–¡Al fin!
Después de varios inconvenientes llegue a la ciudad de Nueva York, logré llamar a la amiga de Kaashika, su nombre es Fabiola, me dio una dirección que al principio no entendí muy bien, pero después de pedir algunas indicaciones o específicamente darle dinero a una mujer para que diera las indicaciones, logré llegar al edificio que me había descrito, era inmenso, todo era algo nuevo, está ciudad era increíble, muchas personas vestidas de forma extraña y las calles inmensas, los autos a toda velocidad en las calles, los que podían porque algunas calles estaban atoradas en el tráfico, los edificios inmensos, ahora sabía porque este lugar era tan famoso, estaba mareada de tanto movimiento, esperé con varias personas a que el semáforo nos permitiera pasar la calle, un chico de cabello rizado me sonrió, tenía unos audífonos extraños en sus orejas, me sentí avergonzada por verlo tan descaradamente y mire hacía el otro lado, una mujer con traje iba gritando al teléfono, me vio de pies a cabeza e hizo un gesto desagradable, solté un suspiro al volver hacía el semáforo, aún no sé qué estoy haciendo aquí.
La luz cambió y todos caminaron rápido cruzando la calle, yo tardé un poco más porque tenía que tomar mi maleta que estaba un poco pesada.
–¿Quiere que la ayude? –preguntó un joven tomó mi maleta y rozó mis manos, entré en pánico y la solté.
–Eh… Gracias –titubee.
Él tomó la maleta en sus manos y me sonrió, era un adolescente, sentí un alivio al encontrarme un rostro amigable, eso fue lo que creí cuando el adolescente caminó más rápido para cruzar la calle, intenté seguirle el paso, pero él corrió.
–¡Oye! ¡Espera! –grité corriendo detrás –. ¡Te llevas mi maleta!
¡Lo hacía! ¡Se estaba llevando mi maleta! ¡Todas mis cosas estaban ahí!
Me gustaría decir que logré alcanzarlo o que alguien como un policía apareció a mi rescate, pero eso parece que solo ocurría en las películas o las telenovelas, aquí y ahora, ese chico había desaparecido con mis cosas.
–¡Mis cosas! –grité.
Fue inutil, habían demasiadas personas caminando, todas de prisa, ya no veía al chico y tampoco mi maleta, me detuve para recuperar la respiración, ahora si estaba jodida, solo tenía algo de efectivo en la bolsa de mis jeans que había cambiado algunos aretes para llegar aquí.
–Nunca debes soltar tu maleta.
Giré para ver de quien era la voz, una chica blanca de cabello castaño estaba frente a mí, tenía un traje azul y cabello corto, muy bien maquillada y unos ojos verdes preciosos.
–Debes ser la hermana Shika.
–Sí, soy Prahla Akhtar –hice una reverencia al presentarme –. ¿Usted es la señorita Fabiola?
Ella me miró de una forma extraña.
–Nunca debes soltar tus cosas, ni hablar con personas extrañas, puedes ver demasiada gente pero cada quien va en su mundo así que no te molestes en saludar –se detuvo y giró para verme –. ¿Vienes? O te quedarás en la calle está noche.
Entendí que debía seguirla y así lo hice, iba hablando de una especie de reglas que tenía que tener para estar a salvo en esta ciudad, aunque la mayoría incluía defensa personal, entramos al edificio y subimos al ascensor, ella presionó el botón y siguió hablando, intentaba seguirle el ritmo, pero no era muy buena para eso.
–Puedes quedarte en mi apartamento el tiempo que sea necesario, pero te advierto que vivo con Jerry y si te quedas más de una noche debes pagar alquiler y contribuir con las cosas, tambien debes comprar algo y tener tus propias cosas porque no debes tocar las mías, ni las de Jerry.
–¿Quién es Jerry?
Ella ignoró mi pregunta y abrió la puerta del apartamento cuando llegamos, era un lugar hermoso, elegante con muebles combinados, azul, gris y n***o, algunos cuadros, tenía lo necesario.
–El sofá es tuyo, te ofrecería la habitación extra, pero Jerry la usa para sus telas y esas cosas.
–¿Telas?
–No te pareces a Shika –señaló.
–Ella es más bonita –bajé la mirada, siempre me comparaban con ella, no podía competir, ella era realmente hermosa y educada.
–Me refiero a que entendió todo desde el primer momento que entró aquí y es mucho más sonriente –comentó –. Aunque si, es muy bonita.
–¿Mi hermana estuvo aquí?
–Ves, ella no repetía las cosas como retrasada.
–Lo siento.
–Si, bueno ya lo hiciste –murmuró –. Dime, ¿qué haces aquí?
No sabía cómo responder esa pregunta, solo sabía que me había ido de mi pueblo y ahora estaba aquí en esta loca ciudad.
–Supongo que debo conseguir un trabajo.
–Esa es una excelente idea –me guiñó el ojo –. Debo regresar al trabajo, pero te puedes quedar aquí hasta que vuelva, si sales no te pierdas y recuerda todo lo que te dije, si Jerry viene dile que me estás esperando.
Fabiola tomó su bolsa y salió del apartamento, me dejó sola en ese lugar, me sentía extraña y no entendí muy bien, qué era lo que podía tocar y que no, mi estómago hizo un sonido y sentí una inmensa hambre, tenía miedo de salir, nunca lo había sentido antes, pero aquí pasaron miles de pensamientos por mi cabeza, desde cómo quedaría atrapada en el ascensor hasta perderme y terminar durmiendo en la calle, caminé a la cocina con cautela, no sabía si podría tomar algo, abrí el refrigerador y todo tenía nombre, eso fue mucho mas estresante, vi un pequeño frasco detrás de otros, al sacarlo, vi las galletas, habían varias, así que tomé solo una y me fui a tomar lugar al sofá, no quería disgustar a Jerry.