Mi prometida ll

1326 Words
—Charlie, has venido.—Estaba detrás de ella. Esta giró en mis brazos sin apartarse.—Trajiste compañía. —Oh, hola, Dorian, estás aquí.—ella se alejó de mí para acercarse a él y saludarle con un beso en la mejilla mientras él ponía sus manos en sus caderas.—Este es mi novio. —Asher Brennan.—me apresuré a decir en caso de que por los nervios y la cara de boba que traía ella fuera a olvidar mi nombre.—Mucho gusto, soy su prometido.—dije con una sonrisa. —Dorian Ackerman, ¿prometido has dicho?—lucía asombrado, confuso. —Si, este es mi prometido. Si nos disculpas, estamos empezando a jugar. —Está bien, supongo que nos vemos mas adelante, estoy hacia allá.—señaló la parte derecha del campo.—Nos vemos después, un placer, Asher Brennan.—se dio la vuelta y se marchó, mirando hacia atrás mientras se iba. Ella subió al carrito y colocó la cabeza sobre el volante. —¿Qué ha sido todo eso?—quise saber, ya que fui participe, no porque me interesara.—¿Quién es? Estabas muy nerviosa, aún lo estas y me has dado un beso muy patético, ¿qué pasó con las practicas que te di? —Se me olvidó todo, apenas si respiré o fui capaz de hablar.—seguía sonrojada, eso era cierto. —¿Quién es? No creo que sea un novio, dado que no sabes besar, a menos que haya sido con él con quien juntaste tus labios, lo cual no cuenta como un beso. —¡No es nadie! Ya deja de preguntar.—Fui a sentarme a su lado mientras mi barriga hacía de la suya, pidiéndome desayuno.—Solo es un amigo.—levantó el rostro. —Te gusta, ¿por qué no te casas con él? Al menos lo harás con alguien que te guste, déjame libre, descuenta el préstamo de mi sueldo, pero poco a poco y cásate con ese tal Ackerman, podrían durar mas de un año de matrimonio. —¿Pero qué diablos dices? ¿Quieres, acaso, que vaya y le pida matrimonio? —Fue lo que hiciste conmigo. —¡Lo haría! No es algo que me de vergüenza, el problema es que no puedo casarme con él y menos tener algo, no concibo ni la idea. Lo odio. —¿Odiar? Me besaste para darle celos y estoy segura de que me trajiste aquí para ese mismo fin. Te gusta. —Dije que lo odio, es un político y yo odio a los políticos. —Vaya, renuncias a admitir que te gusta solo porque no te gusta su profesión, cuando creo que no puedes ser mas rara, me callas la boca y superas tu récord. —Chico, chico, chico. Tu lo único que quieres es que te busque reemplazo. Mueve tu lindo trasero y déjame verte hacer el ridículo en el golf, vamos. El instructor te espera. Saqué mi lindo la trasero y lo moví hasta el instructor. Espera…¿lindo trasero? Miré hacia atras y ella estaba otra vez con la cabeza sobre el volante. Aquel tipo le gustaba, ¿por qué habíamos venido aquí solo para torturarse? No tenía sentido. Se suponía que era para torturarlo a él, no a ella misma. Después de unos veinte minutos me cansé de las primeras practicas y le dije que nos detuviéramos por hoy, no me parecía nada divertido estar tirando aquella diminuta bola y menos si no había nadie con quien competir. —Charlie, ¿quieres irte?—ella seguía en la misma postura que hace rato.—Ya he terminado, no creo que perfeccione nada en un día y esto me parece muy aburrido. —¿Ya? Demos un paseo. Conduce tu.— se deslizó al otro asiento y yo me senté en el lado del conductor. —¿Quieres hablar?—dije mientras hacíamos el recorrido.—Háblame un poco de ese tal Dorian, creo que se conocen bien. —Es un compañero de la universidad. Nos conocemos hace algunos años. No estudiamos lo mismo, pero teníamos algunas materias en común. Me gusta desde el segundo año de la carrera. Y sí, con el fue que junté mis labios, pensaba que era un beso hasta que me besé contigo, pero no dejó de ser especial. No teníamos un contacto seguido luego de la universidad, pero hablábamos. Hace un año supe que estaba metido en la política y nos reunimos un par de veces, discutíamos de forma amistosa sobre algunos temas importantes en los que no teníamos la misma opinión, en una noche de esas, el me pidió que fuera su novia. Me bastó un segundo para rechazarlo. Pensé, no quiero un novio que tenga los mismos pensamientos que él, no lo quiero, por mas que me guste, por mas que me atraiga. Y eso fue todo. Nos seguimos gustando, solo eso. Ahora vengo aquí cada diez días para jugar al golf, verlo y tener las mismas discusiones mientras conversamos, para convencerme que no quiero un novio que piense las mismas cosas que él. —Ya veo. ¿Y como sabes que yo no tengo las mismas ideas y puntos de vista que ese tal Dorian? —Aún si la tendrías, eres mi novio de mentiras, serás mi esposo provisional, no será algo eterno, tiene una fecha límite. —Eso es cierto. Hablando de esposo provisional, con todo eso de la boda dentro de un mes y tal, ¿qué hay de nuestros sentimientos? Es decir, ¿qué pasa si mientras estamos casados nos enamoramos de otra persona? Tanto tú, como yo. Hay muchas cosas de las que no hemos hablado. —Se irán resolviendo según te vayan llegando las dudas. Si te enamoras, te lo tragas, no puedes serme infiel así esto sea una relación por conveniencia. Eso que te quede claro. Yo tampoco te sería infiel, va por ambas partes y tiene sus motivos. Imagina que te enamoras, tendrás que decirle a esa persona la verdad para que te espere o te entienda, cosas de ese estilo, por esa razón solo nos tragamos nuestros sentimientos y ya está. —Pareciera que lo tienes todo fríamente calculado. ¿Qué pasa si nos enamoramos los dos, uno del otro? ¿Seguimos con la relación o se detiene en el límite acordado? ¿Qué vas a decir sobre eso? —Chico, mírame un momento. Hemos tenido una cena con mis padres, una noche con tus amigos y he pasado una noche en tu casa. Si pudieras, me aventarías del carrito mientras aceleras, no me soportas, ni dentro, ni fuera del trabajo. Es imposible que te enamores de mi y eso también es una de las razones por las que te escogí, ya sabrás que no fue al azar. —Lo sé. Pero ¿y si eres tú la que te enamoras de mi? —Me gustan los hombres inteligentes. —Vaya, eso fue un golpe bajo, no me lo esperaba, querida prometida. Supongo que por esa parte está bien, nadie albergará sentimientos por el otro. Eso si que es un alivio. Después de vueltas y vueltas, tuve que decir en voz alta que tenía hambre, la tirana, que resulta que tenía corazón, se apiadó de mi y fuimos al restaurante del club para desayunar, encontrándonos allí con el tan Dorian, quien se nos unió. Ciertamente era un hombre inteligente, su aspecto, a pesar de que llevaba la misma ropa que yo, lo decía a voces. Charlie lo miraba de una manera tierna mientras desayunábamos y ellos mantenían una charla muy alegre. ¿Donde había quedado la villana? Aquí no estaba. Se comportaba de manera muy educada y se dirigía a mí con mucha gentileza y educación, me daba un poco de risa ya que siempre me trataba a la patada. Aquel día fue un poco divertido, pero agradecí cuando terminó. Charlie me saturaba.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD