La jornada laboral había comenzado otra vez con la llegada del lunes, había sido un fin de semana de lo mas loco, memorable, no necesariamente como algo bueno.
Lo que me dejaba intrigado era ese tal Dorian y sus pensamientos y opiniones contrarias a las que pensaba Charlie. ¿A qué se refería específicamente?
Estuve contestando un par de llamadas y cancelando otras citas a las que ella, a última hora, no estaba dispuesta a atender.
Era increíble. Todas las malas contestaciones al teléfono me las llevaba yo.
En la oficina todos quedaron con la boca abierta al vernos entrar de la mano. ¡Sí! De la mano, ella me esperó a mi hora de entrada y sujetó mi mano como si de eso dependiera su vida, encargándome de dar la noticia de nuestra relación, de forma discreta, de todos modos se expandiría como pólvora.
Casi a medio día, no sé quien se sorprendió mas, si Dorian Ackerman de verme o yo de verlo a él. Jamás, en los meses que llevaba aquí, se había aparecido por aquí. Lo que resultaba mas extraño.
Creo que… había venido para hablar con ella sobre mí, dada también la impresión de él.
—Asher Brennan.—para muchos debía de ser una sorpresa que de la nada Charlotte Arthur estuviera comprometida.—¿Trabajas aquí?
—Si, soy el secretario de Charlie.—dije con una amable sonrisa.
—Ya veo, entonces aquí se conocieron. No sé porqué ella nunca te mencionó.
—Tampoco se porqué nunca te mencionó, ¿dices que son amigos?
—Desde la universidad.—presumió el. Aquí no estaba tan amable, era muy obvio que había venido para hablar con ella de nuestro compromiso.—¿Cuánto tiempo tienen conociéndose?
—Lo suficiente, como para casarnos a finales del mes que viene. ¿Te ha invitado a la boda?—ciertamente, este no era mi estilo, pero me sentía un poco atacado por Ackerman y jugar a la defensiva nunca viene mal. —Seguro que lo hace ahora. ¿Tienes cita? ¿Ella sabe que vendrías hoy?
—Creo que… no hace falta pedir cita.
—Creo que si, Charlie es una mujer muy ocupada que valora mucho su tiempo. Por si no lo sabes, su trabajo es algo que se toma muy en serio.
—Solo es una editorial, ¿qué tiene que hacer? ¿Leer libros?
Y justo aquí estaba.
Ella no tenía que mencionar de qué diferencias de opiniones ellos tenían, resaltaba en él. A lo mejor era un hombre inteligente y puede que realmente le gustara Charlie como para venir aquí y ver si todo estaba en orden en cuanto a su relación o su compromiso conmigo, pero no valoraba su trabajo y estaba seguro que ese comentario solo era la punta del iceberg.
—Es mucho mas que eso, Dorian. No es leer libros.
—Avísale que estoy aquí, estoy seguro que accede a verme.
Observé a la oficina de la villana, no tenía que verla para saber lo que hacía y mas después de indicarme que cancelara varias citas. Para empezar, conforme fue pasando el día, ella estaba enojada. Era hoy la entrega de la secuela de un libro muy esperada, además de su favorito y todo estaba listo para empezar hoy lunes con la revisión, resulta que el autor no cumplió con la fecha, además de eso, se excusó con mentiras cuando sus r************* decían otra cosa. Estoy seguro que si ella iba al baño, era para tirarse de los pelos.
Levanté el teléfono y ella contestó, hasta aquí se escuchó.
—¡¿Qué?! Intento pensar.
—Tiene visita.
—No tengo cita para ahora, el que llegó temprano que espere a su hora, chico.
—Charlie, mírame. —la vi mirar hacia mi escritorio, dándose cuenta por primera vez que allí estaba Dorian Ackerman.—¿Quieres que lo haga pasar?
—No.—susurró.—Yo salgo.
Colgó, dirigiéndose fuera de su oficina.
—Charlie, sabía que podrías recibirme, ¿cómo estas?—dijo más animado ahora que ella salió.
—Dorian, ¿qué haces aquí? Pensé que ni sabías donde estaba la editorial.
—He venido a visitarte. No sabía pero solo tuve que hacer una búsqueda en internet. Ahora esas cosas son de dominio público. ¿Podemos hablar en privado?
—Lo siento, me atrapas muy ocupada, no puedo recibirte y dentro de poco tengo una cita.—Nop, no tenía ninguna cita en las próximas dos horas, las había cancelado. Solo se sentía frustrada porque no obtuvo el libro a tiempo y ya eso dañaba todo y atrasaba muchas cosas.
—Pero…
—Si quieres te hago un hueco para mañana.
—Estoy muy ocupado todos estos días, Charlie, pensé que si me tomaba el tiempo de venir aqui, me ibas a recibir.
