Mis padres ll

2576 Words
Hasta después de la cena e incluso durante esta, charlábamos, o mas bien ella no dejaba de hacer preguntas y luego iba memorizando las respuestas para que no se le olvidaran. Ahora estábamos sentados con la espalda recostada al sofá sobre la alfombra. Sus dedos eran muy pequeños, al igual que sus pies y muy pálidos y finos, quizás eso era lo único que se veía frágil de ella. —¿Qué te apetece hacer? No quiero que te aburras. Ahora yo voy a la biblioteca, leeré algunas páginas de un libro que estoy por terminar. —También leeré.—no podía hacer muchas cosas mas y no quería estar husmeando en su casa. —¿Trajiste… algún libro? —No, pero supongo que puedes prestarme uno. —Es que no tengo ninguno de romance.—Tampoco creí que hubiera alguno. —¿Y qué te hace pensar que esa es mi preferencia en libros? Fue lo que me asignaste a leer. —¿Tienes alguna preferencia?—quiso saber. —No, no solía leer mucho.—me puse de pie primero y luego le ofrecí mi mano para ayudarla a levantarse.—¿Me prestarás alguno? —Elige tu, cualquiera será bueno.—la seguí hasta la biblioteca. Todo el suelo en la biblioteca estaba cubierto por una esponjosa alfombra, ella tomó un libro que había sobre un taburete y se acomodó en el suelo. Elegí uno al azar y me senté frente a ella. Ahora que lo pensaba y viendo todo, ¿cómo era que su casa estaba en perfecto orden cuando ella en mi casa era una desordenada? Seguro tenía a alguien que le limpiara. Debía de ser eso. Comencé a leer el libro sin concentrarme bien, la hora de dormir se acercaba y mis ojos de desviaban hacia ella, ambos ya llevábamos el pijama, ella tenía un pantalón largo con dibujos y una camiseta sin mangas, obviamente sin sostén. Se veía entretenido lo que ella leía, pues de vez en cuando soltaba una risita y sonreía. —Me voy a la cama.—dije primero, después de que la vi cerrar el libro. —Yo también, es un poco tarde y mañana hay trabajo. Fui a la cocina para beber un poco de agua y cuando entré a la habitación ella ya estaba acostada, de esa manera evitaba ocupar su lado sin saber cuál era. Con cada paso que daba hacia la cama, mi pecho se sentía inquieto. Esta mujer me perturbaba incluso sin intentarlo. —Rápido, chico, quiero apagar la luz para dormir.—al menos su voz despejó lo que sea que se arremolinaba en mi. Era un alivio. Cuando estaba en la cama, no me sentía cómodo pero tampoco quería empezar a moverme y que aquello también le molestara. Cerré mis ojos, obligándome a dormirme, pero no parecía funcionar. Me giré, quedando frente a ella, para mi sorpresa, sus ojos estaban abiertos y me observaba. Cerré los míos, fingiendo que no la vi. Por lo menos había pasado una hora desde que estábamos acostados. Volví abrir los ojos y allí estaban los de ella, ¿será que dormía con los ojos abiertos o ella también estaba despierta? Pero pestañeó. Estaba despierta. —Lo siento, ¿me estoy moviendo mucho? —No es eso. Es un poco raro tener a alguien mas en mi casa, a alguien tan grande, no es como que pueda hacerme de cuenta que no estas. —¿Quieres que me vaya a otra habitación? Si te sientes incómoda no podrás dormir. —No me siento incómoda, es que me resulta extraño, eso es todo. Enseguida me dormiré. ¿Tu estás incómodo? —Algo inquieto. —También me siento así. ¿Que te inquieta?—no se si hablar nos ayudaría a dormir, pero ya lo estábamos haciendo. —Tú.—dije en voz baja.—Dormir contigo me inquieta, creo que estoy algo nervioso, no se si podré dormir, espero que esto mejore con los días. ¿Que te inquieta a ti? —Tú.—dijo ella, dejándome mas nervioso.— Tu cuerpo es muy grande y aunque estás lejos de mi, te siento en todo el lugar, incluso cuando respiras. Supongo que es así dormir con un hombre. Tu ya sabes lo que es dormir con mujeres, ¿siempre te sientes así? Inquieto y nervioso. —Creo que solo si es la primera vez, luego con esa persona se crea la confianza y dormir se vuelve algo normal. Te acostumbras. —Ya veo, entonces esto no es nada nuevo para ti, espero que puedas dormir.—se dio la vuelta, yo cerré los ojos, dejándole al tiempo y a la larga noche que me pusieran a dormir. Ya en la mañana, no sé cuantas horas pude dormir, pero ella ya no estaba en la cama. Me tiré de la cama y abrí el armario para sacar la ropa que me pondría hoy, abrí la puerta del baño y allí estaba ella, desnuda frente al espejo, mi cuerpo tuvo una reacción lenta mientras sostenía la puerta abierta y ella me miraba horrorizada. Me quede paralizado mirando su cuerpo sin poder hacer otra cosa, hasta que su grito retumbó en mis oídos. —¡¡¡¡Aaaaaaaaaaah!!!—me tiró en la cara el envase que llevaba en sus manos, cerré la puerta rápido, sobando mi cara golpeada, había dado en mi frente. —¡Lo siento!—dije junto a la puerta.—¡No sabía que estabas en el baño! —Te dije…—hablaba con los dientes apretadas, separando las palabras—que si me mirabas desnuda… te iba a sacar los ojos. Abrió la puerta de pronto, dándome un pequeño sobresalto. Creo que mi vida peligraba. —¡Lo siento! No sabía que estabas en el baño. De verdad, lo siento. Dentro no escuché nada y la puerta no traía puesto el seguro.—ella había salido en toalla. Su rostro estaba rojo y miraba sus pies, sin levantar la vista, tenía sus manos echas puños y comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación. —¡Me has visto desnuda! ¡Desnuda! —Charlie, no fue mi intención, lo digo en serio. Si te consuela, me llevé un gran susto y no recuerdo nada de lo que vi. No se como es tu cuerpo, no vi el lunar en su pezón ni…—¡Maldita sea! Cubrí mi boca y ella se detuvo para mirar. Sujetó su toalla y corrió hacia mi, yo también comencé a correr, sin dejar que me alcanzara. —¡Detente! ¡Voy a sacarte los ojos, chico!—me acorraló hasta la cama y de ahí no me quedó mas remedio que tirarme allí para rodar hasta el otro lado y aunque ese fue el plan, no funcionó. Cuando me arrojé sobre la cama, ella lo hizo detrás, cayendo sobre mí.—¡Maldito pervertido! Sujeté sus manos que venían directo hacia mis ojos. —Lo… siento.—dije casi sin aliento, conteniendo todos sus movimientos, era muy rápida y no dejaba de moverse.—Te vi desnuda, pero no lo hice a propósito, debes de creerme. Vi tu cuerpo y mis ojos se apresuraron a capturar cada parte de él,—quizás estaba siendo muy sincero— pero fue de manera inconsciente, me quedé helado. Lo siento.—ella dejó de moverse y comenzó a llorar. ¿Estaba llorando? —Me viste desnuda. Me viste desnuda.—se quitó de encima de mi y regresó al baño. Fui hasta la puerta para seguir disculpándome. Creo que esta era la primera vez que alguien la veía desnuda. —Charlie—escuchaba los sollozos.—De verdad que lo siento. Estaré usando el otro baño, discúlpame. No volverá a pasar, te lo aseguro. Una parte de mi, la comprendía. La había visto desnuda y eso debió de ser muy incómodo para ella, pero esa otra parte de mi, se pregunta si algo mas pasaba. Su cuerpo era muy hermoso y mis ojos no perdieron el tiempo en esa fracción de segundos para observarla. Había hecho mal en no cerrar los ojos, pero es que me quedé paralizado y cometí ese error. ¿Qué otra cosa estaba mal? Me fui al baño de la otra habitación y allí me bañé y vestí. Ahora todo sería mas incómodo para los dos. Salí al salón y ella me llamó desde la cocina. —Aquí hay desayuno.—me dijo. Había puesto un montón de cosas en la mesa y luego salió.—Yo he desayunado ya. Me senté en silencio y desayuné. —Estoy listo, cuando quieras nos vamos. —ella estaba esperando en el salón con su bolso en las manos, miraba el móvil y me ignoraba. Se puso de pie, dirigiéndose hacia la puerta, allí nos pusimos los zapatos y salimos de casa. Todo el día ella estuvo igual. No me llamó ni una sola vez, aceptó todas sus citas sin quejarse y a la hora del almuerzo fuimos juntos, sin dirigirnos la palabra. No entendía si algo mas estaba mal, porque el resto de los día fue igual. En el trabajo muy tranquila y luego en casa se iba a la biblioteca y allí hasta la hora de cenar, ella dormía en un extremo de la cama y yo en otro. —Charlie.—era viernes, salíamos del trabajo ya con las maletas en su coche, íbamos camino hacia donde mis padres. Dos horas en coche.—No creo que debamos ir a donde mis padres. ¿Estás bien? ¿Te pasa algo? Puedo llamarles y cancelar, no se enojarán. —Estoy bien. —No, no lo estas. Ya me he disculpado y no sé que otra cosa hacer. Dime, ¿qué es lo que tengo que hacer? Haré lo que sea, solo dilo. —Nada. Cuando lleguemos a donde tus padres, todo estará bien, no te preocupes. He memorizado toda la información, no meteré la pata. —No me refiero a eso. Llevas toda la semana así. —Me voy poniendo bien.