CAPÍTULO VII-2

2004 Words

—No tardará en llegar, seguramente— contestó Marisa—. ¿No te gustaría que yo te ayudara a vestirte hoy? —¿Lo hará, de verdad? Me encantaría, aunque supongo que mi niñera se pondrá celosa. —Tal vez podamos darle una pequeña sorpresa y que te encuentre lista y vestida cuando llegue— sugirió Marisa. Aline dejó a un lado el libro, se puso de pie sobre la cama y extendió los brazos. —¡Mire!— gritó—. Soy un hada, que vuela hacia usted. Dando un gran salto, se colocó junto a Marisa y le echó los brazos al cuello. —La quiero mucho, señorita Mitton. Despierto todas las mañanas pensando en las maravillosas historias que va a contarme. —Tendrás que ir a cabalgar primero. Aline. ¿Te importaría que Hanson, o alguno de los palafreneros te llevara? ¡Tengo jaqueca! —Pobrecita señorita Mitton! Lo s

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