—¿No piensas regresar? —¿Qué tanto me necesitan? —Bueno, en realidad... —No me molesten de no ser necesario. Colgué, porque Lorenzo estaba justo entre mis piernas, su lengua estaba por hacerme explotar y mi teléfono no paraba de sonar, por eso tuve que contestar, luego de esa noche llevábamos dos días entre la casa, sin ganas de salir, sin ganas de que eso cambiara. Pero la realidad siempre golpea y golpea con fuerza. —¿Estás lista? —¿Qué piensas hacer? —pregunte curiosa mirando fijamente sus ojos completamente negros y dilatados. —Follar,te para que no te quede duda alguna de que eres mía, Alessandra Messina. —Siempre voy a ser una Ferrara. —Pero por ahora eres Messina, y mía. Mi sonrisa tenía que ser muy grande y contagiosa, porque se reflejo automáticamente en el rostro d