¡POV DE IKER JUNIOR!
El rayo del sol pega en mi rostro provocando un dolor en mis ojos “mierda ¿Quién abrió mi ventana?” Reprocho. Frustrado me giro del otro lado y mi pierna tropieza con otra, inmediatamente abro los ojos para encontrarme con la brillante espalda de una mujer. Mis ojos se agrandan y rápidamente levanto las sábanas, miro debajo de esta encontrando mi m*****o desnudo “¡mierda!” vuelvo a soltar, pero en esta vez más fuerte “¡mierda!” aparto la sábana y me levanto, emprendo la búsqueda del preservativo, levanto y lanzo cosas logrando despertar aquella mujer que maneja un rico trasero. Aún soñolienta se gira y estira sus manos —Oye ¿Usamos preservativo anoche? —, pregunto. Ella abre los ojos y se sienta de un solo.
—¿¡Preservativo!? — Pronuncia y revisa bajo las sábanas, levanta la mirada y me fulmina con ella —¿Abusaste de mí? —, sus ojos se iluminan. ¿Acaso va a llorar? ¡No mames! —¡Desgraciado! —, se levanta y empieza atacarme, es una fiera la condenada, a logrado arrinconarme en la pared, y continúa dándome manotazos los cuales no logran ni rasguñarme —¡Cobarde! ¡Maldito! ¡Desgraciado! ¡Aprovechado!
—¡Suficiente! —, la tomo de ambas manos y se las aparto a un costado, en un rápido movimiento la giro y la apego a la pared —No soy ningún aprovechado, jamás en la vida tenido la necesidad de hacer algo así, mujeres me llueven, y si te acostaste conmigo es porque…
Siento que mis testículos llegan a la garganta, esa rodilla huesuda me atacó dejándome sin aliento. Me veo obligado a inclinarme por el fuerte dolor que me causó ese golpe en la entrepierna, pero aún con el dolor no dejo de contemplar esos pálidos pezones que apunta hacia mi boca, esas tetas están firmes y exquisitas que me produce prenderme de ellas.
Apenas y me estoy recuperando del dolor cuando la condenada vuelve a manotearme, me jala del cabello, incluso muerde mi espalda. Replica que soy un depravado y que me mandará a prisión. Aún inclinado por el dolor de mis testículos camino hacia la cama recibiendo los golpes que aquella mujer me da —¡Abusador! ¡Voy a matarte! —, dice al treparse en mi espalda, se cuelga con sus delgados brazos de mi cuello y me empieza a asfixiar. Me veo obligado a moverme como un caballo salvaje y la lanzo a un costado. Cae a una parte de la cama y vuelve a levantarse, la veo con intenciones de atacarme otra vez, pero como un aficionado de la lucha libre espero su ataque y la agarro para seguido lanzarla en la cama. Cae como rana, boca abajo, con las manos y patas abiertas. Sin dejar pasar un segundo me lanzo sobre ella, y le agarro de las mechas y la tiemplo hacia atrás enrollando mi brazo en su cuello, ahora soy yo el que empieza asfixiarla.
—¡Quien va a matarte soy yo por haber golpeado a mis hijos! —, refunfuño. Algo húmedo rueda por mis brazos y creo que está llorando, dejo de hacer presión con mi brazo en su cuello, aunque tampoco lo estaba haciendo tan fuerte, pero ella llora y refuta.
—No había estado con nadie, era mi primera vez ¿¡Por qué diablos tuviste que aprovecharte de mí!? —, recorro la mirada alrededor de la cama, levanto con mi mano libre las sábanas y ahí está, la puta mancha de sangre —Tambien soy menor de edad, tengo diecisiete años, y cuando salga de aquí le contaré a mi padre, él te matará.
—¿¡Menor de edad!? ¿¡Cómo diablos fue que ingresaste a la disco!?
—Es fácil hacerlo cuando tienes amigos dentro—, dice y deja caer su cabeza en el colchón, ya que segundos atrás la liberé —¡Maldito depravado! ¡Me drogaste! Tú y tu maldito hermano lo planificaron, por qué yo no había bebido, solo fue esa copa que me dio tu puto gemelo para que me hiciera perder la conciencia, y terminar acostándome contigo.
