28.    GOLPE LEGAL

2275 Words
Ismael Seguimos a Rob sentándonos detrás de él soportando minuto a minuto las declaraciones que parecían no terminar, aunque era Bárbara quien la pasaba peor moviendo su pierna con una ansiedad que iba hasta las nubes y de vez en cuando se aferraba de mi mano al punto de querer partirme los huesos, pero en vez de quejarme, besaba su dorso consiguiendo una sonrisa de disculpa y agradecimiento por su parte. Esto me recordaba mucho a los partos en donde esa misma mano sujetó cuatro veces el dolor de la nueva vida, una mano que había perdido gran parte de la sensibilidad gracias a tres mujeres, una mano que seguiría soportando todo con tal de brindarle la seguridad a mi familia. Pasada una eternidad, la situación comenzó a empeorar en cuanto el abogado de Dumas alegó que Christy no debía estar con su madre ni mucho menos cerca de nosotros por la violencia perpetuada contra ese infeliz de Dumas, violencia que expusieron en una serie de fotografías evidenciando los golpes y el historial médico acompañado de un fuerte discurso sobre cómo peligraba la vida de mi nieta en manos de personas tan “salvajes” como nosotros, según él. Adicional a esto, sacaron a relucir algunas cosas de Vio que nosotros desconocíamos como el consumo de sustancias, problemas de alcohol y el someterse a altos niveles de estrés estando aun embarazada, en especial los días previos al parto, lo peor fue el dejar al aire la posibilidad de que ella hubiese hecho algo más los meses que estuvo fuera del país que pudiese lastimar a su hija. Así continuó el asunto varios minutos más hasta que el juez dio la palabra a Robert quien, a diferencia de nosotros, se encontraba demasiado tranquilo, lo que en parte no me sorprendía pues confío en su trabajo y profesionalismo, pero una vez se levantó y comenzó a hablar, no pude evitar recordarlo cuando era solo un niño creciendo junto a sus padres. Él siempre fue taciturno, introvertido y Liam era su contraparte, una que encajaba a la perfección en su vida con su personalidad excéntrica, y lo más increíble, es que a pesar de la pérdida de sus padres y los cambios que trajo consigo en su temprana vida, hoy es un hombre hecho y derecho poniendo en alto el apellido Brown. —¡Eso no es verdad! —el inesperado grito de Dumas me sacó de mi ensoñación. Ni siquiera me fijé cuando lo llamaron al estrado—. ¡Ella fue a buscarme para que habláramos, yo estaba dispuesto a llegar a un acuerdo con ella por el bien de nuestra hija queriendo darle mi apellido y casándome con Viola, pero al final fue una emboscada de ella y de esos dos criminales que me dejaron malherido! —vociferó enardecido señalándonos, a lo que presioné la mano de Barb evitando que se moviera de su lugar. —Si es el caso, señor Dumas, ¿por qué mi clienta presentó heridas en su cuerpo, sus prendas rasgadas y incluso su ADN bajo las uñas de ella junto a marcas de defensa? ¿Acaso no es esto una clara evidencia de un intento de violación? —lanzó Rob contundente enseñando las imágenes tomadas por la policía. —Ella quería estar conmigo y siempre le gustó el sexo rudo. —¿Dice que mi cliente aceptó tener relaciones consensuadas con un hombre que le pagó para que abortara a su propia hija, la abandonó a su suerte sin importarle su bienestar, la persiguió acorralándola fuera de su trabajo y bajo múltiples amenazas la llevó a un punto culmen de estrés que aceleró su parto, además de amenazarla con lastimar a su hermana si no se veían, encuentro donde terminó herida y por poco violada de no ser por la pronta aparición de su madre y padrastro? No, señor Dumas, mi clienta le dejó muy claro desde el comienzo que no estaba interesada en usted, así como tampoco deseaba nada de su parte cuando apareció ofreciéndole “un padre a su hija”, como bien ha repetido en esta corte múltiples veces. —¡Yo solo quiero a mi hija! —¿Y para qué, señor Dumas? ¿Para qué desea a su hija? Porque sí, ya comprobamos con la prueba de paternidad que usted es el padre biológico, pero todavía no queda en claro sus propósitos con la menor. —Esto es una ridiculez, soy su padre y merezco estar con