16.    SORPRESAS CANDENTES

2498 Words
Mayo Bárbara Por fin estaba en mi último mes y pronto acabaría mi guerra hormonal que parecía haberse intensificado con la llegada de mi hija, no digo que sea del todo su culpa, pero quizás dos mujeres embarazadas bajo el mismo techo no era la mejor idea, antes no sé cómo hace Isma para soportarnos cuando el estrés, la ira, el fastidio, el desagrado o la tristeza nos abruma, pero ese hombre, por increíble que parezca, en unas pocas palabras o en acciones sencillas nos tenía a sus pies muy felices cual niñas pequeñas con un helado en la mano. Antes le agradezco por la paciencia que nos ha tenido, en especial a mí quien creo le ha dado mayores dolores de cabeza, por eso quise preparar algo especial hoy, quizás esté limitada en movimientos por la enorme barriga, pero mis ganas también incrementaron siendo satisfechas por él con éxito, así que preparé la habitación con velas de aroma a vainilla y canela, llené la bañera con suficiente agua y espuma, serví su whisky y un jugo para mí, aunque hice un poco de trampa al ser de uva recordándome el exquisito sabor del vino. En cuanto a mí, arreglé mi cabello en ondas sueltas con un maquillaje que resaltaba mis mejores facciones y vestí una bata blanca de seda sobre una lencería semitransparente con una delicada cortinilla que cubría mi vientre viéndome más sexy, en especial al incrementar mis glúteos y senos gracias a mi hija. —Muy bien, mi niña, hora de dejar a tu padre con la boca abierta, así que nada de romper fuente hoy, te esperas hasta mañana —ella dio una suave patada que me conmovió al estar tan conectadas. Di un último repaso a mi labial en cuanto bajó del auto, me aseguré de tener todo en su sitio y esperé muy sensual a Isma en la cama con los vasos en mano, entonces él abrió la puerta ensanchando pecaminoso su sonrisa mientras me repasaba de pies a cabeza. —Bienvenido a casa. —¿Y esto? —Quería tener un detalle contigo —moví mi pierna enseñando más el muslo—. ¿Te gusta? —Me arrepiento de no llegar antes. —Al contrario, tu demora me dio tiempo extra —le entregué el vaso haciendo un brindis y un beso en mi cuello me derritió—. Te ves increíble —aludió gutural en mi oído. —Esa era la idea, aunque de ti depende si quieres darte un baño primero o disfrutar tu postre. —¿Y desaprovechar tu nuevo trabajo? No lo creo —abrió la bata acariciando mi vientre—, sabes cuánto me encanta hacer control de calidad a tus prendas —dejó un tierno beso a nuestra bebita—. Hola, mi pequeñita, ¿te importaría quedarte ahí hasta mañana?, papá tiene muchas ganas de consentir a tu mami esta noche. —Y no imaginas cuántas ganas tiene mamá. Su lujurioso semblante fue hasta mis senos repartiendo besos en el borde del telar, mis pezones endurecieron resaltando en la tela y con la punta de sus dedos los acarició sobre y debajo de la prenda mientras yo desabrochaba su pantalón. Esta vez no quería venirme primero, así que le indiqué levantarse retirando las prendas inferiores en lo que él se sacó muy sensual su camiseta y como ha hecho más ejercicio desde que llegamos, los resultados de su duro entrenamiento se marcaban en cada parte de su ser, mas era la extremidad entre sus piernas la que me hacía trabajar entusiasta con la lengua al repasar su m*****o bañado de mi saliva. —Espero que esto no cambie cuando nazca nuestra hija —comentó a ronca voz degustando el placer que le daba. —Nos adaptaremos, pero algo haremos al respecto porque no pienso permitir que te busques una amante y menos con Oz al volante —lamí en la parte inferior cual paleta hacia lo largo bajo su muy atenta mirada de mercurio endureciéndolo más. —Descuida, a no ser que mi hermano me drogue, no te cambiaré por nadie. —Recuérdame que lo coloque en la cláusula del prenupcial —rio divertido soltando un jadeo al chupar su glande—. ¿Me dejarás terminar o quieres meterlo antes? —Preciosa, estoy que te lo meto desde que abrí la puerta. —¿Y si te saco primero el relleno y lo reparto en mis senos? —cuestioné perversa acomodando su dura hombría entre los mismos masturbándolo. —Diablos, Barb, no me lo pongas tan difícil. —No lo pongo difícil, solo lo coloco donde tanto te gusta. Él, al no soportar las provocaciones que le hacía, tiró de mi cabello al apretarlo más con mis senos y se movió a su gusto permitiendo que la punta fuese recibida por mi lengua, aunque esto solo consiguió que el éxtasis incrementara en ambos y me fui hacia atrás abriéndole mis piernas. Isma retiró