Capítulo 4

1899 Words
Lucia. Furiosa camino hacia la casa de mi papá con la bici de mierda a la par donde se me rompió la rueda de atrás, mierda, ahora a escuchar a la idiota de Fernanda decir que la rompí por gorda y que ya debería bajar de peso urgente porque otra bici no me van a comprar, siento que ya me lo sé de memoria el discursito y Dios está de testigo de que ya no la soporto y eso que hace dos semanas que vamos conviviendo juntas recién, intento hacer oídos sordo y como que nada pasa o que lo que me dice no me molesta, pero ya se está pasando y creo que ahora cuando llegue voy a explotar y nos vamos a decir de todo. —Señorita. —de lo que venía pensando ni escuché la camioneta que está a mi lado, es el muchacho hermoso que siempre veo ir al colegio por sus hermanos. —Hola. —baja y viene frente a mí mirando la bici. —Permítame ayudarla y llevarla, es largo el camino como para que vaya así. —Gracias, me harías la vida feliz por dos minutos. —me mira a los ojos como queriendo preguntarme el porqué de la frase, pero solo asiente, sube la bici a la camioneta como si no pesara nada y hasta me abre la puerta de la camioneta así subo—. Muchas gracias. —No es nada. —arranca y se revuelve en el asiento—. ¿Qué le sucedió a su bici?. —No lo sé, de golpe hizo un ruido y como que la rueda de atrás se torció, fue raro ahora que lo pienso. —¿Tiene como para arreglarla? Porque la he visto que va a la escuela en bici ¿y si se le rompe en que va a ir?. —No, no tengo como arreglarla a no ser que haya un ciclismo en medio del campo porque en el pueblo no he visto ninguno, y mi papá se va a enojar porque a penas y tiene dos semanas de que la compró y ya se rompió. —Puedo arreglarla si quiere y no se va a enterar. —¿Harías eso por mí?. —se chupa los labios y asiente—. Me encantaría gracias... Te p**o no tengo problema. —No, como cree... Las ayudas no se cobran. —pasa de largo la entrada a la estancia de mi papá y sonrío feliz de no ir. —Gracias por no llevarme a ese infierno de casa. —¿La llevas mal?. —La mujer de mi papá me odia, no me quiere ahí por eso me hace la vida imposible. —miro hacia afuera pensando—. ¿Tienes amigas mujeres?. —Mmm algunas, ¿Por qué preguntas?. —¿No quieres una amiga nueva? Me ofrezco como voluntaria. —dejo de sonreír cuando niega sin decir nada y yo alzo las cejas confundida—. ¿Me pasé de la raya y fui atrevida en pedirte tu amistad?. —No... Estuvo bien y todo eso. —¿Pero? Tal vez donde soy nueva y no nos conocemos desconfías de mí, pero si somos amigos vamos a ir ganando confianza con el tiempo. —Mmjjj. —dobla y veo una casa a lo lejos, más bien una mansión, es más grande que la casa de mi papá y obviamente en perfectas condiciones sin decir que súper moderna—. No quiero ser tu amigo porque no te veo como amiga es todo. —¿Y cómo me ves?. —Como un hombre a una mujer. —frena fuera del galpón y me mira fijo con sus terribles ojos azules—. Te miro con deseo Lucia... No te miro como amiga ni en sueños así que no podría. —me sorprende lo directo que es y sin titubear ni un poco—. Vamos así te arreglo la bici. Bajamos y en silencio baja la bici, lo sigo hacia galpón que tienen todas las haciendas que es en donde guardan las herramientas y que siempre está cerca de la casa principal o cerca de la casa del capataz, porque al tener tantas herramientas debe estar en un lugar seguro y que los trabajadores no se lleven nada a sus casas, me apunta un asiento que es un tronco y desde ahí lo veo desarmar la rueda y ver que problema tiene, me muerdo los labios mirándolo trabajar en mi transporte diario y arreglarlo, veo que lo hace con paciencia y destreza porque sabe lo que hace, si no supiera estaría rompiéndola no arreglándola, cuando ya termina la gira poniéndola sobre las ruedas y hasta se sube haciendo fuerza como probando que haya quedado firme, me mira sonriendo mientras se baja. —Lista, quedó como nueva. —¿Qué era lo que se rompió?. —Se rompió el bolillero que es una pieza que tienen todas las cosas que tiene rueda. —¿Y cómo se rompió?. —Por el peso. —mi mundo se va a la ruina al oír eso, otro más que critica mi peso—. Pero le puse uno más resistente no deberías tener problemas, y si lo tienes me buscas y listo, lo vuelvo a arreglar. —Debería bajar de peso mejor. —quiero agarrarla, pero no me deja. —¿Por?. —Rompí la bici con mi peso, ¿Qué otra cosa podría ser?. —Bueno si, pero hay tres cosas a tener en cuenta primero. —¿Cuáles?. —La bici no es para una mujer adulta es más para una nena como Eluney o más chica. —no veo burla ni enojo solo calma en lo que dice—. Se considera más o menos el peso de