Bárbara
Me alegraba tener de vuelta a mi hija y aunque la noté cansada y triste cuando llegó, desde ayer parecía estar de mejor humor, aunque es curioso que esté más cerca de Ismael, lo ayuda en lo que haga falta, hablan con más soltura y en la mañana antes de ingresar al despacho para hablar con Mad, ambos salieron a dar una vuelta. Quizás algo hayan hablado que los hizo acercarse y aunque estaba feliz por ellos, también me dolía un poco al saber que mi hija no contó conmigo para hablarme de su problema.
—¿Qué tonterías piensas, Bárbara? Antes deberías estar feliz porque ellos están unidos y no en guerra —me reñí enfocándome de nuevo en el trabajo, o al menos esa era la idea hasta que Isma ingresó.
—Preciosa, ¿tienes unos minutos?
—Sí, ya terminé de hablar con Mad —él ingresó con Vio quien estaba bastante nerviosa, aunque no pude evitar inquietarme en cuanto él sujetó su mano sentándose frente a mí—. ¿Qué ocurre?
—Mamá, hay algo que necesito decirte, pero debes escucharme de principio a fin antes que nada.
—¿Qué…? —Isma me hizo una señal para que accediera, pero algo me decía que no sería bueno—. Está bien, te escucho.
—Estoy embarazada y el padre es Hermès Dumas.
Menos mal estaba sentada o me habría desmayado, aunque aun estando en la silla me era imposible procesar nada de lo dicho en esa frase que casi me hace devolver hasta el desayuno.
—¿Hermès Dumas? ¿El hijo de…?
—Sí, mamá, el mismo… —ella me relató lo ocurrido entre ellos, su relación y cómo la terminó abandonando a su suerte con el bebé un día antes de llegar a Princeton.
—Preciosa… —Isma intentó tomar mi mano, pero la alejé.
—No sé si enfurecer por meterte con ese idiota o que ese idiota se atreviera a decirte… ¡¿Cómo pudiste, Viola?! ¡¿En qué pensabas para salir con él si sabes la alimaña que es su padre?!
—¡Lo sé, mamá, lo sé!, pero te juro que nada parecía ser así al comienzo y por lo mismo no quise involucrarlo con la familia, porque no estaba segura de nada, pero ahora…
—¡Ahora te dejó embarazada y sola!
—Bárbara…
—¡No, Ismael! ¡Te quiero lejos del asunto, esto es entre mi hija y yo!
—Entonces enfurécete lo que quieras porque no me iré —afirmó determinado y se levantó sin soltar a Vio quien lloraba en un mar de nervios—. Esto no es fácil para ella y que le grites no cambiará nada, debemos hallar una solución, no agravar el problema.
—¡La solución que le daré es que castraré a ese bastardo por lo que le hizo a mi hija! —grité eufórica sintiendo una punzada en mi vientre.
—Mamá, sé que hice mal y lo reconozco, pero este bebé ya está en camino y aunque estuve a punto de cometer un error, ahora sé que quiero tenerlo.
—¿Pensaste en abortarlo, Viola? ¡¿Un aborto, por Dios santo?! ¡¿Sabes lo que eso implica?!
—¡Sé que fue una estupidez de mi parte, pero no lo hice, ni siquiera busqué una clínica!
—¿No buscaste una clínica? ¡¿No buscaste una clínica?! ¡¡¡¿Acaso escuchas lo que estás diciendo?!!!
—Bárbara, ya cálmate, te estás alterando demasiado.
—¡No me calmo una mierda, Ismael! —golpeé el escritorio asustándolos.
—M-Mamá, necesito que me escuches, ya todo terminó con él y…
—¡NO HA TERMINADO NADA, VIOLA! ¡ESE INFELIZ DE BONETTI TE ABANDONARÁ Y HARÁ PEDAZOS LAS VECES QUE LE DÉ LA GANA!
