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El Indio

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Blurb

Likan Ray Melillan carga con el peso de ser apodado El Indio y carga con el peso del pasado del padre, pero el demuestra que no es Así, que lo que su padre y sus tíos en su juventud hallan hecho no lo cataloga para nada, y demuestra que un Indio, es un hombre con todas las letras.

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Capítulo 1
Lucia. —Hola hija. —incómoda dejo que me abrace, aunque no quiero que me toque para nada—. Mira lo grande que estás... Estás hecha una mujer. —Si. —atrás de él esta su mujer con mis hermanos mirándome como una atracción de circo. —Luis... Lo lamento tanto pero no podemos tenerla, ya somos viejos y una adolescente es mucho para nosotros. —me muerdo los labios al escuchar a mi abuelo decir eso—. Aunque ella es re buenita, no molesta para nada. —Es mi hija Juan... No es ni un lamento todo lo contrario, me pone muy feliz de que se venga con nosotros. —me despido de mi abuelo así no más porque me trajo en contra de mi voluntad y hablaba de mí como si fuera un perrito el cual va a dar en adopción y quiere convencer a los nuevos dueños, quedo mirándolos que no se movieron ni un poco desde donde estaban—. Ven vamos. —me acerco a Fernanda que me mira con odio y la entiendo, ya que me va a ver la cara todos los días hasta que sea mayor y pueda irme—. Ven Lucí, sin vergüenza. —Hola Lucia. —me da un beso así no más y los nenes me miran porque soy la hermana desconocida. —Hola ¿Cómo están?. —les toco la cabeza y ya no sé que más cariño puedo darles—. Están re grandes, ¿Cuántos años tienen ya?. —¿No te acuerdas de la edad de tus hermanos?. —le sonrío a Fernanda negando y decido picarla aún más. —¿No me acuerdo ni como se llaman y crees que me voy a recordar sus edades?. —Mejor entremos a la casa así te muestro tu habitación mejor, así ya te vas acomodando. —Si. —entramos a la casa y al menos siempre me gustó este lugar, subimos y me lleva a la última habitación del pasillo. —Acá vas a estar... Era de la bebé, pero decidimos que necesitas más urgente tu espacio que un bebé. —lo dice sonriendo, como si fuera el gran cumplido que me está dando. —Igualmente ya era mía antes de que ella llegue. —deja los bolsos en la cama sin decir nada y yo aprieto mi bolsito. —Ya te inscribí en la escuela del pueblo así no te atrasas más... Mañana empiezas con normalidad. —asiento acercándome a la ventana para intentar recordar hacia donde está mi vista. —¿Dónde queda?. —¿Qué cosa?. —La escuela. —me giro y Fernanda esta ahí con la bebé en brazos. —En el pueblo, ¿Dónde más?. —lo miro a mi papá esperando que haga algo que sé que no va a hacer, defenderme—. Te compramos una bici así de paso vas al colegio y bajas de peso. —quedo mirándola no más porque me da miedo reaccionar mal—. Tu mamá sí que te descuidó en tu salud porque estás demasiado gorda, ahí sí que fue mala madre. —Si vuelves a hablar de mi mamá me voy a olvidar que eres la mujer de mi papá y la amante. —sale enojada y lo miro a él ahora que no sabe que hacer—. Quiero estar sola, ¿puedes darme mi espacio por favor?. —Si. —en la puerta me mira y suspira—. No debes meterte en los problemas de grandes Lucí... Lo que pasó con tu madre y nosotros no debe afectarte, intentemos una buena convivencia por el bien de todos. —Dicelo a ella entonces... Porque yo no tengo la culpa de que mi mamá haya muerto y mis abuelos no me puedan tener... Y menos culpa tengo de que a la fuerza hicieran que te hagas cargo de mí. —abro los bolsos negando y sacando las cosas con fuerza donde no doy más del enojo—. ¿Me dejas sola?. A la noche los oigo discutir por mi presencia en la casa, Fernanda nunca me quiso y siempre se esforzó en demostrarlo a todo mundo así que no me afecta, pero si me afecta el que hable de mi mamá cuando ella fue la puta amante de mi papá, y por eso mi mamá me agarró y nos fuimos de este pueblo para jamás volver, excepto yo que me mandaba dos veces al año porque mi papá sé lo pedía y yo llorando todo el viaje llegaba acá, él quería hacer mis vacaciones de ensueño, pero me dolía ver como la mujer de mi papá cocinaba para todos menos para mí y él no decía nada, dolía ver como compraban algo y oh casualidad se olvidaba de que me debían comprar a mi también, pero a medida que crecía lo superé, cada que venía me encerraba en la habitación que me ponían y no salía hasta que debía irme o me