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2068 Words
Tiempo atrás. La morena se había levantado de mal humor, sentía que todo estaba yendo por el camino equivocado, ella no se lo merecía. Se había esforzado demasiado como para que pronto viniera él, para arruinar todo. La verdad es que no entendía esa insistencia que tenía el hombre lograr sus objetivos, incluso si estaba arruinando los de ellas. No le importaba nada, de verdad era una mala persona. Había trabajado demasiado duro como para de pronto no tener ya esa oportunidad, la verdad es que Daniela se llenaba de bastante cólera al pensar que Marcus otra vez había ganado y ella no podía hacer nada al respecto. No entendía la razón de su insistencia por quitarle siempre portunidades ella se había esforzado también muy duro para lograr ese lugar y mantenerse firme en el puesto de trabajo y acompañar a su padre en todo. Pero ni siquiera toda la experiencia del mundo y el talento de sobra que tenía Daniela era suficiente, para considerarse mejor que él, tenés que admitir que la compañía de Marcus era muy poderosa, tanto él y su padre Mauricio habían construido un todo un imperio y eso era justo enorme competencia con la que tenían que vivir cada día de su vida. Marcus no tenía corazón, le estaba haciendo la vida imposible y eso con el paso de los años seguía de mal en peor. No podía sentirse más fatal. Había pasado la noche llorando. Eso le había dolido, perder la oportunidad de llevar algo tan importante a cabo, pero él de nuevo se había metido en sus planes, así que estaba bastante molesta por eso. Todo sería distinto si ese idiota no se hubiera metido, pero lo hizo y ahora solo deseaba que algo muy malo le ocurriera. La muchacha se quedó en su cama, de verdad que no quería ir a trabajar ese día, con lo feo que se sentía por todo lo ocurrido, ya no tenía ganas de nada en absoluto. Así que se quedó otro rato en la cama. Pero Daniela sabía que en cualquier momento su madre iba a tocar la puerta, así que se dio prisa en levantarse, no, no era una niña pequeña, ni mucho menos, pero tenía el deber de ir a trabajar, incluso si no quería hacerlo. No era un buen día, definitivamente no era como una mañana en la que se sentía animada para ir al trabajo y comenzar con sus actividades. Ese día solo deseaba quedarse en casa, pero el deber de asistir a la compañía la estaba obligando a dejar ese deseo a un lado. Cuándo se quedó al borde de la cama se puso a pensar en la posible persona que le dijo a ese soberbio de Marcus que ya estaba encargada de un proyecto como ese. No tenía idea de quién había sido. De todas maneras Daniela tenía que intentarlo y llegar al fondo de todo eso, descubrir de una vez por todas quién había sido esa persona mal intencionada que le informó sobre sus proyectos, algo que claramente lo hizo alguien dentro de su propia compañía, cosa que podría traerle como consecuencia el despido aunque sería difícil conseguir el nombre o atinar exactamente con esa persona. Daniela abandonó la cama y se dirigió al baño para darse una ducha, pero ni siquiera tantas fuerzas como para llegar tan veloz, estuvo cerca de las dos de la madrugada sin pegar un solo ojo, era por eso que ahora se encontraba así, sin energía y queriendo volver a meterse a la cama. Se quedó frente al lavabo y se lavó la cara, cepilló sus dientes antes de meterse en la bañera. Si por ella fuera, todo el día estaría allí metida. Volver a la compañía significaba volver a la realidad, a mirara los planos y darse cuenta de cómo todo su esfuerzo en ese diseño, horas sin dormir y estrés intenso, se había ido todo a la basura. No era justo, y todo por culpa de Marcus Kingman, un ladrón, igual a su padre. El odio manejándose en el mismo círculo y era demasiado como que no le sorprendía. Pero lo que pasaba entre las familias Kingman y la de Daniela era otra cosa, una razón más que ni siquiera Daniela se imaginaba. Ese era el gran motivo por el cual las familias odiaban a muerte y continuaban haciendo de las suyas para sabotear los planes del otro, Claro está que el papá de Daniela era la persona pasiva en todo caso. Eso no ayudaba absolutamente en nada. Cuándo Daniela era un adolescente ya habían pasado varios problemas con esa familia, de hecho se había encontrado a Marcus en varias reuniones en las que las personas eso círculo iban. La muchacha tenía que admitir que era un hombre bastante puesto y ya me va mucho la atención incluso la de ella, pero su actitud tan asquerosa lo cambiaba todo, era demasiado de egocéntrico y siempre se había creído el mejor. Era justo ese tipo de personas que Daniela odiaba con todo su ser, a la gente que por estar en un peldaño más arriba creían ser superiores es que el resto de las personas. Aún así, Daniela había tenido la esperanza de que ese joven resultara ser una amenaza más dentro de los negocios. Y ella tontamente que lo había creído una excepción. Para nada, era igual que su progenitor. Quería dejar de pensar en ese asunto, pero incluso por mucho que lo estaba intentando, se le estaba volviendo muy difícil, no podía sacarse de la cabeza el hecho de que ese idiota le había robado algo así. ¡Era su oportunidad! Maldición, y ya no la tenía. Es que quería ir a verlo y darle un golpe en la cara, pero si no lo hacía, era porque su padre se lo impedía. ¿Qué rayos había pasado para que su padre fuera así de dócil? No lo entendía. Eso era algo que siempre se había preguntado. Todavía seguía sin tener una respuesta a todo eso, solo están consciente de que esa familia completa era una porquería. Eran personas en las que nunca había confiado, y