Bárbara
No creí que ese sujeto se atrevería a volver aun cuando tomé todas las precauciones, pero parece que hizo de las suyas para saber que estábamos aquí y abordar a Vio cuando más sola se encontraba, por suerte Mad y yo estábamos cerca logrando auxiliarla antes de que fuese demasiado tarde, pero ahora me preocupaba que el estrés afectara el parto y resultara igual de problemático al mío pues no quería que mi hija pasara por algo tan horrible.
—Señora, necesito la información de su hija —solicitó una enfermera.
—Mad, quédate con ella en lo que hago esto, no la dejes sola por nada del mundo.
—Sí, mamá.
Detestaba tener que encontrarme en esta situación, así que me apresuré en llenar los formularios con mi información y la de Vio, pero justo cuando creí que me había liberado de todo, ese infeliz se apareció a unos metros de mí buscándonos, entonces me fui contra él abofeteándolo con todas mis fuerzas al punto en que mis uñas se marcaron en su rostro que ya se encontraba inflamado por el buen golpe que mi hija le había dado, aunque poco o nada pareció importarle.
—¡No te atrevas a acercarte a mi hija o a mi nieta porque no respondo, Dumas! —grité embravecida frente a todos.
—No importa cuánto me amenacen, esa niña es mi hija y tengo derecho a estar con ella.
—Tus derechos los perdiste el día que le pediste a mi hija abortar, maldito infeliz, pero te equivocaste de chica porque Viola y mi nieta no están solas.
—Igual lucharé por ella y si debo arrancársela a Viola de los brazos, así lo haré, pero estoy dispuesto a que hagamos esto por las buenas, es más, hasta me casaré con ella para darles lo que necesitan —otra bofetada de mi parte alertó a los de seguridad, pero no me importaba lo que me hicieran, estaba dispuesta a irme contra quien sea.
—Si te atreves a tocarle un solo cabello a mi hija o a mi nieta, te juro que conocerás lo peor de los Clyde —bramé enardecida con ganas de desfigurarle el rostro ahí mismo y más esa estúpida sonrisa de ganador que me irritaba en demasía.
—Di lo que quieras, sigue siendo mi hija y la corte estará a mi favor, en especial cuando les muestre las pruebas del peligro que representan para ella con su actitud tan vulgar.
Para suerte de él los de seguridad lo sacaron mientras otros intentaban calmarme, pero los aparté de un empujón volviendo junto a un enfermero que me llevó con mi hija, aunque antes de ingresar con ella, le pedí a Mad que se quedara en la sala de espera por si ese sujeto volvía y también que estuviese al pendiente para que no le dieran información de ningún tipo.
—¡Mamá!
—Ya, mi niña, aquí estoy, tranquila.
—¿Dónde está él?
—Lo saqué de aquí con dos buenas bofetadas, así que no pienses más en ese infeliz y enfócate en tu hija.
—Debemos esperar a que dilate un poco más, señora Clyde, pero por ahora no hay nada de qué preocuparse —informó la doctora al hacerle la revisión.
—¿Y la sangre? ¿No hay peligro de aborto?
—No, todo se encuentra bien, pero necesitamos esperar a que esté completamente dilatada para comenzar, igual no falta mucho.
—Mamá, no vayas a dejarme.
—Claro que no, te dije que estaría este día contigo y aquí me quedaré.
Si yo estaba mal por lo ocurrido, no imagino cómo se sentirá ella quien siempre fue tan sensible, pero soy su madre y le daré la fortaleza que le falte a mi hija para lo que viene, porque sé que ese sujeto no se quedará de brazos cruzados y si se fue tan tranquilo de aquí es porque algo tiene en mente, lo peor es que esos golpes podrían jugarnos en contra, más al haber testigos, pero no importa, no dejaré que nos quiten a Christy y en cuanto ella esté en brazos de mi hija, me encargaré de colocar sobre los Dumas el peso de toda mi familia.
(…)
Al cabo de un tiempo volvieron a revisar a Vio informándonos que ya estaba lista y comenzaron a prepararse dejándola más nerviosa de lo que estaba, y para colmo, estaba hecha un mar de llanto al no dejar de pensar en Christy y la aparición de Dumas.
—Ya basta, debes olvidarte de ese sujeto, ahora Christy es tu esperanza y tu razón para seguir adelante, eso es todo lo que debería importarte.
—Lo sé, lo sé… —parecía demasiado ofuscada, casi estaba en su límite—… Ojalá papá estuviera aquí…
—¿Y quién dice que no? —quedamos anonadadas en cuanto Isma ingresó con una bata azul acomodándose al otro lado de la camilla dándonos un beso a cada una.
—¿Qué haces aquí? —pregunté feliz al tenerlo conmigo.
—Tuve una pesadilla cuando tomaba una siesta con Becca y al no poder controlarme decidimos viajar enseguida con ayuda de Marc, por suerte iba a Alemania, así que nos dejó primero, rastreó tu ubicación y supe que algo malo había ocurrido, así que vine de inmediato al hospital.
—Eres el mejor —lo besé tanto como pude sin soltar a mi hija.
—Ya basta ustedes dos, yo soy la embarazada que está a punto de dar a luz, luego siguen con sus perversiones —riñó Vio haciéndonos reír—. Aunque me alegra que estés aquí, papá.
—Y a mí me alegra haber seguido mi instinto, ahora traigamos a mi nieta al mundo que todos queremos conocerla, ve que la familia ya está al tanto.
—¿Por qué no me sorprende?
—A todo esto, ¿dónde está Becca?
—La dejé afuera con Mad. No te preocupes que están bien cuidadas por uno de los hombres de Marc.
