30.    A CONTRARRELOJ

1616 Words
Bárbara Mi corazón se detuvo en seco al escuchar esas tres palabras mientras intentaba comprender cómo era posible, pero antes de poder hacer cualquier pregunta, Isma y Oz corrieron mientras Robby y yo les seguíamos el paso. —¡Ismael! —no sé cómo, pero logré adelantarme cortándole el paso—. ¡Explícame ¿qué está pasando?! Un terrorífico silencio nos inundó siendo el agitado respirar acompañado del terror en sus ojos lo que me confirmó no solo que era verdad lo que me había dicho, sino que también había tenido una pesadilla, pues la mirada que lo acompañaba cada vez que tenía una era algo que reconocía a la perfección. —Robert, quédate con ellas, lo más seguro es que Marcus envíe hombres de seguridad y sean trasladados a otro lugar —ordenó Oz. —Me encargaré de todo y también del trámite legal para encarcelarlos… suponiendo que salgan con vida. —Me alegra que sepas cómo es esto. De pronto entró una llamada de un número privado a mi móvil que dudé en contestar, pero no tenía otra opción dadas las circunstancias, así que lo hice activando el altavoz. —¿Quién habla? —Hola, suegra —Oz y Robby nos hicieron una señal de silencio al escuchar la voz de Dumas—, solo quiero que aliste a mi hija y la ponga muy bella para ver a su padre, y también dígale a Viola que esta vez se prepare a entregármela si no quiere sufrir las consecuencias —no pude decir nada al colgar de inmediato, pero sabíamos que esto no sería bueno. —Iré con ustedes, no dejaré que lastimen a mis hijas. —¡NO! ¡TE QUEDARÁS AQUÍ, BÁRBARA! —¡NO ME QUEDO UNA MIERDA Y MENOS CUANDO SÉ QUE MIS HIJAS ESTÁN EN PELIGRO! —en dos zancadas, Ismael se acercó tomándome con fuerza del rostro. Era el miedo en su estado más puro. —No te perderé, traeré a nuestras hijas de regreso y me aseguraré de que estén a salvo. —Sé que sí, pero igual iré. —¡TE DIJE QUE NO! —Robert, trae a la bebé —ordenó Oz dejándonos tan helados como confundidos. —¿Qué planeas? —pregunté atemorizada. —Lo más seguro es que pidan un intercambio, así que debemos llevarla con nosotros. —No usarás a mi nieta para tus retorcidos planes. —¿Tenemos otra opción por el momento? Porque puedes dejar que Robert la traiga o yo mismo se la arrancaré a Viola de los brazos, tú decides. —N-No hará falta —mi hija apareció pálida con su bebita en brazos y más atrás estaba Livi atenta a mí—, confiaré en ustedes, así que cuiden bien de mi hija porque ella es mi vida entera y no estoy dispuesta a perderla. —N-No, vete con ella. —Lo siento, papá, sé que tienes miedo y yo también, pero también sé que mi tío Oz no haría esta petición sin motivo alguno —ella caminó sumida en la más profunda tristeza entregándosela a Oz—. Cuídala con tu vida o yo seré tu pesadilla —advirtió dándole un último beso e ingresó rápidamente a la casa hecha pedazos. Me dolía saber que mi hija la había entregado de esa forma, pero la manera en que Livi me observaba me daba a entender que ella la convenció de que era lo mejor, aun cuando ni Isma ni yo estaríamos de acuerdo. —Quédate con ella, ahora necesitará de su madre. Por desgracia no tuve cómo refutarle a Ismael y simplemente los dejé ir quedándome con un horrible vacío en el estómago al no saber cómo terminaría esto. (…) Ismael Oz y yo no tardamos en reunirnos con Marcus quien nos enseñó la grabación de la cámara de seguridad en dónde se veía a Mad llegando a la empresa con Becca y antes de ingresar fueron acorraladas por algunos hombres con sus rostros cubiertos, aunque igual no necesitábamos saber de quiénes se trataba, menos, porque Marcus nos explicó que el día previo los Dumas salieron de la cárcel pagando la fianza y por lo visto no quisieron perder tiempo para darnos el golpe. Sin embargo, y lo que más me dolía, era ver cómo arrebataban a mi hija de los brazos de Mad, ella por querer recuperarla fue golpeada varias veces y las adentraron en un auto que salió a toda velocidad. —Las encontraremos, Isma, te lo prometo —consoló Marc presionando mi hombro. —Sé que sí, pero temo llegar tarde igual que… —No lo digas —exigió Oz con profundo rencor—, ellas no morirán, no lo permitiremos, así que vamos a alistarnos en lo que Marc termina de dar con la ubicación de ellas. Es demasiado frustrante recordar esas imágenes y más después de esa horrible pesadilla. —Oz tiene razón, enfócate en salvarlas, ten presente que hoy no estás inconsciente como en aquella ocasión —apenas asentí y fui con Oz a prepararme sin dejar de pensar en mis hijas y lo asustadas que debían estar. De pronto, cuando terminamos de cambiarnos y estábamos a punto de alistar el armamento, una alarma sonó con otro mensaje entrante, Oz y yo salimos corriendo hasta donde estaba Marcus quien reprodujo un video donde podía escuchar el desesperante llanto de mi bebé estando en brazos de Tadeous y a su hijo junto a Mad exigiéndonos no llamar a la policía, así como también debíamos entregarles a Christy a cambio de ellas si no queríamos recogerlas muertas. Estaba a punto de vomitar solo de recordar esa pesadilla cuando en eso, no sé cómo, Mad golpeó a Dumas por gritarle a mi hija que se callara, pero él se lo devolvió enardecido seguido de un par de patadas cortando el video abruptamente e incrementando mi calvario. —¡No esperaré un minuto más, las buscaré en la zona más cercana que tengas! —advertí a Marcus. —Me parece bien, en el camino les diré hacia dónde ir y mientras tanto ordenaré a mis hombres que busquen en el resto del perímetro. —Igual esos idiotas se equivocaron al creer que necesitaríamos a la policía, se nota que no tienen idea de con quiénes están tratando —comentó Oz con una profunda oscuridad cargada de odio y sed de venganza que reconocía muy bien. —No olviden a la bebé —recordó Marcus helándome la sangre. Sin perder un minuto más, recogimos todo e ingresamos al auto con Oz al volante mientras yo acomodaba las armas. —Lo viste venir, ¿no es así? —cuestionó sin apartar la vista de la carretera. —Sí. —¿Una pesadilla? —Sí. —Al parece tu instinto paternal se activó con la llegada de Becca —Creo que fue desde antes, más exactamente cuando vivía en el pueblo. —¿Por qué lo dices? —Días previos al secuestro de Helena, Ragnar y yo tuvimos constantes pesadillas que nos preocuparon, por lo que decidimos estar al pendiente de ella rastreándola en todo momento mientras visitaba a su hermano en Nueva York, pero la noche anterior a su muerte tuve otra pesadilla con ella, solo que en esta… —silencié temeroso al no saber si continuar. —¿Qué? —Nada… no me gusta pensar en esas pesadillas. —Dime ¿qué más ocurría? —exigió con una voz de ultratumba provocándome un escalofrío. Para mi fortuna, fuimos interrumpidos por Marcus quien logró dar con el paradero de ellos consiguiendo que Oz se enfocara en conducir a mayor velocidad, yo terminé de prepararme y revisé el perímetro para saber en dónde era con exactitud, pero en el fondo no dejaba de recordar mi último sueño con Helena, pues en este se encontraban Oz y Ragnar frente a su maltrecho cuerpo mientras escuchaban sus ensordecedoras súplicas de auxilio ignorándolas por completo. Sé que mi hermano no la lastimaría y menos porque se trataba de alguien importante para Ragnar, además de que ella amó demasiado a Helena, fue su mundo entero y no tenía motivos para matarla, yo mismo vi cómo sufrió la muerte de ella en sus brazos aquella madrugada y cómo desgarró su garganta entre gritos pidiéndole que resistiera, eso sin mencionar que Rag y yo nos encargamos de los responsables una vez los encontramos, así que no, ellos no tienen nada que ver en el asunto, pero sí era una clara advertencia de lo que ocurriría y Oz solo era la hórrida representación de la muerte, misma imagen que apareció cuando tuve otra pesadilla la noche que murió Samuel e incluso días previos al asesinato de mi familia. —No olvides acomodar la manta cuando la pongas en tu pecho —dijo Oz entregándomela tras asegurar el fular. —Lo sé, aunque me sigue sorprendiendo que Bárbara sea capaz de confeccionar esto. —Debemos prevenir, y un bebé no está exento del peligro como bien puedes apreciar. —Aun así me parece demasiado, ni siquiera sé cómo pudiste pedirle que te entregaran a Christy. —Es lo mejor, ahora concéntrate que ya llegamos. Desplazamos a nuestros hombres por el perímetro e ingresamos a la edificación siguiendo unas señales que al parecer ellos mismos habían marcado, encontrando en un enorme salón a Tadeous junto a su hijo y unos hombres más, aunque mi vista estaba fija en Mad al encontrarse golpeada y de rodillas sosteniendo a Becca, ella no paraba de llorar mientras les apuntaban, pero lo peor era que ni siquiera estaban como tal frente a nosotros, sino que había una enorme pantalla mostrándonos lo que estaba ocurriendo en otra parte del edificio.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD