Madge
Caminé en silencio aferrándome de Becca mientras intentaba calmarla aun cuando ni yo misma podía hacerlo con todo lo que me dijo Bonetti, además de tenerlo detrás de mí apuntándome con el arma. Pronto llegamos a una sala donde se encontraban los Dumas junto a los hombres que nos trajeron, pero lo más extraño era que había un enorme vidrio a metros de nosotros que nos permitía ver el otro lado. No comprendía de qué iba esto hasta que recordé cuál era esta empresa y a lo que se dedicaban, siendo un viejo set de grabación que habían cerrado hace unos meses por un incidente que hubo entre algunos empleados.
—Arrodíllate y no olvides lo que te dije —advirtió Bonetti y obedecí sin rechistar.
Al cabo de unos minutos ingresó mi tío Oz con Ismael, parecía que no nos veían, pero eso dejó de importarme al detallar a Isma quien llevaba colgando en su pecho a Christy cubierta con una manta hecha por mi madre. Sabía que estaba bien resguardada ya que la manta era uno de los tantos diseños que ella había confeccionado para la línea de seguridad, así que en caso de un incendio o que le disparasen, Christy estaría a salvo; sin embargo, el que estuviese aquí resultó demasiado doloroso para mí al comprender que Ismael la había traído para salvar a Becca.
Dumas comenzó a amenazarlo diciéndole que dejara a la bebé en el suelo si nos quería con vida y un sinfín de cosas más que dejé de escuchar al sentir en mi nuca el frío cañón del arma de Bonetti, por obvias razones este detalle los preocupó más, en especial porque él tenía motivos de sobra para lastimarnos, pero yo no pude evitar derramar unas cuantas lágrimas al darme cuenta de que muy en el fondo quería que Ismael viniese también por mí y no solo por Becca, deposité un rayo de esperanza en otro hombre que al final me dejó en la cuerda floja.
—Estarás bien, pequeñita —susurré a Becca al abrazarla más fuerte cuidando de no lastimarla.
—¡Reacciona, maldita sea, no puedes dejar morir a otras dos hijas! —el grito de mi tío me alarmó y alcé el rostro creyendo que Bonetti o los Dumas harían algo contra ellos o nosotras.
De pronto mi tío apuntó su arma al vidrio disparando varias veces, cubrí como pude a Becca en tanto escuchaba las esquirlas caer y volví mi atención al lugar comprendiendo que era una trampa de ellos para despistarlos al colocar ese enorme vidrio de visión unilateral. En eso noté que Bonetti se había alejado de mí, pero los Dumas se acercaron como queriendo evitar que huyese y al estar más enfocados en dispararle a Ismael y mi tío, sujeté a Becca con un brazo y el otro lo preparé impactando un fuerte puñetazo en la entrepierna del idiota de Hermès y con el codo le di a su padre seguido de otro golpe detrás de la rodilla que lo desestabilizó dejando caer el arma junto a su cuerpo, lo que me permitió patearla alejándola de él.
—¿Cómo es posible? —gruñó sorprendido el cretino de su hijo por mi maravillosa hazaña hecha en segundos.
—¡Soy una Clyde, imbécil! —le grité orgullosa pateando su rodilla—, ¡y mi abuelo me enseñó a defenderme de idiotas como tú!
—¡Maldita perra! —chilló al doblarle la muñeca mientras los disparos seguían perpetrándose a nuestro alrededor.
—Prefiero Clyde, gracias, bastante me cuesta mantener este cuerpo con sus entrenamientos.
En un ágil movimiento dejé a Becca en el suelo y apoyé mis manos a su lado de tal forma que mi cuerpo le sirviera de escudo en tanto pateaba el estómago de él con mi tacón, por poco consigue dispararme, pero una bala lo evitó y al ver en dirección del origen, encontré a Ismael apuntándole con una furia nunca antes vista.
—¡Corre! —me arrojó su arma a la vez que sacaba otra para seguir disparando.