menos con todo lo ocurrido. Entendía que así era la competencia, peros los Kingman realmente eran dañinos. Todos los problemas que habían tenido, los involucraban a ellos, a nadie más. Era por eso que a través del paso de los años, habían cosas que se habían intensificado. Ella sentía que nada iba a cambiar, no importa las incontables veces que intentaron hacer las paces. Su padre odiaba al papá de Marcus, y ella a él, sí, con todo su corazón. Al final salió de la bañera y se dirigió a su habitación para comenzar a vestirse, todavía sentía esas ganas de quedarse allí en casa y no ir a trabajar, pero también recordaba que su padre de seguro tenía mucho por hacer, así que no podía hacerle eso. Sería muy malo para él, de manera que no se quedaría sin hacer nada. Ya estaba buscando algo dentro de su armario, no sabía muy bien que escoger. Tenía una infinidad de opciones para elegir, pero siempre se quedaba así, suspendida en qué elegir o no. Torció los labios, mientras se estaba sumergiendo en toda esa variedad, todavía seguía dudosa respecto al atuendo de ese día. Pero muchos le habían gustado. Así que dejó sobre la cama a sus favoritos antes de decidirse por uno, en esos casos siempre acudía a su madre por ayuda, ella también tenía un buen ojo para la combinación, el diseño y la moda. Sin embargo no la llamó y terminó por elegir la primera que mejor le pareció, era realmente la decisión acertada, la que de verdad le había gustado demasiado, era ese el elegido. Pero Daniela se quedó sobre la cama, a la par de toda la ropa que había elegido, porque sentía que no debía ir a trabajar sí realmente no quería. Igual estaría allí pero no iba a rendir lo suficiente. Tal vez debía llamar a su padre y avisarle, de ese modo no se iba a preocupar por ella, ni iba a contar con su presencia ese día. Alguien más podría hacerse cargo de todos sus pendientes. Además, ella podría tomarlos al rato desde la portátil de su habitación, a veces trabajaba así, a pesar de que no era su modalidad favorita, eso le era suficiente para momentos así, sentía que era algo bueno, porque se sentía menos estresada, eso no quería decir que era su forma favorita. Pero si era la única forma, entonces ni modo. Lo tomaría, además de que era una forma de poder estar más cómoda y descansar más. De esa manera lo guardó todo en el armario, no, no iría a la compañía. Quizá su padre se iba a molestar. Pero no cambiaría de opinión. No iba a trabajar ese día, no quería, le haría mejor quedarse allí. Pronto tocaron a su puerta, era su mamá, de seguro. Daniela se puso en pies y se dirigió allí para abrirle. Antes de girar el pomo de la puerta suspiró profundamente. En efecto, era su madre, quién ya estaba lista para ir a la compañía. Ella le ayudaba a su padre con muchas cosas, como diligencias y ese tipo de cosas, pero habían días en los que no iba porque realmente estaba muy ocupada en casa, pero este día si iba, al ver a su hija, la repasó de los pies a la cabeza. No sabía por qué todavía no estaba vestida, de manera que le preguntó por eso. —Hija, ¿por qué no estás lista? No lo entiendo. Recuerda que todavía hay mucho por hacer en la compañía, así que intenta darte prisa, Daniela. —Mamá no iré, no quiero, porque me siento indispuesta, tampoco quiero que alguien más se encargue de mi trabajo y por eso he decidido trabajar desde casa, dile a mi padre, porque en serio no iré, mamá. Dile que me siento mal. Se puso cabizbaja. —Vale, es por lo de ayer, lo del proyecto y todo ese asunto —respondió su madre a sabiendas de que todo ese asunto le había afectado demasiado a su hija y desde el día anterior había estado bastante cambiada, ya se había colocado al tanto puesto que Daniela no quiso hablar sobre el tema. —Pues sí, no te voy a mentir porque realmente me siento muy mal por haber perdido un proyecto tan importante, mamá esa era una oportunidad grandiosa para mí de poder demostrar de lo que estoy hecha, aunque he tenido oportunidades parecidas eso no tenía comparación, pero tenía que aparecer ese maldito Kingman para arruinar las cosas, eh. Es que no puedo creer que se haya atrevido a hacer una cosa semejante. —Mi amor, cómo tu madre te expreso que realmente lo siento demasiado, pero ya vendrán oportunidades mejores que esas, ya lo vas a ver, mi niña —le expresó y ella asintió. —Eso no me consuela en absoluto, mamá estuve trabajando durante mucho tiempo en ese estúpido proyecto y ahora se va todo por el caño, porque la persona que por supuesto no fue nada seria, ha preferido el trabajo de Marcus y su gente, no, no es justo para nadie —continuó diciendo la muchacha bastante enojada y su madre puso una mueca antes de acercarse y darle un abrazo corto. —No te preocupes, trabaja desde casa, yo le diré a tu padre que no has podido venir, por favor intenta ya no pensar en ese asunto, desde el inicio nuestra compañía experimentado cambios bruscos y cosas parecidas, no por eso vamos a quedarnos estancados, de ser así ya estaríamos en la bancarrota. Ante las palabras de su madre, sobre todo por esa palabra al final, la muchacha abrió los ojos de par en par y negó con la cabeza, le aterrorizaba que su familia quedara en esa posición en algún determinado punto de la vida. ¿Bancarrota? Con solo escuchar esa palabra se ponía a temblar de los pies a la cabeza y no era para menos puesto que eso era algo por lo que nadie quería pasar. —Mamá, he cambiado de opinión, iré a trabajar. No es el fin del mundo o algo parecido por lo que pasó —le dejó saber mientras seguía allí frente a ella y su mamá asintió con la cabeza.
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