la pequeña tanga con su boca e introdujo sus dedos masajeando mi punto débil, aquel que ponía a temblarme hasta las falanges por el remolino que creaba en toda la entrada. La razón se iba perdiendo a medida que el placer desbordaba, en automático me acosté de lado sin bloquearle el paso y él saboreó sus dedos mientras mojaba el glande con mi húmeda cavidad hasta clavarla de una estocada que se convirtieron en mil más. Sus grandes manos estrujaron mis senos y mi trasero que se encontraban al descubierto a la vez que me devoraba con la mirada trayéndome recuerdos de pasados encuentros en la juventud, entonces una idea me acompañó al subirle la mano desde mi pecho hasta mi cuello. —Preciosa… —advirtió temeroso al comprender lo que quería. —Solo un poco. Mi jadeante súplica resultó efectiva y él ejerció presión en mi cuello cortando por segundos la respiración, la sangre y hasta mis pensamientos más perversos que ansiaban romper los límites a medida que profundizaba el increíble vaivén que golpeaba mis labios inferiores, pero con mi hija en medio resultaba imposible que me diera todo lo que quería y lo peor era que no podría disfrutar sus increíbles penetraciones hasta después de un mes suponiendo que todo salga bien y tenga un parto natural sin complicaciones, pero confío en que él sabrá encontrar otras formas de complacerme, así como yo lo haré con él. A medida que sus penetraciones se hacían más y más enérgicas, le indicaba apretarme más sacándome entrecortados gemidos que nos enloquecieron llevándonos al borde del orgasmo y en el pico más alto de placer, el primer llamado llegó antes de lo previsto sin perder las ganas o su volumen, así que estábamos más que listos para continuar con la segunda ronda, pero desgraciadamente nos vimos interrumpidos por un desesperado grito de Viola quien ingresó de golpe llevándose una gran sorpresa por enésima vez de nosotros, balbuceó intentando decir algo y enseguida salió horrorizada cerrando la puerta. —Recuérdame que le ponga seguro la próxima vez, ya me estoy cansando de que haga eso y lo peor es que cuando llegue Mad será doble interrupción —se quejó Isma acostándose agitado a mi lado y besó mi vientre con el inmenso amor que guarda en su corazón. Eso es lo que me encanta de él, en un segundo podía ser una fiera en la cama y al siguiente un manojo de algodón que nos consentía a mí y a nuestra hija entre caricias y besos. —Estoy de acuerdo, pero por ahora debemos hablar con ella para que no siga haciéndolo y continuar lo que empezamos. —¿Qué te parece si me esperas en la bañera en tanto hablo con ella? —Mejor después, este tiempo es de nosotros y ella no es una niña. —Lo sé, pero no quiero que quede más traumada de lo que está —bromeó jocoso dándome un delicioso beso que humedeció mis labios. —Como quieras, tú te lo pierdes. Al conocer un punto débil de él siendo este las delicadas caricias en su nuca una vez eyaculaba, repasé mis dedos en un suave masaje consiguiendo relajarlo. —Eso es trampa —me abrazó besando mis senos y el vientre entre el amor y la pasión. —Puedes irte cuando quieras, nadie te retiene. —Los dos sabemos que no me iré si sigues haciéndolo. —Entonces disfrútalo. (…) Ismael Después de atender por segunda y hasta tercera vez a mi chica tras convencerme con sus encantos cuando la llevé a la bañera, vestí una pantaloneta y busqué a Viola quien se encontraba en la cocina sumergida en sus pensamientos, se veía tan hermosa cada que la encontraba así, que no podía evitar perderme en mis propios recuerdos con Barb y Livi cuando éramos adolescentes. —¿No prefieres chocolate en vez de café? —espabiló avergonzada. —Disculpa, no te sentí llegar. —Ya me di cuenta —me senté junto a ella abriéndole un paquete de galletas que había sobre la mesa—. ¿Te encuentras bien? —Disculpa por haber ingresado así, pero escuché unos ruidos de ahogo y creí que mi mamá… —exhaló ofuscada cubriendo su vergüenza. —Tranquila —acaricie su espalda consolándola—. ¿Qué te parece si de ahora en adelante dejamos una prenda en el pomo de la puerta para que tu hermana y tú sepan que no deben abrirla? —Creo que es una excelente idea —rio más tranquila sin borrar su sonrojado semblante—. En serio lo lamento, aunque no creí que a mi madre le gustara ese tipo de juegos. —No tienes idea de las cosas que le gusta —comenté orgulloso provocándole una cara de horror que me hizo reír—. ¿Cómo te encuentras? ¿Te ayudó la caminata? —Mucho, también hablé con Mad que me pidió ayuda