—Aceptas que te acostaste conmigo—, digo al levantarme y dejarla libre por completo. Suspiro ofuscado y busco mis pantalones.
—Voy a denunciarte—, dice al incorporarse y sobar sus muñecas. Aún está desnuda y mientras subo mis pantalones contemplo ese esplendoroso cuerpo —Vas a ir a prisión por abusar de mí—, subo el cierre de mi pantalón, me acerco a ella y con una mano le agarro el rostro y la obligo a mirarme, sus mejillas están húmedas, pero poco me importa.
—Escucha niña, no es mi culpa que te metas a esos lugares y busques hombres —, ella clava sus uñas en mi brazo y me mira con repulsión —No es mi culpa—, digo al soltarla.
—Veremos si un juez dice lo mismo—, lanza amenazas que ni me asustan. Recojo todas mis cosas y camino hasta la puerta, antes de salir un taco me cae en la cabeza —¡Maldito! ¡No soy una puta la que puedes usar y dejar tirada después de cogértela! —, aprieto mis labios, tengo unas ganas de ir hasta ella y darle cachetadas con mi m*****o.
—¿Es dinero lo que quieres? —, saco y le lanzo sobre el cuerpo que aún está desnudo —¿Cuánto cuesta tu puta virginidad? ¿Esto? —, vuelvo a lanzar más dinero. Ella baja la mirada a los billetes que están esparcidos por el suelo, unas cuantas lágrimas caen de sus ojos. Enfurecida los recoge y con todos ellos me saca a empujones de la habitación.
—¡No quiero nada de ti! ¡Desgraciado! ¡Patán! —, me lanza fuera y por consiguiente los billetes, seguido tira la puerta y suelta varios gritos. Me alzo de hombros y sin recoger ni mierda del suelo me voy. Salgo del ascensor y al estar abajo me doy cuenta que la he traído al hotel del tío Enrre, incluso en la recepción me encuentro con el tío Enrique.
—Iker ¿Qué haces aquí? —, paso mi mano por el rostro y miro hacia atrás —¿Dormiste aquí?
—Si, ya me voy a casa—, asiente, y me despido. Subo al coche que ya espera por mi, pido al chofer me lleve deprisa a casa, muerdo mi labio al pensar en el infeliz de Fabien, “¡maldito perro, pero me vas a pagar esta!” Al llegar a casa subo de prisa las gradas, abro la puerta de la habitación de Fabien y le descubro el cuerpo —Levanta, cobarde—, está boca abajo, con sus manos bajo su rostro, levanta este y me fulmina con la mirada —Dame la cara, canalla, eres un puto traidor, un maricon de mierda.
Se levanta y camina hasta quedar frente a mí —¿Qué diablos te pasa? ¿¡Por qué entras a mi habitación e interrumpes mi sueño!?
—Porque eres un…
—¿Un qué? —, gruñe al tiempo que se acerca más —Atrévete a insultarme usando a mi madre, y te juro que los dientes no te quedarán buenos.
—¡Eres una alimaña! ¡Me drogaste!, ¡y también la drogaste a ella!
—No se de qué hablas.
—¡Claro que lo sabes, cabron! —, grito escupiéndole la cara. Él la limpia con una sonrisa de medio lado —Fue esa bebida la que me hizo tirarme a esa mujer. Que en realidad no es una mujer adulta, si no una adolescente—, enarca una ceja.
—¿Te cogiste una adolescente? ¡Woww! Imagino que será otro de los tantos logros que tendrás para hablar—, tengo ganas de agarrarlo de la camisa y tirarlo contra la pared, pero el miserable no tiene camisa, está durmiendo en bóxer, por ello intento agarrarlo del cuello, pero está alerta y me aparta los brazos, estoy por arremeter contra él cuando la puerta se abre.
—¿¡Qué pasa aquí!? —, ingresa mi padre y sus ojos bailan de Fabi a mí.