Cargué de nuevo a Becca y busqué un lugar en dónde refugiarnos, en especial a ella, pues necesitaba liberarme si quería protegernos hasta que ellos nos sacaran de aquí, por suerte mi salvación llegó al hallar el escondite perfecto donde la oculté bien asegurándome de que no pudiesen encontrarla o lastimarla y salí con cuidado revisando el lugar para que nadie se acercara a nosotras.
Por desgracia un arma no me serviría de mucho si gastaba balas en vano, así que debía ser cuidadosa en cómo usaría cada una; sin embargo, fui emboscada de repente por Tadeous quien impactó un puño en mi cara destemplando cada uno de mis dientes, pero en vez de dejarme caer, me aferré al arma disparándole un par de veces hasta que él se ocultó tras un muro en lo que yo hice lo mismo con la sangre brotando en mi boca.
—Hijo de perra, sí que sabe golpear fuerte —los enormes ojos de mi hermana se clavaron en mí al quitarse la tela que le había puesto—. No digas esa grosería o mamá nos regañará —por primera vez en todo este tiempo rio dichosa contagiándome—. Estás loca, Becca, ¿cómo te puedes reír en un momento así? En fin, guarda silencio o nos encontrarán los malos, pero ten por seguro de que papá vendrá pronto por ti, confía en él que sí te quiere muchísimo —otro golpe salido de la nada me mareó poniéndome de rodillas.
—Hasta aquí llegó la heroína de la noche —bramó Tadeous quien me arrebató el arma mientras en mi mente imaginaba el estruendoso ruido de la bala que atravesaría mi cabeza finalizando mi vida y quizás la de mi hermana.
(…)
Ismael
Es indignante que me haya paralizado en cuanto le apuntaron a Mad quien estaba asustada aferrándose de su hermanita, por suerte Oz tomó control de la situación al gritarme lo que necesitaba y disparar al vidrio que me separaba de ellas descubriendo la trampa que nos habían hecho, no sé cómo lo supo, pero siendo él un As en el tema tampoco es para sorprenderme.
Desde ese momento me enfoqué en lo que debía, mis hijas, así que disparé logrando dispersar a varios hombres quedando a la vez fascinado por los increíbles golpes que le dio Mad a los Dumas. Durante el tiempo que nos visitó al nacer su hermana, quise enseñarle a protegerse igual que hice con Vio tanto como su embarazo me le permitió, pero lo que ella hacía aquí era fruto de un entrenamiento más extenso y al escuchar la mención de Samuel supe que algo había detrás. Sin embargo, el peligro volvió a amenazarla en cuanto Dumas estaba listo a dispararle, solo que antes lo hice yo contra él dándole tiempo a Mad de correr tras arrojarle mi arma.
En cuanto salieron más hombres dispuestos a asesinarnos, mantuve mis ojos en ellas en tanto Oz me hacía una señal indicándome que me cubriría las espaldas, asentí al comprender el mensaje y corrí intentando llegar a ellas mientras limpiaba la zona, pero las alarmas se encendieron en mí al notar cómo Tadeous la había golpeado desde atrás y sin pensarlo dos veces, le disparé consiguiendo que terminase en el suelo.
—¡Papá! —el grito de su hijo llamó mi atención—. ¡Te vas a morir, perra!
Él creía que había sido Mad quien le disparó a su padre y cegado por lo ocurrido levantó su arma dispuesto a asesinarla, ella quedó atemorizada sin saber cómo reaccionar en el momento, quizás abatida aún por el golpe, pero esto no me impidió correr atravesándome en el camino para protegerla mientras él descargaba su arma en mi espalda.
—¡Ismael! —la refugié en mi pecho cuidando la pequeña carga que tenía atada en mí.
Enseguida me giré al no sentir más disparos ya que él se distrajo con Oz, pero una sombra del pasado yacía ahora frente a nosotros, Bonetti, quien se había retirado el pasamontaña. Ahí comprendí que esto era por venganza y levanté mi arma listo para asesinarlo, pues también reconocí que él era quien apuntaba a mis hijas cuando recién llegamos.