De pronto el lugar silenció y al caer en cuenta de lo que dije, salí de inmediato con Isma detrás de mí intentando detenerme, pero me zafé de su agarre y conduje lo más lejos posible, no sabía a dónde ir, no sabía qué hacer, pero al ver el parque cerca de la casa, me dirigí al cementerio en busca de mis abuelos intentando hallar una respuesta, un consuelo o lo que sea que me ayudase con esta situación.
—¿Qué hice abuelo? ¿Cómo permití que mi hija repitiera mis errores? —caí frente a su tumba entre interminables lágrimas que me llevaron a una espiral de tórridos recuerdos, siendo el día que me enteré del embarazo de Vio el primero de estos.
Se suponía que mi matrimonio con Bonetti sería una formalidad, un contrato que duraría unos años hasta obtener las ganancias de la inversión comprando mi parte y así asegurar mi empresa de modas, pero una noche de fiesta fue mi perdición, por desgracia no recuerdo nada excepto que desperté al día siguiente desnuda con Bonetti a mi lado, él me dijo que estábamos muy ebrios y terminamos juntos siendo la única vez que nos habíamos acostado, pero fue suficiente para que meses después recibiera la noticia que me despedazó en cuerpo y alma.
Aquella vez lloré un día entero al arruinar mi futuro, no porque mi hija fuese mi desgracia en sí, sino porque quería esperar hasta terminar el contrato y encontrarme con Ismael para hacer mi vida con él, pero ese embarazo complicó la situación con Bonetti quien me abandonó a mi suerte con mentiras y el día que menos imaginé regresó “reclamando sus derechos como padre”, pero qué va, todo fue una trampa en la cual caí por tonta creyendo que sí le importaba su hija.
Quizás ahí era cuando debía buscar otra manera de alejarme, pero por desgracia la historia se repitió, solo que esta vez fue en casa cuando él me sorprendió con la cena, las copas pasaron entre manos y cuando menos lo imaginé desperté desnuda con él sin recordar nada, aunque esta vez no desapareció enseguida, sino que se quedó un tiempo más durmiendo en la misma cama que yo porque según él quería intentar una relación conmigo para hacer las cosas bien y sí que se portó a la altura desde su regreso, pero al darnos la noticia de que tendría otra niña fue como un balde de agua fría para él.
Esa vez tuvimos una fuerte discusión al verlo empacar, era tanta mi desesperación que lo llevé al límite consiguiendo que confesara cuánto detestaba a las niñas siendo un varón lo único que quería de mí para asegurar su dinero, pero al no dárselo me desechó llamándome inútil. Lo golpeé y le dije sin titubear que obtendría el divorcio y la custodia de mis hijas, pero ese infeliz se rio en mi cara diciéndome que el acuerdo firmado me obligaba a pagarle una suma exorbitante que no tenía si firmaba el divorcio antes de tiempo además de que él terminaría con mi empresa, entonces la guerra entre nosotros comenzó.
Intenté cientos de veces alejarlo de mis hijas, pero nada funcionaba y menos porque debía estar también al frente de la empresa y como él no me ayudaba excepto para darme problemas que consumían mi tiempo, menos podía estar con mis hijas con el transcurrir de los años.
—Imaginé que vendrías —la voz de Isma me sacó de la oscura espiral.
—¿Qué haces aquí?
—Vine por ti, solo que antes debía tranquilizar a Viola y a su vez te daba tiempo.
—Fui demasiado dura con ella, lo peor fue que me pidió escucharla y yo… —volví en llanto siendo recibida entre sus brazos.
—Sé lo difícil que fue para ti lo que viviste con ese sujeto y hoy que lo mencionaste, es evidente que la herida se mantiene contigo.
—No lo amo, si es a lo que te refieres.
—Sé que jamás lo amaste y eso lo dejaste en claro hace mucho cuando hablamos del tema, pero la situación con Viola es algo que debes afrontar por encima de tus propias heridas, Barb.
—Fui una terrible madre.
—No, no lo fuiste, hiciste tanto como pudiste mientras luchabas sola contra Bonetti, pero dime, ¿no habría sido más fácil si te hubieras apoyado en la familia a tiempo? —asentí con el corazón partido—. Entonces sé la familia que te faltó y extiéndele la mano a tu hija que necesita de su madre hoy más que nunca, así como nosotros lo hubiéramos hecho por ti de habérnoslo permitido.