ella. —¿Por qué, señor Dumas? Explíquele a esta corte sus motivaciones. —¡¡Ya basta, esto es absurdo, ellos son los únicos responsables de las golpizas que me han dado cada vez que intenté acercarme por las buenas!! ¡Ellos son los que deberían estar lejos de mi hija! —Necesito salir un minuto, no soporto escuchar una palabra más de él —susurró Barb quien no tardó en levantarse, pero enseguida cayó desmayada generando un susto en los presentes. (…) Bárbara —Ismael… —Aquí estoy, preciosa —abrí mis ojos al sentir sus manos acunando la mía—, ¿cómo te sientes? —¿Qué pasó? —Espera, dame un minuto llamaré al médico. —No, dime qué ocurrió. —Te desmayaste y el juez dio un receso de una hora que está cerca de terminar. —¿En dónde está Robby? —Aquí estoy, tía —él apareció en la puerta sentándose a mi lado—, lo mejor será que descanses, en cuanto finalicemos vendré por ustedes. —No, solo necesito un vaso con agua y volveremos enseguida. —Preciosa… —No, Ismael, de esto depende la tranquilidad de mi hija y el futuro de mi nieta y no dejaré que ella viva con un monstruo como Dumas. Sé que no salvé a mis hijas en su momento, pero no cometeré el mismo error con mi nieta. —Imaginé que dirías eso —comentó Isma con una sonrisa comprensiva—, por eso le pedí a Rob que convenciera al juez de darnos una hora, así recuperabas fuerzas. —A veces creo que las mujeres de esta familia no seríamos nada sin ustedes. —Te equivocas, tía —intervino Robby sorprendiéndome por la seriedad de su expresión—, nuestro trabajo como hombres es proveer un techo, comida, seguridad y abrigo a nuestra familia, pero ustedes son el motivo para luchar duro cada día. El calor y el cariño que nos dan, las lecciones que transmitimos a cada generación y la fortaleza para seguir viviendo son proveídas solo por las mujeres de la familia, es un balance. —Robby… —Sé que mi relación con Marcus es compleja, pero jamás he olvidado el día que me dijo esas palabras siendo desde entonces un gran pilar en mi vida. —Sería bueno que se lo dijeras, no es bueno vivir separados y lo mismo debería hacer Liam —sugerí acongojada al saber la difícil relación entre ellos tres. —Como dijo un hombre muy sabio alguna vez: Todo en su momento. —Es increíble que me estén citando a mi abuelo en un momento como este. —¿Y no fue ese mismo sabio el que le dijo a Marcus las palabras que él me dijo a mí? Mi abuelo pudo morir hace muchos años, pero tenía razón al decir que sus lecciones se mantendrían con las próximas generaciones, y que Robby recite sus palabras con tanta seguridad y cariño era regocijante para mí, pues casi podía imaginar la enorme sonrisa de orgullo de mi abuelo. —Tienes razón, por eso pase lo que pase no dejes que separen a la familia, así que volvamos a esa sala y demostrémosle a los Dumas que se metieron con los equivocados. —Ya escuchaste a mi futura esposa, Robert, así que vamos a degustar cómo destrozas a esos imbéciles. Después de retocar mi maquillaje y un profundo beso de mi hombre con ojos de mercurio, volvimos a la sala donde el juez muy amable preguntó por mi estado, el médico dio las respectivas indicaciones y tras agradecerle su preocupación, se retomó donde había quedado siendo mi corazón mucho más fuerte que hace una hora gracias al apoyo de mi sobrino y mi amado. —Señor Dumas, le recuerdo que sigue estando bajo juramento, ¿estamos de acuerdo con eso? —cuestionó Robby en un tono más maquiavélico y seductor que extrañamente me recordó a Oz. —Sí. —Siendo así, le pregunto: ¿La herencia de su madre y abuelo no tienen relación alguna con obtener la custodia de la menor? —el idiota palideció inquietando a su vez a los abogados y su padre. —N-No sé de qué está hablando. —Descuide, le refrescaré la memoria o en su defecto le haré saber la noticia. —Objeción, su señoría, esto es… —Guarde silencio, abogado. Prosiga, señor Brown. —Gracias, su señoría —Rob se acercó al estrado con unos documentos—. ¿No es este, señor Dumas, una copia del testamento de su madre, la señora Gail Dumas? —Sí lo es —admitió nervioso en tanto Robby entregaba el documento al juez. —¿Y no es este el testamento de su abuelo, el