—No lo asesines —suplicó Mad confundiéndome—, tiene que pagar en vida por violar a mi madre.
—¿Violarla? ¿De qué estás hablando? —me la llevé a otro lugar que la cubriría del fuego.
—Bonetti violó a mi madre muchas veces drogándola, así consiguió embarazarla… V-Vio y yo somos… somos…
Apenas pude abrazarla intentando procesar esto mientras ella lloraba desconsolada en mi hombro y con esta desgarradora noticia sumado a las heridas en su rostro, fue el impulso suficiente para levantarme olvidándome de mi propio dolor que se convirtió en ese momento en gasolina al recordar que a mi ex esposa le hicieron lo mismo antes de morir, posiblemente frente a nuestras hijas, y enterarme ahora de que a la mujer que siempre he amado le hicieron lo mismo, solo desencadenó el más pútrido odio que comencé a descargar en Bonetti tras arrojarle una navaja en el hombro que lo hizo soltar su arma.
—¡Maldito hijo de puta! ¡En tu vida vuelves a tocar a mis hijas y a mi esposa!
La sangre brotó de su boca mientras yo seguía desfogando mi furia en él usando todo mi cuerpo que ardía embravecido ansiando matarlo, aunque él no se quedó atrás al defenderse, pero por mucho que lo intentase nada me sacaría de este estado.
—¿Tus hijas? —escupió burlesco en cuanto lo arrojé a la pared—. No me hagas reír, esa bastarda de Madge es una zorra igual que su madre, ¿o crees que me he olvidado que te tiraste a Bárbara años atrás en ese desfile? Incluso la zorra de Viola se dejó embarazar de alguien tan imbécil como Dumas. Que decepción, que asco.
Su provocación no hizo más que incrementar la ira que me consumía impulsándome a ir de nuevo contra él descargando un sinfín de golpes en su cara hasta sentir el crujir de sus dientes en mis dedos.
—¡NO TE ATREVAS A MENCIONARLAS CON TU MALDITA BOCA!
—¡ISMAEL, NO LO MATES!
El desesperante grito de Mad me detuvo recordando su petición aun cuando iba en contra de mis más oscuros deseos, pero ahora que se encontraba inconsciente me daría el tiempo suficiente para volver con mis hijas y sacarlas cuanto antes de aquí.
—¿Estás bien?
—Sí, solo salgamos de aquí —contestó nerviosa en lo que buscaba a Becca quien estaba escondida en una caja.
—Ya, mi pequeñita, papá está aquí y las llevará con mamá —en cuanto iba a levantar a Becca un empujón de Mad me alarmó.
—¡¡¡Nooo!!! —tres segundos, solo eso bastó para que me girase dándome cuenta de lo mismo que ella, Dumas estaba a punto de dispararnos otra vez.
Mad intentó atravesarse en el camino queriendo protegerme, pero alcancé a tomarla de la cintura colocándola junto a su hermana siendo yo el escudo de ambas. Los disparos parecían asustarla más e intentó salir desesperada, pero evité que se moviera mientras algunas balas seguían impactándome siendo el traje antibalas y la pésima puntería de ese perdedor lo único que me salvaba de momento. Por otra parte, el verla tan atemorizada por mí era lo que más llamaba mi atención, así que la abracé queriendo tranquilizarla un poco al igual que a mi pequeña hadita, quien me veía atenta con sus enormes ojitos rojos de tanto llorar.
—Esta vez no las dejaré morir, así tenga que dar mi vida en ello, ustedes se salvarán.
—¡No!
Aquel grito fue gratificante para mí y lo último que necesitaba para darle frente a Dumas descargando mi arma en él con una puntería perfecta que lo hizo caer en tres balas, pero por desgracia no todo podía ser perfecto y la última alcanzó a darme en la cabeza consiguiendo que cayese al suelo siendo los preocupantes gritos de Mad lo último que escuché.