—Lo siento, yo también estoy muy ocupada. Quizás para la próxima me envías un mensaje o haces una llamada antes de llegar.—odiaba las sorpresas, por mas mínimas que fueran y esto había sido una. Y como dije anteriormente, ella se tomaba en serio su trabajo. Sabía que su cabeza estaba haciendo los cálculos para tener una fecha próxima del lanzamiento del libro, ya que la que teníamos no era válida a causa del atraso de hoy.
—Está bien.—se despidió con un beso y se marchó.
—No me pases llamadas. N O T E N G O C I T A S.—La seguí al interior de la oficina.—¡¿Qué haces?! Déjame sola, realmente necesito pensar.
—Podemos hacerlo juntos.
—¿Qué cosa?
—Pensar. Así te tomará menos tiempo. —casi era hora del almuerzo y como siguiera así, no saldría a almorzar. —Tengo el correo de la cantidad de páginas actuales, con la cantidad de palabras, con esas cifras podemos determinar, no con mucha claridad, el tiempo que puede llevar la edición y corrección.
—Eso es correcto. Si lo llego a ver, no me dejes estar a solas con él, porque creo que le arranco una oreja de una sola mordida, ese charlatán. Tampoco me dejes pedirle que me autografíe la primera copia. Debo de estar mucho tiempo enojada con él, no me agendes el día de su firma de libros, no le haré compañía. Debes de asegurarte de eso, chico.
—Yo me encargo.
Ese enojo se disiparía desde que tuviera el libro en sus manos, eso era seguro. Me pediría hacer todo lo que dijo que no haría y lo devoraría en cuestión de días. Así era ella, un tanto loca, un tanto maniática.
Logramos resolverlo para el medio día y salimos para almorzar juntos.
Sentí una especie de pánico a la hora de irme, con la idea de que a ella se le ocurriera volver a ir a mi casa, de cualquier modo ya habia dejado algunas cosas suyas por todo el lugar, como si realmente estuviera instalada allí.
Era increíble como se metía en el papel.
Menos mal que a ella no se le ocurrió, porque no quería dormir nuevamente en el sofá y ella era muy madrugadora.
A las nueve de la noche, recibí una llamada de mi amigo Chris, él no había asistido a la noche de chicos, que no fue para nada de chicos con Charlie allí. Después de disculparse por no ir y que ese día fuera mi novia, me pidió que nos viéramos esa misma noche porque tenía algo importante que enseñarme.
No dudé en ir a su encuentro, con todos los demás yo era unido, pero la amistad mas vieja la tenía con Chris, éramos mas cercanos. De hecho, era al único que le contaría la verdad sobre mi matrimonio, ya que lo descubría de igual modo.
Tomé un taxi, yo no tenía coche, llegando al punto de encuentro, una cafetería de veinticuatro horas, él me esperaba en la entrada.
—No hablemos de ti, ni de tu novia y menos de tu compromiso, eso es algo para hablarlo con mas tiempo y lleno de detalles.—me recibió con esas palabras, entonces yo no entendía para qué habia sido el encuentro tan repentino.—Quiero presentarte a alguien.
—¿Otra novia? Todavía no acaba el mes, Chris.
—¡No, no, no, no! No es eso. Es una compañera de trabajo. Vamos.—pasó su mano por mi espalda, casi empujándome dentro. Íbamos en dirección donde había una joven sentada, con una pequeño ordenador sobre la mesa.—Patricia, este es mi amigo del que te hablé, te presento a Asher Brennan, el mismísimo secretario de Charlotte Arthur. Ella es Patricia, compañera de trabajo, siéntate.
—Hola, mucho gusto, Patricia.
—Hola, que pena que haya tenido que venir a esta hora, le insistí a Chris que no era necesario algo tan urgente pero él dijo que no te importaba. Soy escritora y me gustaría que tu jefa viera mi libro. —dijo sin mas, como si yo solo tuviera que decirle que lo leyera y ella lo haría.—Escribo romance. —¡Y menos romance!
Me detuve a mirar a Patricia, era una joven de aspecto sencillo, con voz delicada y mirada tierna. Tenía las manos sobre su ordenador como si ese fuera su tesoro.
—Asher te ayudará, será fácil. El se encarga de leer las novelas de romance y su veredicto es el que su jefa escucha.
—Chris, eso no es del todo así, además de mi hay otras personas que dan su criterio, no tengo la última palabra.
—No quiero que lo veas como un favor no merecido. Quiero que leas mi libro y tú mismo valores si vale la pena mostrarlo a tu jefa, no te pediría que hagas nada indebido. Por favor. Solo que tienes que leerlo sin llevarlo, leerlo frente a mi, no es por ti, pero no me fio de nadie.
Esto era complicado y estaba claro que no podría decir que no.