No sé si ella le haya contado lo ocurrido, pero si él venía con ese hombre su razón tendrá, Isma no haría algo así sin motivo alguno y esas pesadillas de él ya comenzaban a darme mala espina… Tal vez no debería tomarlas a la ligera.
—Muy bien, Viola, en cuanto sientas la próxima contracción puja con todas tus fuerzas —ordenó la doctora al pie de la camilla.
Vio se aferró de nosotros y aun cuando seguía dolorida por el momento, también se notaba más tranquila y segura de sí misma al tenernos junto a ella, así que siguió las instrucciones pujando tanto como podía sin soltarnos ni una sola vez, su dolor se convirtió en el nuestro y un momento tan significativo en su vida lo compartió con nosotros permitiéndonos ser testigos de ese llanto lleno de vida que me recordó su nacimiento, anhelando a su vez el día en que Mad estuviese en su lugar permitiéndonos estar con ella cuando llegue su hijo o hija.
Las palabras sobraron entre los tres en cuanto colocaron Christy en su pecho mientras la observábamos fascinados, siendo ahora las manos de Isma y las mías las que estaban enlazadas en el profundo amor que sigue latente en nosotros pese a todo.
—Es hermosa, una digna Clyde —comentó él con amor antes de que se la llevaran para limpiarla—. Estoy orgulloso de ti, Vio, gracias por dejarme estar aquí.
—Al contrario, gracias por venir, no sabía si podía hacerlo y más con Dumas en el camino —él me observó preocupado, pero no hizo preguntas.
—Ya no pienses en nada, mejor descansa que nosotros cuidaremos bien de las dos.
—No dejes que nadie se le acerque, no dejen que se la lleven.
—La única que se llevará a mi nieta serás tú en cuanto vayamos a casa, así que no te preocupes por nada, mi niña —la calmé dejándola en manos de los médicos ya que estos nos pidieron salir.
(…)
Con las aguas relativamente tranquilas, hablé con Mad e Isma comentándoles lo ocurrido con Dumas, él no quiso perder tiempo y llamó enseguida a Marcus para que lo ayudara con el asunto, en especial porque sabíamos que ahora nos enfrentaríamos a una batalla legal y solo era cuestión de tiempo para esperar la demanda.
—Cuando llegaste dijiste que tuviste una pesadilla que te hizo venir, ¿cuál fue? —pregunté en cuanto Mad fue al baño a cambiar a Becca.
—Soñé que Vio estaba en peligro, alguien la golpeaba y luego pateaba su vientre provocándole un aborto, fue horrible, intenté no darle mente y tampoco quise llamarlas porque ya había hablado con ella y me dijo que estaba bien, pero no podía quitarme esa sensación del pecho.
—Me alegra que vinieras.
—Por desgracia un poco tarde.
—No, al contrario, llegaste justo a tiempo.
—Claro que no, de haber estado aquí horas atrás le habría dado una golpiza a ese bastardo.
Me sorprende tanto como me encanta ver la manera en que él se preocupa por mis hijas, se nota que las quiere demasiado y el vínculo con Vio se ha hecho más fuerte, y ahora que está con nosotras puedo quedarme más tranquila.
—Eres el mejor —lo besé levantando su ánimo.
—No las perderé, preciosa, te dije que daría todo por ustedes y así será.
—Lo sé. ¿Y cómo estuvieron Becca y tú en mi ausencia?
—Muy bien, nos divertimos bastante, conquistamos a cuanto transeúnte se nos cruzara y hasta le conseguí varias niñeras que se ofrecieron a cuidarla.
—¿Disculpa? —esa mirada seductora… Es el colmo que me provoque de esa forma usando a mi hija—. Más te vale no haber dejado a mi hija en manos de una desconocida o tendremos muchos problemas, Friedman.
—Tranquila, preciosa, primero las entrevisté y hasta le pedí a Oz ayuda para tener una segunda opinión.
¿Oz? Esto no puede ser bueno…
—¡¿Cómo te atreves a meter mujerzuelas en mi casa, Ismael Friedman?!
—No te enojes solo conmigo que nuestra hija también llamó la atención de algunos niñeros, aunque no me agradó ninguno, en especial el idiota que me tatuó, la hacía reír demasiado —comentó con amargura sacando sus celos paternales, pero el desconcierto por la noticia me hizo olvidarme de mis celos.
—¿Te tatuaste?
—Sí, dimos un paseo cuando vi un local de tatuajes y me hice esto —abrió los primeros botones de su camisa enseñándome las nuevas imágenes mientras me explicaba cada uno conmoviéndome.
—Estás loco, no creí que te harías algo así.
—Yo tampoco, pero quería tener a las cinco conmigo y qué mejor forma que esta… —su semblante cambió a uno más nostálgico—. Desde ese día llevo a mis hijas tatuadas en mi pecho, solo me faltas tú.
—¿Y a mí cómo me pondrás? —me acercó a su boca tras acomodar sus dedos en mi mentón despertando las ganas acumuladas de los días que llevábamos lejos.
—Me encargaré de que dejes marcada mi piel usando la tinta entre tus piernas y después marcaré la tuya con mis besos cargados de deseo.
—Eso me gusta, pero si metiste a alguien en mi casa con ayuda de Oz… —Isma me calló en un exquisito beso lanzándome esa sonrisa que mojaba mis bragas.
—Jamás haría eso, al menos no sin ti.
—¿Escucho una propuesta, señor Friedman? —comenté coqueta ensanchando sus seductores labios.
—No necesito de otra para disfrutarte, solo a ti, preciosa, solo a ti.