con algunos informes de la empresa y ahora iba al estudio a trabajar. —Me parece bien, es importante que te distraigas con algo en vez de pensar en ese canalla que no vale la pena ni tu tiempo. —¿Es tan obvio? —Mucho, pero aquí estamos contigo. —Gracias —acunó mis manos dejando una nerviosa caricia que me inquietó—. Isma, en verdad significa mucho para mí tu apoyo, no imaginas cuánto me ha ayudado hablar contigo, sentirme acompañada en este momento y más cuando tienes esos detalles tan lindos conmigo. —Lo hago con cariño, ustedes son mi familia y las aprecio demasiado así tu hermana y tú no lleven mi sangre. —Gracias… Creo que mejor iré a trabajar, no quiero que Mad me regañe por el retraso, a veces se pone insoportable —ella podía bromear y sonreír lo que quisiera, pero los ojos no mienten. Al levantarnos llevé su pocillo al lavaplatos dejándole las galletas, pero ella me sorprendió acercándose nerviosa. —¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —¿Puedo pedirte algo? —Claro, ¿qué necesitas? —¿Podrías abrazarme? —suplicó inquieta. No tuve ni qué pensarlo, sino que enseguida la refugié en mi pecho queriendo darle la tranquilidad que necesitaba. A veces a Vio no le gustaba decir cómo se sentía al ser ese sujeto el motivo de su tristeza y en aras de no molestarnos con la misma historia solía quedarse callada, pero yo sabía estas pequeñas peticiones hacían una gran diferencia en su ánimo, así como también mejoraban el mío solo de imaginar a Jade a esta edad, el miedo que la invadiría de pasar por la misma situación y lo mucho que quisiera apoyarla sin importar lo que pase en su vida, todo por su bienestar. No obstante, al levantar su rostro, clavó en mi pecho una extraña sensación que me desconcertó, había algo diferente en ella y pronto me lo hizo saber al empinarse lo suficiente besándome. Estaba petrificado, no supe cómo procesar esto los primeros segundos, por suerte al observar una fotografía en la pared pude volver en sí y la alejé con cuidado. —Lo siento, y-yo… no sé qué me pasó. —Viola —acuné su rostro con el mismo cariño que le he dado en este tiempo—, aprecio el sentimiento que te impulsó a hacerlo y comprendo que estés vulnerable por la abrumadora soledad que abarca tu corazón, pero te pido que no lo repitas. —Lo siento. —No te disculpes más, no fue algo malo, pero tampoco es correcto. —Fui una tonta, lo sé… —murmuró al borde del llanto. —Créeme que si fuese una situación diferente sería un honor para mí y aunque seas bellísima, con carácter fuerte y mil cualidades más que te hacen ser una increíble mujer, no puedo verte de esa forma. —Lo sé, es por mamá. —No solo por ella —quedó extrañada mientras yo limpiaba su brillo labial corrido—, a Barb la amo demasiado, es la mujer de mi vida, pero a ti no puedo verte como mujer no solo porque seas su hija, sino porque me recuerdas a las mías y me es imposible verte de otra forma, así te pongas la lencería más provocativa del mundo y te la quites frente a mí en el baile más candente de todos, no puedo, es imposible. —¿Me estás diciendo que me ves como si fuese tu propia hija? —Sí, porque el día que te conocí, aunque me llevé una gran decepción de ustedes, hoy estoy orgulloso por las mujeres que son y saber que me abrieron las puertas de su casa, de su vida y su corazón significa todo para mí. —Hasta para rechazar eres perfecto —reímos por lo bajo siendo esta vez yo el avergonzado. —No lo soy, tengo muchos defectos, traumas que al día de hoy me golpean con fuerza y un vacío que jamás me abandonará, pero la presencia de mi familia me ayuda a sobrellevarla. —Mamá es demasiado afortunada de tenerte… y un poco tonta por no buscarte antes. —No era el momento para estar juntos, pero ahora sí lo es y por eso fuimos bendecidos con tu hermana Becca, solo no dejes que este beso ni mi cariño te confundan porque te veo de la misma forma en que veía a mis hijas. ¿De acuerdo? —Sí, pero… ¿al menos te puedo abrazar otra vez? Prometo que no habrá beso. —Puedes abrazarme las veces que quieras y los besos me los puedes dar en la mejilla, pero estos labios le pertenecen a una sola Clyde —nos fundimos en un fraternal abrazo que nos llenó el alma y aunque sé que terminará llorando después, es mejor ser directo a tener problemas más adelante. Solo espero que esto sea algo hormonal y no que haya desarrollado sentimientos por mí, no quisiera arruinarlo todo con una errónea idea en su cabeza.
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