—¡Usted es demasiado fascinante para ser institutriz!— dijo Lord Frederick—. ¿En dónde la encontró Milverley? Debe ser más pillo en cuestión de amores de lo que yo me imaginaba. —Fui recomendada para el puesto que ocupo actualmente por Lady Berrington— dijo Marisa con voz helada—. Se me contrató, en ausencia del Duque, por la secretaria que maneja todos los asuntos de la casa. —¿De veras la recomendó Kitty Berrington?— preguntó Lord Frederick sonriendo—. Entonces apuesto que lo que quería era deshacerse de usted. No quería tener a alguien tan bella en casa cuando George estaba presente. La familiaridad de Lord Frederick, irritó a Marisa. Pero, como no deseaba mostrarse descortés, se concentró en la comida, consciente, todo el tiempo, de que la rodilla de él trataba de nuevo de presiona