nadie de esto, A NADIE!
—Tranquila, tía Bonny, será el secreto de las Clyde —diría que confío en ella, pero ese tono maquiavélico salió tan Oz, que no me sorprendería que algo esté planeando.