—Chico, ¿qué crees de mi?—preguntó en el camino. La miré un segundo y se veía serena, creo que era una pregunta seria.
—No lo sé, es algo que no he pensado.
—Pues piénsalo. Mi padre te lo preguntará, te bombardeará a preguntas y como vea que no me conoces, habrá problema.
—Si le preguntan por mi…
—Tutéame. Soy tu amada novia.
—Si te preguntan por mi, también habrá problemas, no me conoces.
—Pero yo puedo inventar cosas, ya que ellos no te conocen, pero tu no puedes inventar cosas sobre mi a mi familia.—ese era un buen punto.
—Te conozco un poco.
—Bien.—pisó el pedal, haciéndome tragar saliva. Coloqué mis manos sobre mis piernas, un poco nervioso.—¿Alguna vez has conocido los padres de alguna novia?
—Si, en varias ocasiones.
—Entonces creo que lo tendrás todo controlado.— pero en ninguna de ellas fingía algo que no era o iba bajo amenaza.
Me quedé mirándola mientras conducía, no era mi tipo, aunque era hermosa, sin embargo no me gustaban las mujeres con su forma de ser, para mi gusto ella era muy malhumorada, arrogante y dominante, en una relación sería igual, ademas su don de manipular era algo que me acojonaba. La forma en la que se introdujo en mi casa hoy o en la que me manipulaba, era un poco siniestra. Sentí que me miró en ropa interior como si yo fuera un pedazo de algo, puntuando mi cuerpo, igual que mi rostro. Y luego al besarnos…
Bueno, no podía quejarme de ese beso, fue algo candente para su boca inocente.
Pero que no supiera besar, también me decía que ella era virgen, la tirana era virgen. Una virgen muy malvada que no se contenía al usar su poder. ¿Cómo alguien estaba dispuesto a casarse con un desconocido solo por conservar un trabajo? ¿Cómo es que conviviríamos como esposos por todo un año? Eso ya habría que verlo si no nos descubrían en cuestión de horas. Tenía muchos mensajes de mis padres que no iba a responder, no quería mentir, era más fácil callar.
—Deberías de mirarme de forma mas suave, tu mirada es severa, no luces enamorado de mi, es mas como si tu mente estuviera juzgándome en estos momentos.—Otra cosa que me intimidaba, era la capacidad que tenía para leer a las personas, era como si fuéramos libros y nos juzgara por la portada o luego de ojear unas páginas ya sabía de qué trataba.—Hemos llegado, relájate.
¡Claro! ¡¿Cómo iba a relajarme?! Al fin conocería al genio de su padre y solo para mentirle a la cara. Tenía que hacer una muy buena actuación.
Bajamos del coche y ella enseguida tomó mi mano, con demasiada naturalidad, haciéndome sentir un poco incómodo, se recostó a mi hombro y allí apoyó su cabeza, llevaba una sonrisa en los labios y se notaba con mucha tranquilidad. Metí mi mano libre en el bolsillo mientras ella tocaba el timbre. Se escucharon unos pasos dentro y luego la puerta fue abierta.
—¡Mamá! Que lindo verte. —se soltó de mi y fue a darle un beso a su madre.—¿Te acuerdas de mi novio?
—El que se desmayó. ¿Cuál era su nombre?
—Asher Brennan.—me presenté nuevamente.
—Lo siento por olvidarlo, por favor, pasa, eres bienvenido. Tu padre está en el salón, estoy con ustedes unos segundos.
Mordí mi labio inferior para no abrir la boca con lo grande y asombrosa de la casa, además de que tenía un olor suave a algo pero a la vez era muy rico, había una pared llena de reconocimientos, diplomas, una estantería arropada de trofeos y medallas, y una diminuta repisa con fotos.
—Charlie, mi pequeña. — ¡¡Este era el señor Arthur! Mordí mis labios con mas fuerzas, ahora si estaba nervioso, ella apretó mi mano, notándolo.