señor Giuseppe Dumas? —repitió la acción tras otra afirmativa—. ¿Podría explicarnos cómo es posible que dos testamentos de dos personas que murieron en diferentes momentos y circunstancias sean tan parecidos? —Y-Yo… —De hecho, ¿podría relatarnos también cuáles fueron las causas de muerte de los fallecidos ya que no es claro en el acta de defunción? Porque sí, según el documento fueron infartos fulminantes, y sí, el difunto señor Dumas sufría de problemas cardiacos, pero en el tiempo del deceso se encontraba en óptimas condiciones según su médico de cabecera quien le hizo un chequeo dos semanas atrás. —S-Sí, pero… —¡Además! Cabe recalcar que su madre, la difunta señora Dumas, gozaba de excelente salud, era una mujer joven, enérgica, cuidaba de su alimentación y seguía las instrucciones de su médico permitiéndole tener una vida sin dificultad. ¿No le es extraño que de un momento a otro sufriera un infarto fulminante? —¡Objeción, su señoría! —¡Silencio, abogado! —gritó el juez dando un golpe—. Continúe, señor Brown. —Gracias, su señoría, porque aquí no terminan las extrañezas. Me gustaría anexar otros documentos que incrementan estos particulares acontecimientos, como el acta expedida por un forense que se encargó de hacerle una autopsia a la señora Dumas con la previa autorización de su hermana. —¡¿Qué tiene que ver todo esto con mi hija?! ¡Yo solo estoy aquí por ella! —Dumas chilló desesperado igual que un animal acorralado por el lobo. —Eso es lo único en lo que todos coincidimos, señor Dumas, usted está aquí peleando por la custodia de una hija que le permitirá tener al dinero de su madre, de su abuelo, los negocios familiares y las propiedades de los mismos, claro está que la verdadera dueña de esto es Bárbara Christine Clyde Friedman, pero usted desea aprovecharse de esto convirtiéndose en su guardián de la mano de su padre para hacerse con el control de todo, incluso tengo un testigo cuya declaración escuchamos horas atrás la cual fue contratada por ustedes para entregarle a la menor a cambio de una cuantiosa suma solo para que ella la criase lejos del ojo público. —¡Es mentira! ¡Una calumnia! —¿Y también es mentira que usted asesinó a su propia madre cambiando a su vez el testamento creyendo que nadie encontraría el original? Porque yo lo hice, señor Dumas, y según el testamento de la difunta, TODOS sus bienes deben ser vendidos y el capital total entregado a diferentes fundaciones que ella atendía sin dejarle un solo franco a usted o a su padre, siendo causal suficiente para querer asesinarla y quedarse con todo. —¡YO SOY SU HIJO Y EL ÚNICO DUEÑO DE TODO, ELLA NO TENÍA POR QUÉ REGALAR LO MÍO! —¡Era el dinero de ella, señor Dumas, y ella era libre de darle lo que quisiera a quien quisiera, pero un falso testamento y una falsa cláusula evitaría que cualquiera sospechase de usted o su padre! —gritó Robby dándole la estocada final—. ¡Por eso decidió buscar a Viola, por eso la persiguió y abordó en su trabajo llegando a acosar a su familia, y no conforme, quiso chantajearla y violarla consiguiendo que fuese a una reunión con mentiras! —¡Sí, maldita sea, sí, porque no iba a permitir que ella también se quisiera quedar con todo lo mío! Nunca creí que un grito de ese malnacido pudiera hacerme tan feliz, pero esto, seguido de su desfigurado semblante y el juez ordenando que lo detuvieran a él y su padre, me dio la felicidad más grande del mundo, aunque no tanto como el instante en que dio por terminado el juicio dejándole a mi hija la custodia completa, ordenando a los Dumas mantenerse lejos de nosotros y dependiendo de lo que arrojase la investigación por los posibles asesinatos de esas dos personas, dejaban como opción que mi nieta recibiera parte del porcentaje como compensación civil y por el derecho que tenía al ser hija biológica de él, claro que poco o nada me importaba eso porque ella no necesita el dinero de esos cretinos, pero con tal de que estén lejos de nosotros y de ser posible en prisión, me daban la tranquilidad que tanto había estado esperando desde que esto comenzó.
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