—miró en mi dirección con una extraña sonrisa en los labios, tenía todavía la mirada caída, no la sentía siendo ella. Hubiera preferido que me pisoteara toda la semana, como solía hacer siempre y no que se viera así, tan decaída y desanimada. Durante las dos a horas de camino, ella iba diciendo cosas sobre mi, sin fallar en ninguna, luego me preguntó mi fecha de nacimiento, podría ser lo único que se nos olvidó y ella lo recordó. Aparcamos frente a la cama y mis padres salieron a recibirnos. Yo estaba muy nervioso y con remordimientos por estar engañando a mis padres. Pero también estaba muy preocupado por ella. ¿Estaría bien todo el fin de semana? —No puedo negar la sorpresa que sentimos cuando Charlotte vino a casa, nos sorprendimos mucho. —Esa era la idea, Audrey.—dijo Charlie, en plena confianza con mi madre.— Asher no parecía tener muchos planes de decírselos por lo que tuve que adelantarme. Es un poco descuidado con algunas cosas.—que me llamara por mi nombre, era un tanto extraño. —Además de sorprendernos, nos alegramos mucho, que no quepa duda alguna, Charlotte.—mi padre ayudaba a mamá a poner la mesa.—Llegamos a pensar que Asher solo se estancaría en un trabajo que no tiene que ver con su carreta y resulta que saldrá con esposa de allí. Es hasta un poco gracioso. Lo bueno es que ya le quedan pocos meses. Nos dijo que lo dejaría en un año. —Si. Ya le queda poco.—Charlie giró en mi dirección, dándome una sonrisa.—¿Les ha dicho la fecha de la boda? —No. No se ha molestado en hacerlo. ¿Ya la han elegido? —El día no, pero sabemos que es a finales del mes entrante. Cuando regresemos nos pondremos mas serios con los preparativos, empezando con las invitaciones y el día de la boda, ya es fin de mes, no es como que quede mucho tiempo. —¿No sienten como que sea un poco apresurado?—preguntó papá, aquí intervine yo, saliendo del salón y yendo al comedor, casi íbamos a cenar. —Lo hemos decidido los dos, ¿para qué perder tiempo? Estamos seguros de nuestra decisión.—me acerqué por detrás de Charlie y rodeé su cintura con mis brazos, colocando mi rostro en su hombro.—Estamos muy decididos. Ella acariciaba mi mejilla y yo cerraba los ojos. —Se ven muy enamorados, a pesar del poco tiempo que llevan. —Listo.—anunció papá.—Vayamos a la mesa. Mis nervios se fueron disipando conforme pasaba la noche, ella parecía estar bien y charlaba mucho con mis padres mientras yo guardaba silencio. Solo observándolos y escuchando todo lo que hablaban de mi. Mamá, sin pensárselo dos veces, sacó el álbum de fotos, Charlie no paraba de reírse con cada una de ellas. —A los diecinueve comenzó a dejarse el bigote.—papá hablaba entre risas y mamá cubría su boca, con su rostro lleno de lágrimas de tanto reír.—Y solo tenía unos diez pelos. Aquí la foto. Charlie la observó y sujetaba su estómago, muerta entre risas, era lo único que se escuchaba en toda la casa, la risa de ellos tres. Tomé un cojín y se lo arrojé sin mucha fuerza a Charlie, después le quité al álbum de las manos. —Es tarde, nos iremos a dormir, estamos algo cansados por el viaje.—dije, tirando de su mano y poniéndola de pie, subimos las escaleras abrazados, yo iba dando besos en su cabeza y ella seguía riendo. Cuando entramos a la habitación, yo antes había organizado las cosas de los dos, saqué varias mantas del armario y tomé una almohada, acomodando todo eso en el suelo. Solo habían dos baños, uno abajo y otro arriba, que era compartido con las demás habitaciones. Bajé a por un vaso de agua, dándole tiempo a que ella se pusiera el pijama, al llegar toqué la puerta despacio para que mis padres no escucharan. No habían mantas en el suelo ni por ningún lado y mi almohada estaba en la cama, ella ya estaba acostada. —Apaga las luces, cámbiate y ven a la cama.—me dijo. Me acerqué a ella para no hablar en voz alta. —Puedo dormir en el suelo, la cama es muy pequeña. —No te preocupes, eso ya lo sabía, solo ven a cama. Busqué mi pijama y apagué las luces antes de cambiarme. Me introduje en la cama, haciendo contacto de inmediato con su cuerpo. —Lo siento. Estaremos algo pegados. —Solo duerme. —fue lo último que dijo aquella noche. Después de un par de horas la sentí moverse y pensé que estaba despierta, pero no era así, se había destapado y parecía tener frío. Le acomodé las sabanas, quedándome observando su rostro. Hoy parecía estar mucho mejor y se la había pasado bien con mis padres. Esperaba que los siguientes días también fueran así. Su rostro se veía muy en calma cuando dormía, parecía buena o una persona normal. Ella era realmente bella, pero demasiada complicada y según nos íbamos conociendo, todo se iba volviendo mas complicado. Pero creo que empezaba a gustarme lo complicado.
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