ellas y está bien que tienes una estatura media baja pero necesitas una bici acorde a tu edad y peso... Segundo... Las calles acá que digamos no es lo mismo que en la ciudad, acá está lleno de posos y piedras, cualquier bici re rompe por más resistente que sea, y tercero. —me señala entera con la mano abierta—. ¿Por qué bagarías de peso? Perderías toda la gracia mujer. —¿Qué gracia?. —Dios, ¿jamás nadie te dijo lo buena que estás?. —siento mi cara arder y mis piernas tiemblan, no, nadie jamás me lo dijo y no se lo voy a decir tampoco—. Que me parta un rayo si no te digo lo buena que estás Lucia... Estás muy hermosa y tienes unas curvas que... —carraspea parando de hablar y yo sonrío nerviosa—. Perdón fui atrevido. —¿Quieres salir conmigo?. —de la nada lo dije y él asiente enseguida. —Justo te iba a preguntar... Me encantaría. —¿El fin de semana?. —Dale... Vamos a ver una película al otro pueblo ¿te parece?. —Perfecto. —oímos ruidos y aparece un hombre altísimo y sonriente. —Buenas. —se acerca y me sonríe sin parar—. Hijo, ¿Quién es la jovencita?. —Ella es Lucia... Lucia él es mi papá Guillermo. —Mucho gusto señorita. —Igualmente. —Bueno... Vamos te llevo. —Si por favor... Ya es pasado el mediodía y mi papá debe estar preocupado o quiero imaginar que lo está al menos... Un gusto Guillermo. —Espero nos volvamos a ver. —vamos en silencio y no puedo dejar de pensar, cuando llegamos me mira golpeteando sus piernas. —Mil gracias por arreglar la bici y tomarte el tiempo de traerme. —Ya dije que no es nada, pero si me quieres deber un favor lo acepto. —sonríe cuando comienzo a reír. —¿Y cómo quieres que te pague?. —Uuuf, si te dijera me das vuelta la cara de un golpe Me pongo roja y él mira hacia adelante medio como tenso, de la nada me inclino y le doy mi primer beso que me lo devuelve de maravilla, me impulso más pegando mis pechos a su pecho mientras sus manos van a mi culo apretando, acaricio su cuello con suavidad y mis jadeos salen sin proponérmelo, nuestras lenguas se enrollan haciendo que mi v****a cosquillee de lo lindo, paso una pierna por arriba de él poniéndome a horcajadas y me siento viva y alegre, como que es el primer respiro que me llena los pulmones y no necesito más nada, gime de forma que hace que balancee mis caderas en sus piernas y él me aprieta más con sus enormes brazos musculosos, me alejo cuando ya no puedo respirar y nos miramos a los ojos. —Fue un impulso. —Bendito sea ese impulso. —me río negando, nos hablamos ronzándonos los labios—. ¿Has estado con algún hombre? Quiero que seas sincera y sin miedo. —No. —asiente y sus manos entran por debajo de mi remera—. Pero no quiero solo sexo Likan... Quiero probar si podemos tener una relación seria, ¿Es mucho pedir por lo poco que nos hemos visto?. —No... Yo nunca dije que quería nada más sexo, solo necesito saberlo porque por ahí podrías sentir que voy muy rápido... Ahora sé que debo ir lento y con calma es todo. —Dios bendito, su mano no para de recorrerme y siento mi piel súper sensible —. Gracias por ser sincera y decírmelo Luci. —Me avergüenza. —¿Por?. —Voy a cumplir dieciocho y ni siquiera un beso había dado. —sus manos me aprietan dándome risa, ya que sé por qué lo hace. —¿Este fue el primero?. —Sí... Mi primer beso es tuyo. —Woouuu nena. —se ríe dándome un beso sutil—. Tu primer beso y el mejor beso para mí... Nos vamos a llevar bien, cuenta con eso. —saltamos del susto cuando golpean la ventana que parece que la van a romper, quedo de piedra al ver a mi papá. —Ya, te bajas. —abro la puerta y bajo por ahí mismo, Likan se baja serio moviendo las manos sin saber qué hacer. —Señor Luis dejé explicarle que... —Te vas de inmediato y no te quiero cerca de mi hija. —¿Por qué?. —mi papá baja la bici y me la da—. Tengo buenas intenciones con ella señor. —Si, ¿Así como tu papá y todos tus tíos?. —Lo que ellos hayan hecho en su juventud no tiene nada que ver conmigo no confunda... Soy muy diferente y quiero intentar con su hija. —Si claro. —lo empuja y mis lágrimas caen de la vergüenza que me está haciendo pasar—. La vas a enamorar... Después llevártela y llenarla de pibes como hicieron todos. —lo golpea en el hombro con un dedo—. Mantenerla cautiva y yo no quiero eso para ella... Va a ir a la universidad y alejarse de esta vida de mierda. —Likan solo lo mira—. Aléjate de ella no te lo voy a volver a repetir. —Puedo ayudarla señor. —me agarra del brazo tirando la bici y me lleva casi corriendo hacia la casa mientras voy llorando sin parar—. YA LE DIJE, TENGO BUENAS INTENCIONES CON ELLA. . .
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