iba a cabalgar por largas horas, y ahí recién era feliz, pero si generé un rencor muy grande por mi papá porque se suponía que debía ponerle los puntos a su mujer, porque ella no estaba ni está en la obligación de aceptarme y menos quererme, pero quien se supone que sí no lo hizo nunca, menos ahora. —Luci... Lucí hija vas a llegar tarde. —me giro hacia la puerta confundida donde no hay sol aún—. ¿Puedo pasar?. —Si, pero no enciendas la luz ¿Qué hora es?. —Las seis. —La escuela empieza a las ocho. —lo miro con odio porque prende la luz igual. —Ya sé, pero debes desayunar y es un viaje medio largo así te voy charlando lo que me dijo la directora... Hoy te llevo yo así sabes donde queda y ya te vas sola. —Esta bien. —sale y ahí me cambio, me pongo un jean, unas botitas bajas, una camisa suelta y una campera negra con un pañuelo, ahí bajo sabiendo que este día va a ser una porquería. —Vas al colegio de un pueblo ¿Qué haces vestida así?. —ignoro a Fernanda mientras voy a la heladera—. Pedí permiso al menos no seas atrevida. —¿Acaso no es la casa de mi papá?. —él no dice nada y yo alzo las cejas—. Tengo el mismo derecho que tus hijos y no me vengas a hablar como si tuvieras derecho alguno sobre mí eh... Que ya fuiste mi niñera. —Vamos Lucia. —vamos en un silencio asqueroso de incómodo hasta que llegamos al pueblo—. ¿Tienes hambre? No comiste nada. —Si tengo y mucha. —me da plata y apunta una tienda. —Ahi es el mercado, hay de todo... Y aquello es el colegio. —Bien. —me bajo y voy al local sin decirle nada. —Que te vaya bien. —cuando entro la señora me mira intrigada. —¡Buen día!. —Y usted jovencita ¿Quién es usted que no la conozco?. —Soy Lucia. —le sonrío agradecida porque al fin alguien me trata con simpatía—. Soy nueva en el pueblo, mi papá es Luis Rebian. —Ooh, la hermosa Lucia... Me acuerdo de ti cuando venías de chiquita y después cuando eras casi una adolescente ¿Tu mami?. —Murió señora. —queda muda mirándome aun con una sonrisa como esperando que le diga que es un chiste—. Tenía cáncer de mama y falleció hace dos meses... Vine a vivir con mi papá. —Lo lamento tanto querida. —cuando me vienen las lágrimas apunto a cualquier lado. —Voy a mirar las galletitas. —Si, ve tranquila. Estoy eligiendo que llevar, más bien cuál es paquete más llamativo porque ya se me fue el hambre y no deseo galletitas, sino otra cosa, cuando suena la campana de entrada al local, miro de metida para ir medio que reconociendo a los habitantes de este lugar que va a ser mi hogar por unos años hasta que me pueda ir, y quedo tildada cuando veo entrar al ser más magnífico en la vida, entra un muchacho alto y hermoso vestido de ranchero, hasta con el sombrero aun cuando a penas y está saliendo el sol. Saluda a la señora de un beso y una sonrisa, le dice algo y ella se mata de risa, y yo como una total estúpida no puedo dejar de verlo, jamás había visto a alguien tan apuesto en mi vida, hasta siento como si fuera al primer muchacho que veo en la vida. —¿Señorita?. —está frente a mí sonriendo—. ¿Me daría permiso de pasar?. —Si... Mil disculpas no me di cuenta de que estaba estorbando. —No se preocupe, suele pasar. —y es una terrible mentira que dice para no sentirme mal, pero ahora me siento el doble de mal, voy a la caja nerviosa y con ganas de salir corriendo. —Tu mamá se va a enojar cuando se entere. —Mientras nadie diga nada no tiene por qué enterarse menos enojarse de algo que no sabe ni va a saber. —No me amenaces chicuelo. —No lo estaba haciendo. —suena divertido al hablar—. ¡Aaayyy Señora Luisa! Que mala imagen está dando de mí frente a esta hermosa jovencita. —los miro que se ríen y yo nada. —Saliste igual que tu padre... Si yo decía de donde y tengo la respuesta en la nariz. —Error. —me mira sonriendo y yo no hago nada porque no entiendo por qué tanta sonrisa que me da—. Solo con esta señorita con nadie más. —Ya basta la pones incómoda. —miro a la señora y le doy la plata—. Gracias hermosa. —De nada. —cuando estoy por salir me giro y el muchacho sigue mirándome, pero ya no sonríe—. ¿Hasta qué hora tiene abierto?. —Todo el día... Desde las siete hasta las siete. —Bien... Gracias nos estamos viendo. . 1° Insegura "letras rojas" 2° Insegura "letras azules" 3° Tentación. 4° Inesperado. 5° Inocencia. 6° Lecciones. 7° Aprendiendo. 8° Confiando. 9° Miradas. 10° Mi Rebelde. 11° Indomable. 12° Antu. 13° Arreglado. 14° El Indio. ■ 15° Mestizo.

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