—Papá.—dijo con mucho respeto. Soltó mi mano y fue a darle un abrazo.—¿Cómo has estado?
—La pregunta es ¿cómo está mi pequeña? Que ha traído un novio a casa, complaciendo mis deseos.
—No solo fue para complacerte a ti, solo encontré a alguien que me gusta y me comprende.—se alejó de su padre y se apoyó en mis hombros para alcanzar mis labios, dándome un ligero beso de ojos abiertos, los míos quedaron junto a los suyos solo por un momento. Estaba notando que aquí, frente a su padre, Charlotte Arthur era otra persona, muy diferente, desalojada de toda su arrogancia, la sentía muy serena, natural. —Estes es mi novio, Asher Brennan, mamá lo conoció hace poco.
—Mucho gusto, señor. Es un placer al fin conocerlo. Además de lo que su hija me ha dicho, soy un fiel admirador suyo.
El hombre me miró en silencio, estrechando mi mano, con aquellos ojos cafés que se iban volviendo negros.
—Gusto en conocerte, Asher. Dime, ¿qué piensas de mi hija?—era la misma pregunta que ella me había hecho en el camino.
—Voy a ver que hace mamá.—ella nos dejó a solas.
—Espero tu respuesta, siéntate.—tomó una botella de un licor que estaba en la mesa del centro del sofá y sirvió dos tragos.
—¿Que qué creo que Charlotte? ¿Le molesta si soy sincero? —era la única arma que tenía.
—A decir verdad, solo espero una respuesta sincera de tu parte.
—En ese caso, se lo diré. Charlotte es una mujer muy engreídme que no sabe mucho de la vida, aunque aparente lo contrario, muchas veces me da miedo porque se siente muy segura, sin conocer nada del mundo exterior, solo los libros. ¿Sabe lo manipuladora que puede llegar a ser? No se lo imagina. Es muy exigente, no se conforma con poca cosa y siempre quiere lo mejor, no importa que. Y para dar una opinión mas directa, creo que es una mujer maravillosa con mucho que conocer, con un carácter temible y sin miedo a lo que venga. Esa es la Charlotte que conozco.
Tomé un trago, mirando al señor Arthur.
—Veo que se conocen bien. ¿Qué tiempo tienen saliendo?
—Estas intimidando al muchacho, mira que cuando me conoció el pobre sufrió un desmayo. —me había salvado la llegada de la madre y de Charlotte, se supone que la historia de la relación la iba a inventar ella, no yo.—Tu hermano no podrá venir, solo cenaremos nosotros cuatro, ¿empezamos ya?
—No veo porqué no.—contestó su esposo. —Me agradas, Asher. Hablemos de la boda durante la cena.
Tragué en seco, este hombre iba a ir acorralándome poco a poco con preguntas muy serias, poniéndome a prueba sobre su hija. Apenas la noche estaba comenzando.
—¿Cuándo decidieron que se van a casar? Es decir, ¿cuando les llegó la idea?—esta era la señora quien hacía la pregunta.
—Bueno, mamá, no es un secreto para él que ustedes tienen prisa porque yo me case, sus padres también les pareció buena la idea y lo decidimos. Casarnos. A finales del mes entrante.
—¡¡Bien!! Ya tiene fecha, así me gusta. Que bueno.
—¿Y cómo lo conociste, Charlie?— su padre seguía llamándola por ese nombre, supongo que así le decía él, era un nombre más bonito que Charlotte.
—Trabajamos juntos, es mi secretario.
—Oh, entonces es otro amante de los libros. —sonrió su padre.—¿Qué mas puedes decirme de él? Tu futuro esposo.
—Se graduó hace un tiempo de la universidad, estudió derecho y era uno de los mejores en su clase, ama el género romance—solo porque ella me obligaba a leerlo—, le gusta jugar al golf—¡Ni siquiera se jugarlo!— y también a ambos nos gusta salir con sus amigos, de hecho, luego de la cena tenemos que vernos con un par de ellos y darles la noticia de muestra boda. Lo siento, papá, no podremos quedarnos mucho tiempo.
