CAPÍTULO VMarisa se estaba cepillando el cabello, que le caía por debajo de la cintura, cuando llamaron con cierta brusquedad a su puerta. Sin esperar respuesta, la señorita Whitcham entró en el dormitorio como una tromba. —¡Rápido, señorita Mitton!— exclamó—. ¿Va usted a cenar con los invitados de Su Señoría? —¿Con los invitados de su señoría?— repitió Marisa asombrada. —Sí… sí— contestó la señorita Whitcham, que estaba casi sin aliento porque había subido corriendo la escalera—. ¡Lady Elcho llegó con fiebre y ha tenido que irse directamente a la cama! Eso nos ha dejado con trece personas para cenar. Marisa sonrió. Comprendió su momentánea importancia. Podía negarse a acudir en el último momento y eso pondría al Duque en un desagradable aprieto. —No hay tiempo de conseguir a otra pe