Mi cabeza no estaba mal, mi corazón tampoco, pero mi cuerpo era otra historia. Dos días después de la tarde-noche de pasión con Lorenzo y mi tra.sero, mis muñecas, mi cuello continuaban doliendo, no de mala manera. Aquel dolor era más bien una especie de recordatorio de todo lo que había pasado con Lorenzo, era un recordatorio del placer hecho hombre, del des.eo car.nal y de mis obscenas ganas por volver a estar allí a su merced. Por su puesto que aquello no lo admitiría con nadie y a nadie, pero cuando mis pensamientos me llevaban a ese día, mi cuerpo reaccionaba en contra mía, me traicionaba y estaba segura que de tenerlo frente a mi, me lanzaría a sus pies para ser tomada a su voluntad. —¿Qué correspondencia tenemos hoy? —Nada fuera de lo común, ya esta casi todo resuelto —me detuv