—Nos gustaría conocer a tus padres, Asher. Avísanos cuando eso sea posible.
—Si, señor. —terminamos de cenar de forma un poco tranquila, bajo la mirada inquisidora de su padre.
Tomamos un postre y nos fuimos otra vez al salón.
—¿Cuantos años tienes, Asher?
—Tengo veinticinco.
—Eres un tanto robusto.
—Es grande, fuerte, muy musculoso, apuesto a que debajo de su ropa guarda unos cuantos tatuajes. —aquella fue su madre, mirándome de reojo.
—Tiene unos pocos tatuajes, no muchos. Le gusta mantenerse en forma.—sacó su móvil y miró la hora.—Es un poco tarde, tenemos que vernos con sus amigos, hemos quedado. —nos pusimos de pie.—Papá, te daré los avances sobre nuestras decisiones de la boda. Mamá, sabes que cuento contigo para todos los preparativos.
—Claro que si, pequeña.
—Charlie—su padre abrió los brazos y ella se acercó para abrazarlo. —, te quiero.—le hablaba a ella, pero me clavaba los ojos.
—Y yo a ti.
Nos despedimos de ellos y fuera de la casa fue cuando mejor respiré.
Ella tomó mis manos frente al coche.
—¿Qué haces?—le pregunté, ya no había nadie que nos viera.
—Pasa la mano por mi cintura y acércame a ti, luego bésame.
—¿Qué? ¿Quieres… que nos besemos?
—Idiota—soltó entre dientes.—, nos están mirando por la ventana. No mires.
Hice lo que me dijo, llevé mis manos a su cintura, la atraje hacia mi y coloqué una mano en su mejilla, miraba sus lindos ojos mientras nuestros rostros de acercaban, camino al beso. Ella los cerró y yo procedí a besarle. Sentía sus labios otra vez y ella lo estaba haciendo tan bien como la vez pasaba. Eran muy suaves y se movían algo retrasados, pero el beso estaba muy bien, mas que bien.
Me alejé un poco de su rostro, lamí mis labios, a punto de besarla otra vez.
—¿Así está bien o tiene que ser mas largo?—pregunté para no excederme.
—Supongo… que… así está muy bien.— miraba mis ojos, todavía con los labios entreabiertos, ¿querría otro beso tanto como yo? Puede que no y que solo estuviera haciendo el papel.
—¿Me dejas conducir?—pregunté para cambiar de ambiente. Ella puso las llaves en mis manos y yo le abrí la puerta.—Tu familia es linda. —le comenté en el camino.
—Si, eso es porque faltó mi hermano.
—¿No se llevan bien?
—No es eso, ya lo verás cuando estemos todos juntos.
—Por cierto, no tienes que ver a mis amigos si no quieres.
—Tengo que hacerlo. Conduces con mucha calma, me desespera un poco.—puse un poco mas de velocidad, sin pasarme de los limites.—De ese modo podré aprender mas cosas sobre ti, ya ves lo curioso que es mi padre, te lo dije. Y en algún momento tendremos que juntar a tu familia con la mía. A final del mes que viene nos casamos. Hay que conocernos en ese tiempo.
—¿No es muy pronto la boda? Solo tenemos un mes.
—Mientras más pronto nos casemos, más pronto pasará ese año y nos divorciamos.
—En cuanto a mis amigos… no son la gran cosa, quiero decir, son tan comunes como yo.
—No te preocupes, estaré a la altura, no dejaré que quedes en vergüenza.—eso sería imposible.—Hay que besarnos y esas cosas, darle la noticia de nuestra boda y parecer una linda pareja. Compórtate con naturalidad, te estaré observando.
Llegamos al bar y uno de mis amigos me esperaba fuera, Connie.
Veía su cara de asombro al verme llegar con Charlotte.
—¿Puedo decirte Charlie? Nos hará ver mas cercanos.
—Supongo que si.—añadió a regañadientes mientras nos acercábamos a Connie.