Es irónico que justo en ese momento apareciera él, aunque quizás mi abuelo, así como hizo en vida, aun después de la muerte tenía su forma de comunicarnos que no estábamos solos.
(…)
Volví a casa más tranquila gracias a Isma, él me explicó lo que hizo falta de la historia y el cómo se sentía Viola con la situación, por mi parte me encontraba abrumada al gritarle en vez de apoyarla, pero estaba resuelta en arreglar el problema como era debido.
—Ve con ella, yo buscaré la cena para darles espacio.
—Gracias, eres el mejor.
—Lo sé, por eso me amas —un guiño y un beso fue lo único que necesité para ir hasta el jardín donde se encontraba ella llorando—. No olvides que esa fuiste tú alguna vez. Dale lo que te faltó, preciosa —susurró en mi oído y partió dejándonos a solas.
Es curioso, pero creo que jamás me vi tan reflejada en ella como lo hago hoy.
—¿Vio?
—¡M-Mamá! —chilló nerviosa dando un respingo.
Mi hija estaba tan asustada, que recordé cuando Bonetti la abofeteó la primera vez dejándola en el suelo, ese día me descontrolé como nunca con tal de defender a mis hijas de él.
—Cariño, lo siento, no quise desquitarme contigo —me senté a su lado viendo mi reflejo veinte años atrás—, esta noticia fue abrumadora para mí y lo que más me dolió fue saber que ese sujeto te trató tan mal.
—¿Y el embarazo? Dijiste que…
—Sé lo que dije y lo lamento muchísimo, pero cuentas con mi apoyo en la decisión que tomes, lo más importante para mí es que estés segura de ello y que esa misma decisión te haga feliz, Vio —dije sincera acunando su mejilla.
—Quiero tener a mi bebé, mamá, quiero ser como tú.
—No, mi niña, no seas como yo, debes ser tú misma, pero mucho mejor, de mí al menos aprende de los errores para que puedas ser la madre que te faltó por tantos años, la que no pude darles a ti y a tu hermana.
—No digas eso, eres la mejor mamá de todas y me siento orgullosa de ser tu hija, en especial ahora que sé lo que pasó con mi padre, aunque ni ese título se merece, pero tú sí, mamá, tú sí.
Su abrazo me reconfortó el corazón devolviéndome la vida misma y para mayor detalle, mi pequeñita hizo acto de presencia al patearme cuando Vio colocó su mano en mi vientre, se asombró un poco, pero las dos estábamos felices.
—Ella, al igual que yo, te estaremos apoyando siempre y por lo que pude apreciar Isma también.
—Sí, es un gran hombre, espero dar con alguien así en mi vida, que esté dispuesto a todo conmigo y me ame tanto como él te ama a ti.
—Llegará, amor, eso te lo aseguro. Sin embargo, es importante que definas lo que harás respecto a Dumas, porque no quiero que te haga la misma jugada que Bonetti me hizo con ustedes, por eso me gustaría que te quedes con nosotros en Princeton hasta que tu bebé tenga al menos un año.
—Pero eso sería aplazar su estadía aquí y sé que deben tener más planes por delante.
—Deja eso en nuestras manos, por ahora quiero que ustedes estén a salvo y tomes una decisión sabia.
—No tengo nada que decidir —contestó determinada apretando un poco mi mano—, quiero a mi bebé conmigo, bajo ningún motivo quiero que él se le acerque.
—Entonces así será, por ahora disfrutemos la cena que nos traerá Isma y mañana pedimos una cita para que te hagan una revisión, porque estoy segura de que todavía no lo has hecho.
—No, pero me gustaría que los dos estén conmigo.
—Así será, mi niña, siempre estaremos contigo y tu bebé, ya verás que nada les faltará mientras yo viva.
—Entonces vive cien años más para que no me faltes —suplicó sollozante abrazándome más fuerte.
—Haré lo que pueda, mi amor.