Mi pecho estaba completamente agitado, mis labios dolía, estaban rojos y algo hinchados, la cabeza de Alessandra estaba sobre mi pecho y yo estaba jugando con su cabello, sedoso y suave. Mis pensamientos no iban en buena dirección, ni cuando la vi con el guardaespaldas, ni cuando llego, ni cuando lo protegió, ni tampoco cuando su asistente me dijo que no sabía de ella y menos cuando mi equipo de seguridad rastreo el vehículo y estuvo detenido por más de una hora, lejos de casa. —Deja de pensar y duerme —me dice con la voz apagada. —Pensé que estabas dormida. —Puedo escuchar tus pensamientos hasta aquí, Lorenzo. —Lo siento. Su silencio fue un llamado para mi, debía descansar y dejar de pensar tanto en eso que me estaba alterando, todo eso que me estaba haciendo sentir terriblement