—¡Ey, Connie!—toqué su mano en un saludo.
—Asher, ¿quien es esta hermosa mujer?—se quedó observándola mientras ella solo sonreía. No lo culpaba, realmente se veía muy bien y estaba vestida de una manera sensual, con muy poca tela.
—Ella es Charlotte Arthur, mi novia. Charlie, este es mi amigo, Connie.
Connie la saludó sin poder creerlo. Cuando entramos, los demás chicos nos esperaban en una mesa, Alexis, Jony y Edmundo. Faltaba uno, quizás no había venido.
—¡Asher! Al fin llegas.
—Aunque no lo crean, ella es su novia, se llama Charlotte.—no hizo falta presentarla, el lo hizo. Los demás la saludaron y al principio se sintieron algo incomodos, dándome miradas extrañas. Pero conforme fuimos platicando, ella se empezó a reír, una cerveza tras otra y todos reíamos. Mientras ellos presumían de sus trabajos.
—Es que… ¡no se de qué se puede quejar Asher! A todos nos mandan de un lado a otro, jefes gordos y malhumorados, mientras que a él lo llama por su nombre un bombón de mujer. ¿De qué puedes quejarte?—Alexis ya estaba algo borracho.
—¡Oye! Respeta a su novia, seguro que se pone celosa.
—Pero no es mentira, él mismo dice que es un bombón. ¿Cómo puede quejarse de ella?
—Entonces, ¿te quejas mucho de tu jefa, amor?—me miró como quien me quisiera matar, con una sonrisa fría. —Pero dices que es un bombón.—se calmó un poco.
—¡Siempre se queja de ella y luego halaga su belleza!
Vino la siguiente ronda de cerveza.
Charlie tocó mi pierna debajo de la mesa, besó mi mejilla y después giró mi rostro para besarme, uno muy intenso, diferente a los anteriores, los chicos alzaron la voz, interrumpiendo el beso.
¡Malditos!
—Entonces, ¿soy un bombón?—me preguntó al oido. —¡Pues les diré algo!—tomó una de las cervezas que recién llegaba. —¡¡Yo soy ese bombón!! Soy su jefa.
Todos guardaron silencio, quizás algo avergonzados, a lo mejor muy ebrios para reaccionar. Buscaron mi mirada para confirmar esa afirmación.
—Ella es la tirana.—dije como si nada.
—¡Pues sí que es un bombón!—soltó Connie y todos reímos.
Charlie estaba abrazada a mi, iba a tomar otra cerveza y yo se la quité.
—Chicos, nosotros nos vamos. Ya es tarde. Por cierto— ya estábamos de pie, la sujetaba por la cintura mientras ella se sujetaba a mi costado. —, ella y yo nos casamos a final del mes que viene.
Comenzaron a llamarme mientras yo me iba, sin creerse nada. Los dejé con las dudas y todas las preguntas que seguro tenían.
—Abudaamani ah.—no sabía en qué idioma ella hablaba, pero yo no le entendía nada. Le puse el cinturón y ella tiró de mi cabello cuando iba a cerrar la puerta. —¡Te dije que lo cortes! Te ves… muy lindo con él así.
—¿Esa era la razón por la que querías que lo cortara?
—¿Por qué si no? Eso… te hace lucir muy guapo. ¿Te he dicho que tu rostro es muy lindo?
—Solo te diriges a mi para decirme que hacer.
—Me casaré con un hombre hermoso que seguro le llueven las mujeres, sentirán envidia de mi. Tendré todo un años para presumirte, chico.
—Estas borracha. Bebiste demasiado. ¿A dónde vives? ¿a dónde te llevo?
—A tu casa, obvio. Amaneceré contigo.
Encendí el coche.
—Charlie, ya dime tu dirección, ¿dónde te llevo?
—A la casa de mi novio, ¿serás sordo? ¡Voy a dormir contigo!
¡Carajo! Estaba demasiado borracha.
Tendríamos que ir hasta mi casa.